Abecedario
del racismo y de la xenofobia.
A --------------- Albaladejo
Blas López-Angulo
(Equipo de Estudios de Presencia Gitana)
- Déjale, no lo remates, no ves que se le están
saliendo las tripas
- Sí, vámonos, le queda ya poco... Juan José García
García, vecino gitano de la manchega villa de Albaladejo, ingresó
en urgencias del hospital "Gutiérrez Ortega " de Valdepeñas,
el cinco de mayo del pasado año herido por arma de fuego. En
su abdomen fue hallado el taco de un cartucho de escopeta, así
como gran número de plomos. Sus convecinos Raúl 0.G. y
José G.G. fueron detenidos y puestos a disposición del
juzgado de primera instancia e instrucción de Villanueva de los
Infantes (ciudad renacentista en que reposaron los huesos ya cansados
de Quevedo, y aún hoy sus cenizas).
Desde ese mismo instante
Albaladejo, de apenas 1700 vecinos, conoció una movilización
inusitada. El jueves, 6 de mayo, el periódico Lanza, dependiente
de la Diputación Provincial gobernada por el PP, "lanzaba" los
siguientes titulares: "MÁS DE UN MILLAR DE VECINOS PIDE LA EXCARCELACIÓN
DE DOS JÓVENES. Los detenidos están acusados de un intento
de homicidio, tras disparar contra un hombre de etnia gitana que el
pueblo considera 'un malhechor'."
En el reportaje se comparan los sucesos con un nuevo Fuenteovejuna y
las posiciones de agresores y agredido se invierten: El herido es un
"malhechor" -el propio alcalde de la localidad, Juan Angel Rodado, le
define de esta manera-, mientras que los jóvenes no son más
que las víctimas, "personas ejemplares, grandes trabajadores,
que nunca han dado problemas de ningún tipo". ¿Cómo
tratarlas ahora de asesinas, cuando para el pueblo son los héroes
vengadores de un odio mal reprimido hacia los gitanos durante siglos?
Sorprende que nadie se reconoce racista en Albaladejo, al igual que
en El Ejido y desgraciadamente en tantos otros sitios. En manifestaciones
a ese mismo periódico el alcalde declara que van a exigir a la
juez de Infantes que instruye el sumario "lo que el pueblo pide, que
les pongan en libertad". "Tanto el alcalde como los miembros de la corporación
encabezaron la manifestación de ayer -continúa el diario-
en la que se profirieron consignas del tipo "¡Raúl y José
somos todos. Libertad!" o "¡Fuera gitanos!". (El reportaje incluye
dos fotos, una de ellas ofrece un primer plano del alcalde, arengando
a los presentes megáfono en mano, desde el balcón de la
casa consistorial. Al pie se lee: "Los manifestantes profirieron gritos
contra los gitanos".
El mismo 6 de mayo, La
Tribuna de Ciudad Real también recogía lo acaecido,
especialmente las manifestaciones del primer edil, J.A. Rodado Rubio,
que visitó a los dos jóvenes detenidos, hallándoles
muy nerviosos.
Siguiendo con la resonancia
del caso en la prensa local (no tiene explicación por qué
Albaladejo no tuvo otra) reflejamos uno de los titulares de la publicación
Crónicas de la Mancha en su nº 223: "Casi dos semanas
después del suceso Albaladejo mantiene su apoyo inquebrantable
a Raúl y José". Y estas líneas: "En la puerta del
ayuntamiento están los familiares de Raúl y de José,
algunos representantes municipales... Hay cierto nerviosismo, aunque
esta manifestación se repite desde el pasado miércoles,
cinco de mayo: ¡Libertad para Raúl y José. Albaladejo
está con vosotros!... En sus pechos aún sigue prendido
el lazo azul que han tomado como símbolo por la libertad de los
jóvenes"
Hasta la puesta en libertad
(provisional) de los dos procesados las concentraciones se sucedieron
ininterrumpidamente, desplazándose también a la sede judicial
de Infantes cientos de vecinos dos y tres veces por semana en vehículos
propios y en autocares puestos a su disposición por el ayuntamiento.
En ocasiones, las marchas del vecindario tuvieron lugar ante las casas
de las familias gitanas. Insultos, amenazas, intimidaciones y amedrentamientos,
apedreamiento de sus viviendas ... Un perro pastor alemán de
Juan José, guardián de sus ovejas, fue ahorcado y colgado
en la puerta de su casa. Su hermana, María del Carmen acudió
al cuartel de la Guardia Civil para denunciar estas actitudes. Las fuerzas
del orden le manifestaron que no intervendrían "mientras no haya
sangre". Asimismo, fue expulsada de un pleno municipal, donde se debatían
las estrategias populares a adoptar para defender a los agresores, a
quienes ella había tachado de asesinos, a lo que el presidente
de la corporación contestó "no serán tan asesinos
cuando no lo han matado". Sus hijos no han podido asistir a la escuela:
"Gitanos, iros del pueblo, que aquí no os queremos; la escuela
es nuestra y no tenéis derecho a ella". También han sido
presionados los amigos de sus hijos "porque se juntaban con los gitanos".
A los vecinos que no han firmado peticiones en favor de la libertad
de los agresores se les ha retirado la palabra y hay tiendas que se
niegan a venderles (se extiende una discriminación que Juan José
como gitano ya había sufrido múltiples veces, en las últimas
fechas y no casualmente por uno de sus frustrados homicidas que había
abierto un bar).
Su padre, su hermana, su mujer, sus hijos y él mismo han tenido
que abandonarlo todo y huir del pueblo en los primeros días de
junio, con el alta médica provisional y cuando todavía
su estado de salud era muy precario y su recuperación bastante
problemática. Sin olvidar que lo cruento de las heridas recibidas
han lisiado para siempre su cuerpo con la pérdida del bazo y
de buena parte del paquete intestinal.
A los cuarenta días
de producidos los hechos la juez instructora de Villanueva de los lnfantes
revocó su anterior auto de prisión incondicional para
los dos jóvenes "infantes" encausados y ordenó su libertad
bajo fianza de 500.000 y 400.000 ptas. (cubiertas por suscripción
popular), porque, ciertamente, "no se produce alarma social con la excarcelación
de los procesados". El reseñado periódico "Lanza" lanzó
la edición del domingo, 28 de junio, con grandes caracteres:
"¡Por fin, ya están en libertad!"
Aunque el asunto está
en manos de la justicia, nadie puede dudar de la injusta situación
padecida por Juan José, cuya desgracia por fortuna no resultó
fatal pero según se desataron las reacciones es ya difícil
mente reparable. De todo ello, es imposible obviar la responsabilidad
- no se descarta la penal, salvo que los delitos por racismo y xenofobia
del nuevo Código Penal sean de mera retórica- contraída
por las distintas instituciones públicas intervinientes (o no
intervinientes), que lejos de evitar tan bochornoso espectáculo
han contribuido a mancillar aún más al agredido. A pesar
de constar un certificado del jefe de la policía local del ayuntamiento
de Albaladejo a favor de Juan José en que se reconoce (18 de
agosto de 1997) que "observa una conducta cívica -sic-
con sus convecinos y respetuosa con la Ley", su alcalde no se ha recatado
en difamarle y abanderar el terrorismo colectivo desatado en el pueblo
contra él y los suyos, so pretexto de participar en él
para controlar (?) la situación y evitar desmanes. Tampoco conviene
olvidar que los hechos coincidieron con las pasadas elecciones municipales
y, que aunque por poco, resultó reelegido cuando en circunstancias
normales y debido a su gestión se barruntaba un futuro más
bien incierto.
Terminamos con otra nota manuscrita que parece, asimismo, rescatada
de épocas ya fenecidas. Dada su brevedad y laconismo se reproduce
íntegra: Don Juan José García García, feligrés
de la parroquia Santiago Apóstol, de Albaladejo, de la que estoy
encargado, en el tiempo que yo llevo, no tengo ninguna queja contra
él. (Con el sello de la parroquia de Santo Domingo de Terrinches
y firma del párroco en Albaladejo 3-8-97)
Por lo visto, sus comentarios
al "calor" de los hechos nada evangélicos tampoco han contribuido
a desterrar (aunque sí a las víctimas, como desde siglos
ha) de nuestro desolado paisaje el alma y la historia de una profunda
y cainita España intolerante.
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