'Abu Mazen' en Washington
Dinero y 'reconocimiento'
a cambio de acabar con la lucha palestina
31 de julio de 2003. Nota informativa CSCAweb
(www.nodo50.org/csca)
La respuesta de Washington
a las peticiones de 'Abu Mazen' ha vuelto a situar la realidad
de la intervención de EEUU en el marco de la "Hoja
de ruta": no le corresponde a Israel llevar a cabo acción
alguna en los Territorios Ocupados sino a 'Abu Mazen''y a las
reestructuradas fuerzas de seguridad de la AP, ejecutar las medidas
necesarias para acabar con el "terrorismo palestino".
En otras palabras, es responsabilidad de 'Abu Mazen', en respuesta
a la 'legitimidad' que le ha sido otorgada por EEUU, Israel y,
con ellos, por la comunidad internacional, llevar a cabo la labor
de poner punto final a la resistencia palestina.
La visita de Abu Mazen a EEUU el pasado 25 de julio
ha tenido sin duda carácter de hito histórico,
no solo por ser la primera vez que un dirigente palestino es
recibido oficialmente en la Casa Blanca sino, fundamentalmente,
por el contexto en el que ha tenido lugar este acontecimiento
y las condiciones en las que se ha producido. En un nueva muestra
del vilipendio a Arafat (a quien en su calidad de dirigente histórico
y máxima representación política de la lucha
palestina se le ha excluido de protagonizar este visita de marcado
símbolo) EEUU ha cedido en aceptarla solo como expresión
pública del sometimiento de la dirección palestina
a los designios que la Administración Bush ha establecido
para el futuro de Palestina ocupada en el marco de la "Hoja
de ruta" y que no son otros que los propios de Israel. Que
Arafat haya accedido a que sea Abu Mazen quien haya tenido
el privilegio de protagonizar en su lugar este evento,
solo puede entenderse en la trascendencia de su significado político
real para la causa palestina: sometido al asedio físico
permanente y al aislamiento político internacional, el
todavía presidente palestino no será sin duda,
al menos formalmente, el que pasará a la Historia por
haber materializado públicamente la pleitesía oficial
palestina a quien está tratando de poner fin a la lucha
nacional de su pueblo y a sus reivindicaciones históricas
en un momento en el que el espacio árabe ha quedado de
nuevo sujeto a la humillación colectiva de la dominación
colonial. Será Abu Mazen quien soporte en el futuro
la carga de haber sido el delfín erigido por estadounidenses
e israelíes para sellar la rendición palestina,
en tanto que Arafat, al abrigo de un injusto cerco, habrá
evitado un mayor deterioro de su perfil histórico ante
el pueblo palestino.
Acabar con la resistencia
Presentada ante los medios de comunicación como una
muestra del respaldo de Bush a Abu Mazen, las declaraciones
oficiales de unos y otros no deben llamar a engaño: EEUU
solo ha reconocido como interlocutor al primer ministro palestino
una vez que la política de "cambio de régimen"
aplicada a la AP ha operado a favor de sus intereses y de los
de Israel al debilitar al extremo los cimientos del poder palestino
y obtener con ello las garantías suficientes de que su
dictado -neutralizar la lucha de la resistencia - será
acatado por la oficialidad palestina representada ahora en Abu
Mazen y legitimada para ello como tal por la Administración
Bush.
Habida cuenta de la trascendencia pública y política
de esta visita, y tensado por las cuerdas de la presión
interna palestina y de la no menos contundente de Israel, Abu
Mazen ha formulado peticiones expresas ante Bush (la liberación
de los presos, el fin del cerco a Arafat, la retirada de las
tropas de ocupación israelíes y el libre movimiento
para la población palestina de los Territorios Ocupados,
TTOO) para que presione al gobierno de Sharon y su tarea de acabar
con la Intifada se vea favorecida. Sin embargo, la respuesta
de Washington a las peticiones de Abu Mazen ha vuelto
a situar la realidad de la intervención de EEUU en el
marco de la "Hoja de ruta" y confirma, sobre todo,
los estrechos límites de su reconocimiento a la reformada
AP y la nula capacidad de intervención ante Washington
de ésta: según la Administración Bush,
no le corresponde a Israel llevar a cabo acción alguna
en los TTOO sino a Abu Mazen y a las reestructuradas fuerzas
de seguridad de la AP, ejecutar las medidas necesarias para acabar
con el "terrorismo palestino". En otras palabras, es
responsabilidad de Abu Mazen, en respuesta a la legitimidad
que le ha sido otorgada por EEUU, Israel y, con ellos, por la
comunidad internacional, llevar a cabo la labor de poner punto
final a la resistencia palestina. En ello se cifra tal legitimidad
y el reconocimiento de su designación para el cargo de
primer ministro.
Hasta el momento, y pese a las objeciones de Sharon, más
proclive a poner punto final a la cuestión palestina mediante
el asedio y la aniquilación militar, EEUU ha aceptado,
frente al método expeditivo de la abierta represión
de las fuerzas de seguridad palestinas, el menos agresivo de
la negociación interna que Abu Mazen ha dispuesto
con la activa intervención oficial de Egipto. El consentimiento
estadounidense a esta estrategia de la oficialidad palestina
descansa en dos consideraciones: la primera, como la historia
se encarga de constatar, que tras más de cinco décadas
de resistencia nacional inquebrantada a pesar de la represión
y de la ocupación militar israelíes, solo desde
el interior palestino podrá acabarse con la lucha nacional
y, por tanto, con la causa palestina. La segunda, que forzar
a la AP a aplicar el método expeditivo de la abierta represión
solo podría generar un enfrentamiento interno -lo que
se ha venido denominando una "guerra civil" palestina-
en el que lejos de aniquilarse los principios del Movimiento
de Liberación Nacional palestino y su causa, fuese la
AP quien pudiera quedar liquidada y expuesta la cuestión
palestina a la emergencia de una nueva interlocución que
recuperase la histórica radicalidad política palestina
frente a Israel.
Tregua palestina
Por ello EEUU aceptó la negociación de la tregua
entre Abu Mazen y las facciones palestinas como primer
paso para obtener el desmantelamiento de las organizaciones armadas
palestinas y, con ello, de la resistencia global palestina a
los planes de israelíes y estadounidenses para el futuro
de Palestina. La consideración de que tres de las principales
organizaciones palestinas (Hamas, Yihad Islámica y un
sector de Fatah) hayan aceptado el acuerdo de tregua firmado
el 29 de junio [1] a pesar del incumplimiento israelí
de sus condiciones y, particularmente habiéndose posicionado
las tres contra la "Hoja de ruta", solo puede explicarse
en el contexto de extrema presión interna y exterior que
se ha impuesto sobre ellas.
Utilizada como una táctica necesaria, la tregua no
oculta que la prioridad del conjunto de las fuerzas palestinas
es restaurar y afianzar la unidad nacional por encima de su diversidad
ideológica y política. No en vano el propio FPLP
-que no aceptó el acuerdo de la tregua- fijó a
principios de julio su posición al respecto saludando
a la Intifada, afirmando su reconocimiento a la opción
de los tres grupos palestinos, reclamando el diálogo nacional
y reivindicando la unidad palestina en la constitución
de un gobierno de unidad nacional y en el respaldo a Yaser Arafat
como representante legítimo del Movimiento de Liberación
Nacional palestino.
Es precisamente la reivindicación de este planteamiento
palestino el que contraviene los intereses a corto y largo plazo
de Israel y de EEUU pues prioriza la unidad nacional como expresión
política de la resistencia (más allá de
la lucha armada) en un momento en que la estrategia estadounidense
e israelí ha conseguido abrir un proceso cuyo máximo
objetivo es acabar con toda referencia a la noción de
"unidad" que descanse en contenidos nacionales para
resolver la cuestión palestina. Por ello, carece de toda
relevancia política que EEUU siga hablando de un futuro
Estado palestino cuando tal Estado solo podrá darse si
se ha vaciado previamente de los atributos nacionales que han
sido durante décadas la seña de identidad del conjunto
de las fuerzas políticas palestinas y la expresión
de las reivindicaciones populares palestinas y árabes
de soberanía, independencia y democracia.
Ello explica el afán de Sharon, cuyo objetivo más
allá de la "Hoja de ruta" es acabar con la cuestión
palestina de raíz, por quebrar la unidad palestina y minar
los intentos de Abu Mazen de mantener ante las facciones
palestinas las condiciones de un alto el fuego imposible que
ha quedado sometido a las nocivas y permanentes provocaciones
de Israel - el ejército ha seguido asesinando y causando
ataques selectivos, demoliendo viviendas en los Territorios Ocupados
(TTOO), evitando desmantelar asentamientos, construyendo el "Muro
del Apartheid" [2] - así como a su
incumplimiento de los mínimos exigidos por las facciones
palestinas. Ninguna de las condiciones de los grupos palestinos
se han cumplido: ni se ha procedido a liberar a los presos políticos,
ni el repliegue de las fuerzas de ocupación de las áreas
autónomas ha tenido efecto salvo en áreas muy restringidas
de Gaza y de la ciudad de Belén, ni se ha puesto fin a
las durísimas medidas de castigo colectivo que Israel
sigue llevando a cabo contra la población palestina en
su conjunto.
Los presos, nuevamente moneda de
cambio
La condición central para la tregua, la liberación
de todos los presos políticos palestinos, oficialmente
6.500 (muchos de ellos ilegalmente como detenidos administrativos
en los últimos tres años de Intifada), ha quedado
sujeta, al igual que ocurriera en el marco de los Acuerdos de
Oslo en 1993 y 1995, al establecimiento de criterios unilateralmente
definidos por Israel y cuyo carácter restrictivo ha derivado
en que solo una lista máxima de 530 esté siendo
objeto de posible excarcelación. Con ello, al igual que
ocurriera durante las negociaciones de Oslo y tal y como reconoce
el propio ministro palestino encargado de la cuestión
de los presos, Hisam Abdel Rasiq, actualmente Israel "quiere
utilizarlos como elemento de presión e intercambio en
las negociaciones" [3].
Siendo la liberación de los presos una reivindicación
prioritaria en la que se identifican tanto las fuerzas políticas
palestinas como toda la población en su conjunto, esta
cuestión está siendo utilizada por Israel para
devastar el endeble compromiso aceptado por las fuerzas de resistencia
en tregua y la AP. Su incumplimiento por parte de Israel está
asociado a la determinación de quebrar el acuerdo entre
Abu Mazen y Hamas, Yihad Islámica y Fatah.
Arafat versus 'Abu Mazen'
Las presiones externas que afectan al control de las cuestiones
de la seguridad interna palestina (que son la esencia de la "Hoja
de ruta") alcanzaron a mediados de julio al enfrentamiento
interno entre un primer ministro que investido de legitimidad
por Israel, EEUU y el Cuarteto, no tiene definidas sus competencias
políticas frente a la autoridad de Arafat, y éste,
quien, además de seguir siendo el presidente electo de
la AP en virtud de las únicas elecciones democráticas
celebradas en 1996, sigue controlando los resortes de la AP y
de los sectores mayoritarios de su organización Fatah.
Cercado en Ramala y sometido al ninguneo de Israel y de
EEUU, Arafat ha debido hacer frente a Abu Mazen cuando
las exigencias impuestas sobre la seguridad interna han afectado
a los cimientos mismos de su propia organización Fatah
y muy especialmente a la actuación de otro de los delfines
palestinos de EEUU y de Israel, Mohamed Dahlan. Dahlan, ex responsable
de las fuerzas de seguridad de Gaza, antiguo negociador de seguridad
con Israel y la CIA y designado por presiones como ministro de
la Seguridad Interna palestina en el nuevo gobierno de Arafat,
ha comenzado a poner en marcha la reforma que la "Hoja
de ruta" exige a las fuerzas de seguridad palestinas siguiendo
los dictados de estadounidenses e israelíes, previa purga
en sus filas de responsables críticos (muchos de ellos
militantes históricos de Fatah y partidarios de Arafat),
con ayudas financiadas en más de cinco millones de euros
por la UE, y bajo la supervisión de asesores de lucha
contraterrorista de EEUU, Egipto y Jordania, para controlar la
disidencia política interna y poner fin a la resistencia
armada en el interior de los TTOO.
A fin de evitar una quiebra indeseada que debilitase más
la política interna palestina, tanto Arafat como Abu
Mazen resolvieron formalmente solventar sus diferencias sobre
sus competencias estableciendo un contrapeso al poder de Dahlan
y acordando que la decisión última en las negociaciones
de seguridad de Abu Mazen con Israel deberá tomarse
en el denominado Consejo de Seguridad Nacional Palestina, un
cuerpo presidido por Arafat y cuyos miembros son destacadas figuras
de Fatah alineadas con el dirigente palestino. Este acuerdo destierra
de momento las pretensiones de Abu Mazen de ser él
el responsable directo y definitivo, junto a Dahlan, de las negociaciones
sobre seguridad. Por su parte, Arafat ha nombrado a Hani Hasan
Comisionado General de Fatah para hacer valer aún más
la influencia predominante de su sector sobre la AP y asegurar
que Fatah siga respaldándole sólidamente en cualquier
otra posible disputa entre el presidente palestino y su primer
ministro. Igualmente, el acuerdo formal entre Arafat y Abbas
resuelve los poderes presidenciales y del primer ministro sometiéndose
a la "Ley Básica", el proyecto de Constitución
palestina cuya aprobación por parte de la presidencia
de la AP se pospuso indefinidamente en la era de Oslo.
Afianzar la dependencia económica
de Palestina
Lejos de alcanzar compromiso alguno para obtener respaldo
a sus peticiones de presión sobre Israel, y a parte de
haber obtenido una mera mención como problema a
la cuestión del "Muro del Apartheid" que Israel
sigue construyendo en los TTOO, el mayor logro de la visita de
Abu Mazen se cifra en la imposición de la Administración
Bush de un Consejo Económico Bilateral como instrumento
de asesoría financiara para el futuro palestino en lo
que no deja de ser sino un nuevo ejemplo del despropósito
inherente en el marco de la "Hoja de ruta" que no es
distinto del que ya ensayara los Acuerdos de Oslo: no se trata
de resolver con justicia y equidad el problema palestino sino
bien al contrario de liquidarlo en su dimensión política
e ideológica para reconvertirlo y amoldarlo al reordenamiento
que a escala regional tiene previsto llevar a cabo la Administración
Bush.
Al igual que se ensayara en el proceso de Oslo, se trata ahora,
en el marco del nuevo sistema colonial que ha abierto la ocupación
de Iraq, de crear para los TTOO las bases económicas que
consoliden la dependencia palestina de Israel y de la beneficencia
internacional de los países donantes bajo un sistema de
protectorado estadounidense. El Estado palestino que la
Administración Bush pretende y que Abu Mazen y
otros sectores de la oficialidad palestina aceptan no será
sino un conjunto de islotes repartidos en el mapa de un nuevo
Israel; reservas de una mínima población
palestina desprovistas de soberanía, de recursos y de
conciencia nacional, sujetas a un régimen dependiente
y sumiso a EEUU y a Israel en el entramado de un nuevo espacio
regional desprovisto de identidad colectiva -esencialmente árabe,
y por tanto, también palestina- y de toda aspiración
nacional que pretenda un futuro de soberanía, desarrollo
y progreso independientes. Por ello es tan importante liquidar
la cuestión palestina al amparo de la "Hoja de ruta"
-aceptada por la AP y respaldada por la comunidad internacional-
y en el contexto de la Doctrina Bush -ideario de la dominación
directa política, económica y militar estadounidense
revestida del discurso de la lucha contra el terrorismo.
Rendidos sus derechos nacionales por quienes dicen representarles,
el pueblo palestino, al igual que los pueblos de la región
árabe están llamados a ejercer exclusivamente como
mano de obra barata y consumidores del capitalismo globalizado
a escala regional en un modelo que hará de Israel la potencia
económica regional incuestionada e insertada en los recursos
y en los mercados de las economías árabes reestructuradas
en pro del libre comercio que EEUU ya está poniendo en
marcha mediante la iniciativa de Asociación de Libre Comercio
para el Mundo Árabe.
Notas:
1. Véase
en CSCAweb: Alto
el fuego palestino: una tregua sin futuro
2. Véase en CSCAweb: Loles Oliván: En el aniversario
de la ocupación de Gaza y Cisjordania: el 'Muro del Apartheid'
expresa la naturaleza racista del Estado de Israel
3. El País, 29 de julio de 2003.
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