NORTE DE PERÚ
LAS ALTAS CULTURAS ANDINAS: EL ORÁCULO DE CHAVIN DE HUANTAR
Esteban Galera
En el corazón de
La Cordillera Blanca, en el norte de Perú, santuario de las cumbres
más altas e inaccesibles de los Andes peruanos, surgieron remotas
culturas anteriores en muchos siglos a nuestra era que ya se mostraron
con un alto grado civilizatorio. Esas culturas cuajaron las condiciones
para que se desarrollara la primera de las Altas Culturas peruanas más
de 2.000 años antes que llegaran los incas. Debido al lugar geográfico
de su emplazamiento o nucleo expansivo se la dió el nombre de Horizonte
Chavin, más conocida como Chavin de Huantar.
Chavin es un asombroso centro ceremonial más paradigmáticos
de la arqueología suramerican. Llegar hasta allí significa
penetrar en la maravillosa naturaleza de la Cordillera Blanca, donde habitan
comunidades indígenas quechuas que están profundamante enraizadas
en sus tradiciones culturales.
RECORRIDO HACIA CHAVIN DE HUANTAR
Huaráz es actualmente
el comienzo más accesible del viaje a la Cordillera Blanca. Huaráz
se encuentra en el corazón del Callejón de Huaylas, a los
pies de los gigante nevados que coronan la Cordillera Blanca, consecuentemente
es la capital de las actividades andinas en Perú. La ciudad está
situada a 3.091 metros sobre el nivel del mar y su aspecto es urbano.
Su actual semblanza es gris y ecléctica, y apenas existen restos
de las estructuras urbanas antiguas que quedaron destrozadas y aplastadas
por el violento terremoto que asoló la región en 1970.
Sin embargo Huaráz tiene el encanto de manifestar su espíritu
andino que sobrevivirá mientras queden quechuas que acudan a los
mercados desde las altas aldeas serranas llenando de vida y color las
calles de Huaráz, dominadas por la presencia de los sombreros de
copa alta que llevan los indígenas. También los grandiosos
atributos naturales de los que goza Huaráz marcan definitivamente
su espíritu andino. Admirables son los claros amaneceres de esta
ciudad, presididos por la sobrecogedora visión de los colosos nevados,
entre ellos el imponente Huascarán, que se alzan majestuosos sobre
la capital andina.
Son 110 los kilometros que
separan Chavin de Huaráz. El camino discurre por una pista de montaña
en la que hacer el trayecto con "mal cuerpo" dentro de un autobús,
que batiendose en su traqueteo parece un gigantesco sonajero de lata,
no es muy recomendable. Durante las cinco horas que suele durar el recorrido,
pasando por altos puertos de montaña, que superan holgadamente
los 4.000 m., la belleza de lo que se puede contemplar compensa todo.
Rodando por el Callejón de Huaylas en dirección sur hasta
llegar a Cátac comienzan las asperezas de la pista que se adentra
en la Cordillera Blanca. El paisaje cambia por completo su fisonomía,
desaparecen los árboles y la vegetación que caracteriza
el fondo de los valles andinos, sorprendiéndo la aridez de los
paisajes dominados por la puna, alfombrados por pequeños arbustos
conocidos como "ichu". Rompiendo los anchos horizontes de la
puna se yerguen como gigantescos colmillos helados el Pucaraju de 5.322
m. y el Yanamarey de 5.237 m. Al poco la pista se retuerce en unas endiabladas
lazadas para bordear la hermosa laguna de Querococha que viene a poner
la guinda del impresionante paisaje andino. A esas alturas es carácteristico
el frío intenso que se cuela a través de las fisuras del
correspondiente autobús.
El punto más alto del recorrido cruza el siniestro túnel
de Cahuish, situado a 4.200 m. de altitud, cuya construcción se
prolongó durante 25 largos años entre 1939 y 1964 para unir
los callejones de Huaylas y Conchucos a través de un agujero excavado
en la roca de casi medio km.. El túnel es oscuro como boca de lobo
y por techos y paredes caen chorros de agua que inundan algunos tramos.
Saliendo de nuevo a la luz la pista desciende implacablemente hacia el
fondo del Callejón de Conchucos en medio de un panorama fascinante
sobre el que se recortan afiladas e imponenetes crestas que rodean la
puna. En ocasiones mirar por la ventanilla del autobus congela la respiración
al observar los acantilados vertiginosos en un continuo zig zag.
Y comienza el descensoe hasta los primeros poblados de campesinos quechuas
que cultivan la tierra sembrando papa, maiz, quinua, etc., por el sistema
de las terrazas de cultivos o andanerías que trepan por las inclinadas
laderas montañosas. Antes de llegar a Chavin se cruza por parajes
donde aún se aprecian los efectos demoledores de los corrimientos
de tierra provocados por el terremoto de 1970.
EN EL
SANTUARIO DE CHAVIN DE HUANTAR
Antes de entrar en el pueblo,
a la derecha de la carretera, protegido por una rústica barrera
de piedras se encuentra uno de los legados arqueológicos que constituye
un inapreciable tesoro de la humanidad y sin embargo aún no se
han llegado a descubrir allí muchas de sus riquezas ocultas por
falta de proyectos, medios económicos y ciertas desidias en general.
Nada más cruzar la puerta del recinto asalta la sensación
de un inminente encuentro con una gran cultura, sabiendose ante los restos
de una civilización ancestral y poderosa. El yacimiento arqueológico
de Chavin de Huantar está situado en el corazón del Callejón
de Conchucos, en las laderas orientales de la Cordillera Blanca. El complejo
principal se extiende por una superficie inclinada con terrazas de unos
45.000 metros cuadrados. Está formado por una serie de edificios
de estructura piramidal cuyo aspecto es el de los lugares ceremoniales.
Según avanzamos llama poderosamente unos monolitos profusamente
labrados; son la estela de Raymondi y el obelisco Tello (los originales
se encuentran el el Museo de Lima). En ellos se observan elementos simbólicos
que se van a repetir sobre los petroglifos y relieves en todas las ruinas.
Sus dibujos muestran una iconografía de seres monstruosos entre
hombre, jaguar, ave rapaz y serpiente que suponen elementos mágico-religiosos
de la cultura panperuana y que representan la "trilogía"
del agua, el cielo y la tierra.
El paseo arqueológico atraviesa terrazas, escalinatas, plazas hundidas
o subterráneas y estructuras cicópeas que corresponden a
los diferentes periodos del Horizonte Chavin. El arte y la arquitectura
Chavin se desarrolla en dos periodos. Una primera fase se corresponde
con el Horizonte Temprano, comprendido entre el 900 y el 500 a.C., la
segunda fase se situa entre el 500 y el 200 a.C.. Durante el periodo más
remoto, los elementos estilísticos que se desarrollan tienen dominantes
culturales comunes con las civilizaciones primitivas de la costa que se
fueron fusionando con las aportaciones del mundo amazónico y del
altiplano. Esta fusión dió origen a una iconografía
sorprendentemente elaborada y barroca relacionada con cultos misteriosos
basados supuestamente en dioses terroríficos representados en las
piedras. Estos elementos se conjugan para que en el 900 a. C. Chavin de
Huantar se convierta en un centro religioso de gran importancia que fué
objetivo de peregrinaje en busca de un oráculo de análoga
importancia al de Pachacamac en la costa.
En la época de la conquista unos indígenas comentaron a
los primeros conquistadores españoles la existencia de un gran
santuario que ya en aquella época se encontraba en ruinas. Uno
de los edificios más antiguos de este complejo es el Templo Antiguo,
que fué denominado erroneamente por los españoles como el
"castillo" debido a sus grandes dimensiones y a su aspecto sólido.
Este imponente edificio fué construido entre el 900 y el 700 a.
C.. La fachada posterior pudo medir originalmente 100 metros de longitud
y la altura total del templo alcanzó los 15 metros. El soberbio
edificio al que los fieles accedieron por su estrecha escalinata se alza
dominando un gran espacio por encima del Templo Subterráneo. A
los pies se encuentra un patio circular excavado a dos metros y medio
de profundidad que podía acoger a más de 500 personas: El
interior está recubierto de placas líticas grabadas en bajorrelieve
con sorprendentes
figuras de rasgos humanos y felinos que parecen caminar o danzar en una
procesión ritual, problabemente similar a las que realizaban los
asistentes de las ceremonias.
Hacia el 500 a.C. el Templo experimentó cambios arquitectónicos
importantes, relacionados con transformaciones o evoluciones que se operaron
en la cultura Chavin. De esta manera surgió lo que hoy se conoce
como el Templo Nuevo, con las incorporaciones de una especie de portal
de grandes dimensiones construído con enormes bloques de piedra
blanca y negra. Al mismo tiempo se construyeron nuevas plazas en el camino
recto que lleva desde la entrada del templo hasta el río Mosna,
plazas que podían reunir a muchísimas personas, signo inequívoco
del auge que experimentaba en esta época el centro ceremonial de
Chavin que atraía cada vez a más peregrinos en busca de
su oráculo. La fachada principal del edificio estuvo decorada con
más de cuarenta cabezas "calvas" incrustadas en los muros
que representaban caras antropozoomórficas o diferentes estados
del espíritu.
El interior del templo está recorrido por estrechas galerías
subterráneas y entrar en ellas es como acceder a un mundo pasado
sobrecogedor. El laberinto de pasadizos pudo ser el símbolo de
un recorrido sagrado que representaba el camino del ser humano desde la
Tierra hacia el mundo sobrenatural. Los túneles, en los laterales,
presentan nichos u oquedades que pudieron ser las celdas de los sacerdotes.
Todos ellos conducen hasta un lugar central situado debajo del eje del
templo y desde allí un angostísimo pasaje permite llegar
a un lugar mágico que sobrecoge y emociona.
En una especie de pequeñísima
plaza redonda se yergue un enorme monolito afilado y acabado en punta
con una altura de más de tres metros conocido con el nombre del
"Lanzón". Alrededor de él se levantó se
levantó todo el conjunto arquitectónico del gran centro
ceremonial y es uno de los monumentos más importantes de Chavin
de Huantar. El "Lanzón" representa en los grabados que
le cubren a un ser monstruoso mezcla de hombre y de animales simbolizando
la constante "trilogía" de las culturas indígenas
y es el objeto de culto más antiguo del santuario por ser la imagen
de la divinidad oracular. Todavía recientemente bastantes personas
acudían hasta el Lanzón con fines místicos y acariciaban
la piedra, a la que tuvieron que proteger con una reja para impedir su
deterioro. Parece ser que por los perfiles de su rostro pétreo
corría la sangre de los sacrificios, resbalando hasta una especie
de recipiente que tiene a sus pies. Contemplar en la penumbra de la obscuridad
el inquietante monolito esculpido dentro de la atmósfera misteriosa
que existe en este lugar subterráneo provoca una extraña
y escalofriante sensación de encuentro con un mundo extraño,
onírico y terrible a la vez, entre mágicos rituales ancestrales.
Todo el entramado subterráneo soporta el peso a través de
unas colosales "ménsulas" situadas en el techo de las
galerías y como la estructura de todos los muros en Chavin el ángulo
disminuye de abajo hacia arriba, igual que muchos siglos despues construyeron
los incas para amortiguar en los edificios los efectos de los terremotos.
En el suelo de las galerías y de algunas de las estancias se conservan
numerosas cabezas "clavas" de las más de cuarenta que
decoraron la fachada del templo, cuyos rostros muestran expresiones increíbles.
La última parte del recorrido nos lleva al muro posterior del Templo
Nuevo que aún conserva una cabeza "calva" incrustada
en su sitio original y que parece mirarnos desde su estado impasible ante
el discurrir de los siglos.
Durante 700 años el santuario de Chavin de Huantar vivió
un continuo auge de gloria y a él acudieron miles de peregrinos
y de visitantes, pero hacia el 200 a. C. empezó a decaer por causas
desconocidas. El declive, tal y como demuestran las piedras, fué
lento pero constante y sin atravesar crisis traumáticas las plazas
y los templos fueron abandonados, hasta que Chavin de Huantar se convirtió
en una ciudad fantasma. Pero sus dioses de piedra siguieron hablando a
los hombres y mujeres de las civilizaciones posteriores que fueron surgiendo
en los Andes.
CHAVIN
DE HUANTAR: UNA CULTURA CLAVE
Arqueólogos e historiadores
coinciden en que el Horizonte Chavin constituye el máximo exponente
del nacimiento de la Alta Cultura peruana. Los elementos que definen a
esta cultura tanto a efectos sociales como mágico-religiosos que
se gestaron en los lejanos tiempos del Período Formativo perduraron
a lo largo de veinticinco siglos a través de las importantes culturas
que influenció, a veces camuflados por cambios en la forma pero
no de fondo. Los dioses que alumbraron a Chavin fueron los mismos que
adoraron las culturas Nazca, Tiahuanaco, Lambayaque, Moche, Wari, Chancay,
Inca, etc.. El hombre con formas de felino o de ave y la serpiente fueron
una constante en las civilizaciones preincas y precolombinas.
Una cultura tan firme y desarrollada como ésta tuvo sus pilares
en una sociedad dirigida por una élite gobernante en la que predominó
el estamento sacerdortal que se sustentó en los tributos de una
clase campesina que experimentó un desarrollo importante creando
medios urbanos que fueron habitados, además de por los dirigentes,
tambien por artesanos y especialistas que supieron dotarse de la tecnología
necesaria para evolucionar para evolucionar en diferentes aspectos como
la agricultura, la alfarería, la arquitectura, las artes plásticas,
etc.. Estos factores hicieron que la cultura Chavin alcanzara cotas tan
avanzadas que no fueron superadas en periodos históricos muy posteriores.
La influencia religiosa, artística y tecnológica del Horizonte
Chavin se extendió geográficamente por un amplio territorio
que abarcaba por el norte hasta Ecuador y por el sur hasta las Sierras
Centrales de Ayacucho y por la costa hasta Ica. Su filosofía se
apoyaba en el terror que expresaban sus amenazadores dioses de piedra
amedrentando al pueblo y sometiéndole dentro de una sociedad férrea,
así pues el dominio lo ejercieron a través de elementos
culturales y parece ser que jamás emplaron acciones bélicas
para consegur sus propósitos, su violencia fué de otro tipo...
Las culturas posteriores a Chavin pudieron romper con los preceptos rígidos
y hubo un proceso de liberalización que coincidió con el
declive y la desaparición de la cultura Chavin, pero una gran parte
sobrevivió a través de las nuevas civilizaciones que surgieron
hasta la llegada de los españoles y sus dioses de piedra todavía
miran a los hombres de hoy.
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