Pat Robertson insta
asesinar a Hugo Chávez
En los EEUU, perjurar a nombre
de Dios significa ir a la cárcel. El Presidente
electo jura su cargo con la mano sobre la Biblia,
las monedas de EEUU llevan un lema: In God we trust
“En Dios confiamos” y las sesiones del
Tribunal Supremo se inician con la invocación:
“Dios bendiga a América y a este Tribunal
Supremo”.
Pat Robertson, presidente de
la Cadena de Emisoras Cristianas en Estados Unidos,
la Christian Broadcasting Netwok, y aspirante republicano
a la presidencia de EE UU en 1988, instó
al gobierno de Bush a asesinar al Presidente venezolano
Hugo Chávez en su programa “El Club
700” que actualmente se emite en todo el territorio
estadounidense y a cerca de 180 países en
más de 70 idiomas.
"Si él cree que
estamos tratando de asesinarlo, pienso que nosotros
realmente tenemos que ir adelante y hacerlo”,
dijo en su show emitido en vivo por la CBN desde
su sede en Virginia Beach. Lamentó que durante
un breve y fallido golpe de estado contra Chávez
intentado en abril de 2002, EEUU no hiciera nada
efectivo para ayudar a derrocarlo. “Chávez
ha destruido la economía venezolana y está
tratando de constituirse en una cabeza de puente
para la infiltración comunista y del extremismo
musulmán en el continente. Tenemos la capacidad
de eliminarlo y creo que llegó el momento
de ejercer esa capacidad. No necesitamos otra guerra
de 200 mil millones de dólares para deshacernos
de un dictador autoritario. Es mucho más
fácil encargar a un agente clandestino hacer
la tarea y terminar con el problema".
El multimillonario Robertson
(el libro: “La mejor democracia que el dinero
puede comprar”, de Greg Palast, señala
que su fortuna asciende a más de 160 millones
de euros y a más de 800 millones si se suman
todos los activos de sus empresas), es un conocido
fascista, miembro del ala radical republicana de
Washington e íntimo de la familia Bush y
del vicepresidente Dick Cheney. Ha trabajado para
los servicios de inteligencia dirigidos por John
Negroponte y Kart Rove, para llevar a cabo operaciones
contra los movimientos progresistas en Estados Unidos
y en países de Sur América, por tanto,
sus declaraciones no deben subestimarse porque son
millares de fanáticos sus seguidores en la
región. En 1992, por ejemplo, describió
el feminismo como un "movimiento socialista
contrario a la familia, que estimula a las mujeres
a abandonar sus maridos, matar a sus hijos, practicar
la brujería, destruir el capitalismo y a
convertirse en lesbianas”. Tras los atentados
del 11-S, Robertson se alineó con la opinión
de otro cristiano ultraconservador, Jerry Falwell,
cuando éste declaró que los ataques
habían sido un castigo divino por la propagación
en EE UU de "paganos, abortistas, feministas,
gays, lesbianas y organizaciones liberales de toda
índole".
El Departamento de Estado expresó
que los comentarios del pastor pertenecen a una
“persona particular” (si alguien de
cualquier gobierno habría hecho tales afirmaciones
en relación al Presidente de los EEUU, seguro
habría sido calificado de terrorista) debido
a que la Casa Blanca está consciente de la
importancia electoral de los predicadores, que manejan
cerca de 1000 millones de dólares y a millones
de votantes, y dio por terminado el asunto.
Indolencia
de Bush ante efectos de Katrina
¡Ay de aquel pueblo cuyo
mayor enemigo es quien lo gobierna! No hay peor
desgracia para un país que un gobernante
que se cree elegido por Dios y se autodenomina:
“El Presidente de la Guerra” y que parece
haber olvidado uno de los mandamientos de la ley
de Dios: “No matarás”, que en
los momentos en que su pueblo lo requiere responde
con indolencia, incapacidad, desidia y racismo,
secundado por su madre Bárbara Bush, que
declaró refiriéndose a las víctimas
del huracán Katrina en New Orleans: “Esos
pobres miserables e indigentes, ahora por lo menos
tienen agua y comida”.
¿Cómo pudo el
gobierno del supuesto protector del mundo, que envía
transbordadores espaciales, demostrar falta de preparación
para enfrentar una crisis tan ampliamente pronosticada?
¿Quiénes son los responsables de los
saqueos y la anarquía imperante en New Orleans?
¿Dónde estaban los expertos en seguridad
y desastres naturales? ¿Dónde estaba
el líder del mundo, el ungido de dios? Como
no podía ser de otra manera, al igual que
el 11 de Septiembre cuando lo de las torres gemelas,
estaba de vacaciones en su rancho de Texas.
Bush tardó 24 horas en
pronunciar su primer discurso sobre las trágicas
consecuencias del huracán. Cuando finalmente
habló, se refirió a Irak (la muerte
de 1.000 peregrinos shiítas por un pánico
colectivo, sobre un puente).
“Aquí están
los sectores más pobres y nadie se está
ocupando de ellos. No hay saqueadores. Se trata
de gente desesperada que tiene hambre", gritó
un camarógrafo de una cadena de televisión.
El norteamericano Michael Moore,
en su libro: “Estúpidos hombres blancos”
anota: “Entre los países más
industrializados del mundo somos número uno
en: gasto militar, en muertes por arma de fuego,
en emisiones de dióxido de carbono (superamos
a Australia, Brasil, Canadá, Francia, India,
Indonesia, Alemania, Italia, México y el
Reino Unidos juntos), en producción de residuos
peligrosos (unas veinte veces más que nuestro
competidor más próximo, Alemania),
en violaciones (casi tres veces más que nuestro
inmediato competidor, Canadá), en número
de muertos por accidentes de carretera (casi el
doble de Canadá), en cantidad de ejecuciones
registradas por delitos antes de cumplir la mayoría
de edad, en muertes de niños menores de 15
años por arma de fuego, en habernos convertido
en la primera sociedad en la historia cuyo colectivo
más pobre son los niños, en ratificación
del menor número de tratados internacionales
sobre derechos humanos”.
Otra vez, el imperialismo,
la doble moral religiosa y la ley del talión
de los norteamericanos, la misma que movilizara
a miles y miles de soldados (la mayoría de
ellos latinos y sin papeles) para invadir y asesinar
a personas inocentes en Irak, la misma que motivó
a Pat Robertson a aconsejar a Bush que mate a Hugo
Chávez, se ha puesto de manifiesto. En contraste,
Chávez ha donado un millón de dólares
destinados a las víctimas y generosamente
el Presidente de Cuba, Fidel Castro, ofreció
enviar un contingente de más de 1200 médicos
a la zona del desastre, dándole una lección
de verdadera calidad humana. La respuesta a esta
negligencia está en la falta de recursos
destinados a la guerra en Irak o al Plan Colombia,
al mantenimiento de numerosas bases norteamericanas
en todo el planeta, a la carrera armamentista y
a los programas espaciales.
Es al genocida George W. Bush
(que se negó a ratificar el Protocolo de
Kioto de 1977, firmado por 178 países para
frenar el calentamiento global y rechazó
el acuerdo internacional para reforzar el tratado
de 1972 que prohíbe la guerra bacteriológica)
que los ciudadanos de los estados de la Florida,
Louisiana. Mississipi y Alabama (en su mayoría
afroamericanos que viven por debajo de la línea
de pobreza) deben responsabilizar por los más
de 10000 muertos provocados por la catástrofe.