El terrorismo
funciona
Noam Chomsky
Al-Ahram Weekly, 1
al 7 de noviembre de 2001
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
El terrorismo
sí funciona: es el arma de los fuertes. Es un error analítico
muy grave decir, como se hace habitualmente, que el terrorismo
es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier
otro tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el
arma de los fuertes. De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente
se dice que es el arma de los débiles porque el fuerte
ejerce también el control sobre los sistemas de adoctrinamiento
y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como tal.
EMPECEMOS por la idea comúnmente aceptada
de que lo ocurrido el 11 de septiembre es un acontecimiento histórico,
algo que cambiará el curso de la historia. La pregunta
es, ¿por qué? La siguiente pregunta tiene que ver
con la "guerra contra el terrorismo". ¿De qué
va exactamente? Otra pregunta relacionada con la anterior sería,
¿qué es terrorismo?
La pregunta más importante que debemos hacernos
tras el 11 de septiembre es, ¿qué está ocurriendo
en la actualidad? Implícita queda la pregunta de qué
podemos hacer al respecto. Según el New York Times,
hay entre siete y ocho millones de personas a punto de morir
de hambre en Afganistán. De hecho, esto ya era cierto
antes incluso del 11 de septiembre. Esta gente dependía
de la ayuda internacional para sobrevivir. El 16 de septiembre,
The Times aseguraba que "EEUU ha exigido a Pakistán
la suspensión del tránsito de convoyes que transportan
alimentos y suministros a la población civil afgana".
Que yo sepa, dentro de EEUU no se ha producido ninguna reacción
ante la exigencia de imponer a millones de personas la muerte
por inanición. La amenaza de los ataques militares después
del 11 de septiembre hizo que muchos trabajadores de organizaciones
de ayuda internacional fueran retirados de los programas. "El
país [Afganistán] estaba en coma; nosotros simplemente
hemos desenchufado la máquina". Así hablaba
un trabajador de ayuda humanitaria, según The New York
Times Magazine.
[La Agencia de Naciones Unidas, NNUU] Programa
Mundial de Alimentos -que con diferencia era el programa más
grande funcionando en el país- ha podido reanudar la distribución
de alimentos a principios de octubre, pero a un ritmo considerablemente
menor. Dentro de Afganistán no hay trabajadores de organizaciones
humanitarias, así que el sistema de distribución
de alimentos se encuentra con muchos obstáculos. Todo
el trabajo fue interrumpido tan pronto como comenzaron los bombardeos.
Poco después se reanudó el programa de alimentos
de NNUU (aunque muy lentamente), mientras las agencias de ayuda
humanitaria lanzaban mordaces críticas ante la iniciativa
norteamericana de lanzar paquetes de comida, denunciándola
como "una arma propagandística que hacen más
mal que bien", según comentaba el Financial Times
de Londres.
Tras la primera semana de bombardeos, The New
York Times informaba, en una de sus páginas interiores
y dentro de una columna dedicada a otras cuestiones, que según
las cuentas de NNUU, pronto habría más de siete
millones y medio de afganos que necesitarían un trozo
de paz, y que tan solo quedaban unas cuantas semanas antes de
que el duro invierno imposibilitara la llegada de suministros
a muchas zonas del país. Según el artículo,
mientras caen las bombas la distribución de la ayuda no
llega ni siquiera a la mitad de lo que se necesita. Un comentario
casual, que nos dice que la civilización occidental anticipa
ya el exterminio de entre tres y cuatro millones de personas
(bueno, ustedes hagan sus cuentas).
Mientras tanto, el líder de la civilización
occidental rechazó despreciativamente, una vez más,
las ofertas de negociación que podrían conducir
a la entrega del supuesto objetivo, Osama Ben Laden, así
como una petición de pruebas que justificaran la exigencia
norteamericana de rendición total. El mismo día
en que esta oferta era categóricamente rechazada, el enviado
especial de NNUU responsable de la distribución de alimentos
rogaba a los norteamericanos que detuvieran los bombardeos para
intentar salvar a millones de víctimas. Que yo sepa, la
petición ni siquiera quedó reflejada en los medios
de comunicación. Pocos días después, otras
agencias de ayuda humanitaria como Oxfam y Ayuda Cristiana (Christian
Help) se unieron a la petición [de NNUU]. Esto último
también pasó desapercibido.
Parece que lo que está ocurriendo es una
especie de genocidio silencioso. Lo que está pasando nos
ofrece también una idea bastante acertada de lo que es
la cultura de las elites, una cultura de la que somos parte.
Todo lo ocurrido es indicativo de que, pase lo que pase -que
no lo sabemos-, se están trazando planes y poniendo en
práctica programas que podrán conducir a la muerte
a varios millones de personas en las próximas semanas.
Todo muy casual, sin comentarios, sin darle muchas vueltas en
la cabeza al tema. Es casi, casi normal, aquí y en buena
parte de Europa. Pero no en el resto del mundo. De hecho, ni
siquiera lo es en otra buena parte de Europa.
Pero vayamos ahora a una cuestión algo más
abstracta, olvidando por el momento que aparentemente estamos
a punto de intentar asesinar a tres o cuatro millones de personas.
No a los talibán, por supuesto, sino a sus víctimas.
Un acontecimiento histórico
Volvamos ahora a la pregunta sobre el acontecimiento
histórico del 11 de septiembre. Creo que fue un acontecimiento
histórico; desafortunadamente, no a causa de sus dimensiones.
A pesar de lo desagradable de pensar en ello, no es algo tan
inusual, a pesar de que probablemente es el número de
víctimas más elevado de este tipo de crímenes.
Por desgracia, hay crímenes terroristas
con efectos que son incluso más extremos. Sin embargo,
el 11 de septiembre fue un acontecimiento histórico porque
se produjo un cambio. El cambio consistió en la dirección
hacia la que apuntaban las pistolas. Eso es nuevo. Radicalmente
nuevo.
La última vez que el territorio norteamericano
fue atacado o si acaso amenazado fue durante el ataque británico
contra Washington en el incendio de 1814. Tras los ataques, la
prensa hablaba de Peral Harbor, pero no es una buena analogía.
Sea cual sea nuestra idea sobre Pearl Harbor, los japoneses bombardearon
bases militares en dos colonias norteamericanas, no el territorio
nacional (que por cierto nunca estuvo amenazado). Estas colonias
habían sido arrebatadas a sus habitantes de un modo nada
agradable. EEUU prefería hablar de Hawai y la Filipinas
como "territorios", aunque en realidad se tratase de
colonias.
En esta ocasión es el territorio nacional
el que ha sufrido un ataque a gran escala. Podemos encontrar
unos pocos ejemplos al margen, pero este es único.
Durante estos 200 años, nosotros, Estados
Unidos, hemos expulsado y prácticamente exterminado a
la población indígena del país. Eso son
varios millones de personas. Hemos conquistado la mitad de México,
depredado aquí y allá, en el Caribe y en América
Central, y algunas veces más allá. Conquistamos
Hawai y las Filipinas, asesinando de paso a cientos de miles
de filipinos. Desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU ha extendido
su influencia por todo el globo con métodos que no necesito
describir aquí. Pero siempre se estaba asesinando a otros,
la lucha se desarrollaba siempre en otro lugar: eran otros los
que eran masacrados.
En el caso de Europa, el cambio es si cabe más
dramático porque su historia es si cabe aún más
horrorosa que la de EEUU. Básicamente, EEUU es un vástago
de Europa. Durante cientos de años, Europa ha ido asesinando
a gente por todo el mundo. Así conquistaron el mundo,
no repartiendo caramelos. En todo este tiempo, Europa ha sufrido
guerras asesinas, pero eran los europeos matándose unos
a otros. El deporte preferido de los europeos durante cientos
de años fue el asesinato mutuo. La única razón
por la que se puso fin a todo esto en 1945 no tiene nada que
ver con la democracia, ni con no enfrentarse unos con otros,
o ideas similares. Tuvo que ver con el hecho de que todos comprendieron
que la próxima partida significaría el fin del
mundo. Por los europeos, y también los norteamericanos,
habían desarrollado tales armas de destrucción
masiva que les obligaban a poner punto final al juego.
Durante todo este periodo asesino y sangriento,
los europeos se masacraban los unos a los otros, pero también
masacraban a otras gentes. Hay pequeñas excepciones, pero
tan pequeñas que son ciertamente invisibles en la escala
de lo que Europa y EEUU han hecho por todo el globo. Este ha
sido el primer cambio. La primera vez en que las pistolas apuntaban
en la dirección contraria.
El mundo se ve de manera diferente dependiendo
de si uno tiene el látigo en la mano, o si ha tenido que
sufrir los latigazos durante cientos de años. Muy diferente.
Creo que la sorpresa y el shock, por lo tanto, son comprensibles.
Esta es la razón por la cual el resto del mundo mira lo
ocurrido de un modo bastante diferente. No falta la compasión
hacia las víctimas de la atrocidad ocurrida, ni el sentimiento
de horror ante dichas atrocidades; el sentimiento es generalizado.
Pero se ve desde otra perspectiva diferente. Eso es algo que
quizás deberíamos tratar de comprender.
¿Qué es
"la guerra contra el terrorismo"?
Pasemos a la pregunta sobre el terrorismo. ¿Qué
es eso de "la guerra contra el terrorismo"? En las
altas esferas, la guerra contra el terrorismo ha sido descrita
como la lucha contra una plaga, un cáncer extendido por
bárbaros, por "adversarios depravados de la civilización".
Es un sentimiento que comparto. Las palabras que he citado fueron
pronunciadas, sin embargo, hace 20 años. He citado al
presidente Reagan y a su secretario de Estado. La Administración
Reagan comenzó su periodo de gobierno hace 20 años
afirmando que la guerra contra el terrorismo internacional se
convertiría en la pieza central de la política
exterior norteamericana, describiéndola en los términos
que he citado.
Y así fue. La Administración Reagan
respondió a esta "plaga extendida por los oponentes
depravados de la civilización" creando una red de
terrorismo internacional extraordinaria, sin precedente alguno
en cuanto a sus dimensiones, una red que ejecutó atrocidades
en masa por todo el mundo. No voy a repasar toda la gama de atrocidades,
pero sí mencionaré un solo caso absolutamente incontrovertible:
la guerra EEUU-Reagan contra Nicaragua. Es incontrovertible porque
hay una serie de dictámenes de las autoridades internacionales
más importantes: el Tribunal Internacional de Justicia,
el Tribunal Mundial, y el Consejo de Seguridad de NNUU. Este
es un caso que no admite controversia, al menos entre quienes
tienen un mínimo de consideración hacia la legalidad
internacional, los derechos humanos, la justicia, y todas esas
cosas.
El caso de Nicaragua es especialmente relevante,
no solo por su carácter incontrovertible, sino porque
nos ofrece un precedente sobre cómo un Estado que respeta
la ley respondería (de hecho, sobre cómo respondió)
ante un caso de terrorismo internacional que no admite discusión.
Un caso de terrorismo que, por cierto, fue más extremo
que los acontecimientos del 11 de septiembre. La guerra EEUU-Reagan
contra Nicaragua terminó con decenas de miles de asesinados
y el país completamente arruinado, quizás para
siempre.
Nicaragua respondió. Pero los nicaragüenses
no respondieron bombardeando Washington. Respondieron llevando
a EEUU ante el Tribunal Mundial con una querella en la que no
tuvieron ningún problema a la hora de reunir pruebas.
El Tribunal Mundial dictaminó a favor de Nicaragua, condenando
lo que se denominó el "ejercicio ilegal de la fuerza",
sinónimo de terrorismo internacional. El tribunal exigió
a EEUU poner fin a los crímenes y pagar reparaciones masivas
[a Nicaragua]. Los norteamericanos, por supuesto, rechazaron
el dictamen del tribunal con el más absoluto desprecio
y anunciaron que no aceptarían la jurisdicción
de dicho tribunal en adelante. Nicaragua acudió entonces
al Consejo de Seguridad de NNUU, donde se discutió una
resolución en la que se pidiese a todos los Estados respetar
la legalidad internacional. No se mencionaron nombres, pero todo
el mundo lo entendía. EEUU vetó la resolución.
En la actualidad, EEUU es el único país del mundo
que ha sido condenado por el Tribunal Mundial por actos de terrorismo
internacional y que ha vetado una resolución del Consejo
de Seguridad pidiendo a los Estados miembros el cumplimiento
de la legalidad internacional.
Nicaragua acudió entonces a la Asamblea
General de NNUU, lugar donde técnicamente el veto no existe
pero donde un voto negativo de EEUU equivale al veto. La Asamblea
General aprobó una resolución similar: únicamente
votaron en contra EEUU, Israel, y El Salvador. Al año
siguiente, Nicaragua volvió a presentar el caso ante la
Asamblea General de NNUU. En esta ocasión, EEUU solamente
pudo contar con el apoyo de Israel, así que dos votos
se enfrentaron al cumplimiento de la legalidad internacional.
En aquel punto, Nicaragua había agotado ya todos los recursos
legales a su alcance, y había llegado a la conclusión
de que esos recursos no funcionan en un mundo dominado por la
fuerza.
El terrorismo, por otra parte, sí funciona;
es el arma de los fuertes. Es un error analítico muy grave
decir, como se hace habitualmente, que el terrorismo es el "arma
de los débiles". Al igual que cualquier otro tipo
de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los
fuertes. De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se
dice que es el arma de los débiles porque el fuerte ejerce
también el control sobre los sistemas de adoctrinamiento
y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como tal.
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