EDITORIAL

Neoliberalismo:
Identidad del Gobierno

 

El panorama queda claro para los escépticos y para algunos ilusionados que creían que habría cambios con el ascenso de Alfredo Palacio al poder. Su discurso inicial de defensa de la soberanía del país, de hacer un gobierno democrático con una mayor participación de los ciudadanos, de atención a la salud y la educación, ha quedado desbaratado por la práctica y por la nueva composición de su equipo.

Para un sector de la población que tenía ilusiones de que habría cambios lo sucedido con el gobierno ha significado una traición y para la mayoría del pueblo una ratificación de que las cosas continúan igual o peor que con los anteriores gobiernos. Las demandas de los sectores populares, como la entrega de los fondos de reserva y algunos recursos para las provincias y municipios, han sido fruto de la lucha de estos sectores y no de la sensibilidad del gobierno.

Sin embargo, la mayoría de las demandas populares han tenido como respuesta la oferta demagógica, la firma de acuerdos que no se cumplen, lo que ha llevado a paralizaciones como la que realizan las provincias fronterizas de Sucumbíos y Orellana demandando al gobierno y las empresas petroleras que cumplan con los compromisos establecidos con las autoridades provinciales y por las salida de la transnacionales petroleras OXY y ENCANA.

No cabe duda de que esta conducta gubernamental está manejada por los sectores derechistas del país como el PSC e Izquierda Democrática, secundados por la cúpula de Pachakutik y por la Embajada Norteamericana, que ha presionado porque cualquier atisbo de soberanía y de atención a los sectores populares dé marcha atrás.

Estas presiones han quedado claramente establecidas en la salida del ministro de Economía Rafael Correa, quien ha mantenido posiciones que han incomodado al FMI y al Banco Mundial y por sus acuerdos con el gobierno de Hugo Chávez. En su reemplazo asumió esa cartera la economista Magdalena Barreiro quien, al parecer, llevará una política más “conciliadora” con estos organismos internacionales.

Esta renuncia repercutió también en la salida de Luis Maldonado Lince, Secretario de la Producción, que fue sustituido por Joaquín Zevallos, contumaz neoliberal, representante de los sectores exportadores, defensor de la dolarización y de la firma del TLC con EE UU. A esto se suma la salida del presidente de Petroecuador Carlos Pareja, quien antes de dejar su cargo firmó el informe de caducidad del contrato con la transnacional petrolera OXY, coincidiendo con el informe presentado el año pasado por el Procurador General del Estado, ante lo cual el ministro de Energía y el gobierno muestran por lo menos debilidades, si no una oposición para asumir una actitud de defensa de los intereses del país.

La OXY ha presionado por su cuenta y a través de la embajada norteamericana para que sus intereses no sean tocados, perjudicando al país en alrededor de 1.600 millones de dólares anuales.

Así, la nefasta política de Mahuad, Bucaram y Gutiérrez continúa con Palacio a favor de los mismos grupos de poder y de las potencias extranjeras, quienes hoy siguen manejando la economía del país y en manos de quienes se afirma el control directo del petróleo, la electricidad y las telecomunicaciones; si a esto se añade la pretendida y retrógrada reforma política propuesta por el gobierno, el panorama se presenta muy claro.

Con todo esto,pocos pueden dudar de que se trata de un gobierno antipopular y antinacional, y que el camino que los queda a los pueblos del Ecuador es continuar con su incesante lucha por sus reivindicaciones hasta alcanzar un auténtico gobierno del pueblo, que maneje una política internacional independiente, sin condicionamientos de los organismos internacionales, ni del gobierno norteamericano, para que el Ecuador avance por el camino de un desarrollo soberano y en beneficio de sus pueblos.