Los artistas de El Ejido han
cumplido veinticinco años de estar en la
calle; no desamparados ni perdidos, como se interpreta
comúnmente esa expresión; están
en la calle, en el parque, exponiendo su trabajo,
dejándonos mirar sus óleos, sus acuarelas,
sus esculturas y sus grabados.
El arte en la calle, con todas
sus connotaciones de mensaje social, de arte popular.
Para festejar este acontecimiento,
con alegría y calidad, han organizado el
II Salón de Pintura y Escultura “Arte
en El Ejido”, en el que se exhiben setenta
y cinco obras que reflejan sus propuestas artísticas,
la mayoría de ellas extraídas de las
temáticas urbanas y rurales, con una concepción
nueva de lo que debe ser el arte popular.
Este II Salón de Arte
en la calle refleja las posibilidades estéticas
que predominan en el trabajo de estos artistas,
su dominio del dibujo y el color, su rica imaginación
y sus tendencias hacia los problemas sociales y
humanos de nuestra sociedad; sin desechar desde
luego las actuales tendencias de la plástica,
aunque claramente se nota su poca predisposición
por las instalaciones y el abstencionismo.
En la muestra hay obras de
gran calidad que podrían figurar en cualquier
Salón de Arte del país o del exterior.
Los artistas del Ejido aparecieron hace veinticinco
años, un sábado cualquiera, con alegría
y optimismo; los planteamientos del arte popular
estaban en plena vigencia, por ello, un grupo de
20 o 25 artistas plásticos, la mayor parte
de ellos egresados del Colegio de Artes o estudiantes
de la Facultad de Artes de la Universidad Central,
decidieron exponer sus obras a plena luz del día,
y entre los árboles y los pájaros
del parque de El Ejido, alrededor del busto que
recordaba a doña María Angélica
Hidrobo, la ilustre maestra ecuatoriana.
Sin preocuparse de las ordenanzas
municipales, seguros de que los espacios públicos
son para el pueblo, se tomaron ese espacio, que
aún no estaba decorado por el ampuloso y
feudal portón de La Circasiana, monumento
que vuelve eterno el recuerdo de una de las poderosas
familias de Quito, plantaron sus caballetes y la
figura y el color, tratados con sabiduría
y con amor, pasaron a ser parte del paisaje citadino.
Naturalmente, este hecho insólito
produjo la reacción violenta de la autoridad
municipal, que, en reiteradas ocasiones, trató
de impedir que se dañara el ornato de la
ciudad, con la exhibición de esos cuadros
raros, producidos por huambras melenudos y locos.
Frente a la porfía de
los artistas involucrados y a la aceptación
popular que tuvo la idea, el Municipio tuvo que
ceder y los caballetes y los cuadros se instalaron
en el parque de El Ejido, que se convirtió
en una gran galería al aire libre, en la
cual los artistas jóvenes podían exhibir
y comercializar su obras de arte estableciendo,
por primera vez en la historia de la ciudad de Quito,
un contacto directo entre los artistas y el hombre
común, que circulaba por la calle.
Ha transcurrido el tiempo y
creo justo y necesario recordar a los pioneros,
a aquellos soñadores que hicieron posible
la presencia del arte en la calle, del Arte en El
Ejido, ellos fueron: Byron Valencia, Edison Muñoz,
Luis Montúfar, Fernando López, Galo
Urbina, Jorge Duque , Jorge Manosalvas, Marco Serrano,
Byron Chamorro, Fernando Molina, Fernando Santos,
Juan Acosta, Wilfrido Acosta, José Calderón,
Carlos Castillo, y otros cuyos nombres se me escapan,
pero que están en la memoria histórica.
El Arte en el Ejido ha crecido
en forma descomunal; ahora son cientos de artistas
que concurren al parque, ya no solamente por el
deseo de exhibir su arte a nivel popular sino tratando
de lograr alguna respuesta económica a su
propuesta artística, para poder solucionar
su problemas de subsistencia.
Esta proliferación de
artistas y su afán mercantilista ha hecho
que la calidad de las obras que se exponen no responda
a los verdaderos objetivos que tiene el arte. Mucho
facilismo, falta de imaginación, burdos plagios
de grandes artistas como Guayasamín, Kingman,
Endara Crow, han hecho que El Arte en el Ejido empiece
a convertirse en un gran mercado, en el que se comercializa
cualquier cosa, menos el verdadero arte popular
que fue la intención de sus creadores.
Por eso es importante rescatar
la iniciativa de la Asociación de Artistas
Plásticos “Arte en El Ejido”,
que presenta su II Salón de Pintura y Escultura,
en el cual se exhiben setenta y cinco obras de gran
calidad estética y social, que demuestran
que “los pintores de El Ejido” tienen
un sitial importante dentro del arte nacional.
Y más aun, sus inquietudes
van más allá de la simple exposición,
pues junto con la muestra han realizado talleres
demostrativos y espacios de diálogo y discusión,
con el objeto de acercar a la ciudadanía
al proceso de creación y de comprensión
ideológica del arte, y más aún,
como actos paralelos al Salón de Pintura
y Escultura, se desarrollaron dos mesas redondas,
sobre los temas “Creación y Producción
de Arte” y “Producción de Identidad
y Cultura en Quito”, con la presencia de expositores
de calidad como Hernán Reyes, Eduardo Puente,
Alicia Loayza y Miguel Jara.