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Editorial

Los días 22 y 23 de enero se ha celebrado en Salamanca la Cumbre Ecologista Ibérica que ha reunido por primera vez a ecologistas de ambos Estados de la Península Ibérica: La Confederaçâo Portuguesa das Associaçôes de Defesa do Ambiente y la Confederación Ecologistas en Acción del Estado español.

El motivo ha sido dar respuesta a la Cumbre Hispano-Portuguesa que se celebró en esa misma ciudad el día 25 de enero, y que ha reunido a los gobiernos de ambos Estados casi en pleno, a los que se les ha exigido una política de protección ambiental transfronteriza.

La Cumbre se realiza en un momento en que Portugal ostenta la presidencia de la U.E. y en que las relaciones entre ambos estados se intensifican con planes comunes de desarrollo de grandes infraestructuras de transporte (5 nuevas autopistas y un TAV), puentes internacionales y nuevos embalses en zonas transfronterizas. En ninguna de las reuniones llevadas a cabo por ambas administraciones se ha hecho la más mínima mención de la gestión y protección de los espacios naturales transfronterizos, a pesar de que compartimos un mismo espacio geográfico con las mismas características medioambientales a ambos lados de la "raya". Es más, los acuerdos que se han llevado a cabo de construcción de nuevas infraestructuras suponen una gran agresión medioambiental y en algunos casos, como el embalse de Alqueva en el Guadiana, amenazan seriamente la conservación de especies compartidas, como el lince ibérico, en peligro de extinción.

A pesar del frío glacial reinante en Salamanca, la Cumbre Ecologista se celebró en un ambiente cálido y de entendimiento entre ambas Confederaciones. Ello permitió la realización de Comisiones conjuntas de trabajo, que analizaron los diferentes problemas ambientales comunes, proponiendo soluciones a los mismos, que se han plasmado en un Manifiesto –el Manifiesto Ecologista de Salamanca– que se ha hecho llegar a los gobiernos de ambos Estados.

De la reunión también ha salido el compromiso de colaboración entre los grupos que trabajan en las regiones fronterizas, con el objetivo de crear una red de espacios naturales transfronterizos protegidos, que garantice la conservación de sus valores naturales, así como de dos especies emblemáticas de la península que están gravemente amenazadas: el lobo ibérico y el lince ibérico, además de una definición de las amenazas que se ciernen sobre estos espacios y de las estrategias de acción. En definitiva, un plan de trabajo conjunto, que permite unificar criterios y estrechar lazos por encima de divisiones políticas de las que la Naturaleza poco entiende.

No se olvidó el Protocolo de Bioseguridad, cuyas negociaciones se estaban desarrollando en Montreal [del cual se ofrece una valoración en esta misma revista]. En este aspecto pedimos que se aplique de forma estricta y rigurosa el principio de precaución a los alimentos modificados genéticamente para evitar riesgos a la salud y el medio ambiente. También decidimos iniciar una campaña contra el grupo petrolero TOTAL por la catástrofe que ha producido en las costas bretonas con el vertido de crudo del petrolero Erika. Y mostrar nuestra solidaridad con Timor, el pueblo kurdo y el pueblo saharaui.

En definitiva, la mayoría de los asistentes salimos de Salamanca contentos e ilusionados por haber tenido la oportunidad de conocernos e intercambiar información, opiniones y llegar a acuerdos. Un buen principio para una colaboración que esperamos fructífera y beneficiosa para el futuro del ecologismo ibérico.

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