Los ecuatorianos caminan por
un sendero de preocupaciones totalmente diferentes
a las que tienen el Gobierno y sus socios políticos
en el Congreso Nacional. Mientras Alfredo Palacio
continúa moviéndose en medio de un
pantano de crisis de gabinete, producidas por la
Izquierda Democrática y el Partido Social
Cristiano, que manejan sus hilos para conducirlo
hacia sus intereses electoreros y en favor de sus
grupos económicos, miles de ecuatorianos
continúan protestando en las calles por reivindicaciones
más concretas y reales que lo que significan
la uni o bicameralidad del Congreso, o la diferencia
formal que puede haber entre una Corte Electoral
y el actual Tribunal Supremo Electoral.
A estas alturas se ha perdido
la cuenta sobre el número de movilizaciones
que diversos sectores sociales, regiones y provincias
han realizado en estos apenas seis meses de gestión
de Palacio. En estos días, 1 200 personas
caminan entre 25 y 30 kilómetros diarios
desde Esmeraldas hasta Quito, para exigir al Gobierno
que cumpla con los compromisos firmados por él
con las fuerzas vivas de esa provincia en torno
a obras urgentes de infraestructura. Y si no atiende
ese reclamo, lo que se le puede venir es un paro
que podría detonar una crisis política
más grave aún que la que Palacio tiene
actualmente entre manos. Hace poco, los campesinos
afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad
Social (IESS) a quienes se sumaron campesinos de
otros sectores, protagonizaron un paro preventivo
de actividades, reclamando el pago de las deudas
que el Estado tiene con ellos.
También los maestros
fueron engañados por el gobierno y ahora
anuncian que tomarán medidas para exigir
que se cumpla con los compromisos que el régimen
firmó con los educadores populares... Y el
Gobierno sigue preocupado por cumplir con la presión
que ejercen algunos vectores de opinión en
los grandes medios de comunicación, alrededor
de reformas políticas como la distritalización
electoral, a la que han convertido en la panacea
de la “refundación de la República”.
Por buscar cumplir con esa presión
sobre la reforma política, Palacio ha tenido
que perder a su ministro de Gobierno enlace con
el Congreso, Oswaldo Molestina. Ahora la consulta
popular, que se ha convertido en su único
argumento, quede nuevamente en el limbo.
El país real es aquel
en el que el 10% de la población más
pobre apenas tiene acceso al 1,1% de la riqueza
social, y el 10% de la población más
rica se lleva el 45% de esa riqueza, ese país
real requiere de cambios estructurales, que pongan
fin a la dependencia, a la explotación, que
permita las libertades públicas, la democracia
real, la justicia, la solidaridad, que aproveche
los recursos humanos que tiene nuestro país
para el desarrollo, esa sociedad, cuyo nombre asusta
a muchos y enfurece a otros es el socialismo, no
el mismo Ecuador de hoy con maquillajes de reforma
política. Es hora de hablar de manera frontal
sobre este tema, pues vivimos en una sociedad ecuatoriana
que al parecer ha llegado a un punto de absoluta
desconfianza e incredulidad en la institucionalidad
oligárquica, que ha traído atraso,
corrupción y pobreza en todas sus formas
al Ecuador en estos 26 años de democracia
representativa y 175 años de vida republicana.
Sobre todo en está ultima
década, los pueblos del Ecuador no han abandonado
ni un solo momento ese camino de lucha por las transformaciones
profundas del país, pero lo que se impone
como una necesidad es que el horizonte sea cada
vez más claro para todos, que la unidad se
recupere como el arma de los sectores sociales y
políticos organizados del espectro popular
para enfrentar los retos que impone el Ecuador de
estos tiempos.