CONGRESO
2001 "CONSTRUIR LA ESCUELA DESDE LA DIVERSIDAD Y PARA LA
IGUALDAD"
Materiales
previos y conclusiones del Grupo de Trabajo
La
escuela y los cambios sociales
Coordinación
del grupo: Adela
Albertos (FETE - UGT)
Materiales
previos
Autora: Adela
Albertos
1.- Introducción
El
cambio no es un factor nuevo. Así ha sido desde los comienzos de la
humanidad. Lo que, sin embargo, sí es nuevo es el ritmo de este cambio,
que ha reducido en gran medida el tiempo de adaptación. Cambios
intrageneracionales y analíticos, con la explosión de conocimientos,
el desbordamiento de información y la creciente complejidad de todo lo
que existe y debe ser aprendido-comprendido.
En
el periodo de cambio intergeneracional, la escuela y el profesorado
sacaban al alumnado del pasado, representado por su familia y su
comunidad, y le abrían una puerta por la que incorporarse al mundo de
la modernidad -o al menos una ventana para atisbarlo-.
En
el periodo de cambio intrageneracional, el ritmo de cambio sobrepasa no
sólo al alumnado, sino también al profesorado, pero, a la vez, los
factores de cambio están en la misma
comunidad de la que ya forman parte la mayoría de los alumnos y
alumnas: la ciudad, con todos sus recursos y oportunidades, de manera
que es posible que su familia y su medio sigan más cerca o protagonicen
en mayor medida el cambio que el cuerpo docente y su grupo profesional.
2.-
Los desafíos sociales
La
sociedad actual presenta nuevos e inquietantes desafíos a la tarea
educativa de la Escuela.
Un
primer desafío podría estar en los límites entre la socialización
primaria que se lleva a cabo en la familia y la socialización
secundaria que tiene lugar en la escuela.
La
incorporación de la mujer al trabajo remunerado y a la vida pública ha
provocado el ingreso muy temprano de los niños y niñas en la institución
escolar. Ello significa que la escuela tiene que cumplir funciones
claras de cuidado y atención al desarrollo físico, afectivo y moral
tanto como de clásico desarrollo intelectual.
Como
fenómeno complementario, la omnipresencia seductora de los medios de
comunicación de masas en la vida familiar provoca que en el escenario
primario de la familia, el niño/a pueda acceder con toda facilidad a
importantes bases de datos, que antes estaban reservadas a la institución
escolar. Es evidente que en el mundo contemporáneo, la información y
la formación intelectual desbordan el escenario de la escuela desde la
más temprana edad.
Un
segundo desafío es la tendencia a la sustitución del concepto de
ciudadanía por el concepto de clientela, característico de la economía
neoliberal en la que nos hallamos inmersos.
La
sustitución del concepto de ciudadanía por el concepto de clientela
socava uno de los pilares básicos de las sociedades democráticas: la
igualdad básica de todos los seres humanos como portadores/as de
deberes y derechos, y que ha sido el fundamento ético y político de la
educación publica, obligatoria y gratuita. A cambio se ofrece un hipotético
paraíso de libertad de elección que realmente sólo está al alcance
del sector económicamente pudiente de la población humana, y que en
todo caso, instala desde la más tierna infancia la discriminación de
los seres humanos en función de sus posibilidades económicas y la
competitividad y enfrentamiento como fórmula habitual de convivencia
humana.
Un tercer desafío, la riqueza inestimable de
los medios y recursos de información con los que el niño y la niña se
ponen en contacto desde épocas bien tempranas de su desarrollo, así
como el abrumador poder de socialización que han adquirido los medios
de comunicación de masas. Esta riqueza y diversidad de ofertas y
planteamientos culturales que caracteriza a la sociedad postmoderna, a
la vez que puede liberar al individuo de las imposiciones locales
desemboca, al menos durante un periodo importante de tiempo, en la
incertidumbre y la inseguridad de la ciudadanía, que ha perdido sus
anclajes tradicionales sin alumbrar por el momento las nuevas pautas de
identidad individual y colectiva.
3.- La
Escuela y sus posibilidades de transformar la realidad
A
pesar de la retórica democrática, no todas las personas se presentan
al intercambio escolar en las mismas condiciones. Por el contrario, la
desigualdad en los procesos de socialización sigue siendo un problema
clave en las sociedades formalmente democráticas, regidas por la ley
del libre mercado.
Es
ingenuo pretender que la Escuela consiga la superación de tales
desigualdades económicas y culturales, pero sí puede y debe ofrecer la
posibilidad de compensar en parte los efectos de tan escandalosa
discriminación en el desarrollo individual de los grupos más
marginados.
En
el espacio de un currículum común y de una Escuela obligatoria y
gratuita debe afrontarse el reto didáctico de diversificar las
orientaciones, los métodos y los ritmos de modo que el alumnado que en
sus procesos de socialización ha desarrollado actitudes, expectativas,
conceptos, estrategias y códigos más pobres y alejados de la cultura
crítica, intelectual, pueda incorporarse a ese proceso de recrear,
vivir reproducir y transformar dicha cultura.
Si
la escuela pretende ejercer una función educativa y transformadora de
la realidad no será simplemente por el cumplimiento más perfecto y
complejo de los procesos de socialización, sino por su intención
sustantiva de ofrecer a las futuras generaciones la posibilidad de
cuestionar la validez antropológica de aquellos influjos sociales, de
reconocer y elaborar alternativas y de tomar decisiones relativamente
autónomas.
4.-
Los desafíos de la Escuela
El
desafío de la escuela se sitúa, pues, en la preocupación por
facilitar la reconstrucción consciente y sosegada de los esquemas de
pensamiento, afecto y comportamiento. Es decir, en recuperar e
intensificar la función específicamente educativa de la misma:
facilitar la oportunidad de que cada persona cuestione y se interrogue
conscientemente sobre la bondad de los esquemas de pensamiento, afecto y
conducta que ha adquirido de forma espontánea en los intercambios
cotidianos con el escenario vital en que se ha desarrollado su historia.
Dentro
del ámbito cognitivo, el desafío educativo se centra más en la
necesidad de favorecer y estimular la organización consciente y
racional de la información fragmentaria y sesgada, que en el incremento
de datos e informaciones sobre los diferentes escenarios de la realidad
natural y social que rodea
a la persona.
Para
finalizar, nos referiremos someramente el contradictorio papel que
distintas políticas educativas han asignado a la escuela. Frente a su
función de “enmascarar los mecanismos ideológicos en la reproducción
de las condiciones de mantenimiento del orden social, legitimando al
establecido” como sostendrían Bourdieu y Passeron, tendríamos otras
visiones optimistas (Giner o Cossío) que considerarían la educación
como fase previa y obligatoria de todo proceso político.
Ambas
posiciones atribuyen a la escuela una capacidad de maniobra que hoy
creemos ha disminuido. En la formación hay que sumar,
a la presión familiar, escolar y del entorno próximo, la
ejercida por los medios de masas, sobre todo la televisión. Por esto es
necesario que los postulados sobre los que se asienta una filosofía
educativa en la escuela sintonicen, o al menos no sean diametralmente
contrarrestados, por la filosofía educativa, difusa, no explícita, que
se vehicula en los mensajes televisivos.
Conclusiones
del Grupo de Trabajo
Una de las reflexiones que fueron objeto de
debate en el grupo, como consecuencia de los interrogantes planteados en
la ponencia, fue la vertida por uno de sus miembros, sobre el Modelo de
Escuela. Sugería que antes de hablar de los cambios sociales y la
Escuela tendríamos que preguntarnos ¿qué tipo de Escuela demanda la
Sociedad? ¿Qué entendemos por Escuela?. Tendría que haber un debate
sobre qué Escuela queremos.
Habría que reflexionar también sobre los
cambios de los tiempos y de los espacios escolares.
Se afirmó también que la escuela tiene
ahora una función social diferente que debemos analizar.
La Escuela debe de tener en cuenta la
sociedad de la que forma parte y responder a sus expectativas desde una
posición crítica.
La Escuela debe recuperar e intensificar su
función específicamente educativa que la convierta en el motor
transformador de la realidad.
La Escuela debe ofrecer la posibilidad de
compensar, en parte, los efectos de las desigualdades económicas y
culturales de la realidad de la que forma parte. Los títulos y las
certificaciones escolares no garantizan todo, pero su no posesión puede
significar la marginación total en esta sociedad.
Hay una queja generalizada sobre el
tratamiento informativo que dan los medios de comunicación a la
institución escolar. Sólo aparece en los medios cuando se trata de
difundir hechos relacionados con la violencia, con el delito, o con
situaciones similares, o bien cuando se trata de demandar
responsabilidades por comportamientos negativos de la propia sociedad.
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