Génesis y concepto de Soviet
¿Qué
son para la doctrina política clásica del marxismo los movimientos independientes
de la clase asalariada? A 13 años vista de implantado el régimen soviético que
dio nacimiento a la URSS, en "La
revolución española y la táctica de los comunistas" Trotsky hizo un
valioso aporte a la contestación de esta pregunta precisando el concepto de
Soviet. Dice allí que, desde la toma del Palacio de Invierno en Rusia hasta
la implantación de la República en España, la palabra Soviet adquirió en la
URSS un sentido "considerablemente distinto" del que tuvo en 1905
o a principios de 1917, cuando los soviets surgieron no como órganos de poder
político, sino "únicamente como organizaciones combativas de la clase obrera":
<<En
realidad, los soviets se constituyen cuando el movimiento revolucionario de
las masas obreras, aunque se halle lejos todavía de la insurrección, engendra
la necesidad de una organización amplia y prestigiosa, capaz de dirigir los
combates políticos y económicos que abarcan simultáneamente establecimientos
y profesiones diversas. Sólo a condición de que los soviets penetren en el seno
de la clase obrera durante el período preparatorio de la revolución, resultarán
capaces de desempeñar un papel directivo en el momento de la lucha inmediata
por el poder>> L.D.
Trotsky: Op. Cit. Cap. 6)
Esta
función preparatoria de la revolución -que no del partido revolucionario- es
la que constituyen las asambleas populares hoy día en Argentina, un símil de
Soviet en la lejana fase prerrevolucionaria que Trotsky atribuyó a las políticamente
heterogéneas "Juntas Obreras"
en la España republicana de 1930:
<<La
palabra Junta, íntimamente ligada con toda la historia de la revolución española,
expresa de un modo insuperable esta idea (de Soviet). La creación de Juntas obreras está a la orden del día en España. En
la situación actual del proletariado, la organización de Juntas presupone la
participación en las mismas de los caudillos de la lucha huelguística, comunistas,
anarcosindicalistas, socialdemócratas y sin partido. ¿Hasta qué punto se puede
contar con la participación de los anarcosindicalistas y socialdemócratas en
los soviets? Es imposible predecirlo desde lejos. El empuje del movimiento obligaría
indudablemente a muchos sindicalistas y acaso aún a una parte de los socialistas
a ir más allá de lo que quisieran si los comunistas saben plantear con la debida
energía el problema de las Juntas obreras. Con la presión de las masas, las
cuestiones prácticas de la organización de los soviets, de las normas de representación,
del momento y los procedimientos de elección, etc., etc., pueden y deben ser
objeto de acuerdo no sólo de todas las fracciones comunistas entre sí, sino
también con los sindicalistas y socialistas dispuestos a ir a la creación de
dichos organismos. Los comunistas, ni que decir tiene, en todas las etapas de
la lucha actuarán con sus banderas desplegadas.>> (Ibíd. Lo entre
paréntesis es nuestro)
En este sentido, las Asambleas Populares
no tienen por cometido "construir el partido revolucionario", sino
convertirse en órganos del poder político del proletariado para la toma del
poder. No forman parte alguna en la dirección
del proceso revolucionario sino que es su materia
social devenida consciente en virtud de esa dirección, que se proyecta
sobre el movimiento para hacer consciente lo inconsciente, pero cuya autoconsciencia
activa no emana ni tiene su sede en el movimiento espontáneo. Con esto queremos
decir que el poder revolucionario no lo toma ni ejerce el partido sino la clase
obrera políticamente organizada, aunque durante mucho tiempo antes y después
de la toma el poder, su consciencia no pueda serle inmanente sino dada desde
fuera. Tal es el centro de la discrepancia entre el BIPR y el GPM.
De acuerdo
con este razonamiento -que el BIPR llama "partido providencia"-, la
vanguardia revolucionaria tiene otras instancias de creación. Su magnitud social
y proyección política al interior
del movimiento espontáneo está determinada por
la evolución necesariamente discontinua de la lucha de clases, por su
intensidad y extensión. Pero el principio activo de su existencia no depende
de ese teatro de la realidad social sino del desarrollo de la moderna ciencia
social: el materialismo histórico. El partido revolucionario es el resultado
necesario de la lucha ideológica permanente de los intelectuales marxistas independientemente
de lo que se ve que pasa en la sociedad real, en su movimiento aparente, del
mismo modo que los avatares de la astronomía fueron independientes del movimiento
aparente de los cuerpos celestes desde los tiempos de Copérnico.
En tiempos
de Marx, Engels y Lenin, como no podía ser de otra manera, la intelectualidad
revolucionaria portadora del materialismo histórico era de origen burgués. Hoy
día, el elevado nivel intelectual medio del proletariado ya no justifica esta
premisa, al tiempo que pone a la orden del día la necesidad de acortar distancias
entre dirección y base partidaria en cuanto a previsión teórica y capacidad
de iniciativa política. A partir de este salto cualitativo, el partido revolucionario
tiende a ser obrero no sólo por su extracción de clase mayoritaria en todas
sus instancias de funcionamiento de la sociedad actual, sino porque el desarrollo
de las fuerzas productivas capacita a los miembros de esa condición social para
que sustituyan en el partido a los intelectuales de origen burgués y pequeñoburgués,
pasando progresivamente a actuar como "intelectuales orgánicos" al
más alto nivel científico. Tal es la condición de existencia del GPM
por partida doble: porque el pequeño número de sus integrantes no somos
burgueses sino de genuina extracción proletaria, y porque desde que nos dimos
a conocer hemos venido insistiendo en este cambio cualitativo del movimiento
asalariado, tratando en lo posible de cumplir con el requisito de la teoría:
<<Según lo sugiere la exposición del GPM, el partido es una
asociación de burgueses esclarecidos poseedores de una ciencia hermética inasequible
para la gran masa y que fungen de celosos guardianes de la ortodoxia marxista.
Bordeando lo mesiánico, le atribuye la misión de insuflarle la verdadera
consciencia de clase a los toscos e ignaros obreros. De la exégesis sectaria
del leninismo se desprende la transfiguración de la doctrina en un patrimonio
de los intelectuales burgueses y la construcción del partido en una misión moral
encargada a una categoría superior del espíritu (la élite, el “estado mayor”
revolucionario).>> BIPR: "Metodología de la ...."
He aquí
otra concesión, no sólo al espontaneismo revolucionario, sino a los enemigos
de clase más directos introducidos en el movimiento, una concesión a la intelectualidad
pequeñoburguesa que utiliza estos prejuicios basados en infundios contrarrevolucionarios,
para inducir al desprecio por la teoría entre los militantes partidarios y a
la eternización de la división del trabajo en el movimiento; prejuicios practicistas
preñados de irracionalidad que impiden a la vanguardia amplia, a los actuales
militantes prácticos del movimiento, predisponerse al necesario conocimiento
científico de la realidad capitalista como condición ineludible de ese agregado
social de intelectuales orgánicos del proletariado que es el partido revolucionario.
Los obreros son "toscos" e "ígnaros" hasta que dejan de
serlo estimulados y ayudados en esa imprescindible tarea por la organización
de los proletarios revolucionarios en su función de científicos sociales, capaces
de explicar a sus hermanos de clase las causas del embrutecimiento ideológico
y político al que están sometidos por la relación con sus patronos y por los
aparatos ideológicos del Estado burgués. La división jerárquica del trabajo
no empezará desaparecer de la sociedad, hasta que la crítica de las armas a
la propiedad privada sobre los medios de producción no se haga efectiva. Pero
puede desaparecer de la organización de los revolucionarios antes de convertirse
en partido, en la medida en que la moderna ciencia social y la memoria histórica
del proletariado se socialice entre sus miembros. Nos consta que esta es una
tarea difícilísima, tanto más cuanto mayor es el predominio entre la vanguardia
de quienes, como el BIPR, devalúan la importancia de la teoría sosteniendo que
la conciencia de clase en un producto de la lucha de clases elemental.
Desde
luego que tratamos de ser "celosos guardianes de la ortodoxia marxista".
Aspiramos a ello. Para nosotros, esa ortodoxia, el materialismo histórico, es
la única actividad del intelecto que merece el calificativo de ciencia social.
Y la consecuente actitud de asumirlo permanentemente como herramienta o arma política de la revolución
y, por tanto, de ser "celosos guardianes" de ella, es lo que garantiza
el legado y actualización de sus premisas y de su metodología del conocimiento
de la realidad social, así como de la memoria histórica del movimiento. Al parecer,
la heterodoxia del BIPR pasa por entender que:
<<...la conciencia es una función de la lucha: no está constituida
unilateralmente por el presente, sino también por lo que el proletariado ha hecho hasta el día de hoy para comprenderse
a sí mismo y para superar prácticamente las condiciones de su opresión.
(...)
La consciencia es histórica en el sentido de que recoge y sintetiza
la experiencia anterior y es, por lo tanto, fruto de una continuidad;
sin embargo, no repite dicha experiencia en el mismo sentido del pasado, sino
que surge a tenor del momento histórico que vive la clase. El tiempo en el que
se desarrolla la conciencia no es lineal ni cíclico, sino un presente tejido
de pasado, con posibilidad de estancamiento o de retroceso...>>
Si la
conciencia del proletariado argentino es función de su lucha, y si como es cierto
que esa lucha está constituida no sólo de presente sino también de pasado, ¿a
quien le corresponde entretejer el presente con el pasado de esas luchas?, a
los piqueteros -casi todos ellos anticomunistas- ganados desde la década de
los cuarenta del siglo pasado por el nacionalismo burgués, y que en los noventa
votaron masivamente a Menem y hasta 1998 se sintieron muy a gusto con el ultraliberalismo
burgués dentro de la economía imperialista del dólar, los mismos que hoy aceptan
la consigna de la "asamblea constituyente" burguesa, de la cual no
puede surgir más que otro gobierno burgués? ¿O es que para el BIPR la memoria
histórica es pura cronología, un registro de lo que pasa sin más? Si como es
cierto que el marxismo ha acuñado este concepto de "memoria histórica"
como aprendizaje, es evidente que sus depositarios no pueden ser las amplias
masas, cuya condición de "ser en sí" del capital determina que su
memoria histórica no pueda ser otra que la inculcada por la burguesía, por sus
aparatos ideológicos de Estado. Hemos puesto el ejemplo del proletariado argentino
como podríamos poner el de cualquier país, para comprobar cómo en todos los
casos la historia se repite. Sólo la meticulosidad detallista de lo inesencial
puede llevar a decir que la historia del capitalismo "no repite las experiencias
en el mismo sentido del pasado".
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