¿Ruptura
revolucionaria o continuidad burguesa del proceso?
Enlacemos ahora esta explicación
con el segundo requisito de la crisis revolucionaria planteado por Lenin. Es
necesario que la negación del capital por el proletariado al interior del capital,
esto es, la grieta por la que se abrió paso el descontento social en Argentina,
se agrande, y las luchas crezcan en una extensión e intensidad social de tal
magnitud, que hagan realmente posible quebrantar la forma habitual de domino
de la burguesía. Este momento del cambio cualitativo en la forma de dominio
del capital sobre el trabajo, es la condición necesaria para la revolución, para el enfrentamiento
decisivo entre las dos clase universales y antagónicas, condición que, en sí
y por sí, define la crisis revolucionaria.
¿Estamos ante semejante situación
en Argentina? No lo estuvimos el año pasado ni lo estamos ahora. ¿Por qué? Pues,
porque la grieta por la que debe pasar el torrente de la lucha contestataria
no es suficientemente grande. La prueba está en que a la burguesía todavía le
basta con el dique de contención de la "democracia", de modo tal que
puede "mantener inmutable su dominación", esto es, que no está
en su horizonte próximo el plantearse apelar abiertamente a su recurso de última
instancia: las FF.AA. y el Estado de excepción. Por tanto, las condiciones materiales de la crisis
revolucionaria o posibilidad abstracta
de la revolución, no están dadas, ni en Argentina ni en la mayor parte de América
Latina y el Mundo. Estas condiciones sólo existen en la imaginación de grupos
irresponsables autoproclamados "marxistas", que juegan a la revolución
en todo momento -como entre 1969 y 1975 en este mismo país- alentando enfrentamientos
decisivos en condiciones totalmente desfavorables para el inexistente polo revolucionario
que es necesario todavía crear:
<<Las
premisas de que partimos (y
deben partir los marxistas), no son dogmas,
sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la imaginación.
Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida,
tanto aquellas con que se han encontrado ya hechas (en nuestro caso la crisis),
como las engendradas por su propia acción (los saltos cualitativos en la
lucha de clases). Estas premisas pueden
comprobarse, consiguientemente, por la vía puramente empírica.>> (K.Marx-F.Engels:
"La Ideología alemana" Cap.
I punto 2. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)
Cuando estas premisas reales
se truecan en otras producto de la imaginación o el interés creado, la idea
deja de ser la fiel representación del ser en el pensamiento, y la ciencia da
el salto por encima de la realidad hacia el reino de la ideología. Esto es lo
que, a nuestro juicio, ha pasado con el BIPR respecto del estado actual de la
lucha de clases en Argentina. A este
asunto se refería Lenin en octubre de 1917 apelando a la memoria histórica de
la revolución de 1848 a instancias de Marx en "Revolución y contrarrevolución en Alemania". Allí dice
que la primera regla de toda revolución, es que jamás se debe pensar en su "actualidad"
si no se está en condiciones de afrontar con relativas pero ciertas posibilidades
de éxito, las consecuencias de alentar siquiera cualquier iniciativa en tal
sentido, tal como el BIPR induce a pensar.
Y estar en condiciones de
afrontar semejante responsabilidad histórica, significa que los destacamentos
conscientes y avanzados del proletariado deben ya haber alcanzado su autoorganización
y estar en pleno trabajo de fundir la teoría revolucionaria con el movimiento
espontáneo, esto es, de asirse firmemente al eslaboncito de la lucha de clases
que le permita tener en sus manos la cadena entera de la vida política.[29] De lo contrario,
la posibilidad de dirigir el proceso seguirá siendo abstracta. Esto es lo que
está pasando en Argentina y en el resto de América Latina ahora mismo: que muchos
revolucionarios siguen agarrados a una cadena imaginaria.
Para poder tener en la mano
buena parte de la cadena revolucionaria y hacerse cargo responsablemente de
semejante situación, es necesario no sólo la presencia de un partido internacional
con implantación orgánica en los principales países del continente, sino "con
la mayoría en los destacamentos de vanguardia de las clases revolucionarias"
-esto es, del proletariado y semiproletariado- tal como lo señala Lenin en octubre
de 1917. Y el caso es que, hoy día, la inmensa mayoría de la vanguardia amplia
de los asalariados está ganada por el nacionalismo burgués de izquierda y el
movimiento antiglobalización. Y estas opciones políticas no suponen que las
luchas presididas por ellas puedan conducir a crisis de Estado que hagan peligrar
la estabilidad del sistema por su izquierda. Sin partido revolucionario no puede
haber movimiento efectivamente revolucionario y sin movimiento revolucionario
no puede haber insurrección triunfante posible.[30]
Sin embargo, condiciones
de la lucha de clases como las que se presentan actualmente en algunos países
de América Latina, son propicias para la tarea de construir la organización
revolucionaria a escala internacional. Ni más ni menos que esto, tal como lo
señaláramos al compañero Sobrino en febrero de 2002:
<<Esto,
desde luego, no autoriza a pensar que "aquí no ha pasado nada". Ha
pasado y mucho, en cuanto a que descalabros como éste favorecen el trabajo de
concientización y organización de una parte -aunque ínfima- importante del proletariado,
que así se torna permeable al discurso revolucionario, a la racionalidad científica
que le facilite comprender las leyes del capitalismo y la necesidad de trascender
política y socialmente toda esta basura histórica.>> (GPM: "La pequeñoburguesía y el trabajo de los revolucionarios en Argentina":
http://www.nodo50.org/gpm/1argsobrinotodo.html
En tal sentido, no hay duda
que el salto cualitativo de los piqueteros indica que este movimiento tiende objetivamente a ensanchar la grieta
abierta en el sistema por la penuria y el paro; y en tanto la crisis persista,
no se descarta que pueda llegar a amenazar con vencer la resistencia del muro
de contención y canalización "democrática" de las contradicciones,
que es la forma política más idónea de los burgueses para administrar el común
negocio de explotar trabajo ajeno.
Ahora bien, ensanchar la
grieta significa que a las luchas de los piqueteros se sumen los asalariados
con empleo a través de las comisiones internas. Y esto depende fundamentalmente
del curso de la crisis: de su profundidad económica, de su extensión social
y de su persistencia en el tiempo. Sobre este objetivo de desbaratar el relativo
control de la burocracia sindical sobre la parte empleada del movimiento asalariado,
las organizaciones políticas de la extrema izquierda burguesa que comparten
el liderazgo de los piqueteros, han venido tratando de forzar el ritmo de la
lucha desde el primer momento, pero los logros para superar esta división del
movimiento asalariado entre empleados y desempleados, han sido muy escasos.
Ninguno de estos sectores está en disposición de romper el muro de
contención de la burocracia para hacer la revolución.
En realidad, el hecho de
que el movimiento se haya reforzado y extendido con la masificación del paro,
no quiere decir que haya habido un salto cualitativo en sus propósitos y en
su conciencia. No es cierto que se estén planteando hacerse cargo de un "gobierno
de los trabajadores". Si se aferran a un cambio político como a un clavo
ardiendo, no es para trascender el actual sistema de vida. Semejante proposición
ni se la plantean ni estarían dispuestos a aceptarla, como no lo estuvieron
nunca desde los tiempos del peronismo a esta parte; menos aun hoy, teniendo
tan fresco en la memoria el desastre del llamado "socialismo real",
y en un contexto social donde todavía predominan fuertemente las ideas y el
discurso reformista. Luchan sí por un empleo, esta es la verdad. Y para cambiar
esta premisa actual de la lucha de los piqueteros, es necesario que las ideas
y el discurso genuinamente comunista empiecen a acompañar la experiencia de
lucha, en primer lugar de los empleados, de los asalariados activos. En tal
sentido, nos ratificamos en lo dicho al compañero Sobrino sobre las posibilidades
del movimiento piquetero:
<<En el
movimiento prevalece la actitud de exigencia por fuentes de trabajo y denuncia
de la corrupción, pero su conciencia política dista bastante de insinuarse como
alternativa de gobierno, tal como usted y una mayoría de militantes populares
plantean. Nunca en la historia del movimiento obrero internacional han podido
los parados dar de sí en todo más que los empleados. Porque es de ley en la
sociedad burguesa, que el cambio en la correlación de fuerzas sociales desfavorable
a los explotados, se haga efectiva siempre en el aparato productivo de la burguesía,
no fuera de él. Es la masa de trabajadores activos en lucha la que gravita políticamente
sobre los parados residuales y no al revés.[31]
>> (GPM: "Los
parados y el ser para sí del proletariado". La cita corresponde al
presente documento)
Por su parte, a medida que
el movimiento piquetero se ha ido fortaleciendo, la violencia disuasoria del
Estado "democrático" ha ido también en aumento, haciéndose cada vez
más dura desde mediados de 2002. Pero la desesperación de la gente se ha sobrepuesto
al terror represivo, hasta el punto de forzar a un adelantamiento de las elecciones
para fines de abril próximo como último recurso de control social "democrático"
-irrestricto- de las contradicciones sociales, antes de apelar a formas excepcionales
de gobierno sin romper con el "Estado democrático de derecho". En
tal sentido, según algunos trascendidos parece ser que el gobierno está preparando
la justificación ideológica y la correspondiente parafernalia jurídica, a fin
de hacer aprobar en el Congreso la participación de las fuerzas de seguridad
en el caso de que el ejercicio de la "voluntad popular" en las próximas
elecciones previstas, no fuera suficiente para detener la dinámica de un probable
desborde del orden público a caballo de la crisis. (Cfr.: Verbistsky-Bonasso).
Pero de no suceder algún
movimiento espontáneo externo de magnitud que altere la situación actual en
Argentina, día que pasa se refuerza la tendencia a que las elecciones se realicen.
Ése será el mejor barómetro para comprobar el estado de cosas ideológico y político
en ese país, el veredicto de la historia acerca de la verdadera predisposición
de las masas y del verdadero alcance e influencia del movimiento piquetero.
Aunque ya se sabe que las elecciones burguesas no solo miden, sino que al mismo
tiempo modifican lo que miden.
Ahora vamos con la pregunta:
¿a favor de qué polo de la confrontación de clases ha cambiado la correlación
política de fuerzas sociales en Argentina? Si el Estado burgués a través del
gobierno Duhalde se plantea recuperar el control político de esa parte muy minoritaria
pero políticamente significativa de la población en paro, es porque no lo tiene,
porque ha dejado de instrumentar su "energía negativa" desde que asumió
como presidente. Por tanto, desde el punto de vista revolucionario, pareciera
que la correlación de fuerzas se ha modificado en favor de los intereses políticos
del proletariado en su conjunto. Como si esa parte subalterna, excluida y hambreada
del ejército de parados, hubiera dado un paso en el sentido de su propia emancipación
social y la del conjunto de los explotados. ¿Es así?
En sentido material y, al
mismo tiempo abstracto de la revolución, esto es, desde el punto de vista del
necesario aunque insuficiente momento de la conciencia de clase, de la distinción del proletariado respecto
de la burguesía, en parte es cierto que lo ha dado. Pero, en términos objetivamente
políticos, ¿hacia dónde se orienta? ¿basta con esta actitud, con esta certeza
sensible de la lucha contestataria?; en el caso concreto que motiva esta polémica,
¿lleva en sí misma esta lucha
de los piqueteros la dirección y el sentido de su emancipación social como da
a entender el BIPR? El hecho de que quienes aparecen a la cabeza y más a la
izquierda del movimiento no pasen de proponer y difundir la ya remanida y manoseada
consigna contrarevolucionaria democrático-burguesa de la "asamblea popular
constituyente" -como conciencia positiva o síntesis dialéctica del "que
se vayan todos"- significa que, en el mejor de los casos, la correlación
de fuerzas ha variado momentánea y perentoriamente a favor de las opciones burguesas
de izquierda.
Ahora bien, en tanto que
esta consigna se ubica en el margen izquierdo del sistema "democrático",
al interior del capital, no supone ningún punto de ruptura con la propiedad
privada de los medios de producción, pero en la actual etapa del capitalismo
tardío esta opción tampoco es la que el proceso de acumulación necesita, por
lo que no es ésta la base más pesada hacia la cual el falso dado político de
la democracia burguesa tienda a detenerse y estabilizarse, sino al contrario.
Esto induce a que la respuesta a esta pregunta sea terminante: si la crisis
económica no se supera y el movimiento piquetero intensifica su dinámica de
confrontación en defensa de sus puestos de trabajo perdidos, la sociedad argentina
derivará, una vez más, hacia otro equilibrio político inestable por mediación
del aparato represivo del sistema, seguramente menos cruento que el de 1976,
tal vez como el del "plan conintes" durante el gobierno de Frondizi,
tal vez más si a los piqueteros se suma el movimiento de los empleados
Por lo tanto, si la actual
situación supone un cambio en la correlación política de fuerzas sociales, ésta
no puede sino ser una salida en falso que sólo se puede cerrar verdaderamente,
una vez más, a favor de los intereses que pugnan por el cumplimiento irrestricto
de la ley general de la acumulación, al costo de una nueva derrota del proletariado,
otra experiencia de las más jóvenes generaciones de trabajadores, que sólo podrán
capitalizar políticamente por mediación del futuro partido revolucionario. Bajo
semejantes condiciones y perspectiva, concebir o, mejor dicho, imaginar, que
el proletariado argentino ya está "determinado" por "la idea de su autoorganización"
y con "capacidad de manifestar el
sentido de la ruptura de clase y de la identificación de su enemigo de clase",
es una concesión al actual espíritu anticomunista de las masas argentinas y,
por tanto, al seguidismo oportunista rampante de este estado de conciencia por
parte de las organizaciones burguesas de izquierda que han venido liderando
el movimiento piquetero desde el principio.
Porque si es cierto que el
movimiento piquetero está autodeterminado por la idea de ruptura ideológica
y política con el sistema burgués -que esto y no otra cosa significa la expresión
"identificar a su enemigo de clase"- no puede aceptar -como de hecho
acepta en tanto que quien calla otorga- la consigna reaccionaria predominante
de "asamblea nacional constituyente". Esto demuestra que, hoy día,
el proletariado argentino carece de capacidad para romper ideológica y políticamente
con el capitalismo, y que el BIPR ha confundido la ya tradicional combatividad
reivindicativa del proletariado argentino, su conciencia nacional-burguesa antiimperialista,
con autoconciencia de clase. El más grandioso ejemplo de la autodeterminación
de clase registrado por la historia, lo dieron los comuneros de París en 1871.
Ellos fueron los que hicieron la proeza de concebir y realizar en pocos días
una nueva forma de Estado, sin ejército permanente ni burocracia, con la elegibilidad
directa de sus representantes y la remoción sumaria de los funcionarios, quienes
recibían el salario promedio de un trabajador. Esta determinación iluminó en
Marx los contenidos concretos de su hasta entonces genérica idea de Estado Obrero.
Pero al detenerse ante las puertas del Banco Nacional y pedir ayuda el ejército
alemán -en ese momento enfrentado al francés- demostraron no tener todavía capacidad
para identificar a su enemigo de clase. Y lo pagaron con la derrota.
De hecho, que sindicalistas burgueses de izquierda -como Víctor De
Gennaro y el "Perro" Santillán al frente de la CTA, o Carlos Alderete
y el Partido Comunista revolucionario de la Corriente Clasista Combativa- tengan
sus respectivos feudos al interior de ese reino de la contestación social espontánea,
o que organizaciones electoralistas rampantes de la autoproclamada "izquierda
revolucionaria" -como el "Partido Obrero" del señor Altamira
dentro del Bloque Piquetero[32],
que también acaudilla buena parte del movimiento a instancias del llamado "Polo
Obrero" en disputa con "comunistas", distintas fracciones trotskystas,
guevaristas y otras formaciones con distintos grados de oportunismo reformista
encubierto por soflamas incendiarias, cada uno con su propio grupo de piqueteros-
lo dice todo en cuanto a qué se puede esperar del espontaneísmo revolucionario.
A esta dispersión política
del movimiento piquetero, pasó a contribuir el "Movimiento de empresas recuperadas" (MNER) impulsando la
consigna de "Fábrica quebrada, fábrica
tomada", que también ha crecido al ritmo de la crisis económica. Hasta
octubre de 2000, la autogestión de los empleados de unas 120 empresas, había
reciclado 120.000 parados al sueño capitalista de la autoexplotación en régimen
cooperativista burgués. Según el MNER, por medio de este nuevo sistema con su
respectivo régimen legal ya listo para entrar en vigencia, aproximadamente un
millón de entre los actuales desempleados podrían convertirse en sus propios
patrones, reciclaje social perentorio que muchos están ahora mismo confundiendo
con el control obrero de la producción:
<<Hoy
en día los piquetes pretenden generalizar la experiencia del control obrero
de la industria a todas las unidades fabriles o empresariales paralizadas o
cerradas>> (BIPR:
"El movimiento de los piquetes en Argentina"
Marzo 2002.)[33]
http://digilander.libero.it/batcom/spagnolo/2002/movimento_delos_piquetes%20.htm
: http://www.rebelion.org/argentina/autogest291002.htm;
http://www.infored.org.ar/VerArticulo.aspx?IdArticulo=746;
http://www.geocities.com/contragobernanza/coleaos.htm
Al conjunto de la burguesía
argentina, esto es, al Estado burgués de ese país, esta determinación le viene
de perillas, porque resta coyunturalmente peso social a los parados, debilita
su contestación política y coadyuva a recomponer el aparato productivo y la
normalización de la ley del valor, en la seguridad de que el imparable proceso
de centralización del capital se llevará este nuevo sueño embrutecedor por delante
en menos de lo que canta un gallo. Y el hecho de que organizaciones revolucionarias
propagandicen esta apariencia de control obrero haciéndola pasar por realidad
tangible, aun sin quererlo emulan a la burguesía en el arte de confundirlo todo,
aumentando los réditos ideológicos y políticos que obtiene de la crisis haciendo
bueno aquello de que no hay mal que por bien no venga.
Queda claro, pues, que consciente
o inconscientemente, a instancias de su entusiasta profesión de fe en el autodesarrollo
revolucionario del movimiento real espontáneo en Argentina, el discurso del
BIPR ha echado agua a las ruedas del molino capitalista, contribuyendo a una
confrontación prematura y a una nueva derrota segura. Así lo hemos dicho:
<<En
estos juicios observamos una concesión - que suponemos inadvertida o involuntaria-
al espontaneismo político, que no se compadece con la proclamada necesidad del
partido antes de que se den las condiciones prerrevolucionarias, como
condición de que el movimiento pase del instinto a la conciencia de clase.>>
(GPM: "Práctica política espontaneísta y teoría económica
estancacionista"
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org
[29] "Todo el arte de un político estriba justamente en encontrar y aferrarse con nervio al preciso eslaboncito que menos pueda ser arrancado de las manos, que sea el más importante en un momento determinado y mejor garantice a quien lo sujete la posesión de toda cadena." (V.I. Lenin "¿Qué Hacer?" Cap. V)
[30] Cfr.: "Si el partido revolucionario no cuenta con la mayoría en los destacamentos de vanguardia de las clases revolucionarias y el país, no puede ni pensarse en la insurrección. Además, para ella son necesarias: 1) la marcha ascendente de la revolución a escala de todo el país; 2) la total bancarrota moral y política del viejo Estado, por ejemplo, del Gobierno de 'coalición'; 3) grandes vacilaciones en el campo de los elementos intermedios, es decir, entre los que no están por completo con el Gobierno, aunque todavía ayer le prestaran total colaboración" (V.I. Lenin: "¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?" 1/10/917
[31] Con esto hemos querido decir que los parados, en sí y por sí, pueden llegar a constituirse no más que en un problema de orden público y en masa de maniobra para un recambio burgués, nunca en un poder político efectivo de clase.
[32] El Bloque Nacional Piquetero está constituido por el Movimiento Independiente de Jubilados y Pensionistas (MIJP) que conduce Raúl Castells -quien se encuentra preso- el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), la Coordinadora Aníbal Verón, el Movimiento Sin Trabajo (MST), el Movimiento Tierra y Liberación (MTL), el Polo Obrero (PO) y el Frente de Trabajadores Combativos (FTC), entre otras agrupaciones piqueteras.
[33] El BIPR ha protestado acusándonos de "insidiosos" por haberles atribuido afirmaciones como ésta que no reconocen como propias y que nosotros hemos extraído de su website: http://www.ibrp.org/ (en "textos españoles"). Efectivamente, estas afirmaciones se dan de patadas con lo que el mismo BIPR dice en su documento de réplica -motivo del presente trabajo-, refiriéndose correctamente a la política del PO, donde critican su consigna de las renacionalizaciones de empresas como YPF, sin proponer al mismo tiempo destruir el aparato represivo de la burguesía. ¿Qué diferencia esencial existe entre esta forma de oportunismo del PO y el criterio del BIPR que difunde en su página posiciones parecidas que no comparten? Acerca de esto nos referiremos más adelante.