CONGRESO
2001 "CONSTRUIR LA ESCUELA DESDE LA DIVERSIDAD Y PARA LA
IGUALDAD"
Materiales
previos y conclusiones del Grupo de Trabajo
Necesidades
educativas especiales e integración
Coordinación
del grupo: Jacinto
Lasheras (CEAPA)
Materiales
previos
Autor: Jacinto
Lasheras
Integración
es un concepto socialmente controvertido. Casi siempre se entiende que
un grupo minoritario con características distintas de las de la mayoría
debe integrarse en el mayoritario, debe de parecerse a él
lo más posible y así diluir sus chocantes especificidades.
Este
concepto de la integración se opone al reconocimiento de lo específico
como base desde donde se debe construir cualquier personalidad,
facilitando caminos de máximo desarrollo personal y social. Desarrollar
estas ideas da contenido a otro concepto de integración.
A
los centros educativos llegan alumnos y alumnas con distintos tipos de
discapacidades: físicas, psíquicas, sensoriales, económicas o
sociales. Este alumnado aparece bajo el epígrafe general de alumnos
con necesidades educativas especiales, pero evidentemente se
trata de grupos de alumnos y alumnas muy distintos en su punto de
partida y con distintas metas de llegada con quienes hay que emplear métodos
y estrategias distintas.
La
primera dificultad que tiene en la práctica el sistema educativo es la
detección de estas necesidades y en segundo lugar el dónde, cómo y cuándo
se tratan. Puede haber dos maneras de solucionar el asunto.
- Una es hacer grupos específicos con los
alumnos y alumnas distintos agrupándolos por sus características
comunes. Hasta no hace mucho se hacía este agrupamiento incluso con
chicos y chicas, cuestión que parece superada, con algún coletazo.
- Otra
es darles un tratamiento individualizado, integrados/as en su grupo de
iguales.
Si
apostamos por la segunda opción podemos plantearnos hasta dónde y cómo
lo vamos a hacer.
Para ver hasta
dónde parece razonable apostar hace falta un buen diagnóstico desde el
inicio de la detección de la necesidad educativa especial, tanto para
las necesidades físicas, psíquicas o sensoriales como para las
sociales, que tienen poca detección científica y mucha y mala
moralina.
Es
innegable el avance social en la aceptación del alumnado diferente por
necesidades físicas en las aulas ordinarias. Nadie cuestiona este
asunto que no afecta a los cerebros. Otra cuestión es cuando hablamos
de necesidades sensoriales o de las psíquicas, donde todo se torna más
difícil. Cuando llegamos a las sociales el asunto puede hacerse
insostenible. De todo esto
se infiere que debemos ponernos de acuerdo en:
-
Cuándo lo hacemos.
-
Dónde lo hacemos y
-
Cómo lo hacemos.
Habíamos
dicho que lo hacíamos desde su detección y hasta su incorporación al
mundo laboral. Parece razonable hacerlo en las aulas ordinarias siempre
que suponga un avance en la promoción personal y social del alumnado en
cuestión y debemos hacerlo bien y con la base de métodos científicamente
avalados.
Para
efectuar todo lo anterior de manera correcta deben existir unas
condiciones en todos los centros, apostando por que el grueso de los
apoyos se lleve a cabo por profesorado especializado asignado a cada
centro. Los equipos de zona sólo deben ser utilizados en áreas muy
dispersas donde sea imposible la atención individualizada en cada
centro.
Otro
requisito es ir reduciendo paulatinamente la ratio profesor aula que en
el caso de este alumnado debe de reducirse para tener la eficacia
necesaria.
La
LOGSE acuñó el concepto de adaptación curricular como la búsqueda
del itinerario educativo correcto para que cada alumno o alumna alcance
su máximo desarrollo posible. En este sentido estas adaptaciones no
deben tener excesivas barreras legislativas y deben ser establecidas por
profesionales que están a pie de obra, prescindiendo de titulaciones
que en el caso de las básicas y obligatorias debieran de tenerlas todas
aquellas personas que acuden de manera permanente al sistema.
Para
la correcta atención del alumnado con necesidades educativas especiales
es preciso coordinar la intervención de otros profesionales que
pertenecen al campo de la acción social: trabajadores sociales,
educadores de calle,.... Si no se establece un itinerario
interdisciplinar entre ellos y el centro educativo, se pierden muchos
recursos y esfuerzos. La acción social debe de entrar de forma regular en los
centros educativos. Lo ideal sería asignar un profesional de estas
características a cada centro con un mínimo de 16 unidades.
Conclusiones
del Grupo de Trabajo
Los
centros de educación especial específicos deberían de actuar como
centros de recursos, de forma que su experiencia sirviera a la comunidad
educativa.
Se
nota una falta de coordinación entre los diferentes especialistas que
abordan el problema de la integración desde diferentes campos. Una acción
interactiva de estos profesionales daría mejores frutos dada la
complejidad de la problemática.
Es
necesaria la asignación de trabajadores/as y educadores/as sociales
para abordar debidamente el complejo asunto del alumnado con necesidades
educativas especiales derivadas de su condición socioeconómica,
personas gitanas o inmigrantes. Estos profesionales deberían de
constituir equipos de diagnóstico preciso y concreto de estas
dificultades, ya que el alumnado comprendido en este amplio epígrafe
carece de un diagnóstico avalado por técnicos y se corre el peligro de
hacer una derivación sólo por pertenecer a una etnia o grupo, sin ver
si realmente se tiene alguna necesidad educativa especial. El diagnóstico
no puede ser realizado por un claustro o una asociación de padres y
madres, por poner algún ejemplo extraído de la realidad.
Es
preciso profundizar en la búsqueda de alternativas intermedias entre
centros específicos y ordinarios, de forma que pudieran existir centros
que tuvieran ambas connotaciones manejando con agilidad recursos humanos
y materiales.
Hay
que ir avanzando en la idea de que los centros escolares se conviertan
en centros de desarrollo comunitario con la participación activa de
todos los recursos de la comunidad general en la que están insertos y
como foco de dinamismo de esa comunidad.
Sería
conveniente que todos los centros de una zona estuvieran en igualdad de
condiciones para ofrecer una atención educativa al alumnado de
integración.
En
cuanto a la evaluación, consideramos que la óptima es aquella que
tiene un carácter colaborativo e interdisciplinar, de forma que la
constituye un conjunto de opiniones y análisis procedentes de
diferentes personas, instancias y profesiones.
Vemos
conveniente el agotar las medidas pedagógicas ordinarias antes de dar
paso a medidas de carácter extraordinario. Algunas veces se empieza por
lo segundo sin haber abordado convenientemente lo primero.
Rechazamos
la instalación sistemática de aulas de educación especial en centros
ordinarios. Solamente en el medio rural y por necesidades muy concretas
puede valer esta medida.
Sería
deseable que existiera un planteamiento que llevara al establecimiento
de un Proyecto Educativo Intercentros, que posibilitara que todos los
centros de un distrito o comarca actuaran de forma conjunta compensando
las desigualdades existentes. Esto podría conducir a una escolarización
por zona con un reparto equilibrado del alumnado con necesidades
educativas especiales, debidamente diagnosticados.
Rechazamos
los dictámenes de escolarización basados únicamente en el coeficiente
intelectual.
Nos
parece adecuada la asignación de dos profesores/as por aula para
realizar un trabajo integrador, además de los especiales en pedagogía
terapeútica y audición y lenguaje. Estos últimos deberán estar
ligados al centro de forma que trabajen con todos los alumnos y alumnas
y no sólo con los de atención permanente. Su experiencia es
enriquecedora para todos y no parece adecuado que su figura aparezca únicamente
ligada a procesos especiales.
Consideramos
necesaria la implantación de equipos de orientación en todos los
centros de Educación Infantil y Primaria. En el medio rural la asignación
deberá ser generosa de forma que un orientador/a no atienda nunca a más
de tres centros pequeños.
A
estas alturas de desarrollo educativo es preciso evaluar todo el
programa de atención a la diversidad para poder tener una visión cabal
y precisa de su puesta en práctica y grado de eficacia.
Consideramos
escasos los equipos de atención temprana que deberían de ampliarse
dado su carácter preventivo.
Nos
parece adecuado reivindicar que determinadas discapacidades
deberían de estar atendidas en vacaciones escolares, ya que
estos cortes educativos producen regresiones no deseadas por nadie.
Queremos
insistir en el carácter preventivo y de justicia social que supone el
establecimiento del primer tramo de la educación infantil en el seno de
la escuela pública o conveniada con entidades públicas, ayuntamientos
principalmente. Creemos que este país está en condiciones de acometer
una escolarización universalizada de este tramo que supondrá también
una recuperación necesaria del índice de natalidad y un apoyo al
trabajo femenino.
Rechazamos
la idea de que al alumnado inmigrante o gitano se asimile automáticamente
con el alumnado con necesidades educativas especiales. Como hemos dicho
anteriormente estas necesidades deben estar debidamente diagnosticadas
por equipos que aún no existen en el sistema, en los que se integren
profesionales de las ciencias sociales.
Detectamos
un déficit de integración en el establecimiento y desarrollo de muchas
actividades extraescolares o complementarias y apuntamos a que se tenga
especial cuidado en que sean para todo el alumnado.
Consideramos
conveniente que el alumnado con necesidades educativas especiales sea
atendido el mayor tiempo posible dentro de su aula de referencia. No nos
parece adecuada la excesiva tendencia a sacar a estos alumnos y alumnas
de su aula para recibir la educación que necesitan.
Rechazamos
la idea de que la atención al alumnado con necesidades educativas
especiales haga bajar el nivel general del aula o del centro. Entendemos
precisamente todo lo contrario. Una debida atención a este alumnado
aumenta considerablemente el nivel de calidad del aula, del centro, del
sistema y de la sociedad. Todos los alumnos/as pueden tener en algún
momento una necesidad especial.
Tenemos
especial interés en remarcar el papel de la Formación Profesional para
este alumnado, que debe ser lo más normalizada posible y con una salida
laboral real que se haya buscado de antemano, ya que su independencia
económica y laboral es una de las mayores preocupaciones de sus padres
y madres y debiera ser la de la sociedad.
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