El 11-S, cinco meses después
James Petras
Traducción: CSCAweb, 18 de
febrero de 2002 (www.nodo50.org/csca)
La teoría de la
conspiración ha creado una especie de psicosis bélica
en EEUU que justifica la guerra sin fin y los sacrificios económicos
crónicos, permitiendo a Washington planificar una nuevo
imperio mercantilista en el que bombarderos e inversores van
de la mano, colonizando nuevas regiones, ejerciendo el monopolio
sobre mercados y recursos estratégicos, y marginando a
sus competidores europeos
Desde
el 11 de septiembre, se han sucedido los acontecimientos históricos
a escala global. El 7 de octubre, EEUU declaraba la guerra a
Afganistán; una guerra que ha masacrado a miles de civiles
y soldados afganos y ha tenido como resultado el éxodo
forzado de varios millones de personas. EEUU ha establecido sus
bases militares en Asia Central. Washington ha derrocado a los
talibán, estableciendo un régimen satélite
en Afganistán. El presidente Bush ya ha anunciado que
habrá nuevas guerras, y ha designado a Corea del Norte,
Irán e Iraq como posible objetivos futuros. Los portavoces
del Pentágono Rumsfeld y Wolfowitz han promulgado la doctrina
de la guerra permanente, unilateral, y con carácter "preventivo".
A pesar de los cambios tan profundos que están teniendo
lugar, sigue sin probarse la existencia de una red terrorista
internacional islámica dirigida por Osama Ben Laden, supuestamente
responsable de los ataques contra el World Trade Center y
el Pentágono, y que ha servido como justificación
del Nuevo Imperialismo. Más bien ocurre al contrario:
existen pruebas firmes que niegan la
teoría de una conspiración internacional defendida
por Washington. La justificación que desde Washington
se ha dado para destruir y ocupar Afganistán y su ofensiva
militar de alcance global se basan en varios argumentos.
1. Bin Laden planificó, dirigió, y llevó
a cabo los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono.
2. El régimen talibán cooperó con Bin
Laden y ha servido de refugio para los terroristas.
3. Los 19 terroristas [del 11-S] formaban parte de la red
de Al-Qaeda de Osama Bin Laden y habían sido organizados,
financiados, y dirigidos por éste último.
4. La red terrorista amenaza al planeta con nuevos atentados
similares a los del 11-S.
Contra la teoría conspiratoria de Washington, me gustaría
presentar un escenario alternativo y volver a examinar las circunstancias
que se han dado en los últimos cinco meses con el objeto
de decidir cuál de las dos tiene mayor validez. Mi contra-teoría
se basa en el argumento de que los 19 terroristas del 11-S eran
un grupo autónomo de conspiradores que planificaron, organizaron
y ejecutaron sus acciones independientemente de la red de Al-Qaeda
y de Osama Bin Laden. Si bien los 19 pudieron haber recibido
pequeñas cantidades de dinero procedentes de grupos radicales
islámicos e incluso algunos pudieron haber conocido a
miembros de Al-Qaeda, eran en esencia un grupo autónomo.
La validez de una u otra teoría tiene importantes consecuencias
políticas a la hora de comprender la política militar
de Washington y el futuro de la paz mundial.
Las pruebas
El hecho más sorprendente después del 11-S es
la ausencia de nuevas acciones terroristas que hayan tenido lugar
en EEUU, Europa, Oriente Próximo, o incluso Afganistán.
A pesar de las advertencias diarias lanzadas por todas las secciones
de los servicios de inteligencia norteamericanos, no ha ocurrido
nada. Tras la muerte de los 19 suicidas, no ha habido ningún
incidente grave. El supuesto miembro de Al-Qaeda que llevaba
una bomba en los zapatos resultó ser un ladrón
semi-analfabeto de Jamaica que carecía de la precisión
y la capacidad operativa de los 19. Según los argumentos
y las descripciones ofrecidas por la CIA sobre la existencia
de una red conspiratoria, y vista la devastación de Afganistán,
era de esperar que se produjeran nuevos ataques terroristas.
Pero no ha habido ningún ataque. Es lógico concluir
que los 19 actuaron independientemente de Al-Qaeda y de que tuvieron
éxito precisamente porque no tenían conexión
con el grupo. El director de la CIA, George Tenet, ofreció,
sin darse cuenta, aún más argumentos para pensar
que los terroristas del 11-S actuaron autónomamente. En
su declaración ante el comité del Senado el 6 de
febrero de 2002, Tenet asegura que las labores de infiltración
de la CIA han dado como resultado la detención de más
de 1000 agentes de Al-Qaeda desde el 11-S. Más aún,
Tenet afirma que la CIA había mantenido una guerra contra
Al-Qaeda durante 5 años, y que la Agencia había
infiltrado a espías y había vigilado la red de
comunicación de sus líderes. Tenet afirma categóricamente:
"¿Se había penetrado el objetivo [Al-Qaeda]?
Por supuesto. ¿Manteníamos operaciones activas?
Faltaría más. ¿Dónde reside el secreto
de la planificación del 11-S? Probablemente, en la mente
de tres o cuatro personas". Es una declaración devastadora,
porque viene a querer decir que los únicos "tres
o cuatro" que podían conocer lo que ocurriría
eran los líderes de los 19: no Bin Laden ni otros líderes
de Al-Qaeda. Visto el nivel de infiltración y vigilancia
mantenidos por la CIA contra Al-Qaeda y la aseveración
de Tenet de que la CIA mantenía un agente cerca de Bin
Laden, la única explicación posible de que los
19 no fueran detectados es porque no se comunicaron con, ni formaban
parte de, Al-Qaeda, y porque evidentemente no obedecían
órdenes de Bin Laden. A pesar de que Tenet afirma que
las fuerzas especiales norteamericanas han descubierto una cantidad
considerable de material de Al-Qaeda (documentos, vídeos,
material informático, etc.) ninguna de los materiales
[encontrados] contiene ni una sola prueba de que haya habido
comunicación entre Al-Qaeda y los 19. La razón
por la que los 19 no fueron detectados, de que su célula
no hubiese sido infiltrada ni vigilada, es porque no formaban
parte de Al-Qaeda y tampoco actuaban bajo las órdenes
de Bin Laden, que estaba siendo vigilado por la CIA y era uno
de los activos de la Agencia. Pese a que cientos de prisioneros
de Al-Qaeda y algunos líderes talibán han sido
interrogados (y torturados), no existen pruebas que vinculen
a los 19 con Bin Laden.
Los vídeos de Bin Laden que según Rumsfeld y
Bush constituyen una prueba de su vinculación con los
19, prueban de hecho lo contrario. En los vídeos, Bin
Laden no asume la responsabilidad [de los atentados], aunque
alaba e incluso celebra los ataques terroristas. Vista la naturaleza
de su política y el apoyo que ha brindado al terrorismo,
lo más seguro es que de haber sido el responsable se hubiera
atribuido el mérito. Contrariamente a lo que ocurrió
con los 19, la imagen de los talibán y de Al-Qaeda de
mártires fanáticos por la causa se contradice con
su comportamiento durante la "guerra". Decenas de miles
se marcharon o se rindieron antes de librar una "guerra
santa hasta la muerte". Se comportaron como haría
un soldado ordinario que debe hacer frente a una adversario infinitamente
más poderoso. En otras palabras, durante los últimos
5 meses no ha habido ningún grupo capaz de actuar con
la misma precisión, organización y dedicación
demostradas por los 19. El contraste entre la organización
de los 19 y el hombre del "zapato bomba" vinculado
con Al-Qaeda es sorprendente, y pone de manifiesto las diferencias
existentes entre un grupo terroristas autónomo y bien
educado y una red internacional terrorista incompetente, infiltrada,
y falta de eficacia.
Las implicaciones de la 'contrateoría'
Dado que los atentados del 11-S fueron organizados por un
grupo aislado, es posible explicar por qué en los cinco
meses siguientes no se han producido nuevas acciones. En consecuencia,
la guerra contra Afganistán no se sostiene sobre base
alguna. La ausencia de lazos entre el grupo de los 19 y cualquier
red terrorista internacional quiere decir que la campaña
internacional contra el terrorismo lanzada desde Washington se
basa en suposiciones falsas y proyecciones futuristas bastante
dudosas. La teoría de una conspiración internacional
tramada desde Washington ha sido diseminada con el fin de justificar
una campaña militar a escala global que tiene como objetivo
la expansión de las bases norteamericanas en Asia Central,
Filipinas, y Latinoamérica, justificar una intervención
militar de carácter unilateral, y dejar al margen a los
competidores europeos y japoneses en regiones estratégicas
productoras de petróleo como el Próximo Oriente
o el Mar Caspio. Al mismo tiempo, la propaganda de guerra contra
el terrorismo sirve dentro de EEUU para reforzar a un Estado
represivo, debilitar la oposición a los recortes masivos
en la esfera social, e incrementar enormemente el nivel de militarización
[del país], así como para silenciar cualquier voz
que cuestione la teoría de una conspiración terrorista
internacional.
La teoría de la conspiración ha creado una especie
de psicosis bélica en EEUU que justifica la guerra sin
fin y los sacrificios económicos crónicos, permitiendo
a Washington planificar una nuevo imperio mercantilista en el
que bombarderos e inversores van de la mano, colonizando nuevas
regiones, ejerciendo el monopolio sobre mercados y recursos estratégicos,
y marginando a sus competidores europeos.
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