El otro lado de la moneda es
el fruto de esos contratos irresponsables por los
que se han entregado bloques petroleros a empresarios
ambiciosos que gracias al contubernio de seudo profesionales
oportunistas, que se vendieron por unas cuantas
monedas con la clara consigna de entregar campos
desarrollados por los técnicos de la estatal,
con reservas probadas e instalaciones de superficie
en funcionamiento. La diferencia entre la empresa
del Estado con la privada es “el factor dinero”,
mientras las privadas cuentan con suficiente presupuesto
para comprar repuestos en abundancia, pueden darse
el lujo de votar a la chatarra válvulas,
desechar filtros, instalar sistemas scada para monitorear
a control remoto la operación de los campos,
perforar en racimo para sobreexplotar los campos,
contratar la tecnología para modernizar las
Plantas, etc; los empleados de la estatal que en
otrora enseñaron a trabajar a los dorados
de las privadas, hoy reciclan “los fierros”
para de tres válvulas hacer una, diseñar
y construir filtros de aire para los compresores
de gas lift, construir piezas y partes a fin de
evitar la para de los equipos, utilizar tubería
vieja como tubing de producción.
En suma, ya se han “hecho
al dolor”, usando una expresión común
entre los petroleros; cuando se les pregunta por
qué no impulsan proyectos de automatización
para modernizar las estaciones y el control de los
pozos, la respuesta es contundente: “Si un
galón de aceite para los generadores que
vale 2 mil dólares no pueden comprar, si
no tenemos un simple tornillo ni tubería,
¿qué se puede esperar de proyectos
de envergadura que duermen el sueño de los
justos, donde se requieren ingentes recursos económicos?
No se cuenta con el apoyo de las autoridades, por
eso nos toca trabajar con los mismos sistemas antiguos,
pero que al final de cuentas han demostrado que
funcionan durante 33 años”, afirma
un técnico que prefirió guardar su
identidad.
La relación de inversión
entre las privadas y Petroproducción es de
7 a 1, es decir que en promedio la estatal cuenta
con 100 millones (que el ministerio de Finanzas
entrega a cuenta gotas) para proyectos de inversión,
las transnacionales gastan más de 700 millones
cada año en mantenimiento y proyectos de
inversión. Por cierto, tan bueno está
el negocio para las privadas que a sus trabajadores
pagan como bajo 40 mil dólares de utilidades
al que cumple un año de trabajo; mientras
los jefes, ecuatorianos casi todos, reciben hasta
200 mil anuales. En otro ámbito, la empresa
estatal en condiciones de desventaja total, sin
embargo aporta con más de 2 mil millones
de dólares al presupuesto del Estado; las
transnacionales en su conjunto sacan del país
más de 2 mil cuatrocientos millones de dólares
del suelo patrio.
Las cuatro empresas que más
producen son OXY, ENCANA, REPSOL YPF y AGIP, la
suma de la producción de estas petroleras
equivale en participación al 80 % del petróleo
que extraen, al Estado le entregan solo el 20 %
(Ver cuadro). En cuanto a los resultados comparativos
en los últimos 10 años las cifras
revelan que la empresa estatal con 1100 empleados
aportó con 18.585 millones de dólares;
mientras que las privadas 3524 millones con 2000
empleados, lo que equivale a una producción-hombre
de 236 dólares para el trabajador estatal
y, 71 para el técnico privado (Ver cuadro
2).
Aquel sofisma de que las privadas
son más eficientes, para quienes fueron maestros
de los que ahora ostentan altos cargos en las transnacionales
es una falacia, porque Petroproducción fue
siempre una escuela de formación de técnicos.
La reflexión es clara: Si no se procede a
la caducidad del contrato de la OXY y ENCANA hoy,
hasta el 2019 año en que fenece el contrato,
estoy seguro que dejarán secos los pozos,
al ritmo de producción desenfrenado que hoy
tienen.
Para todo ecuatoriano que estime
su Patria, anhele el bienestar colectivo, sea sensible
a la pobreza que aumenta día a día
por doquier, le pregunto ¿cómo es
posible que se permita a las empresas petroleras
privadas seguir haciendo su agosto? Cuál
es la responsabilidad histórica que hemos
asumido para con las generaciones venideras, cuando
después de 20 años tan sólo
quede en el Oriente contaminación y fierros
enmohecidos? Sólo la OXY, durante los 20
años de explotación petrolera nos
ha saqueado el equivalente a la deuda externa, es
decir más de 16 mil millones de dólares;
no obstante, esa maldita deuda pende cual espada
de Damocles sobre nuestras cabezas (cada ecuatoriano
que nace en el Ecuador viene al mundo con una deuda
personal de 1300 dólares).
Finalmente podemos escoger dos
caminos en el devenir del tiempo histórico
presente, uno puede ser el de indiferencia total
al saqueo de nuestros recursos naturales, es decir
no hacer nada y dejar que sean nuestros hijos o
nietos los que resuelvan lo que no fuimos capaces
de enfrentar; o dos, crear conciencia participativa
en nuestro trabajo, escuela, colegio, universidad,
barrio, etc, y tomar por voluntad popular la decisión
de cambiar la historia y devolverle la esperanza
al pueblo; porque después que se acabe el
petróleo de aquí a veinte años,
la herencia para los que vendrán será
la maldición del siglo XXI.