El
movimiento popular está en desarrollo
Por:
Guido Proaño A.
Ningún proceso político
o social es lineal, su curso tiene quiebres, inflexiones
y picos, momentos de aparente o relativa quietud
y períodos de agitación que, dependiendo
de su magnitud, pueden dar origen a fenómenos
nuevos, aunque formalmente parezca que no se ha
rebasado dicho estadio. No es sencillo apreciar
esos cambios cuando se actúa fuera del movimiento
o en contra del mismo, por eso las interpretaciones
son diversas y hasta contradictorias.
Y así ocurre cuando se
examina o se pretende explicar el comportamiento
del movimiento popular ecuatoriano. No son pocos
los análisis que todavía hablan de
un repliegue y aún de su crisis, por efecto
de la embestida ideológica que abrazó
al mundo tras la caída del Muro de Berlín,
a fines de los años ochentas del siglo pasado,
o por otras circunstancias particulares, responsabilizando
siempre de aquello a lo que denominan la izquierda
tradicional.
Pero la realidad es distinta.
En el Ecuador el movimiento popular se encuentra
en un estado anímico diferente; va creciendo
y calificando su actuación política.
La época del reflujo pasó -y no solo
aquí, sino a escala internacional- y su tendencia
es al desarrollo.
Ahora mismo asistimos a un pico
en su comportamiento; en ciento veinte días
del actual gobierno se han producido alrededor de
cuarenta paros y otras expresiones de protesta en
todo el país, y éstas tienen carácter
provincial, cantonal, regional. No es un fenómeno
circunstancial por la presencia de Palacio en el
gobierno; tiene ese ingrediente, pero va más
allá. Muchos habrían esperado que
tras las jornadas de abril que pusieron fin al gobierno
de Gutiérrez, siga una etapa de inflexión
en el movimiento de masas, pero las cosas no se
presentan así, al punto que se anuncian nuevas
protestas. La debilidad de este gobierno no solo
radica en que carece de una fuerza política
que lo apoye, sino que hay un pueblo que pelea en
las calles.
Durante la paralización
de Orellana y Sucumbíos, autoridades gubernamentales
acusaron a la población de utilizar tácticas
militares, pero lo cierto es que ese pueblo ha aprendido
a pelear en los cuatro paros precedentes y en otras
jornadas. Así ha ocurrido, en general, con
muchos sectores. Basta mencionar que en menos de
una década los trabajadores y los pueblos
del Ecuador han puesto punto final a tres gobiernos
corruptos y antipopulares, para concluir que esa
tendencia al desarrollo y calificación de
la que hablamos está presente.
Los factores actuantes para
que esto ocurra tienen relación, en lo fundamental,
con dos aspectos: la prolongada crisis económica
y política; y, la acción de la izquierda
que ha sido capaz de insertarse en las organizaciones
populares y sociales.
La lucha de los pueblos del
Ecuador se incuba en medio de la crisis que afecta
al país y es, al mismo tiempo, una respuesta
a ésta. Pero eso no puede llevarnos a la
conclusión de que superada la crisis política
el movimiento declinará totalmente. Y no
ocurrirá así porque se observa un
desarrollo de la conciencia política del
pueblo, ese es el ingrediente que sostiene en estos
mismos días la lucha de distintos sectores
sociales; además, cualquier posibilidad de
superar la crisis, en este sistema, siempre será
circunstancial.
El papel que cumple la conciencia
política es trascendente. Desde hace algunos
años va tomando forma y fuerza una tendencia
democrática, progresista y de izquierda en
el movimiento popular ecuatoriano, que tiene expresiones
diversas, aún en el campo electoral. El anhelo
de cambio está vivo en el pensamiento de
los trabajadores y pueblos del Ecuador, y actúa
como una poderosa fuerza movilizadora.
“Ahora exigiremos la
nacionalización del petróleo”
Enrique Morales
Presidente de la Mesa de
Trabajo y Políticas Petroleras de
Orellana
La lucha de los movimientos
sociales en el Ecuador ha hecho tambalear a varios
gobiernos, en gran parte, por la falta de atención
a las necesidades que tiene el pueblo ecuatoriano.
En los últimos tiempos, estas luchas no solo
se han limitado a exigir que se cumplan demandas
locales, sino también a pedir que muchas
petroleras privadas salgan de nuestro territorio.
Ha sido un enfrentamiento directo contra el imperialismo.
Hubo muchas organizaciones
que exigían la salida de la empresa Occidental,
porque la mayoría de la gente ya conoce las
consecuencias de haber permitido la explotación
de petróleo: se ha contaminado el agua, el
aire, y sobre todo que, siendo una de las provincias
petroleras, no ha dejado de tener una población
que aún mantiene altos índices de
pobreza. Esto porque muchas de estas empresas han
atentado principalmente contra nuestra soberanía,
al haber contaminado nuestra tierra con la serie
de explotaciones petroleras realizadas y que en
nada han contribuido al desarrollo de nuestra provincia.
El último paro
tuvo grandes resultados porque fueron varias organizaciones
las que se unieron para exigir, en una sola plataforma
de lucha, obras de vialidad, educación, salud,
entre otras. Pero el pueblo de Orellana se encuentra
unido para reactivar la paralización si las
empresas extranjeras no cumplen con lo acordado
en Quito, porque en muchas ocasiones han prometido
y nunca han cumplido.
Estamos vigilando que
todo esté en orden, porque a partir de esta
última lucha varias han sido las organizaciones
sociales que se unieron y varias las que se unirán.
Es el caso de la CONFENIAE, que es una filial de
la CONAIE en la Amazonía, porque ellos han
sido los más perjudicados en los despojos
represivos que han tenido con las petroleras. Este
grupo, que también participó de las
últimas movilizaciones, ha propuesto una
serie de conversaciones con las empresas petroleras
para llegar a acuerdos, pero éstas nunca
atendieron su llamado. Ahora las empresas, como
vieron que la paralización no solo fue de
los sectores indígenas, han ofrecido que
cumplirán con los pedidos que hizo el pueblo
de Orellana.
Los gobiernos de turno
no han entendido que el pueblo, el territorio y
la soberanía tienen que ser respetados. El
pueblo ahora exige soberanía y justicia,
especialmente con la mayoría de trabajadores
petroleros que son explotados por las tercerizadoras,
que día a día son aplastados por las
empresas petroleras representantes de los Estados
Unidos en el Ecuador. Es por eso que el 2 de octubre
estaremos nuevamente en las calles todas las organizaciones
sociales para exigir la nacionalización del
petróleo. (ESV)
Hay
necesidad de verle al país desde los sectores
populares
Jaime Idrovo
Antropólogo, profesor de la
Universidad Estatal de Cuenca
En los últimos meses
se ha evidenciado la falta de propuesta política
por parte de la oligarquía y desde los sectores
de poder en este país. Porque si bien se
levantó toda una tramoya para expulsar al
gobierno de Gutiérrez, que en realidad sí
era un gobierno corrupto, pero todo el mundo pensó
que detrás de este movimiento de los famosos
forajidos había una propuesta política,
y realmente nunca la hubo; lo que existió
fue la necesidad de retomar el control del Estado
por parte de los partidos tradicionales, principalmente
del Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática.
Desde esa perspectiva, el movimiento
popular en un determinado momento se sintió
un poco ofuscado, pero estas cosas pasan, se analizan
y en poco tiempo son superadas, más bien
lo que en este momento percibo es que hay una necesidad
urgente de los sectores populares de organizarse
y de comenzar a plantear sus verdaderas reivindicaciones.
Por eso la necesidad de ir
generando una organización popular que vaya
de la mano con sus necesidades auténticas
y que esté dirigida también por los
líderes y por la gente que sale de esos sectores,
y no sencillamente por quienes en un momento determinado
están, en el discurso, con los pueblos, pero
que en la práctica más bien actúan
en su contra.
Creo que hay una necesidad de
verle al país desde los sectores populares,
no desde la oligarquía, que es lo que se
ha estado haciendo hasta ahora. Y desde ahí
empezar a hacer planteamientos concretos, porque
si bien la lucha política entra en el plano
de lo ideológico, no es menos cierto que
nosotros desde los sectores populares debemos tener
propuestas muy claras y muy concretas que ayuden
a ver el camino, y que ayuden a que la gente pueda
ir, en base a una organización propia, ganando
terreno en sus reivindicaciones y en el planteamiento
de una nueva sociedad. Entonces, yo le veo más
bien a este momento como un momento en el que empezamos
a sentir la presencia de un movimiento popular mucho
más maduro.
En este momento tenemos que,
si bien agudizar la lucha contra el sistema, contra
la oligarquía, contra el imperialismo, también
tenemos que ir construyendo alternativas para que
la gente sepa por dónde está el derrotero.
No pienso que el cambio de
la carta política genere cambios estructurales.
Cuando se habla de ‘refundar la república’,
no es nada más que un discurso hueco, la
pregunta es ¿cómo aquellos que han
destruido a la república están queriendo
fundar una nueva república? Esa nueva república
debería refundarse desde los intereses de
los sectores populares. Si nosotros vemos que solamente
en el cambio de leyes se va a basar el cambio de
la sociedad, estamos también equivocándonos.
La Constitución del Ecuador es bastante clara
y en muchas cosas es muy avanzada, pero no se aplican
aquellos principios que están contenidos
en la carta magna. Cambiar en las leyes nada más,
no va a significar un cambio estructural, que es
lo que nosotros necesitamos, sabemos que los sectores
populares conquistan sus derechos solo a través
de la lucha.
Siempre hay un elemento político
que está en juego en las luchas. Si bien
lo de Orellana y Sucumbíos reivindicaba aspectos
muy puntuales a favor de las dos provincias, topaban
puntos que ya son de enorme importancia desde el
punto de vista político para todo el país
y que está enmarcado dentro de las luchas
antiimperialistas, como es la reivindicación
de la principal riqueza que tenemos actualmente,
el petróleo.
La exigencia popular
no está en una abstracta reforma política
Edgar Isch
Analista político y ambientalista
La situación hay que
verla dentro de un marco regional, en el cual hay
un cambio en la correlación de fuerzas entre
la izquierda y la derecha en cada uno de los países,
y entre los pueblos que buscan su independencia
frente al imperialismo, principalmente norteamericano.
Es evidente que eso influye también en el
Ecuador, y a la vez lo que sucede en el Ecuador,
con esa capacidad de movilización, que en
momentos desemboca en la caída de gobiernos,
influye también en el resto de países
de la región.
Eso hace que lo nuestro sea
un enfrentamiento de clase, que va ganando, a mi
juicio, una calidad mayor que en otros momentos.
La lucha está permitiendo al pueblo identificar
a los enemigos del Ecuador. Los últimos enfrentamientos
(Orellana y Sucumbios) contra las petroleras, contra
la OXY, son de carácter anti-imperialista.
Pero esos movimientos además, se van diferenciando
en función del tipo de propuestas que van
levantando, son propuestas en buena medida coyunturales,
reivindicativas, pero que tienen una expresión
política de enfrentamiento al imperialismo,
al gobierno y a la derecha. Esa calificación
es la que se va viendo también en otros países
de la región y que hace que se convierta
en algo así como el ojo de la tormenta que
Estados Unidos debe enfrentar, donde debe actuar
o intervenir.
Los sectores sociales que hoy
están con mayor vigor y estructura interna
son los que no cayeron en la fantasía de
que con Lucio Gutiérrez ya estaban en un
gobierno popular y de que podían apostarlo
todo a la institucionalidad. Aunque no fueron los
únicos, básicamente fueron algunos
dirigentes de la CONAIE quienes cayeron en eso,
y ello ha desembocado en un fraccionamiento de sus
bases. Es importante, por otro lado, lo que está
pasando con los trabajadores petroleros, con los
trabajadores de la salud, con los estudiantes, los
maestros, los barrios, etc, que hicieron un enfrentamiento
en todo el período de Gutiérrez.
Hay que tomar en cuenta que
la lucha de los pueblos no es un problema simplemente
de que los dirigentes de uno u otro sector tengan
la decisión de que se realice la protesta,
los pueblos actúan de acuerdo a cuáles
son las condiciones político-sociales que
son capaces de percibir, y en qué momentos
consideran que su lucha puede darles resultado.
Entonces creo que ahora hay un aumento de las luchas
en parte por eso, porque la gente siente que enfrenta
a un gobierno que no tiene respaldo social, aunque
tenga la mayoría en el Congreso Nacional:
PSC, ID y la cúpula de Pachakutik.
Los planteamientos de la lucha
popular son mucho más afinados, más
puntuales, y de los cuales se tiene visión
de resultados en poco tiempo. La gente, en un país
donde la mayoría vive en la pobreza, busca
resolver el problema cotidiano de cómo llevar
el alimento a su familia, de cómo dar educación
a sus hijos, de cómo cuidar a sus enfermos,
son cosas urgentes, que no pueden dejar de ser sentidas
a la hora de una movilización, pero lo importante
es que junto a eso sí va ligado un esclarecimiento
de identificar quiénes son los culpables.
En abril, una de las cosas que
un sector revindicaba era la vigencia del estado
de derecho, pero entendía aquello como la
vigencia de las tres funciones del Estado, propias
de la democracia burguesa capitalista. Sin embargo
ahora mucha gente se pregunta ¿cuál
es la diferencia del Ecuador de cuando tenía
Corte Suprema de Justicia de los socialcristianos,
de cuando tuvo la “Pichi Corte” o ahora
que ni siquiera existe Corte; es exactamente lo
mismo, porque quienes tienen procesos judiciales
tienen los mismos problemas que antes: lentitud,
corrupción, etc. Entonces, lo que la gente
quiere es soluciones directas, que pasan por cuáles
son los mecanismos de apropiación de la riqueza
y de distribución de la riqueza.
No es cierto que la demanda
ciudadana se enmarque en una cosa bastante abstracta
de cómo organizar el Estado para que todo
siga igual. La gente pide cambios reales, esencialmente
en la distribución de la riqueza, ese es
el problema que se está volviendo el más
presente en la movilización. Pero además,
existe una lucha por la defensa de la calidad de
vida, hay un grado de conciencia en la gente que
sabe directamente qué pasa si se permite
que los recursos naturales sean apropiados por las
transnacionales, es una conciencia aún limitada,
pero absolutamente visible en estos momentos.
En estos últimos
procesos reivindicativos, la presencia de la izquierda
revolucionaria ha sido más evidente. Eso
anula la idea de que la izquierda no tiene un papel
que jugar, y que ese papel lo tienen que asumir
las ONGs, especialmente las financiadas por los
Estados Unidos. Nadie ha reclamado por la presencia
visible de la izquierda en el paro de Potoviejo,
Orellana y Sucumbios, Fondos de Reserva y la lucha
contra la OXY, nadie se molesta de que la izquierda
esté ahí, lo natural es que esté,
entonces eso da un valor distinto a la situación,
porque significa un proceso de reforzamiento de
la izquierda.