Ya está bien de tanta falsedad ideológica convencional
<<Mientras la clase oprimida —en nuestro caso el
proletariado— no está madura para liberarse ella misma, su mayoría reconoce el
orden social de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la
clase capitalista, su extrema izquierda (dejándose representar por los partidos políticos burgueses
reformistas) Pero a medida que va madurando para emanciparse ella
misma, se constituye como un partido independiente, elige a sus propios
representantes y no a los de los capitalistas. El sufragio universal es, de
esta suerte, el índice de madurez de la clase obrera. No puede llegar ni
llegará nunca a más en el Estado actual, pero esto es bastante. El día en que
el termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de
ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas, qué deben hacer>>.
(F. Engels: "El origen de la familia, la propiedad privada y
el Estado". Cap. IX. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros: GPM.).
01. Introducción
La
cadena del capitalismo siempre se ha roto por su eslabón más débil: la
pequeñoburguesía. Los mayores estragos ocasionados por las recesiones económicas entre la clase social dominante, se han ensañado invariablemente con
la pequeña empresa, industrial,
comercial y de servicios. Un hecho que se puede comprobar hoy “pateando” la
calle sin consultar estadísticas. Y en este fenómeno económico típico de las crisis capitalistas, está
el origen de fenómenos políticos
como el de “Syriza”
en Grecia o “Podemos”
en España. Ambas formaciones políticas se parecen como dos gotas de agua. Para
comprobarlo basta confrontar sus respectivos programas políticos. Eso es lo que
haremos nosotros seguidamente.
Ningún
pequeñoburgués ha dejado jamás de ser un aspirante a gran burgués. Como los
cientos de miles en cualquier país, escondidos tras un obrero en paro, forzado
a ser autónomo, acaban casi todos reciclándose
a pequeños empresarios con menos de diez dependientes a su cargo. Pero que
desde allí, a todos por igual se les ha pegado como una lapa y nos les suelta,
el sueño de llegar a ser lo imposible;
salvo para unos pocos, poquísimos de los llamados “himself made man” en el
Mundo, como el español Amancio
Ortega, el americano Bill
Gates o el Ruso Vladimir
Putin, este último convertido de la nada en un burócrata consumado
que llegó por ahí a ser un magnate, junto a sus colegas del ex servicio secreto
soviético hoy por completo degenerado, como Guennadi
Tímchenko, Vladímir Yakunin, Yuri Kovalchuk, o Serguéi Chémezov.
Al señor
Pablo Iglesias, este sueño suyo de verse realizado en toda esa grandeza, sólo se
le insinúa en su todavía oculto e instintivo leguaje corporal freudiano: esa
forma de menearse de un lado a otro al andar —proclive a sufrir una caída— como
queriendo abarcar más de lo que la propia ley de la gravedad y su verticalidad corpórea
le permiten. Debería disimular también ese gesto delator. Tal como sabe hacerlo
con excelencia en todo lo que dice, cuando con su “sentido común” acaricia el
oído de los asalariados inconscientes, durante las tertulias en que participa.
Si,
señor, no puede haber duda. Si hay algo que todos los burgueses consumados saben
hacer a la perfección, es ejercer la maestría en el arte de la simulación. Pero
lo que les distingue de sus discípulos
aventajados aspirantes a serlo, es que estos últimos todavía no saben que van por ahí. Se sienten muy bien engañándose a sí mismos con eso
de que “se hace camino al andar”:
<<Te conquistaron con plata y al
trote viniste al centro,
algo tenías adentro que te hizo meter la pata,
al diablo fue la alpargata y echaste todo a
rodar,
el afán de figurar fue tu “hobby” preferido,
y ahora que tenés marido las cosas que hay que
aguantar….>> (“Tortazos”.
Milonga. 1930. Música de José Razzano y
Letra de Enrique P. Maroni).
En política,
éste es el camino que siempre comienzan a transitar los populistas, el de la alpargata.
Tanto los de izquierdas como los de derechas. Sin sacar jamás sus pies del
tiesto burgués. La historia enseña que todos
ellos, a instancias de la lucha de clases, sin excepción acabaron en el fascismo. Por ahí va en Francia la señora Marine Le Pen. Y salvo
en su política migratoria, prácticamente de la mano con “Syriza” y “Podemos”.
No hay más que confrontar sus respectivos programas electorales para comprobar
su similitud, casi como copiados unos de otros.
http://www.nodo50.org/gpm
e-mail: gpm@nodo50.org