MASAIS:
LA ARISTOCRACIA NÓMADA DE ÁFRICA ORIENTAL
Esteban
Galera
Los
Masais, una aristocracia guerrera y nómada que antaño
dominó las grandes sabanas que se extienden entre Kenya y Tanzania
dentro de una basta región de África Oriental, languidece
hoy día en una imparable decadencia absorbidos por la arrasadora
máquina de la civilización occidental. Aunque todavía
algunos clanes y grupos luchan por sobrevivir manteniendo sus rasgos
culturales propios, aislándose de las zonas más invadidas
por la industria del turismo.
Su forma de vida y economía ha estado y está todavía
basada en una sociedad de tipo pastoril que practica el nomadismo en
busca de los mejores pastos para alimentar a sus bueyes, principal razón
de toda su tradición cultural.
Los masais forman una comunidad compuesta de unas 200-300.000 personas
unidas por una lengua de origen nilo-hamítica conocida como Maa.
La etnia masai está compuesta por cuatro grupos tribales diferenciados:
los samburu, los arbusa, los baraguyu y los masais. Estos últimos
se consideraron con el tiempo como el grupo principal, dominando militar
y socialmente a los restantes grupos de su propia etnia y a las demás
etnias vecinas, entre otras a los kikuyu y los nandi.
Una de las principales características que siempre definieron
los perfiles culturales de los masais, diferenciándoles de las
otras culturas de la región, ha sido su profundo desprecio por
la agricultura, considerándola una actividad indigna e impura
para una aristocracia ganadera como lo son ellos, rechazando también
radicalmente los productos de la tierra cultivados como fuente alimenticia.
Los masais viven desde siempre arraigados exclusivamente a su ganado,
llegando a establecer con él una relación afectiva en
la que el hombre puede llegar a sentir mayor cariño por sus bueyes
que por su mujer. Es un dato significativo que en el idioma Maa hombres
y bueyes se designan de la misma manera. Por lo tanto el ganado es para
ellos, una manera unificada, el símbolo más representativo
de riqueza y poder. Cuando los masais entraban en relación con
otras culturas del entorno geográfico y conocían sus formas
de vida los consideraban inferiores, llegando a la convicción
absoluta de que ellos constituían una raza superior.
La relación sobre el origen de la vida que establece la cultura
masai se basa en Dios, Hombre y Ganado. En primer lugar, Dios crea al
hombre masai y una vez situado físicamente sobre la tierra le
concede el ganado como forma y sentido de vida. Hasta tal punto es absoluta
esta creencia que los masais piensan que todo el ganado les pertenece
y por este hecho incluso han llegado a tener graves problemas con el
resto de los pueblos vecinos y con la justicia en Kenya.
En principio para los masais el cielo y la tierra estaban juntos. Cuando
llegó el momento de separarse, el dios Ngai, su principal divinidad,
decidió irse a vivir al cielo desde donde les envió el
ganado como regalo preciadísimo. En cambio, de esta separación
de cielo y tierra también vienen todas las maldiciones: precisamente
de la tierra es de donde se deriva el desprecio masai por la agricultura
y su negación histórica a trabajarla.
La
sociedad Masai
Todavía durante
el siglo XIX los masais eran temidos, ya que dominaban al resto de los
pueblos del este de África,tenían los mejores pastos y
practicaban sin pudor, ni resistencia el rapto y robo de ganado. Toda
su fuerza se basaba en una organización militar. Si bien su rasgo
nómada, relacionado con el mantenimiento del ganado, impidió
la organización de un estado, lo que más tarde les acarrearía
su descomposición como pueblo, actuando decisivamente este factor
en detrimento de su civilización.
Rasgos
masais
Las características
físicas de los masais, fundamentalmente de origen sudanés,
les favorecía para la actividad guerrera, ya que son personas
altas, fuertes y extremadamente ágiles. Los masais, conscientes
además de poseer una gran belleza, adornan profusamente su cuerpo
con elegancia y coquetería, utilizando llamativos collares de
cuentas, brazaletes, pendientes que curiosamente corresponden con el
corte de la oreja del buey o con un dibujo del hierro candente con que
marcan su ganado. El clan de los herreros proporciona a las mujeres
unos anillos de bronce que se colocan formando filas en los brazos.
Cuidan mucho su complicado y decorativo peinado, con numerosas trenzas
largas a las que dan consistencia untándolas con grasa y barro
cuyo color tiñe el pelo de un característico rojizo. Los
guerreros llevan el pelo largo con una trenza que les cae por delante
de la frente y otra que dejan caer sobre la espalda.
Castas
y Clases
Los herreros forman
el clan más bajo en la sociedad masai, teniendo los kraal poblados)
de los herreros muy mala reputación. Por ejemplo ser vecino de
un kraal de forjadores atrae a la muerte, o la mujer que habita con
un herrero acaba perdiendo la razón, y en el caso de tener hijos
estos serán inválidos por causa de múltiples circunstancias.
Las clases sociales en la sociedad masai tienen relación con
la edad, en lugar de con la posición social establecida. Una
primera clase es la de los niños, establecida entre su nacimiento
y los quince años de edad. La segunda clase o etapa abarca desde
los quince años hasta cumplir los treinta y la forman los guerreros.
La tercera clase corresponde al período en el que se deja de
ser guerrero hasta la muerte, y constituye la clase de los ancianos.
Los intervalos entre las clases sociales se establecen en ciclos de
7 años y medio.
Los
guerreros
Cuando los niños
cumplen los quince años, justo antes de convertirse en guerreros,
es cuando se celebra la ceremonia de iniciación, consistente
en una serie de rituales que se desarrollan durante varios días,
en los que se realizan fiestas, participando en ellas todos los habitantes
del poblado.
Terminadas las fiestas y ceremonias de la iniciación, los jóvenes
guerreros adquieren un estatus muy especial: son mantenidos y alimentados
por la madre, se les lleva prostitutas al poblado donde habitan y llevan
una vida disciplinada con el objetivo de ser buenos guerreros, porque
de ellos han dependido, a lo largo del tiempo, la prosperidad de su
pueblo. También reciben las armas como atributo inseparable.
El armamento consiste en una lanza de hierro con mango de cuero, un
sable o cuchillo largo y escudo, que suele estar adornado con dibujos
que identifican al clan de procedencia. El primer acto que los jóvenes
deben realizar para consagrarse definitivamente como guerreros y que
forma parte del ritual de iniciación, es dar muerte a un león
armados exclusivamente con la lanza y el machete, con el que han de
cortar la melena de la fiera para luego enarbolarla como señal
de victoria en las danzas festivas. Ello será la prueba de fuego
para demostrar su valor como buen guerrero.
Actualmente las leyes proteccionistas de la fauna en Kenya y Tanzania
impiden estas ceremonias, con lo cual el rito está extinguiéndose.
No obstante todavía quedan algunos masais que lo siguen practicando
clandestinamente.
Las
mujeres y el matrimonio
Las mujeres están
sometidas al dominio de] hombre dentro de una sociedad patriarcal fuerte.
Para convertirse en mujeres aptas para el matrimonio y la procreación
en su rito de iniciación sufren la extirpación clitórica
y luego las enseñan a cuidar del ganado. Hasta el momento de
casarse viven mantenidas en el clan del padre. Su matrimonio se decide
normalmente en la infancia, pero cuando esto no es así se celebra
una especie de feria de matrimonios en la que los jóvenes buscan
esposa. La fase de comienzo de relaciones entre los jóvenes o
el "enamoramiento" se da dentro de unos criterios muy materialistas
y es importante la atracción por motivo de belleza física.
Para comunicar a la mujer sus intenciones matrimoniales, el hombre hace
sonar unas campanillas tantas veces como cabezas de ganado tiene su
padre. La dote del matrimonio se compone de tres vacas, un buey y dos
ovejas. Una vez que se celebra la boda, la mujer pasa a formar parte
del patrimonio del hombre convirtiéndose en bien personal de
éste.
Inmediatamente después de la boda es bueno tener descendencia
y la mujer queda embarazada. Desde ese momento los masais no vuelven
a mantener relaciones sexuales en el matrimonio hasta que los hijos
hayan nacido. Después del nacimiento se celebra una fiesta en
la que se sacrifican dos bueyes.
La mujer es considerada un bien personal del hombre hasta el punto que
es ofrecida en señal de hospitalidad pudiendo ser poseída
por cualquier amigo guerrero del marido que esté de paso por
el poblado. Una de las características del aspecto físico
de las mujeres es que llevan la cabeza rapada.
La
alimentación
Está basada
casi exclusivamente en la leche y en la sangre de los bueyes que también
mezclan en ocasiones con la orina de los animales. La forma de extraer
la sangre de los bueyes es muy particular: primero hinchan la arteria
yugular del animal, para ello utilizan un garrote que siempre llevan
consigo, luego disparan un dardo o una flecha a quemarropa, la punta
de la flecha tiene la punta roma para que no desangre y haga daño
al buey. Suelen extraer en cada ocasión dos litros de sangre,
después cierran la herida haciendo un empaste con tierra y estiércol.
Los masais casi nunca comen carne y menos aún si han bebido leche.
Exclusivamente se alimentan de carne por motivos festivos, que es cuando
realizan el sacrificio de algún buey. También ocasionalmente
ingieren vegetales, pero estos nunca proceden de tierras o árboles
cultivados por el hombre. Los alimentos vegetales que consumen son semillas
o frutos de plantas silvestres. El régimen alimenticio de los
guerreros reúne una serie de privilegios, estándoles expresamente
prohibido beber aguamiel y masticar tabaco.
Los
poblados, la lluvia y la muerte
Los poblados que
habitan los masais se parecen al kraal sudafrícano, están
formados por cabañas dispuestas en círculos y construidas
sobre la base de una estructura compuesta por ramas y troncos de árboles,
dando consistencia al armazón embadurnándolo con estiércol
hasta cubrirlo por completo, dejándolo secar hasta endurecer.
La forma de las cabañas es similar a los iglúes de los
esquimales, teniendo también una puerta de acceso muy pequeña,
no abriéndose ventanas en ningún caso. Todas las cabañas
juntas forman un círculo llamado "boma" que les sirve
de corral para guardar durante la noche los rebaños de ganado.
El jefe de familia siempre posee una cabaña en propiedad, levantando
a izquierda y derecha de la suya las cabañas de las mujeres.
Todo el pueblo a su vez está protegido por una empalizada o muralla,
construida también con ramas y árboles, con el objeto
de impedir la entrada a las fieras y alimañas salvajes durante
la noche.
La convivencia permanente, incluso en el poblado, de los masais con
su ganado, hace que estos huelan parecido a sus bueyes, lo cuál
les hace sentirse muy orgullosos. Para ellos existen algunos fenómenos
climatológicos de origen mágico, como es el caso de la
lluvia. También la hierba de los pastos tiene este carácter
onírico. Lógicamente pués la lluvia desarrolla
los pastos y estos son la alimentación del ganado, sobre el que
basan toda su vida y economía. Cuando sobrevienen períodos
de sequía los masais se atan trozos a las ropas para reclamar
la lluvia, pero si la situación persiste recurren a los magos
("oloiboni") a los que consultan absolutamente todo. Sin embargo
los magos no tienen ningún poder político.
Practican la eutanasia con los enfermos: el sistema consiste en que
los enfermos son llevados a la selva, donde quedan abandonados hasta
que les sobreviene la muerte. Los masais suelen olvidar a los muertos
y no practican ningún sistema de enterramiento, sólo los
magos dejan señal de haber pasado por la vida dejando un pequeño
túmulo allí donde mueren, a este túmulo todo el
mundo añade una piedra cuando pasa por el lugar.
Actualidad
de los masais
El final del siglo
XIX supone el comienzo de la decadencia del pueblo masai. En este período
es cuando sucede la penetración definitiva de ingleses y alemanes
en los territorios de Kenya y Tanzania que van sometiendo a la cultura
masai mientras van invadiendo sus tierras. Además varias epidemias
azotaron a los masais en esta época. Algunas les afectaron a
ellos directamente como una epidemia de viruela, y otras como la peste
bovina diezmaron sus rebaños. A estas plagas hay que añadir
varias guerras intestinas y con otros pueblos de la región que
debilitaron enormemente su sociedad, haciéndoles más vulnerables
a la invasión de las potencias coloniales.
Hacia 1.904 los ingleses les regalaron dos reservas creadas para ellos,
situadas la primera al sur de las colinas de Ngong Hills y la segunda
al norte, en los antiplanos de Laikipia, otorgándoles estas tierras
mientras existieran como pueblo. Pero esto se quedó tan sólo
en intenciones y ya en 1.911, sólo siete años después,
estos compromisos quedaron en el olvido.
Kenya y Tanzania son hoy día dos países con muchos atractivos
para el turismo y en Kenya concretamente, se han desarrollado mucho
las infraestructuras para recibir un gran número de visitantes
que acuden para conocer estos parques nacionales repletos de fauna africana
y de paisajes bellísimos. Muchos guerreros han abandonado sus
armas y poblados para integrarse en la vida moderna en busca de otros
recursos para subsistir o mejorar su calidad de vida, como personal
de servicios de empresas turísticas. Atraídos por las
innovaciones de la modernidad que se ha desarrollado en Kenya, los masais
se han visto envueltos en una serie de circunstancias que han desencadenado
una quiebra profunda en su sociedad y en su cultura original. Muchos
de los que han permanecido en sus tierras de origen son utilizados también
como reclamo turístico por su historia legendaria, mientras ellos
tratan de obtener algún dinero posando para que los turistas
les fotografíen.
En cualquier caso, profundizando en las tierras que habitan los masais,
todavía es posible ver la silueta de un masai, lanza al hombro,
elegantemente recortada sobre la sabana.
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