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Toni Negri y el nuevo revisionismo marxista
Carlos Hermida
Los acontecimientos que se desarrollaron entre 1989
y 1991 -caída del muro de Berlín, desaparición de los regímenes socialistas
en la Europa del Este y la desintegración de la URSS- marcaron el inicio de
una nueva etapa histórica en la lucha entre la burguesía y el proletariado.
Si las clases dominantes aprovecharon ese cataclismo político para proclamar
el triunfo definitivo del capitalismo, la muerte del marxismo y el fin de la
Historia, la izquierda se sumió en la perplejidad y el desconcierto, de los
que aún no ha terminado de salir. Privados del referente histórico y político
que era la Unión Soviética, los comunistas iniciaron una especie de travesía
del desierto en la que hemos encontrado todo tipo de actitudes: arrepentimientos,
giros políticos copernicanos, posiciones numantinas, reflexiones honestas, refundaciones
de partidos y lecturas aparentemente novedosas de Marx. A este último aspecto
nos vamos a referir.
Con el pretexto de actualizar el pensamiento marxista y adecuarlo a las nuevas
condiciones políticas, económicas y sociales del siglo XXI, algunos intelectuales
lo que han llevado a cabo es una revisión del pensamiento de Marx, vaciándolo
de contenido y tergiversándolo hasta eliminar prácticamente su esencia. En esta
línea se sitúan las últimas aportaciones del pensador italiano TONI NEGRI,
el que fuera dirigente de Autonomía Obrera y profesor en las universidades de
Padua y París VIII.
En colaboración con Michael Hardt publicó en el año 2000 Empire
(hay traducción castellana: Imperio, Barcelona, Paídos, 2002),
una obra compleja y ambiciosa que pretende reflexionar teóricamente sobre el
mundo en que vivimos, denunciando las atrocidades de la globalización e intentando
aportar soluciones para su superación. Las reflexiones aportadas en este texto
han continuado en Guide. Cinque lezione su Imperio e dintorni,
Milán, Rafaello Cortina Editore, 2003 (hay traducción castellana: Guías.
Cinco lecciones en torno a Imperio, Barcelona, Paidós, 2004).
En estas Guías, Negri continúa desarrollando algunos de los conceptos
fundamentales de su peculiar interpretación de la realidad. Uno de esos conceptos
es la superación del imperialismo. Para Negri, el mundo ya no está gobernado
por estados nacionales, sino por una estructura descentralizada y desterritorializada
a la que denomina IMPERIO. La fase imperialista del desarrollo capitalista
habría terminado y nos encontraríamos en un estadio completamente diferente:
«Llamamos Imperio al no-lugar en el que se concentra la soberanía que garantiza
el desarrollo capitalista sobre la escena global» [ 1 ]. De acuerdo con
esta tesis, Estados Unidos no sería ya el centro de un poder imperialista; es
más «Estados Unidos se verá muy pronto obligado a dejar de ser imperialista
y a reconocerse en el Imperio» [ 2 ].
Si ya no existen potencias imperialistas claramente identificables, sino un
Imperio que no se materializa físicamente dentro de unas fronteras nacionales,
¿contra quién dirigir la lucha? Por otra parte, la tesis de Negri se asemeja
a la de un superimperialismo capaz de eliminar las contradicciones entre potencias
imperialistas. Sin embargo, la realidad desmiente estos ejercicios intelectuales.
Las bombas que han destruido Irak han sido arrojadas por aviones estadounidenses.
Las multinacionales que saquean el llamado Tercer Mundo son en buena parte de
capital estadounidense y son los dirigentes de Estados Unidos quienes defienden
las denominadas guerras preventivas.
El Imperio defendido por Negri es una abstracción, una idealización que no se
corresponde con los hechos concretos. El imperialismo no ha desaparecido ni
se ha transmutado en una serie de redes de poder no identificables. Por el contrario,
el imperialismo sigue teniendo nombre y apellidos y los millones de manifestantes
que en todo el mundo salieron a la calle para denunciar la guerra contra Irak
supieron identificar al agresor. Los iraquíes torturados tampoco tienen dudas
sobre la nacionalidad de los torturadores.
Otro de los conceptos estrella de Negri es el de MULTITUD, entendido
como un nuevo sujeto revolucionario diferente a la clase obrera y al pueblo.
Mas aún que en el caso anterior, Negri se mueve aquí en unos parámetros filosóficos
totalmente ajenos al marxismo. Para el ensayista italiano, «es necesario
insistir aún sobre la diferencia que separa el concepto de multitud del concepto
de pueblo. La multitud no puede ser aprehendida ni explicada en términos de
contractualismo (entendiendo que el contractualismo, más que a una experiencia
empírica, se remonta a la filosofía trascendental). En un sentido más general,
la multitud desconfía de la representación, ya que es ella una multiplicidad
inconmensurable. El pueblo se representa siempre como unidad, mientras que la
multitud no es representable, puesto que es monstruosa vis à vis de los racionalismos
teleológicos y trascendentales de la modernidad. En oposición al concepto de
pueblo, el concepto de multitud es el de una multiplicidad singular, un universal
concreto. El pueblo constituía un cuerpo social, no así la multitud, porque
ella es la carne de la vida...
Del mismo modo que la carne, la multitud es pura potencialidad, la fuerza no
formada de la vida, un elemento del ser. Al igual que la carne, también la multitud
se orienta hacia la plenitud de la vida. El monstruo revolucionario llamado
multitud, aparecido al final de la modernidad, quiere transformar de manera
continua nuestra carne en nuevas formas de vida» [ 3 ].
Aunque Negri se define como comunista, creemos que cualquier manual de sociología
académica le sería más útil a un militante comunista para analizar la sociedad
actual que este tipo de disquisiciones. En la MULTITUD las clases desaparecen,
se desdibujan, sustituidas por una masa sin contornos definidos, en un conjunto
amorfo en el que ya no se distingue el proletariado de la pequeña burguesía.
Aunque Negri se esfuerza por atribuir un potencial revolucionario a este conjunto,
es difícil imaginar cómo este conglomerado heterogéneo puede derrotar a un IMPERIO
no localizable.
En su intento de elaborar una teoría global, Negri no podía dejar de lado un
elemento central de la teoría marxista: la ley del valor. Y también encontramos
aquí afirmaciones sorprendentes, al defender que «en la sociedad posmoderna
el valor del trabajo se presenta bajo forma biopolítica. ¿Qué quiere decir esto?
Quiere decir que el valor ya no se puede analizar ni medir en modo alguno según
cantidades temporales simples ni tampoco según consecuencias complejas, porque
vivir y producir llegan a ser lo mismo, y tiempo de vida y de producción se
han hibridado cada vez más. Cuando decimos biopolítico, significa que la vida
está completamente impregnada de condiciones y actos artificiales de reproducción,
y significa asimismo que la naturaleza se ha socializado y se ha convertido
en una máquina productiva. En este escenario el trabajo se recalifica por completo»
[ 4 ].
El valor ya no iría asociado al tiempo de trabajo. Por el contrario, «la
unidad temporal del trabajo como medida de base de la valoración es ahora un
sinsentido... la ley del valor nos es restituida en el contexto ontológico no
ya como medida sino como temporalidad coextensiva de la producción de la vida,
como determinación en perspectiva del trabajo vivo...» [ 5 ].
Estas citas me parecen suficientemente orientativas de las ideas defendidas
por Negri. Moviéndose siempre en un plano filosófico, y muy influido por Foucault,
sus plateamientos carecen de verificación empírica. Si la ley del valor enunciada
por Marx se considera superada, habría que demostrar a continuación cómo se
forman los precios o si ha dejado de funcionar el intercambio desigual entre
países del centro del sistema capitalista y países de la periferia. Bajo el
ropaje del marxismo se esconde en realidad un desmantelamiento del pensamiento
de Marx y de Lenin. No es la primera vez que ocurre. En períodos de reflujo
del movimiento obrero y de desorientación de las fuerzas revolucionarias, aparecen
intelectuales dispuestos a revisar y actualizar el marxismo. Fue el caso de
Bernstein en la socialdemocracia alemana o de las doctrinas eurocomunistas en
tiempos más recientes.
El movimiento obrero tiene poderosos enemigos, dotados de formidables medios
económicos, represivos y propagandísticos. Estos enemigos son reconocibles,
pero hay otros no menos peligrosos. Son los que se encuentran en las propias
filas. Menos visibles, pero letales.
Notas
[ 1 ] NEGRI, Antonio, Guías. Cinco lecciones en torno a
Imperio, Barcelona, Paidós, 2004, p. 45.
[ 2 ] Ibídem, p. 30.
[ 3 ] Ibídem, pp. 133 y 135.
[ 4 ] Ibídem, p.210.
[ 5 ] Ibídem, p. 201.
Mesa de Refundación Comunista
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