EL
GRITO DE LAS AMÉRICAS
Frei Betto
Participé en Nueva
York, el 12 de octubre anterior, fecha del "descubrimiento"
de nuestro continente, del Grito de los Excluidos de las Américas.
La ciudad estadunidense fue escogida por ser la sede de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), foco del noticiero internacional y escenario
de la Marcha de los Migrantes Indocumentados, realizada el día
14, y de la Marcha Mundial de las Mujeres, el 17.
Una comisión de representantes de las tres regiones continentales,
encabezada por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel
de la Paz, fue recibida en la ONU por Gillan Martin Sorensen, asistente
del Secretario General y Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales.
De Brasil, estuvimos presentes Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento
de los Sin Tierra (MST) y yo. Kofi Annan debió ausentarse para
viajar apresuradamente al Medio Oriente, debido al conflicto entre israelíes
y árabes.
A la entrada del edificio de la ONU una exposición de fotos de
Sebatião Salgado exhibía el rostro de niños pobres
del mundo, lo que facilitó nuestro diálogo con el señor
Sorensen, a quien expusimos los efectos nefastos de las políticas
del FMI y del Banco Mundial en nuestros países. Insistimos para
que la ONU no se convierta en un juguete en las manos de la política
externa de Estados Unidos.
El gran escándalo de este fin de siglo y milenio es la situación
de carencia en la que viven multitudes. En el mundo, según el BID,
1.2 mil millones de personas sobreviven con una renta mensual inferior
a US 30, y otras 2.8 mil millones con menos de US 60. En América
Latina, son 224 millones de pobres y 90 millones de miserables. En Brasil,
32 millones de miserables y 54.1 millones de pobres.
Llegamos a la Luna, pero no a la justicia social. Pusimos telescopios
capaces de develar las intimidades del universo, pero no vemos las necesidades
y los derechos del prójimo carente. Clonamos seres vivos, pero
no salvamos de la muerte a niños desnutridos. Fotografiamos cuánticamente
las partículas subatómicas, pero ignoramos las angustias
más profundas del corazón humano.
Un fenómeno nuevo
se destaca en el panorama mundial, evidente en las manifestaciones en
Nueva York, Praga, Washington y Seattle: los movimientos de solidaridad
con los condenados de la tierra. El clamor de justicia ya no es sólo
de la izquierda ideologizada y partidaria. Se hace eco de innumerables
movimientos sociales que articulados por ONG e iglesias, prestan su fuerza
y su voz a los que carecen de una cosa o de otra. Tiene como ideología
la ética, como partido la solidaridad, como sueño el derecho
de todos a los bienes esenciales de la vida, como propuesta la denuncia
de los responsables de las desigualdades mundiales y a la construcción
de una civilización de amor.
El mundo ya no se divide entre capitalismo y socialismo, pero sí
entre el egoísmo neoliberal, centrado en la premisa del lucro,
y la compasión de los que luchan por una economía solidaria.
Uno y otro coexisten en los mismos países. El avance de la tecnología
de las comunicaciones favorece el entrelazamiento de las redes comprometidas
con la conquista de un modelo alternativo de sociedad. El perfil de la
era post-capitalista se diseña en el esfuerzo de poner fin a la
exclusión social, redistribuir la renta, proteger el medio ambiente,
priorizar los bienes infinitos, como la ética y la espiritualidad,
y no sobreestimar los bienes finitos.
Los nuevos militantes de la solidaridad no quieren únicamente estructuras
económicas más justas, como el acceso de los productos de
los países pobres al mercado internacional. Quieren más:
los bienes del espíritu. Al contrario de la vieja izquierda, son
personas espiritualizadas y entusiasmadas (que etimológicamente
significa "repletos del espíritu de Dios"). Como un San
Francisco moderno, se sienten hermanos y hermanas de la Gaia y del Africa,
de los campesinos de América Latina y de los indígenas de
Laponia, de los kurdos y de los iraquíes. Su lógica no se
guía por el maniqueísmo de la política exterior de
Estados Unidos, que bloquea Cuba, anexa Puerto Rico a su territorio, interviene
en Colombia y se hace de la vista gorda cuando tropas de Israel ocupan
territorios árabes. Se guía por el derecho de todos al bien
mayor de Dios: la vida.
La caída del socialismo real en Europa del Este coincide con el
surgimiento del socialismo virtual en Internet. Esta red quiebra el monopolio
de las agencias de noticias que se hacen eco de la versión de los
señores de la tierra, como el engaño que, en 1992, EU intentó
imponernos, de que los misiles lanzados contra Irak sólo destruyeron
edificios. Hoy se sabe que por lo menos 100 mil civiles iraquíes,
inclusive mujeres y niños, perdieron la vida en aquella guerra
que, para nuestros ojos, no pasaba de ser un videojuego.
El Grito de los Excluidos de las Américas continentaliza el Grito
de los Excluidos iniciado en Brasil en 1995, por iniciativa de la Conferencia
Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) y de los movimientos sociales. Y
revela que también en el corazón del imperio, como es Nueva
York, hay muchas personas y movimientos desilusionados con ese modelo
de sociedad que reduce la libertad
al derecho de escoger entre varias marcas de cerveza o modelos de carros.
Ellos quieren más. Quieren la libertad de modificar no siluetas
de cuerpos envanecidos, sino el perfil de una humanidad que ingresa en
el tercer milenio arrastrando una masa de hambrientos, desempleados y
oprimidos.
Todos los militantes de la esperanza ya tienen un encuentro marcado en
el Foro Social Mundial
|