|
...Y
las viejas familias cierran las ventanas,
afianzan las puertas,
y el padre corre a oscuras a los Bancos
y el pulso se le para
en la Bolsa
y sueña por las noches con hogueras,
con
ganados ardiendo,
que en vez de trigos tiene llamas,
en vez
de granos, chispas,
cajas,
cajas de hierro llenas de
pavesas.
¿Dónde estás,
dónde
estás?
Los campesinos pasan pisando nuestra sangre.
¿Qué es esto?
—Cerremos,
cerremos pronto las fronteras.
Vedlo avanzar de prisa en el viento del Este,
de las estepas
rojas del hambre.
Que su voz no la oigan los obreros,
que su
silbido no penetre en las fábricas,
que no divisen su hoz
alzada los hombres de los campos.
¡Detenedle!
Porque
salta los mares
recorriendo toda la geografía,
porque
se esconde en las bodegas de los barcos
y habla a los fogoneros
y los saca tiznados a cubierta,
y hace que el odio y la
miseria se subleven
y se levanten las
tripulaciones.
¡Cerrad,
cerrad las cárceles!
Su voz se estrellará contra los muros.
¿Qué es esto?
—Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos
descender del viento Este que lo trae,
le preguntamos por las
estepas rojas de la paz y del triunfo,
lo sentamos a la mesa del
campesino pobre,
presentándolo al dueño de la
fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y
manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
ver
en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño
a gritos en los Parlamentos del oro y de la sangre.
Un
fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos
camarada.
Rafael
Alberti
|