La Federación de Barrios
de Quito (FBQ), nuevamente consiguió defender
los intereses de los sectores poblacionales de la
capital: mediante la unidad de centenares de barrios
y diversas acciones de protesta, logró que
el Consejo Metropolitano y su alcalde Paco Moncayo
desistieran de elevar el impuesto predial en una
forma irracional (entre 1 por mil y el 1.4 por mil).
Gracias a la oposición
popular, en segundo y definitivo debate, el Consejo
Metropolitano aprobó la nueva tabla de valoración
de los previos urbanos y rurales, que va desde 0.25
por mil al 0.33 por mil (porcentaje significativamente
menor al que proponía la administración
socialdemócrata).
Sin embargo, la FBQ, fiel a
sus principios de rechazo a las políticas
neoliberales que intentan ser aplicadas con intensidad
desde los gobiernos locales, está preocupada
por el cobro de los servicios adicionales en la
carta del impuesto predial: alcantarillado, servicios
administrativos, obras de Distrito, contribución
a los bomberos y tasa de seguridad; rublos que incrementarían
irracionalmente el pago del impuesto predial.
Para ello, la FBQ presentará
un Proyecto de Reformas al Congreso Nacional, para
que los impuestos, contribuciones y tasas no superen
la capacidad de pago que tienen los pobladores.
La unión barrial y las acciones populares
serán, también, las banderas de lucha
en este objetivo.
La organización barrial
más antigua de Quito La Federación
de Barrios de Quito se creó el 14 de agosto
de 1952, mediante Acuerdo Ministerial 4504. Al principio
fue una organización de vecinos y amigos,
que se reunían para coordinar eventos cívicos
y festivos. Eran los tiempos de una ciudad aún
romántica, pequeña y apacible.
Sin embargo, con el boom petrolero
(década del 70), Quito se desarrolló
aceleradamente: las cooperativas de viviendas, las
lotizaciones, el desmembramiento de los huertos
familiares (para convertirse en barrios) tuvieron
su apogeo. Durante aquellos años, surgieron
Chillogallo, Quito Sur, La Lucha de los Pobres,
Solanda, La Mena, entre otros populosos asentamientos.
El ‘oro negro’,
sus recursos, toda su fantasía y endeudamiento,
cambiaron la configuración urbana de la ciudad.
Llegó, entonces, la década del 80
y con ella la inicial avalancha neoliberal hacia
Latino América, impulsada por organismos
financieros como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, que trató de ser aplicada
por gobiernos de derecha, títeres y vasallos
del imperialismo norteamericano.
Sin embargo, junto a esta política
antipopular, creció también la incidencia
de la FBQ para exigir a las regímenes de
turno que provean de los recursos necesarios al
Municipio y al Consejo Provincial, y que no destinen
la mayoría de dinero al pago de la deuda
externa: el desarrollo urbano traía consigo
demandas urgentes de obras de infraestructura. La
FBQ, en este proceso de reivindicaciones, contó
con el respaldo de la extensión universitaria
y su programa de asistencia social; la universidad,
su conocimiento y su solidaridad, se juntaron con
los barrios, con sus legítimas aspiraciones
y necesidades, y se creó una conciencia política
antineoliberal muy importante.
En la década del 90,
durante la administración municipal demócrata
cristiana, se intentó ya de manera abusiva
elevar el impuesto predial y las tarifas de los
servicios básicos de la capital. La FBQ fue
la artífice para la creación del Frente
de Defensa de Quito (compuesta en su mayoría
por las organizaciones barriales), que impuso las
consignas y los objetivos de lucha: “!No impuestos
para el pueblo! El Municipio debe ser una entidad
de servicio y no de lucro”.
Movilizaciones, plantones, tomas
de instituciones, entre acciones, constituyeron
el rechazo popular hacia los afanes de una elevación
generalizada de los servicios. En el nuevo milenio,
la FBQ fue el nexo principal para que se termine
el Proyecto de Agua Potable Mica Quito Sur: todos
los barrios del Sur se unieron para alcanzar este
propósito; sus acciones permitieron que se
construya, después de barrios años,
el alcantarillado y el agua potable en Calderón
y La Libertad (sector de Chillogallo); lideró
la lucha para obtener redes telefónicas en
varios asentamientos populares de Quito, entre otras
consecuciones.
Sin dejar, claro está,
de abogar en la vida política del país
por principios ideológicos muy sólidos,
como la soberanía, el antiimperialismo, el
rechazo a las políticas neoliberales y las
privatizaciones de los servicios básicos.
(FOP)