PANAMÁ:
IMPORTANTES ENFRENTAMIENTOS CONTRA LA INGERENCIA ESTADOUNIDENSE Y DEL
NEOLIBERALISMO
José
Cambra
El 31 de
diciembre de 1999 América Latina se vestía de fiesta.
En esa fecha, el canal interoceánico bajo control norteamericano
a lo largo del siglo XX, pasaba a manos panameñas. Tan importante
como lo anterior, en virtud de los Tratados Torrijos-Carter, dejaba
de existir el más importante asentamiento militar de esa potencia
en el territorio de nuestro subcontinente, tristemente célebre
por albergar en su seno a la Escuela de las Américas, por la
cual pasaron los peores dictadores de nuestros países. Desde
el comando del ejercito Sur de EU acantonado en Panamá, se dirigió
y abasteció la guerra sucia contra Nicaragua, las invasiones
a Grenada y a la propia Panamá, y se daba logística y
apoyo a las fuerzas armadas y paramilitares colombianas.
Meses antes de ese acontecimiento, fuerzas paramilitares colombianas
atacaron el poblado emberá de Nazareth, localizado en la región
panameña de Darién, área colindante con Colombia.
Moría desangrada María Mecha, niña indígena
de cortos cuatro años. Era apenas uno de los muchos ataques que
se dieron en ese período.
Apenas tres días después de ese episodio, el propio Ministro
de Defensa del gobierno de Pastrana, el general Fernando Tapias, en
reunión con sus congéneres en Manaos, declaraba que ese
ataque era obra de los paramilitares, supuestamente "disgustados"
por el uso que le atribuían a "irregulares" de ese
territorio. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Lo que estaba detrás era una maniobra del imperio para mantener
ese complejo militar en Panamá. Existe uno de los Tratados Torrijos-Carter,
el de Neutralidad, cuya duración es a perpetuidad entre esa nación
y los Estados Unidos, al cual antojadizamente el Senado norteamericano
le añadió para su ratificación cláusulas
que permiten la intervención militar de la potencia norteña,
si a juicio de ella esta en peligro el canal. Se intentaba así
sembrar la histeria entre la población, generando una opinión
pública favorable a la continuidad de su presencia militar, para
dar pie así a la invocación unilateral de ese tratado.
Para 1998 ya habían acordado con la administración del
presidente Pérez Balladares darle continuidad a esa presencia
militar, disfrazada de "centro multimodal de lucha contra las drogas",
CMA. La conmoción que ello ocasiona dio al traste con sus planes,
y le costó -unido al descontento ciudadano por las salvajes consecuencias
de las privatizaciones de la telefonía y la luz- al entonces
presidente su posibilidad de reelección.
Pero la consecuencia más importante fue la unificación
del movimiento popular panameño en el Movimiento Nacional
por la Defensa de la Soberanía (MONADESO).
En ese año MONADESO fue factor importante en la derrota
del intento del CMA, desde las calles adversa activamente la pretensión
reeleccionista, y condujo movilizaciones masivas que impidieron la privatización
de la empresa generadora del agua.
Las pretensiones norteamericanas de extender su presencia militar en
Panamá se ven frustradas. Una nueva presidenta, Mireya Moscoso,
gana las elecciones en 1999 teniendo que apelar a un discurso en que
se desmarca del neoliberalismo. Es un gobierno débil, que tiene
que predicar en el período electoral lo que no cree. No tiene
condiciones para un enfrentamiento tan temprano con el movimiento popular
de acceder a las peticiones norteamericanas.
El enfrentamiento más importante se produce cuando intenta imponer
el alza del pasaje. El 9 de mayo del 2001, 50.000 personas acuden a
una convocatoria de MONADESO, que recorre las calles de la ciudad
de Panamá. Los enfrentamientos provocados por la represión
a los manifestantes degeneran en saqueos por parte de la delincuencia
urbana y tiroteos entre ella y la policía, delincuencia propia
de un país donde cerca del 50% de la población esta sumida
en la pobreza y la desesperanza. El gobierno se ve obligado a posponer
la medida. Un año antes en Costa Rica, un movimiento popular
de grandes dimensiones había impedido la privatización
de la electricidad y la telefonía.
El actual gobierno camina abiertamente por la senda neoliberal. Es sede
temporal del ALCA, y aspira a ser la permanente. Tiene planeada la privatización
de la empresa que suministra el agua. Incluso, a raíz de los
sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos, se ha reactivado
la campaña para la vuelta de tropas norteamericanas, con la excusa
de proteger el canal de posibles ataques, cuando la mejor protección
a la población y al canal es precisamente mantener al país
sin esa presencia militar extranjera que lo coloca como lugar para efectuar
represalias.
Construir fuertes movimientos y unificar las luchas, como parte del
enfrentamiento contra la globalización neoliberal, aparece como
el camino necesario para postular un proyecto alternativo.
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