CONGRESO
2001 "CONSTRUIR LA ESCUELA DESDE LA DIVERSIDAD Y PARA LA IGUALDAD"
Discurso
de apertura
Sin duda, a ninguno de
los presentes se nos escapa la importancia que tiene el hecho de que tan
nutrido y variado grupo de personas, profesorado, padres y madres de la
Escuela Pública, nos reunamos durante estos tres días para profundizar y
poner en común el resultado de un largo proceso en el que hemos venido
trabajando desde hace un año en el seno de nuestras diversas
organizaciones y desde los diferentes territorios del estado.
No somos ni personas ni
organizaciones anónimas, a diferencia de lo que está ocurriendo en otras
ocasiones y con otros foros, nosotros sí suscribiremos las conclusiones
que de este Congreso salgan y desde luego que las defenderemos
Como habrán Uds.
advertido al hacer las presentaciones, el Ministerio no está aquí. No ha
contestado a nuestra llamada, despreciando de esta manera, y una vez más
así lo sentimos, nuestra participación en el debate educativo. Éste no
puede sernos sustraído, pese a los intentos del ministerio. En este
sentido, queremos aprovechar, una vez más, para hacer patente nuestro
malestar y manifestar nuestra crítica por cómo se han llevado a cabo
reformas muy importantes en el sistema educativo y sobre los métodos, a
nuestro juicio, impresentables empleados por
Pilar del Castillo.
Con o sin apoyo del
ministerio nuestra intención es contribuir, de la forma genuinamente más
democrática a ese debate, contrastando nuestras ideas sobre un tema que
constituye la columna vertebral de nuestro sistema educativo.
Lamentamos esta ausencia y entendemos su mensaje, pero no nos
resignamos a que no se nos escuche.
Observamos con preocupación
como en los últimos años, y cada vez con mayor intensidad, va calando un
mensaje interesado, en el que se cuestiona la calidad de la educación en
España, por supuesto de paso, se aprovecha para acentuar los “problemas
de convivencia” de la Escuela Pública.
En los últimos meses no hemos oído otra cosa. Se está sembrando
su desprestigio. Sin embargo, es la escuela pública la que cumple su
función con los más débiles,
es en la escuela pública donde se llevan a cabo los proyectos educativos
más solidarios, en demasiadas ocasiones sin el apoyo suficiente por parte
de sus responsables.
Desde luego que nuestro
sistema educativo es claramente mejorable y en esta exigencia estamos
todos los ciudadanos que entendemos que la educación es una inversión de
futuro imprescindible para conseguir una sociedad más equilibrada.
Y siendo éste el objetivo,
tendremos que definir el modelo educativo más adecuado para conseguirlo.
Ahí radica la resistencia social y política que se puede observar para
que pueda desarrollarse cualquier modelo de esta manera concebido. Así,
ocultando el verdadero debate, y con la excusa de su deterioro se están
introduciendo contrarreformas que van a favorecer una educación selectiva
y segregadora y que nos aleja de una sociedad más justa.
No entendemos cómo un
sistema que establece nuevos planteamientos y principios como una educación
para todos; que amplía en dos años la enseñanza básica; comprensivo y
diversificado para dar respuesta a las diferentes capacidades e intereses
del alumnado; adaptable a la organización democrática de la sociedad;
que establece una enseñanza que favorece aprendizajes funcionales y con
un diseño curricular orientado al desarrollo integral de las personas, la
LOGSE, puede por sí mismo ser el causante de todos los desastres que le
adjudican desde algunos sectores.
Una ley educativa que fue
el resultado, no lo olvidemos, de un amplio debate social y político
sobre el sistema educativo que una sociedad democrática requería y que
nació con el respaldo de todos los grupos parlamentarios, excepto al que
actualmente le corresponde su gestión, detalle que tampoco conviene
olvidar.
El nuevo sistema ha
contribuido de manera decisiva a la universalización del derecho a la
educación, si bien, la falta de provisión de los mecanismos y de los
recursos necesarios para su aplicación ha impedido tratar adecuadamente
la diversidad del alumnado, circunstancia que ha sido aprovechada por los
defensores de una escuela selectiva y elitista para arremeter contra ella.
Deberíamos recordar que
con anterioridad a la extensión del derecho a la educación, la selección
y diversificación de la promoción social se hacía fuera del sistema
educativo, a partir de la clase o categoría social a la que se
perteneciera.
En estos momentos se nos
anuncia una ley que con eufemismo llaman “Ley de calidad” y que
pretende una clasificación temprana de los alumnos dándoles la formación
mediante tres itinerarios distintos, que les ofrecerán salidas
diferentes; alguna de ellas, según dijo la ministra en el Club S. XXI,
conduciéndoles “a ninguna parte”.
No queremos itinerarios
dentro de la educación básica a través del cual se seleccione a los
alumnos como pasaba en el anterior sistema y cuyos efectos negativos incidían
en los alumnos cuya procedencia social todos conocemos. Estamos
convencidos de que un sistema educativo sólo puede ser de calidad si lo
es para todos, si establece los instrumentos necesarios para compensar las
desigualdades y no discrimina.
Ya el mercado se encarga
de seleccionar a aquellos que considera más capaces y eficientes, pero el
sistema educativo no puede actuar con las mismas reglas, si no queremos
que cada vez tengamos mayores cotas de pobreza y menos de calidad humana.
Nos proponemos analizar
los mecanismos de la exclusión y de la desigualdad dentro de los centros
educativos con la intención de identificar los procedimientos más
adecuados para lograr una escuela plural y compensadora de desigualdades
que garantice que todos, y muy especialmente, aquellos que por su situación
peculiar sean susceptibles de ser marginados en la sociedad, al terminar
su educación básica se enfrenten a la sociedad como sujeto de poder.
Entendiendo que la igualdad, cuando nos referimos a personas, no es sinónimo
de uniformidad sino que hace referencia a la posibilidad de optar, de
decidir, y de disfrutar de iguales derechos y posibilidades.
Creemos en la necesidad
de potenciar la Escuela Pública como una escuela para todas y todos, que
partiendo de la individualidad de cada persona, considere las diferencias
como un valor positivo y respete su singularidad. Una Escuela que parta
del derecho a la diferencia y que preste atención especial a los grupos más
desfavorecidos ya sea por razones económicas y o sociales o bien por
minusvalía física, sensorial o mental.
Es necesario que el
Estado preserve la titularidad pública de los centros. Hasta ahora sólo
éstos son los que están asumiendo la escolarización de todos y sobre
los únicos que ha demostrado capacidad para ejercer
el control social sometiéndoles a las reglas de juego de una
sociedad democrática.
Concluyo ya, señalando
que partimos en nuestro análisis desde la consideración que las
desigualdades educativas no pueden aislarse de la realidad social. A
medida que determinadas políticas inciden en mayores desigualdades
sociales, mayores desigualdades nos encontramos también en nuestras
escuelas.
Que la diversidad es
consustancial a la historia de la humanidad, es lo habitual y es positiva.
Todos tenemos características especiales, somos diversos, y eso es
precisamente lo que enriquece nuestra propia existencia. Por eso todos los
niños y niñas requieren una atención especial porque todos y cada uno
de ellos son seres especiales.
Finalmente, desde aquí
nuestro recuerdo y más profunda solidaridad con los cientos de
inmigrantes que en estos momentos están sufriendo una huelga de hambre
por culpa de una ley que les condena al ostracismo en una tierra en la que
quieren trabajar y vivir.
En
nombre de todas las organizaciones convocantes,
Eulalia
Vaquero Gómez
Presidenta
de CEAPA
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