01. Fetichismo
y objetividad científica.
En su
obra: “El
capital, historia y método – una introducción”, Kohan sostiene que:
<<Marx asocia la
idea de “objetividad” de
las categorías económicas —objetividad que
los partidarios de una “economía marxista” y del determinismo económico tanto
enaltecen—con el fetichismo. Las categorías
de la economía política son “objetivas” porque son fetichistas y entonces su
“objetividad” en lugar de fundar la cientificidad la obstruye y la obstaculiza, por eso Marx señala que “en vez de revelar, velan los
hechos”>>
¿Hay que
suponer aquí, que Kohan se refiere a las categorías económicas tal como las
entienden y explican los teóricos burgueses, así como ciertos marxistas a
quienes él califica de fetichistas? Para responder a esta pregunta, empecemos por
centrar nuestra atención en el verbo “asociar”, sinónimo de ligar, coligar, juntar,
reunir, conjuntar, enlazar, fusionar, etc. ¿Y qué significa la palabra
fetichismo? Pues, atribuir a ciertos objetos poderes mágicos o sobrenaturales.
Marx ha empleado este término para referirse al carácter místico que adoptan los productos
del trabajo social, cuando una vez producidos se los pone a la venta convertidos
en mercancías, observando que, en tales circunstancias, las relaciones de producción adoptan
en la conciencia de sus portadores, la forma de relaciones entre cosas, como si
el valor que representan emanara de su aparente materialidad escaparatista[1]:
<<Es evidente que la actividad
de los seres humanos hace cambiar a las materias naturales de forma, para
servirse de ellas. La forma de la madera, por ejemplo, cambia al convertirla en una mesa. No obstante,
la mesa sigue siendo madera, sigue siendo un objeto físico vulgar y corriente.
Pero en cuanto empieza a comportarse como mercancía,
la mesa se convierte en un objeto físicamente metafísico. No sólo se
incorpora sobre sus patas encima del suelo, sino que se pone de cabeza frente a
todas las demás mercancías, y de su cabeza de madera empiezan a salir antojos
mucho más peregrinos y extraños que si de pronto la mesa
rompiese a bailar por su propio impulso>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Aptdo. 4)
¿Y qué significa para Marx el vocablo
“objetividad”, refiriéndose al resultado o producto del trabajo que todo ser
humano ejecuta sobre determinado objeto? El carácter distintivo de tal ser
genérico natural respecto del resto de los animales, cuya esencia ve realizada en su obra[2]:
<<Por
esto es que, el trabajo enajenado, al arrancar al ser humano (sea como esclavo, siervo o asalariado) el objeto de su producción, le arranca su vida
genérica, su real objetividad
genérica y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues
se ve privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza (que transforma con
su trabajo). Del mismo modo, al degradar
la actividad propia (como trabajador),
su actividad libre, a la condición de medio (de instrumento como mero factor
de una producción ajena), convierte al
trabajo libre en trabajo enajenado y a su vida genérica en un simple medio para
su existencia física>>. (K. Marx: “Manuscritos
económico-filosóficos” El trabajo enajenado. Lo entre paréntesis y el
subrayado nuestros).
Por lo
tanto, según Marx la objetividad
está en las antípodas del fetichismo.
Tanto como el dinero lo está respecto del trabajo social en que se expresan sus
productos una vez convertidos en mercancía, cuya esencia usurpa con su poder de
compra:
<<Shakespeare
destaca especialmente dos propiedades en el dinero:
1º) Es la divinidad visible, la
transmutación de todas las propiedades humanas y naturales en su contrario, la
confusión e inversión universal de todas las cosas; hermana las
imposibilidades;
2º) Es la puta universal, el universal
alcahuete de los hombres y de los pueblos.
La inversión y confusión de todas las
cualidades humanes y naturales, la conjugación de las imposibilidades; la
fuerza divina del dinero radica en su esencia en tanto que
esencia genérica extrañada, enajenante y autoenajenante del ser humano (el
fetiche universal). Es el poder enajenado de la humanidad.
Lo que como ser humano no puedo, lo que no pueden mis fuerzas individuales, lo puedo mediante el dinero. El dinero convierte así cada una de estas fuerzas esenciales en lo que en sí no son, es decir, en su contrario. Si ansío un manjar o quiero tomar la posta porque no soy suficientemente fuerte para hacer el camino a pie, el dinero me procura el manjar y la posta, es decir, transustancia mis deseos, que son meras representaciones; los traduce de su existencia pensada, representada, querida; a su existencia sensible, real; de la representación a la vida, del ser representado al ser real. El dinero es, al hacer esta mediación, la verdadera fuerza creadora>> (Op. cit. Lo entre paréntesis nuestro).
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