PERÚ
CAJAMARCA UN HITO HISTORICO Y COLONIAL
Esteban
Galera
Cajamarca sigue guardando hoy en día las esencias de los lugares
profundamente peruanos. La vida de esta ciudad ha cambiado poco desde
su esplendoroso pasado colonial. Apartada de las rutas turísticas
trilladas, el viajero encontrará en Cajamarca la extraordinaria
sensación agradable que provocan las ciudades en las que son posible
palpar la historia simplemente deambulando por sus calles. Parece como
si la historia estuviera reflejada en los muros de las casas, en el transitar
cotidiano de sus habitantes indígenas o criollos, en los claustros
de las magnificas iglesias y conventos o en la vida de los mercados en
los que no faltan los "shamanes" ni las figuras eternas de los
quincalleros, las floristas, vendedores de llamas, campesinos con productos
de sus huertos y todo el encanto que ofrece la vida en directo que caracteriza
a los mercados precolombinos.
El turismo y el progreso no han afectado a la vida de Cajamarca y en el
trato con la gente siempre encontraremos una predisposición abierta
y sincera. En el casco urbano aparecen multitud de rincones tan evocadores
que inspiran un viaje a épocas del pasado cargadas de historia
o de connotaciones románticas.
Cajamarca fué muchos siglos atrás un importante núcleo
de población, debido en gran parte al lugar geográfico que
ocupa. Un amplio valle situado a 2.750 metros sobre el nivel del mar,
con un clima benévolo y suave, rodeado de colinas y montañas
donde los Andes han perdido las alturas rigurosas para convertirse en
acogedoras tierras. Desde épocas precerámicas sucesivos
pueblos serranos ocuparon este valle dejando huellas de su paso a lo largo
de los períodos históricos que fueron creando una característica
cultura local cajamarqueña que se desarrolla bajo la influencia
de la poderosa cultura Chavin.
Con la llegada de los incas, durante la expansión del imperio de
Tahuantisuyu, Cajamarca experimentó un gran auge y tuvo una semblanza
de ciudad importante en la que se levantaron grandes palacios y templos.
Además esta ciudad constituye una clave decisiva, no tan solo para
la historia de Perú, sino tambien para toda América Latina
por los excepcionales hechos que aquí acontecieron y que fueron
protagonizados por el emperador inca Atahualpa y el español Francisco
Pizarro.
Con la llegada de los conquistadores españoles Cajamarca cambió
completamente su fisonomía, manteniendo su rango de ciudad importante.
Surgió una nueva ciudad colonial con nuevos palacios y templos,
nobles edificios y bellas casas populares que son hoy testigos de la puajanza
económica que mantuvo la ciudad como gran centro comercial de la
Sierra Norte peruana. Así ha llegado hasta nuestros días,
acrisolando el encanto que gozan las ciudades que respiran su historia
en el pulso de su presente, sin artificios, fuera de las vitrinas de los
museos. Sin duda Cajamarca es la población andina más representativa
del país inmediatamante después de Cuzco.
LA HISTORICA
ENCRUCIJADA DE CAJAMARCA
Los incas incluyeron Cajamarca en su imperio hacia el año 1.460
sin encontrar resistencia en las culturas asentadas en esta región.
Pronto la ciudad se convirtió en una importante colonia inca en
la mitad del camino que a través de los pasillos andinos construyeron
los incas para comunicar Quito y Cuzco. Durante las guerras intestinas
que enfrentaron a Huascar contra Atahualpa, este recaló con su
ejercito en Cajamarca para celebrar aquí la victoria sobre su hermano,
esto sucedía en 1.532, año en el que los españoles
ya se encontraban campeando en tierras peruanas.
Francisco Pizarro llegó a la ciudad inca con un pequeño
ejército de 160 hombres de los que algo más de sesenta montaban
caballos, portaban tambien algunas pequeñas piezas de artillería.
Pizarro encontró Cajamarca vacía pues la mayor parte de
la población se encontraba celebrando festejos alrrededor de Atahualpa
en el lugar conocido como Los Baños del Inca , donde fluyen aguas
termales, situado a unos seis kilómetros de la ciudad.
El emperador inca infravaloró la presencia del reducido grupo de
españoles frente a sus más de 50.000 guerreros y decidió
asistir a una entrevista convocada por Pizarro acompañado por un
séquito de unas 5.000 personas desarmadas.
Cuando Atahualpa llegó al centro de Cajamarca el día 16
de Noviembre para entrevistarse con Pizzarro en la Plaza Central de la
ciudad se encontró con que un fraile español, Vicente Valverde,
le requirió que reconociera la soberanía de los reyes de
Castilla y que abrazara la fe católica, dándole una biblia
para que jurase sobre ella su compromiso. Atahualpa arrojó el libro
a los pies de Valverde y este ferozmente comenzó a clamar venganza.
Los españoles empezaron a disparar cañonazos y cargaron
con la caballería contra el séquito inca cuyas únicas
armas eran unas pocas "macas" y ondas. Los quechuas impresionados
por las armas de fuego y los jinetes, de los que pensaban que formaban
junto con el caballo un solo ser, huyeron aterrorizados.
Aprovechando la confusión, Pizarro se avalanzó sobre los
porteadores de Atahualpa dándolos muerte y apresando al monarca
de los incas .La breve batalla degeneró en una matanza en la que
murieron alrededor de unos 8.000 quechuas. Atahualpa fue recluido en la
Kallanka, construcción tradicional inca para celebrar asambleas
comunitarias y que ha pasado a la historia bajo el nombre del Cuarto del
Rescate.
Atahualpa ofreció a Pizarro un pacto en el que se comprometía
a llenar la estancia donde se encontraba prisionero de una tercera parte
de oro y dos de palta, regalando este tesoro al capitán español
a cambio de su libertad. Los españoles aceptaron la propuesta aún
cuando ya tenían decidido incumplir su parte del pacto, ya que
Pizarro tenía muy claro que con el inca en su poder se garantizaba
el control sobre la mitad septentrional del Tahuantisuyu que era fiel
a Atahualpa, pero además esto le permitía dominar el sur
del imperio inca cuyos habitantes consideraban a Atahualpa como un enemigo
después de la derrota de su jefe Huascar.
El tesoro comenzó a llegar lentamente a Cajamarca y a finales de
Junio de 1.533 ya se había recaudado completamente 6.000 kg. de
oro y 12.000 de plata con lo que el rey inca pagó su rescate. El
oro y la plata fueron fundidos para transformarlos en moneda española
y el botín resultante fue repartido el 18 de Julio de 1.533.
A pesar de ello, el pacto fue traicionado por los españoles y Atahualpa
condenado a la hoguera. Esta forma de morir dio lugar a un último
pacto porque al inca le horrorizaba la idea de ser quemado ante el temor
que ello le impidiera resucitar en su segunda vida, logrando evitar la
hoguera a cambio de abrazar la fe cristiana antes de morir. Atahualpa
fue ejecutado el 29 de Agosto de 1.533, pero ya el curso de la historia
de América había cambiado desde la decisiva fecha del 16
de Noviembre de 1.532 a partir de la cual nunca jamás se sentaría
en un trono un soberano indígena.
DESCUBRIENDO
LA CIUDAD DE CAJAMARCA
Llegamos a Cajamarca cuando se celebraba una de las fiestas religiosas
criollas más arraigada en todo Perú. "El Cristo de
los Milagros". Por esta razón encontramos la ciudad engalanada
y con aire festivo. Las calles que ha de recorrer la procesión
con la imagen del Cristo se encontraban con los suelos decorados de alfombras
hechas de tierra pintada de colores formando dibujos de flores, este detalle
añadía una intensa policromía a la ciudad. Esta fiesta
presenta todos los rasgos "naïf" que caracterizan a los
eventos de este tipo en América Latina. Hasta pudimos ver la representación
de una crucifixión interpretada por los jóvenes alumnos
de un instituto de enseñanza.
Paralelamente a la fiesta criolla un grupo de indígenas ataviados
con sus vestimentas festivas y con altos sombreros de rafia sobre la cabeza
celebraban su particular jornada en las puertas de la Catedral. Bailaban
animadamente danzas marcadas por el ritmo del tambor y de largas flautas
que hacían sonar los músicos del grupo. Algunos hombres
y mujeres portaban en la mano unas especies de custodias de plata con
flores, completando el cuadro de esta especie de celebración sincrética
a medio camino entre los rituales autóctonos y los cristianos.
Según íbamos encontrando por las calles diversos aspectos
de las celebraciones, al mismo tiempo descubríamos el pulso vital
de la ciudad. Desembocamos en las calles por las que se extiende el mercado
que rebosaban de gente y nos dejamos mansamente engullir por la riada
humana para entrar a formar parte de un espectáculo variopinto,
repleto de personajes interesantes. Alcanzamos la espaciosa Plaza de Armas
que a cualquier hora del día presenta un ambiente muy animado que
protagonizan los vecinos de la ciudad que han elegido este lugar como
sitio predilecto para congregarse a charlar o simplemente a distraerse
plácidamente sentados en los bancos de los jardines centrales.
El centro está adornado con una hermosa fuente construida en 1.692
para conmemorar el bicentenario del descubrimiento de Cristobal Colón.
Pero lo que da a la Plaza de Armas su aspecto monumental es la presencia
de dos grandes y bellísimas templos situados uno frente al otro
con una majestuosa solemnidad. Son las iglesias de San Francisco y La
Catedral que datan ambas de la misma fecha, finales del siglo XVII.
La Catedral, aún inconclusa hoy en día, presenta una soberbia
fachada profusamente labrada con elementos ornamentales barrocos y platerescos.
Las mismas características son las del templo de San Francisco
que cuenta con una capilla adosada renacentista y un acogedor claustro
que alberga un interesante museo en el que destaca, además de una
serie de finas tallas, una exquisita colección de pinturas pertenecientes
a las escuelas cuzqueña y quiteña.
Tomando desde la Plaza de Armas la empinadísima calle que asciende
hacia el cerro de Santa Apolonia. Durante el camino encontramos un sabroso
ambiente colonial propiciado por el estilo arquitectónico de las
antiguas casas dotadas de grandes portalones de piedra y balconadas de
madera. Atravesamos una pequeña plazuela en la que se encuentra
la formidable iglesia de Belén.
La Iglesia de Belén tuvo su origen en el siglo XVII, tiene una
fabulosa fachada dominada por el estilo barroco que se explaya en ella
profusamente. Contemporáneo a la iglesia es el dispensario contiguo
que se construyó para uso exclusivo de mujeres y que contaba con
32 celdas para las enfermas que eran cuidadas por las monjas. Actualmente
el dispensario se ha convertido en un museo con varias salas dedicadas
a la historia de la medicina que fue practicada en este edificio, a la
arqueología local y a la etnología indígena. La Iglesia
tiene una cúpula extraordinaria, un púlpito notable finamente
tallado en madera y algunas imágenes de gran calidad artística.
Continuamos ascendiendo por la calle de Belén ganando cada vez
más altura sobre la ciudad, sobre todo después de superar
la vertiginosa escalera que nos eleva hasta una pequeña ermita
a los pies del cerro, entre jardines agradables. Desde aquí obtenemos
una vista bellísima de la ciudad y su entorno natural, pero un
poco más arriba, en lo más alto del cerro hay un resalte
rocoso donde se encuentran algunos vestigios arqueológicos de origen
preincaícos. Hay piedras labradas relacionadas con el Horizonte
Chavin y otras muy posteriores de origen inca. Las tallas más famosas
son un conjunto de asientos dispuestos alrededor de un trono que situado
en lo más alto del resalte, este era el lugar desde donde el emperador
inca acompañado por los nobles contemplaba Cajamarca y su hermoso
valle.
Uno de los lugares imprescindibles de visitar en Cajamarca es el Cuarto
del rescate y no precisamente por la espectacularidad del lugar sino por
la emoción que puede llegar a sentirse entre unas piedras que fueron
testigos del acontecimiento que cambió el curso de la historia
de América latina. En este pequeño habitáculo, el
único edificio inca que quedó en pie en Cajamarca, fue como
ya hemos dicho donde estuvo preso Atahaulpa y que mandó llenar
de un fabulosos tesoro a cambio de su libertad. Todavía puede observarse
en una de sus paredes la señal hasta donde estuvo llena la estancia
de oro y plata. A la entrada de este histórico sitio se pueden
leer párrafos esculpidos en piedra de los relatos de prestigiosos
cronistas españoles que relatan las circunstancias del apresamiento
y muerte del último emperador inca. Dos cuadros colgados del muro
ofrecen imágenes sobre los mismos hechos.
Dejando aparte la nostalgia de la historia indígena de Cajamarca,
el urbanismo colonial no se cansa de mostrar nobles y blasonadas casas
de los siglos XVI, XVII y XVIII en los que destacan los bellos balcones
y graciosas ventanas talladas en piedra. Al acceder al interior de estas
casas encontraremos acogedores patios porticados y con galería
decorados con fuentes y detalles escultóricos. Aalguno de estos
edificios hoy son estupendos hostales donde terminar relajadamente en
un ambiente propicio después de haber caminado las evocadoras calles
y rincones de Cajamarca.
En las proximidades de la ciudad, a tan solo 6 km., se encuentran Los
Baños del Inca. Actualmente es uno de los balnearios más
famosos de Perú. De la época en la que celebró aquí
Atahualpa la victoria sobre su hermano Huascar, solo queda una antigua
piscina inca. El verdadero interés de este lugar radica en las
prodigiosas fuentes termales cuyas aguas medicinales surgen de un curso
volcánico a una temperatura de 74º centígrados. Están
distribuidas por un buen número de pozas individuales y una piscina
grande colectiva donde los visitantes toman los terapeuticos baños.
En los alrededores de Cajamarca existen diversos lugares con sobrado interés.
Uno de ellos es la necrópolis preincaica conocida como las Ventanillas
de Otuzco, donde hay cientos de nichos excavados en la pared rocosa de
una colina y se encuentran en un extraordinario estado de conservación.
Sobre las funciones de estas construcciones los arqueólogos han
llegado a diferentes conclusiones y algunos consideran que las ventanillas
jamás fueron sepulcros debido al pequeño tamaño de
algunas. Cumbre Mayo es otro lugar interesante en el que se encuentra
una magnífica obra de ingeniería preinca para canalizar
el agua. En las proximidades de las canalizaciones hay cuevas con curiosos
petroglifos.
Cajamarca es un estupendo lugar de partida para una gran caminata andina
de 120 km. que a lo largo de cuatro jornadas lleva a través de
soberbios parajes andinos e interesantes poblaciones como San Pablo y
Tembladera hasta un emblemático lugar arqueológico llamado
Kuntur Wari. Por el camino se encuentran restos de la cultura Chavin.
Kuntur Wari es un centro ceremonial perteneciente al Horizonte Chavin
ubicado sobre un monte llamado Cerro Copa, su estructura piramidal se
alza sobre unas plataformas superpuestas. En el conjunto destacan las
esculturas realizadas en monolitos o estelas mostrando la iconografía
del hombre-felino.
Definitivamente, Cajamarca, indígena, colonial, andina, histórica
y artística es uno de los lugares que ofrece reunidos las mejores
cosas de un país.
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