08. Irak
Es un país asentado sobre las segundas mayores
reservas petrolíferas del Mundo. El hecho de estar fuertemente determinado
por la ideología nacionalista burguesa, en caso de ganarse la voluntad política
de otros países productores como Siria, Venezuela, Libia o Méjico, la burguesía
irakí bien podía inducir en cualquier momento una crisis de abastecimiento
y fijar al alza los precios del crudo según sus intereses particulares, poniendo
en peligro la continuidad del proceso de explotación capitalista colectivo.
No sólo llegó a eso, sino a más y en solitario. Lo demostró invadiendo Kuwait
en 1990, porque a través de sus aliados en la OPEP (Emiratos Árabes Unidos
y Arabia Saudí), los USA se negaron a aceptar la petición irakí de subir el
precio del petróleo hasta 26 dólares/barril, para compensarle por el servicio
prestado de haber ahogado en sangre la revolución iraní, convirtiendo a su
ejército en el más poderoso del cercano oriente
[1]
. Y este tipo de comportamientos es algo que las distintas
fracciones del capital imperialista global no estuvieron dispuestas
a tolerar por “razones humanitarias”. Pero sí aplaudieron lo que hizo la coalición
angloamericana con la colaboración de España en Irak. Una guerra que costó
1,3 billones de dólares
y mató a 134.000 personas. ¿Quién dijo que "el capitalismo es la sociedad del engaño y el
pillaje mutuo"?
¿Por qué la burguesía internacional no
puede tolerar comportamientos como el de la burguesía Irakí sobre Kuwait?
Pues, porque según los férreos dictados de la ley económica del valor bajo
el capitalismo, tratándose de uno de los componentes esenciales del capital
constante
[2]
, al precio del petróleo no se lo puede manipular al
alza sin deprimir la tasa de ganancia, hasta el punto de perturbar e interferir
el desarrollo normal del común negocio de explotar trabajo ajeno en el Mundo.
Pero tampoco fijarlo por debajo de los costes de extracción en los pozos menos rentables, que forzarían a su cierre impidiendo satisfacer
la demanda necesaria de ese producto: http://www.nodo50.org/gpm/crisis/05.htm
y http://www.nodo50.org/gpm/crisis/06.htm.
Desde la perspectiva de la estabilidad
económica del sistema en su conjunto, el problema de esta guerra ha consistido
en que el régimen político adoptado por la burguesía en Irak, está fuertemente
enraizado en la ideología nacionalista
burguesa dependiente que inspiró el proyecto "nasserista"
de desarrollo auto-sostenido del capital nacional, donde las grandes empresas
del país fueron estatizadas. Y para evitar la penetración del capital extranjero,
sus formas políticas se sometieron, como en Cuba, a un régimen de partido
único —el Baath—, dirigido por una burocracia político-militar que administró
la propiedad burguesa estatal
de su medio de producción más importante: el petróleo, propiedad que así adquirió
un carácter político monopólico
nacional, que es el que unilateralmente decidió sobre las cuotas de
producción nacional y sobre las condiciones de eventuales contratos de concesiones
de explotación a capitales privados nacionales e internacionales,
o a empresas estatales extranjeras.
Ahora bien, dada la creciente composición
orgánica del capital
[3]
en los países más desarrollados, el consecuente
incremento cada vez menor del plusvalor global "producido" por esa
fracción más poderosa de la burguesía internacional, determina la tendencia
al descenso en la tasa general de ganancia por la que estos capitales rigen
su comportamiento. Así, de crisis en crisis, el sistema burgués de vida va
dejando sin posibilidades de inversión productiva a crecientes masas de capital
adicional, cuya contrapartida social es el paro estructural masivo. Cfr.:
http://www.nodo50.org/gpm/ff_pp_tasa_ganancia/00.htm
.
Pero según aumenta su masa, estos capitales
supernumerarios acumulados en las grandes metrópolis capitalistas, presionan
más y más hasta que vencen la resistencia de los diversos Estados empresarios
nacionalistas, que el desarrollo de las fuerzas productivas en la etapa tardía
del capitalismo ha vuelto completamente anacrónicos, como hoy es el caso de
Irak. Esta dinámica objetiva determinada por la ley general de la acumulación
capitalista, explica el generalizado fenómeno de las privatizaciones en numerosos
países imperialistas, como Francia o España, y en otros de desarrollo capitalista
dependiente como Guatemala (1954), República Dominicana (1963), Brasil (1964),
Indonesia (1965), Egipto, Argelia, Chile (1973), Argentina (1976), Uruguay
(1978), Venezuela, Méjico, Alemania del Este (1989) URSS (1990) y demás países
del bloque "comunista", Yugoslavia (1996), Afganistán (2002), ahora
Irak, y todavía Venezuela, Siria, Korea del norte, Libia e Irán y Cuba. En
todos ellos, esta adecuación de sus Estados a las exigencias de la ley del
valor en la etapa imperialista del capitalismo postrero, estuvieron
y están asociados a procesos más o menos genocidas encubiertos, protagonizados
por el gran capital internacional en su conjunto.
Se trata de la apropiación privada de
medios productivos de propiedad estatal (como es el caso hoy día en litigio de
las rentas petroleras en Irak), para convertir a los asalariados estatales
empleados por esos medios de trabajo, en fuente directa de producción de plusvalor privado (sin intermediarios estatales) para los fines de la
acumulación. Al margen y por encima de la disputa interimperialista por este
nuevo coto de caza, y dado que Irak es un país dependiente, dentro de la OPEP (Organización
de Países Exportadores de Petróleo), su burguesía dirigida por Sadam Hussein
pugnó por resarcirse de las pérdidas que le provocaba el desarrollo
internacional desigual, tratando de mantener los precios del crudo en todo lo
posible al alza[4].
Esta política del imperialismo con
relación a la guerra irano-iraki, ha sido muy bien sintetizada por Kissinger,
cuando afirmó, a principios de 1984, que la salida ideal para los EE.UU. sería
¡¡que perdieran los dos beligerantes!! a lo que se
hizo eco posteriormente el Ministro israelí de defensa Isaac Rabin cuando
declaraba que <<Israel aspira a
que no haya un vencedor en esta guerra>>. Y el caso es que la cuenta
atrás de esta estrategia llegó al punto cero durante la entrevista entre la por
entonces embajadora americana, April Glaspie, acreditada en Bagdad y Sadam
Hussein, el 25 de julio de 1990, en su momento publicada por la prensa
occidental y cuyos pormenores fueron incluidos por Pierre Salinger y Eric Laurent en "El
Dossier secreto de la guerra del Golfo". En esa entrevista Sadam
Hussein dijo, entre otras cosas, lo siguiente:
<<Cuando
una política planificada y deliberada supone la baja del precio del petróleo
sin ninguna razón comercial, significa que otra guerra ha empezado contra
Irak (...) Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos están a la cabeza de esta política.
(...) Y para colmo, mientras nosotros estábamos en guerra, Kuwait empezó a
extender su territorio a expensas de nosotros (se refiere a la utilización
de los pozos petrolíferos de la zona fronteriza de Rumaylah en litigio). He
leído las declaraciones americanas sobre sus amigos (alude a Los Emiratos
y Kuwait) en esta región; evidentemente cada cual tiene derecho a elegir sus
amigos. No tenemos nada que decir. Pero usted sabe que no fueron los americanos
quienes defendieron a sus amigos en la guerra contra Irán. Y le aseguro que
si los iraníes hubieran invadido la región, las tropas americanas no hubieran
podido detenerles sin utilizar armas nucleares. (...) ¿Es esta la recompensa
por haber asegurado la estabilidad en la región y por haberla protegido de
una marea sin precedentes?>> (Op. Cit.
Cap. IV)
Y tras referirse a las penalidades por
las que estaba atravesando su pueblo, Sadam no se anduvo con precauciones
diplomáticas y amenazó a EE.UU. con una ola de atentados terroristas que, a
falta de pruebas fehacientes, fueron utilizados como pretexto para extender el conflicto
a Irak, a fin de acabar con el proyecto antiimperialista pequeñoburgués en ese
país:
<<Ustedes
pueden venir a Irak con misiles y aviones pero no presionen hasta el punto
de que nos veamos obligados a dejar cualquier precaución. Cuando vemos que se intenta herir nuestro orgullo
y privarnos de una vida mejor, entonces dejamos de ser prudentes y la muerte
será nuestra elección>> (Ibíd)
Seguidamente Sadam aludió a una
próxima reunión con los Kuwaities, y que si se llegaba a un acuerdo
satisfactorio para Irak, las cosas no irían a mayores.
<<Pero
si no somos capaces de encontrar una solución, será normal que Irak no acepte
perecer>> (Ibíd).
Ante lo que la embajadora pareció dar
el visto bueno diciendo:
<<Usted
tiene la exclusiva>> (Ibíd)
El 31 de julio, el subsecretario de
Estado para asuntos del Oriente Medio fue al Capitolio para responder ante el
Subcomité de Oriente Medio sobre este asunto, en una reunión que fue difundida
exprofeso por la radio a través del "World Service", para que fuera
escuchada en Bagdad. Allí se planteó el siguiente diálogo:
<<—Si,
por ejemplo, Irak atraviesa la frontera de Kuwait, sea cual sea la razón, ¿cuál
sería nuestra posición con respecto a la utilización de las fuerzas americanas?
—Esta es la clase de hipótesis en la que
no puedo entrar. Baste decir que nos veríamos fuertemente afectados, pero no
puedo aventurarme en el terreno del "si".
—En
una circunstancia como ésta, sin embargo, ¿es correcto decir que no tenemos un
tratado, un compromiso, que no obligaría a comprometer a las fuerzas
americanas?
—
¡Exacto!
>>. (Ibíd).
De este modo, la embajadora Glaspie y
el subsecretario para asuntos del Oriente Medio, Kelly trasmitieron a Sadam
Hussein la señal que podía traducirse en una garantía de la no-intervención
de los EE.UU ante la invasión de Kuwait por parte del ejército irakí. Y ya
se sabe lo que pasó después de que Sadam mordiera ese anzuelo. Ésta también
ha sido una sutil provocación inventada por EE.UU para fines bélicos y políticos
precisos.
Cuando EE.UU. bajo el gobierno de Bush
Junior decidió invadir Irak en 2003, pretextando un supuesto vínculo entre
Sadam Husein y la organización Al Qaeda —que resultó ser falso—, después de
arrasar militarmente a ese país destruyendo su Estado, su ejército, su administración
y su policía, al retirar sus tropas lo dejó en manos de un gobierno dominado
por los chiitas bajo la influencia de Irán. La prueba más elocuente de semejante
debacle, se reveló en junio de 2014, cuando según reportó por entonces el
periodista Dexter Filkins en “The New Worker”, los soldados iraquíes, insuficientemente
equipados y mal entrenados, abandonaron su puesto sin resistir ante la llegada
de combatientes yihadistas procedentes del norte del país. El ejército, piedra
angular del sistema implementado por Sadam Husein, había sido disuelto en
2003 por el administrador civil estadounidense Paul Bremer. Los estadounidenses, añadió Dexter Filkins, "pasaron nueve años
intentando reconstruir un Estado para sustituir el que habían destruido".
Mucho antes de que George Bush Jr. y
su equipo de gobierno decidieran invadir Irak, ya habían previsto el reparto
del suculento botín de guerra que prometía
el hecho de acceder a la propiedad de las segundas mayores reservas de petróleo
mundial y a la colosal reconstrucción post bélica del país. De no ser porque
ese documento de 99 páginas elaborado por la USAID fue filtrado a “The Wall Street Journal” y seguidamente a “The Guardian”, es posible que muchas empresas de España y del Reino
Unido se hubiesen quedado sin su parte del tesoro. La USAID había enviado
una invitación secreta a cinco grandes empresas de Estados Unidos, para que
presentaran ofertas en la reconstrucción de edificios, puentes, hospitales,
puertos, caminos, aeropuertos, plantas para tratamiento de agua, etc. El piso
pecuniario inicial que ofreció el gobierno a cada una de estas empresas —antes
de provocar el desastre bélico que se preparaba—, fue de 900 millones de dólares;
lo cual a uno de los representantes de estas empresas favorecidas por el gobierno
le sugirió decir: “la verdad es que
hay una enorme ironía en esto de pedir contratos para reconstruir puentes
que aún no se bombardean”.
Los costos de esa guerra destructiva y
genocida, fueron solventados con fondos
públicos. De modo que la deuda interna de los Estados Unidos —naturalmente
con cargo impositivo a la
ciudadanía norteamericana, en su inmensa
mayoría de condición asalariada—, pasó de 6 a 16 billones de
dólares en 10 años, mientras que los beneficios derivados de todo ese
gasto en la prevista reconstrucción de Irak, así como la futura explotación del
trabajo en los pozos petrolíferos y refinerías sobre territorio irakí, al final
fue capitalizada por las empresas de esa camándula corrupta y asesina, que se
apropió de toda esa infraestructura
industrial por la cara. Incluyendo naturalmente a las familias Bush y
Bin Laden. A raíz de este negocio en torno a la destrucción material y la
muerte masiva de seres humanos, desde la ocupación de Irak por Estados Unidos
hasta el presente han muerto en ese país más de 1 millón 200 mil personas. De ellas 4.485 estadounidenses. Vayan estos datos para conocimiento de todos los ingenuos, que todavía siguen dispuestos a morir en cualquier
guerra “por la defensa de la patria”. Como si fuera suya.
http://www.nodo50.org/gpm
e-mail: gpm@nodo50.org
[1] La "razón política" que movió a
la burguesía internacional contra los talibanes, es la misma que en la década
de los ochenta le indujo a ahogar en sangre la revolución islámica que tomó
asiento en Irán, cuyo líder religioso, político y militar radical fue el
integrista Imán Jomeini. Para esa tarea, el capital imperialista utilizó los
servicios del régimen irakí presidido por el déspota Sadam Hussein. El
imperialismo y, particularmente el régimen sunita y laico del partido Baath,
temían -como hoy temen del régimen talibán- que la revolución islámica radical
en las masas campesinas pobres del sur de Irak, en su mayoría de religión
Chiita, se extendiera al resto de países islámicos "moderados". Con
la revolución islámica de febrero de l979 en Irán, estas masas lideradas por el
partido Al Daava, encontraron en el nuevo poder iraní un poderoso estímulo en
su lucha contra el nacionalismo laico del partido Baath en Irak y Siria. De ahí
que el "servicio" de Irak al imperialismo haya tenido su origen en
una causa de interés común. Pero lo que no era ni es de interés común, es que Irak
se convierta en la potencia sub-imperialista dominante en la zona, función que
EE.UU. tiene reservada al Estado sionista de Israel.
[2] Así se le llama en términos económicos al
valor contenido en los medios de producción (máquinas, herramientas, materias
primas, combustibles, lubricantes, etc.), dado que durante el proceso
productivo su valor se mantiene invariable. Durante cada jornada de labor colectiva y por acción de su natural pérdida
por consumo total o parcial desgaste, es trasladado hacia los productos
que contribuyen a crear.
[3] Relación matemático-contable como
cociente, entre el valor contenido en los medios de producción y la fuerza de
trabajo colectiva contratada, medida en términos de salario.
[4]
Tal es la esencia del antiimperialismo
pequeñoburgués, que así tiende a mantener deprimida la tasa general de ganancia
impidiendo superar la actual fase de lento crecimiento de la economía mundial,
cosa que el sistema en su conjunto ya no puede soportar por más tiempo.