OPINIÓN

Pateando el tablero

 
Por: Juan Cárdenas Espinoza
Cañar

Preguntar al Banco Mundial por qué no nos entrega el desembolso aprobado y aún pendiente, ha sido una gravísima afrenta, capaz de provocar hasta la salida del Ministro de Economía.

Ofendido el caucásico y soberbio banquero, reclamó airadamente al Presidente del paisito por tamaña impertinencia y éste, para no disgustar al imperio, conminó al joven audaz a presentar la renuncia y la aceptó inmediatamente, con el ferviente y rabioso aplauso de la derecha reaccionaria.

Que de afuera nos impongan los chulqueros, no es nada nuevo; que adentro se levanten voces traidoras de pitonisas del desastre, tampoco es extraño. Pero sí cabrea.

El eterno juego de intereses de los utilitaristas cínicos, que no pueden permitir sin horrorizarse que se les dañe el jugoso levante de papeles de nuestra deuda al 100%, que compraron al arranche, con glotonería y gula, a precio de gallina con mal.

Es que con la nueva distribución del Feirep, planteada por el ex ministro Correa, y apoyada por sectores consecuentes, los mañosos especuladores se quedaron con las ganas de embolsar la gran tajada, a costa del país.

Ortodoxos se hacen llamar esos fósiles serviles, a cambio de su plato de lentejas. Eso no fue lo más grave.

Que se haya atrevido a buscar alternativas de crédito para financiar el presupuesto de ingresos, no le perdonan. Peor si los negocios son con Chávez, cuyo equipo económico está estudiando la compra de nuestros bonos con una atractiva rentabilidad. Y hay “patriotas” que se jalan los pelos por seguir manteniendo el status de dependencia y sometimiento y ni muertos aceptarían que Venezuela nos dé una mano en la refinación de petróleo, porque ellos son los beneficiarios de dudosas importaciones de gasolinas y gas.

Con el cuento de que no va a variar la política económica, engatusaron a la sucesora. A otro perro con ese hueso...

En cambio, a Correa le hicieron un favor sacándolo de la cueva de los leones. En la retina nacional queda la impresión de que las mismas fuerzas oscuras de la antipatria, truncaron una gestión saturada de dignidad antiimperialista y soberana, consolidando la generalizada opinión de que Correa es una importante reserva política electoral.

Se fue, no sin antes darse el gusto de gritarles en su cara cuatro cosas a los supremos gurús de los organismos internacionales y no le pasó nada. Lo que sí, ¡nunca será funcionario del FMI ni del BM! como todos los chupamedias que le han precedido, pero bien puede recibir el mandato, ese que sólo decide la voluntad popular.

Cuando el pobre lava la camisa, ese día le sacan al Correa. Entonces, no se quejen si la historia les encuentra con los pantalones caídos..


¡Róbese un banco!

Por: Fernando Garavito
Argenpress

Para dirigir la política de crédito de la América Latina, la solución es fácil: róbese un banco. A finales de julio, veinte de los veintiocho países con derecho a voto eligieron como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, al embajador de Colombia en los Estados Unidos, Luis Alberto Moreno.

La hoja de vida de Moreno dice que 'al momento de su nombramiento en Washington (1998), se desempeñaba como socio de un fondo de inversiones negocios en Latinoamérica'. Rigurosamente cierto.

Ese fondo era el WestSphere Capital Andina, del que formaba parte junto con otros políticos de medio pelo en Colombia. Él y sus socios se hicieron del poder en 1998 bajo la aparente dirección de Andrés Pastrana. Pero Pastrana era sólo un figurín, un caballerete. El cerebro de la organización era Moreno.

De los socios de WestSphere, Moreno fue embajador en los Estados Unidos, Fernando Londoño, ministro del Interior y cerebro del régimen en el actual gobierno, Luis Fernando Ramírez, ministro de Defensa, y Camilo Gómez comisionado de Paz.

El otro, Moisés Jacobo Bibliowicz, permaneció en el sector privado, donde se dedicó a llevar los negocios del grupo. Esos negocios habían comenzado de tiempo atrás cuando, en un acto de piratería internacional, WestSphere compró el Banco del Pacífico, una entidad con sede en el Ecuador y con una importante sucursal en Colombia.

Todo grupo que se respete, debieron pensar los socios, tiene un banco. Y helos aquí, propietarios de uno en bancarrota y sin que nada ni nadie pudiera salvarlo de la ruina.

Pero estamos en Colombia. Y ¿qué importancia puede tener semejante minucia en un país hundido en la corrupción como Colombia? Pues bien, con la complicidad de la directora de Impuestos (que después embajadora en Canadá), y de la superintendente bancaria (llegó a ser ministra de Salud), los socios lograron recibir depósitos por impuestos que sumaron 35 millones de dólares.

Una vez el dinero se esfumó (porque se esfumó), el gobierno cerró el banco e inició la investigación de rigor que no condujo a nada. Luego, los socios entraron a ocupar sus altos destinos, los colombianos se quedaron con los crespos hechos. Repito: el autor de esa masacre es ahora el nuevo y flamante presidente del BID.

Cuando al señor Rodríguez, secretario de la OEA, le comprobaron manejos indebidos como presidente de Costa Rica, tuvo que renunciar a su cargo un mes después de posesionarse. Pero en Colombia las cosas son a otro precio.

En Colombia todos son cómplices. De manera que Moreno seguirá ahí hasta el robo (por el cual se le sigue un proceso penal en el Ecuador) pueda que sea una dimensión que se acomode más a su ambición que a su estatura. Y no se trata de una frase ambigua: Moreno es enano. Poner al BID en manos de Moreno, es como poner el queso en la cueva del gato.


Lucha de clases en
América

 
Por: Emir Sader
ALAI-AMLATINA
Río de Janeiro

Al contrario de algunas previsiones, los tiempos neoliberales no trajeron el fin de la historia, sino el aumento de la lucha de clases. El “sueño americano” – en verdad, estadounidense – reposa en la idea - o en el sueño – de que todo el mundo puede alcanzarlo. Pero una investigación publicada por la revista conservadora británica The Economist, revela serias dudas sobre su realidad y evidencia cómo las contradicciones de clase sólo aumentan en ese país, confirmando ser el de mayor desigualdad social entre los del centro del capitalismo.

El dinamismo de la sociedad estadounidense se mantiene: en los últimos 15 años la población de los Estados Unidos pasó de 263 millones de personas a 300 millones, con el mayor crecimiento en 40 años. Dos tercios de esa expansión provienen del aumento natural y el restante de la inmigración. La tasa de fertilidad en Estados Unidos es mayor que la de China, Brasil y Corea del Sur.

 

Todos los países con fertilidad por encima de la estadounidense son países muy pobres. Pero a la intensificación de la explotación de los trabajadores, hecha posible por las sistemáticas políticas de “flexibilización laboral” -en la realidad, “precarización laboral”-, los estadounidenses agregan el nada envidiable récord de poseer la jornada laboral más extensa del mundo: 300 horas anuales más que los europeos.

Cambian constantemente de trabajo – porque perdieron el derecho a la indemnización y así son despedidos regularmente – y pierden un 14% en promedio, buscando otros empleos para complementar la renta y elevando la jornada laboral real.

Sin embargo, el indicio más claro aún es la mayor concentración de la renta. En el último cuarto de siglo, la distancia entre los ricos y los pobres se volvió aún mayor. Desde 1979, la renta familiar media de los estadounidenses aumentó un 18%, pero la renta del un 1% más rico aumentó un 200%.

Para comparar las diferencias, tómese en cuenta que en 1970 el 20% de los más pobres recibía un 5,4% de la renta y el 20% de los más ricos, un 40,9%. Veinticinco años después, los más pobres disponen del 4,4%, mientras los más ricos subieron a un 46,5%. En ese periodo, la renta del 20% de los más pobres subió un 6,4%, la del 20% de los más ricos un 70% y la del 1% de lo más ricos un 184%. En 2001, este 1% disponía del 20% de la renta de los estadounidenses y controlaba un tercio de su renta bruta y un tercio de su valor. El 0,1% de los estadounidenses más ricos ganan dos o tres veces más que sus similares de Francia e Inglaterra.

La preocupación de la revista es que “la desigualdad de la renta está alcanzando niveles nunca antes vistos desde el final del siglo XIX”. Malos tiempos para los “sueños americanos”, Cuando el mercado reina junto con la desigualdad, esto promueve la lucha de clases en el corazón mismo del capitalismo del siglo XXI.