El fin de semana pasado se celebró
en Cáceres el WOMAD 99, miles de personas, grupos, colectivos, se
dieron cita en este festival multiétnico, donde durante tres días
se convive de forma diferente en esta ciudad. La gente que acude al festival
está tranquila, sentada en los espacios públicos, aceras,
escaleras, suelo, césped, con respeto, dentro de una armonía
y entre la música que generan los grupos participantes y la música
espontánea que surge por el gusto de tocar y ofrecer gratuitamente
su arte a los demás.
Los mercados y los puestos ofrecen
también un arte, que traducido en productos, alimentan la vista
y se disfruta al poder mirar, comprar, vender, dialogar y conocer a las
personas y al producto de su trabajo, ofreciéndonos una gran
variedad de artesanía que no se suele ver normalmente.
Pues bien, parece que este tipo
de relaciones, diversión y vivencias diferentes en el tiempo y el
espacio, que se generan entre la diversidad humana que se une para compartir
bailes, risas, charlas, juegos, amor,reivindicaciones, disfrute y felicidad,
no gustan a los gobernantes de esta ciudad. La paz y la cultura de la paz
y la armonía no les gusta.
Un año más, tenemos
que temer que sea el último. Porque para los dirigentes no somos
más que “piojosos y piojosas”- utilizados estos adjetivos por alguién
“importante” para justificar quitar el Womad y llevarlo a cualquier recinto
donde todo se pueda controlar mejor- .Como hicieron el sábado pasado,
que nos trnasportaron en masa en autobuses gratis al recinto hípico,
como si se tratara de cualquier concierto. Montados/as en esos autobuses
tenías la sensación de ser masa humana, con empujones, caídas,
apreturas, miles de personas tenían que trasladarse a otro lugar
porque al Sr.Alcalde le pareció bonota la idea de vernos aplastados/as
sobre nosotros/as mismos para seguir el Womad que desde la Plaza Mayor
de Cáceres lo había desplazado a las afueras de la ciudad.
El movimiento de población que se produjo no podía ser asumido
por los autobuses que se pusieron, aunque hubieran puesto todos los autobuses
de Cáceres y de los alrededores resultaba imposible acoger
a las miles de personas que estuvimos en el Womad y trasladarlas tranquilamente
a otro lugar. Lametable observar el desprecio que sienten los dirigentes
hacia lo que no pueden controlar, piensan que el mundo, que las ciudades
son suyas, que todo es suyo.
Les molesta la variedad, los
pelos de colores, la ropa diferente, la música, todo lo que no sea
una excursión de turistas que bajen de forma organizada de sus autobuses,
echen las fotos que tengan que echar, coman en un restaurante concertado
de antemano, duerman en los buenos hoteles establecidos y se marchen con
viento fresco a hacer turismo a otra parte, eso sí con un buen recuerdo
para que vuelvan otra vez de forma organizada. A algunos de estos turistas,
si son “importantes”, les reciben los políticos y pueden incluso
salir en una foto del periódico.
Pero el Womad, evidentemente
es otra cosa. La envergadura social, lúdica, reivindicativa, económica
y de infraestructura que presenta el Womad está claro que no pueden
asumirla estos dirigentes, sencillamente porque no tienen capacidad para
ello. No saben ni siquiera echar las cuentas, ni manejar las cuatro reglas
básicas que supondría una buena planificación de calcular,
haciendo sumas y restas, la población que va a venir de fuera, preparar
una infraestructura que acoja a los y las visitantes para que se sientan
bien y disfruten, que conllevaría multiplicar y dividir para calcular:
¡.- ¿Cuántos contenedores son necesarios para que la
basura no se acumule?. ¿Cuántos wateres públicos?
¿Cuántas duchas? ¿Qué número de personas
son necesarias para la organización, seguimiento y mantenimiento
del festival? Si cambio de sitio el Womad una vez que ha comenzado el festival¿Cómo
se harán los desplazamientos? ¿Qué voy a necesitar
para que todo marche dentro de la filosofía que tiene el Womad?
En fin, lo mismo que se hace cuando te viene gente a tu casa, nada más
que con números más altos. Simplemente las cuatro reglas
y eso sí “ganas de que te vengan a casa” porque además resulta
que Cáceres es patrimonio de la humanidad, es decir de todos y de
todas, pero lo único que hacen es todo lo contrario, hacer que la
gente se sienta mal para que todo el mundo proteste, incluidos los
vecinos. Y así, desaparezca este festival de esta Comunidad Autónoma,
que no es sensible ni se plantea la riqueza cultural que encierra.
Y no sólo tiene la culpa
quien opina y dirige la operación, en este caso el Ayuntamiento,
sino también los políticos/as (Junta, Diputación,
etc.) que por omisión convierten todo, siempre, en una
guerra de partidos y no se mojan porque en el fondo saben que es una movida
que no pueden controlar y esto no les gusta.
Tendremos que decir, con gran
tristeza, que si en otro sitio lo acogen mejor, pues que se lo lleven,
porque aquí, se es incapaz de asumir un festival de tanta importancia.
Cuando no se ve más allá de las propias convicciones es muy
difícil hacer entender y comprender lo que supone el término
“multiétnico”, lo que supone una cultura relajada y pacífica,
lo que supone una convivencia y un mundo de relaciones plural y solidario.
En fin, que lo único que se entiende son conciertos en recintos,
autobuses masivos , gente a mogollón , control y policía.
Sr. Saponi creo que está
ganando la batalla, o por lo menos ya le queda menos, al final conseguirá
cargarse el Womad. Pero no se preocupe porque tanto sus amigos como sus
adversarios políticos se lo agradecerán. Cáceres es
suyo.
Encarnación
Garrido Montero. 11-5-99