7.-Entre la paz
de Brest-Litovsk y el fiasco de la revolución europea
En cuanto a los acuerdos
de Brest-Litovsk, empezaron a dar frutos en la primavera de 1918, cuando Francia
consiguío detener la ofensiva alemana -que así se vio por primera
vez obligada a consolidar la paz armada con el Estado soviético en el
frente oriental- y a mediados de mayo se retomaron en Berlín las negociaciones
entre los dos países para reanudar sus relaciones comerciales. De inmediato,
la Rusia soviética consiguió el suministro de material eléctrico
y carbón, mientras las negociaciones continuaban en Kiev para conseguir
la paz entre el gobierno soviético y Ucrania ocupada por los alemanes.
En ese momento, los socialistas
revolucionarios de izquierda (eseristas) -que coincidían con los comunistas
de izquierdas en rechazar por principio toda negociación o trato con
el enemigo, se dedicaron al asesinato de varios diplomáticos alemanes
-entre ellos al embajador- para malograr el incipiente acuerdo germano-soviético,
al tiempo que promovieron el recrudecimiento de la guerra civil contra el gobierno
en diversas regiones del territorio. Estos hechos ocurrieron en medio de la
amenaza de inminente intervención aliada en territorio soviético,
tras el abortado acuerdo de febrero y marzo.
Así fue como, al
desembarco inglés en Murmansk de finales de junio, siguió un desembarco
anglo-francés en Arkangel a primeros de agosto. Durante este último
mes, tropas americanas se unieron a las francesas e inglesas del norte de Rusia
y a las japonesas de Vladivostok, mientras en el Sur, las fuerzas blancas se
unieron bajo el mando de Deninkin, en un principio alentadas por los aliados,
pero prontamente ayudadas por ellos. Las acciones contrarrevolucionarias de
julio y agosto en el centro de Rusia, estuvieron organizadas y financiadas desde
el extranjero. Este fue el momento en que la política exterior soviética
estuvo más alejada de su preocupación por promover la revolución
europea.
El 27 de agosto, los bolcheviques
firmaron secretamente en Berlín tres acuerdos suplementarios al tratado
de Brest-Litovsk, uno político, por el cual los alemanes evacuaban sus
tropas de la Rusia Blanca, y no prestaban ayuda a las tropas blancas o de cualquier
otro país que agrediese militarmente al gobierno soviético, a
cambio de que Rusia renunciaba formalmente a todos los derechos de soberanía
sobre Estonia y Lituania, reconocía la "independencia" de Georgia y estaba
dispuesta a expulsar a las fuerzas aliadas del norte de Rusia (en realidad protectorado
alemán), además de comprometerse a pagar una indemnización
de 10 billones de marcos a los alemanes.
Este ampliación,
que los alemanes cumplieron por estricta necesidad de sus desfallecientes fuerzas
militares y comprometida posición geoestratégica, permitió
al poder soviético dedicar sus escasos recursos bélicos a combatir
esta agresión aliada que, en el curso de su desarrollo, confirmó
en la conciencia de los dirigentes soviéticos la doctrina adoptada en
1915, en el sentido de que el destino de la revolución rusa dependía
de lo que ocurriera en los países imperialistas participantes en la guerra:
<<Este desarrollo catastrófico de
los acontecimientos, dejó profunda huella en el pensamiento soviético.
La acción de los aliados confirmó e intensificó el aspecto
ideológico de la política exterior soviética e hizo que
la revolución internacional apareciera de nuevo como su primordial objetivo,
si bien sirviendo únicamente a los intereses de la defensa nacional.
(...) Ahora parecía de una claridad irrefutable que la coexistencia era
imposible, al menos con los países de la Entente, y que la propaganda
revolucionaria dirigida a los trabajadores de dichos países era el arma
más eficaz. En realidad era la única arma efectiva con la que
contaba un país cuyos recursos militares eran aun insignificantes >>
(Ibíd)
Consecuentemente, el eje
de la guerra se desplazó de las relaciones cuasi diplomáticas
a las relaciones puramente militares, al enfrentamiento armado. A fines de julio
de 1918, los representantes políticos de la Entente, abandonaron Rusia
o se desplazaron a los territorios ocupados. Después del asesinato del
embajador Mirbach y de los alzamientos contra el gobierno por parte de mencheviques,
socialistas revolucionarios y guardias blancos, la lucha del poder soviético
por preservar el "Estado obrero y campesino" tomó la forma del "terror
revolucionario" y los enemigos internos así como los funcionarios y diplomáticos
de los países de la Entente fueron declarados enemigos pasibles de ser
ejecutados por el aparato de Seguridad (la Checa) autorizada a operar y decidir
sumariamente al margen del poder judicial. Al quedar cerrados todos los canales
de la diplomacia secreta, la agresión imperialista dejó expedito
el camino a los bolcheviques para el contacto directo con los obreros y campesinos
europeos a nombre del Estado revolucionario soviético, utilizando la
"diplomacia publica", esto es, la propaganda y agitación revolucionarias:
"Escribimos menos notas a los gobiernos y más invocaciones a las clases
trabajadoras", diría más tarde Chicherín, el comisario
soviético para asuntos exteriores (Cfr. E.H. Carr: Op. Cit. Cap. 22).
Así, el 1 de agosto de 1918, el Sovnarkom emitió una proclama
dirigida a "las masas trabajadoras de Francia, Inglaterra, América, Italia
y Japón", que terminaba diciendo:
<<Forzados a luchar contra el capital aliado, que quiere añadir
nuevas cadenas a las que nos ha impesto el imperialismo alemán, nos volvemos
hacia vosotros gritando:
¡Viva la solidaridad de los trabajadores del mundo entero!
¿Viva la solidaridad del proletariado francés, inglés, americano
e italiano con el ruso!
Desde esa fecha, panfletos,
folletos y periódicos redactados por el departamento de propaganda del
Narkomindel fueron lanzados en profusión desde aviones sobre las líneas
enemigas. A fines del otoño de 1918, cuando en octubre la linea de trincheras
dispuesta por el general Hindenburg al norte de Francia, fueron desbordadas
por las tropas aliadas, este general alemán y su colega, Ludendorff,
comunicaron al Kaiser Guillermo la imposibilidad de continuar la guerra. Como
había ocurrido en Rusia un año antes, los acontecimientos revolucionarios
se precipitaron con mucha rapidez y facilidad. El 1º de noviembre Alemania pidió
el armisticio. El 3 estalló un motín de la marina de guerra alemana
en Kiel y se formó un Soviet. Poco después, la revolución
se extendió a toda Alemania, cayó el emperador y huyó del
país. El poder pasó a los obreros que lo conquistaron desde los
Consejos, pero ante la ausencia de una dirección revolucionaria, sin
saber qué hacer con él, lo pusieron casi inmediatamente en manos
de la Constituyente dominada por los burócratas del SPD, quienes proclamaron
la república burguesa democrática. El día que asumió
la presidencia del país, Friedrich Ebert declaró finalizada la
revolución en su fase de violencia y manifestaciones. "A partir de este
momento -dijo- hay que desarrollar el capital pacíficamente, porque sólo
un capital llevado hasta los límites de su desarrollo podrá ser
socializado. Habían triunfado los sucesores del menchevismo. Y en enero
de 1919, a instancias de los Cuerpos Francos, los socialdemócratas de
la II Internacional procedieron al aniquilamiento de la minoría revolucionaria
con Rosa Luxemburgo y Lienekcht a la cabeza, quienes vivieron y murieron militando
dentro de la socialdemocracia por oportunismo revolucionario espontaneista.
Todas las ilusiones de
Lenin y los bolcheviques, incluida la llamada "oposición de izquierda"
en cuanto a la posibilidad de una revolución europea, demostraron no
ser más que eso, una ilusión sin base de sustentación en
las condiciones subjetivas del movimiento político del proletariado en
ese continente, ganado por el reformismo tras décadas de ascenso en su
nivel de vida y de practica "democrática", especialmente en Alemania,
pero también en Austria, Inglaterra, Francia e Italia. Esta realidad
política preexistente a la revolución rusa es lo que predeterminó
la derrota de la revolución europea, no la paz de Brest-Litovsk, como
usted se ha empeñado erróneamente en demostrar. Fue endógena,
no exterior a las condiciones de la lucha de clases en esos países. Al
contrario, esa paz, hubiera sido la condición del triunfo si, como pensó
Lenin, el proletariado, alemán, a falta de un verdadero partido revolucionario
en ese país, se hubiera sentido representado y dirigido por los bocheviques.
En este sentido, sobre
la idea ampliamente compartida en el PC(b)R, de que el destino de la revolución
rusa estaba ligado al destino de la revolución europea, Lenin sabía
que sin una dirección efectivamente revolucionaria no había revolución
proletaria posible. Pero también sabía perfectamente que el resto
de los países europeos carecían de ese requisito:
<<La mayor desventura y el peligro para
Europa, es que no tiene un partido revolucionario. Tiene partidos
de traidores del tipo de los Scheidemann, Renaduel, Henderson, Webb y Cía.,
y almas de lacayunos como Kautsky. Pero no tiene un partido revolucionario>>
(V.I. Lenin: "La revolución proletaria y el renegado Kautsky".
19/10/1918)
Su error y el de los bolcheviques,
consistió precisamente en pensar que el ejemplo de la revolución
rusa ejercería tal influjo en los asalariados europeos, que elegirían
al POSDR(b) como su dirección efectiva, y que así, las masas en
movimiento serían capaces de trascender a sus direcciones traidoras autóctonas
y harían la revolución en sus respectivos países, apuntalando
así el proceso de la revolución mundial, que era de lo que se
trataba. De ahí que esta estrategia debiera pasar necesariamente por
la táctica de preservar a toda costa el partido bolchevique, cuya condición
de existencia fue el poder soviético y las transformaciones revolucionarias
en Rusia. Por lo tanto el supuesto "nacionalismo burgués" de Lenin se
explica por su firme convicción estratégica socialista profundamente
internacionalista, no por su táctica negociadora "burguesa" con el imperialismo.
De modo que la contradicción aparente de la política exterior
soviética -que usted ve como "fundamental" 5
- ha tenido
su verdadero fundamento en el desarrollo desigual de la revolución europea.
Por lo visto, a usted el árbol no le ha dejado ver el bosque.
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org
<<Sin embargo, alguno como E.H. Carr pone en evidencia
la contradicción fundamental que existe en la política exterior
del poder soviético a partir de Brest-Litovsk: él percibe la
defensa del Estado Ruso como un obstáculo al apoyo de la revolución
internacional (es lo que el llama "la doble política" en tomo III de
su "Revolución bolchevique". Nuestra posición, afirmada muchas
veces con claridad desde el principio, es que Brest-Litovsk ha significado
que la defensa del Estado ruso no era simplemente un obstáculo sino
un callejón sin salida: con la firma del tratado de paz, iba
el entierro de toda posibilidad de extensión de la revolución
y la continuación de la política exterior de los bolcheviques
no fue doble sino enteramente orientada por la defensa de los intereses
del Estado nacional. A la vez su reconstrucción y su expansión>>.
(Guy Sabatier: Op. Cit. Cap. III: El carácter decisivo del Tratado
de Brest-Litovsk) volver