KALLAWAYAS:
MÉDICOS DE LOS ANDES
Esteban
Galera
Muchos tenemos noticias de
las prácticas actuales de medicina naturalista o tradicional
que ejercen los chamanes de las diferentes etnias y comunidades indígenas,
especialmente en los países andinos. Sin lugar a dudas esta forma
de ejercer la medicina goza hoy en día de una importancia y prestigio
enormes, tanto por su extensión geográfica en el subcontinente
latinoamericano como por los resultados extraordinarios e indiscutibles
de las terapias empleadas bajo las pautas de esta filosofía médica.
Cuando llegaron a tierras indígenas los conquistadores españoles
se encontraron con pueblos que poseían conocimientos muy avanzados
en botánica y farmacopea, pero no tan solo practicaban la medicina
preventiva, también tenían medios y técnicas quirúrgicas
que les permitía la práctica de la cirugía incluso
en casos muy delicados que exigían operaciones complicadas y
difíciles aún hoy en día. Pueden servir como ejemplo
entre muchos las técnicas curativas de los mayas o de los incas
que practicaban difíciles trepanaciones craneales.
Los conquistadores omitieron y trataron de reprimir estos conocimientos
que identificaron con la brujería en el afán de imponer
su propio orden cultural, incluida la medicina occidental que ya jamás
dejó de practicarse hasta nuestros días como la medicina
oficial de la sociedad criolla. Pero a pesar de estos hechos los propios
criollos ocultamente nunca dejaron de acudir a los chamanes para buscar
solución a muchas dolencias que padecían y que la medicina
occidental no resolvía convenientemente.
A la hora de hablar de las terapias basadas en la medicina tradicional
indígena hay que tener en cuenta un factor de capital importancia
y es que esta se desdobla en dos aspectos que a la vez son inseparables.
Se trata de una medicina que considera la enfermedad desde el punto
de vista físico y espiritual a la vez, aplicando soluciones en
ambas direcciones. Para los chamanes el paciente es un sujeto anímico
en primer tiempo que debe tener el espíritu asistido y preparado
para hacer abandonar el mal del cuerpo. Tal vez en este término
es donde la medicina occidental tenga su gran laguna por ignorar durante
mucho tiempo en la historia la importancia de la sicología o
del estado de la mente cuando se trata a un ser humano para curarle
una enfermedad, considerando exclusivamente el aspecto físico
para aplicar remedios rápidos que retornen al paciente de la
manera más efectiva y económica al mercado productivo.
En este sentido es conocida la carencia de la asistencia psicológica
en los sistemas sanitarios actuales.
Pero ahora no vamos a hablar del chamanismo en su vertiente mágico-religiosa
o médica en general. Me gustaría dedicar especialmente
estas líneas a unos seres extraordinarios que pertenecen al gran
pueblo aymara, y que practican su milenaria ciencia sobre la medicina
natural o tradicional de tal manera que constituyen un ejemplo maravilloso
de solidaridad y eficacia. Se trata de los Kallawayas.
Como Kallawayas son conocidos algunos "chamanes" que viven
especialmente en los entornos altiplánicos del Lago Titicaca,
de cuyas profundas y frías aguas surgieron algunas de las mejores
culturas amerindias; la tarea de estos magníficos hombres aymaras
que han heredado lo mejor de su antigua y rica civilización,
destacan entre sus conocimientos heredados el de la farmacia natural,
que desarrollaron especialmente para beneficiar a cuantas personas que
necesitaran de su ciencia. Los kallawayas ejercen su ciencia no tan
solo en sus comunidades de origen sino que peregrinan durante largo
tiempo, en ocasiones, por otras comunidades para que mucha más
gente pueda acogerse a los beneficios de estos conocimientos médicos,
curando enfermedades y asistiendo con sus consejos otros problemas de
índole espiritual o social. La asistencia que realizan los kallawayas
está impregnada de solidaridad pues sus servicios son prestados
gratuitamente, recibiendo a cambio nada más que cobijo y alimentos.
En la región antiguamente conocida como el Kollasuyu, la tierra
de la medicina, las prácticas tradicionales todavía tienen
mucho más vigencia que la medicina occidental. El 70% de los
bolivianos, especialmente en las áreas rurales, primero buscan
al "curandero" y toman la medicina occidental como último
recurso. Esto se debe a varias causas: la medicina occidental, incluyendo
sus remedios es cara, los médicos solo hablan en castellano y
en general tienen poco respeto por la cultura indígena.
El origen de estos médicos ambulantes se sitúa en seis
pequeñas localidades de noroeste del lago Titicaca, pero se desconocen
las causas que lo alumbraron. Algunas teorías sostienen que son
descendientes de la cultura Tiwanakota; otros, que fueron enviados por
los incas a esta región en calidad de colonizadores y otros explican
simplemente que desarrollaron sus conocimientos en los dos o tres últimos
siglos.
Los viajes continuos que los kallawayas han hecho por Sudamérica
les ha dado acceso al conocimiento de un número enorme de hierbas.
Se estima que cada uno de ellos tiene información sobre 300 hierbas
y que los más capacitados conocen el uso de hasta 600 hierbas.
En total han acumulado conocimientos sobre unas 1.000 hierbas. Además
estos continuos desplazamientos hacia nuevos territorios les ha servido
para tener una idea mucho más amplia y universal de la diversidad
cultural amerindia, encontrando con ello los lazos comunes que las unen
entre sí y utilizando estos factores culturales para mejorar
la aplicación y los resultados de sus conocimientos médicos.
Los kallawayas siempre han reconocido las limitaciones de sus habilidades
curativas, ellos nunca tratan de curar enfermedades hereditarias ni
enfermedades terminales. Tienen su propio lenguaje derivado del quechua,
conservándolo impecablemente a pesar de que el propio quechua
corre peligro por la disminución de parlantes
Los conocimientos de los kallawayas se transmiten de padres a hijos
a través de generaciones, aunque también se pasan a otros
aprendices que carecen de antecedentes familiares. En principio cada
aprendiz tenía que estudiar entre ocho y diez años y hacer
valer sus conocimientos ante un tribunal o consejo comunitario. Después,
una vez iniciados, viajaban durante temporadas largas para recoger hierbas
y curar a sus primeros enfermos, el resto del año cultivaban
la tierra. Tradicionalmente no se permite a las mujeres ser kallawayas
en el sentido más amplio pero juegan un papel importante en la
recolección de las hierbas, ejerciendo como comadronas o parteras
y asistiendo a las mujeres como curanderas en todos los asuntos relacionados
con el sistema reproductivo, embarazos y abortos.
Durante la década de los cincuenta la tradición kallawaya
atravesó uno de los peores momentos de su historia, entrando
en trance de desaparecer. Pero afortunadamente en la actualidad, tras
un período de renovado interés por la medicina natural
ha recibido apoyos que han permitido la supervivencia de la antigua
ciencia y su adaptación a las nuevas circunstancias sociales
que la obligan a jugar un papel junto a la medicina occidental en los
sistemas de asistencia sanitaria a las comunidades indígenes
del medio andino. Para asegurar una buena preparación de los
aspirantes a kallawaya así como la continuidad de la tradición
se han establecido escuelas en los pueblos bolivianos de Curva y Chavaya.
Una institución tan importante como es la Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha empezado a fomentar recientemente la medicina
natural a nivel mundial como reconocimiento oficial de esta práctica
básica para la salud. Pero oscurantistas los hay en todas las
trincheras y aún muchos médicos asocian la medicina tradicional
con la brujería negándose a reconocer su contribución
a la farmacopea como una ciencia herbolaria bien desarrollada y estudiada.
Juan Villa un conocido y antiguo kallawaya que vive en La Paz y que
cuenta con más de cincuenta años de experiencia recogiendo
hierbas y curando enfermos dice que no existe ninguna brujería.-"
nosotros aprendemos sobre las hierbas desde los siete años, el
lugar donde crecen, la manera de recolectarlas, como conservarlas y
el lugar donde hacerlo. Sabemos curar enfermedades comunes pero importantes
como el reumatismo, males de vesícula, diarreas y enfermedades
del viento y de los relámpagos".
En Bolivia cada pueblo o comunidad tiene un herbolario y saben que plantas
o hierbas se pueden usar con propósitos médicos. La medicina
tradicional es parte integral de la cultura y responde a sus valores
o creencias, aunque con el paso del tiempo ciertos elementos de la medicina
occidental se han ido incorporando.
La medicina tradicional toma en cuenta la percepción que el paciente
tiene de su enfermedad y considera importante el estado anímico
al escoger el remedio. Muchos seguidores de la medicina occidental están
dispuestos a reconocer que el 25 o el 30 por ciento de las hierbas utilizadas
en la medicina tradicional son tan efectivas como los fármacos,
pero la mayoría no comprende el uso del ritual, la magia y los
amuletos en el repertorio del kallawaya. Estos últimos, por otra
parte, sostienen que muchas veces las enfermedades del cuerpo tienen
su origen en el alma y en la salida del "ajayu" o fuerza de
la vida del cuerpo. La tarea del kallawaya es convencer al "ajayu"
de que regrese al cuerpo y restaure el equilibrio de cuerpo-mente-psiquis.
De igual importancia es el equilibrio entre la persona, el mundo natural
y el mundo sobrenatural. La filosofía médica de los aymaras
está basada en infundir la confianza al paciente estableciendo
un diálogo profundo con él para ablandar la resistencia
sicológica y purificarle.
Otro kallawaya, el doctor Walter Alvarez dice: "el hombre es un
producto de lo que come, si la persona sabe lo que tiene que comer no
tendrá parásitos, no tendrá diarreas, tenemos la
suerte de contar con plantas que son alimentos y medicinas a la vez,
la coca fue el primer anestésico descubierto y los soldados de
la guerra del Chaco sobrevivieron gracias a que masticaban las hojas
de coca; nuestra planta Andrés Huaylla (así conocida en
recuerdo a su descubridor) contiene antibióticos y de la tierra
fermentada extraemos la terramicina".
La medicina tradicional tiene mucho que aportar y enseñar a la
medicina occidental, que frecuentemente está deshumanizada. El
énfasis que los kallawayas ponen en el equilibrio psíquico-biológico-social
entre el paciente y el doctor/curandero puede llegar a desarrollar una
medicina que realmente se vincule a las necesidades y realidades de
las mujeres y hombres de los Andes.
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