Palestina

 

Texto publicado en Challenge, núm. 57, 1999, con el título "Porcupine Tangos: The PA and the NGOs accompanied by the CIA Orchestra". Traducción de Pablo Carbajosa, N.Á.


Notas:

  1. BADIL, Resource Center for Palestinian Residency and Refugee Rights, tiene su sede en Belén.
  2. Entrevista publicada en Challenge el 11 de agosto de 1999.
  3. Esta información procede de un trabajador de una ONG norteamericana que, como muchas de las fuentes, desea permanecer en el anonimato.
  4. "PLC Report on the Findings of the General Control Office", 9 de agosto, 1997 (pp. 17-21, resumido en Challenge núm. 45, pp. 5-6.
  5. A 32 dólares por cabeza se considera de lo más in" entre la burguesía israelí.
  6. El dinero norteamericano tiene la costumbre de llegar una vez que el beneficiario potencial se ha rendido. El 18 de abril, Ibrahim Alloush de la Free Arab Voice (www.fav.net) publicó un documento de "alto secreto" del Instituto Balcánico de la CIA con el título "Para promover la democracia en Yugoslavia". La Agencia recomendaba a su gobierno que incrementase el presupuesto de 1998 para tan digno cometido de 15 a 35 millones de dólares. Varios de los capítulos desglosados son interesantes. 10 millones iban destinados a los medios de información, cuyo trabajo estribaría en poner de relieve los ejemplos de represión. Las ONG recibirían 5 millones. Otros 10 millones se destinarían a los partidos políticos, sobre todo a los que cooperan con las ONG.
  7. Referencia a los islotes de territorio bajo control palestino aislados entre sí ­como los bantustanes surafricanos durante el régimen de apartheid- por áreas de dominio israelí en Gaza y Cisjordania. [Nota de N.Á.]
  8. Green Left Weekly , 25 de marzo de 1998, pág. 16.
  9. Véase Challenge, núm. 34, y, más recientemente, Amira Hass en Ha´aretz, 21 de junio de 1999.
  10. Desde el acuerdo de Wye Plantation, EEUU y la AP se han mostrado preocupados por el hecho de que, sin progresos rápidos y visibles, los acuerdos de Oslo puedan venirse abajo. Y es aquí donde USAID aparece de nuevo al rescate. La agencia decidió seleccionar proyectos que aportaran resultados rápidos; es decir, la política norteamericana favorable a Oslo se convirtió en prioridad por encima de las necesidades locales. Tom Delaney, de su Programa de Servicios Comunitarios (Community Services Program) invitó a varios ONG a un encuentro en Tel Aviv el 18 de junio de 1999. Entre ellas se encontraban representantes de ONG norteamericanas y la misma USAID. Pero también se encontraban presentes miembros de la mayor ONG agrícola palestina, el PARC. El objeto de la reunión eran los 15 millones de dólares disponibles para su inmediata distribución de acuerdo con el programa de Servicios Comunitarios, que no exigían "compartir costes" (por contraposición, la mayoría de los donantes europeos, incluyendo a la UE, insisten en que el receptor invierta dinero o recursos humanos propios en un proyecto). Delaney indicó la necesidad de propuestas "que proporcionen servicios en el plano comunitario en un período relativamente corto de tiempo". Otro detalle revelador: USAID prefiere otorgar múltiples subvenciones a unas pocas ONG durante un período de dos a cuatro años, cada una de las cuales tiene un valor mínimo total de 3 millones de dólares: cuando el número de receptores es pequeño y las sumas de dinero grandes resulta más fácil ejercer el control.
  11. Lo dicho sobre la atención prenatal se ve confirmado por lo que aparece en la página web de USAID. Desde 1996, viene a afirmar, la agencia se ha centrado en el "crecimiento del sector privado, recursos hídricos y democracia/gobernación. Además, en 1999, USAID añadirá actividades en dos campos de especial preocupación: sanidad materno-infantil y servicios comunitarios". (Op. cit.)
  12. Sobre el proceso de reestructuración social durante la Intifada, consúltese el volumen de los comunicados del Mando Unificado de la Intifada "Intifada: La voz del levantamiento popular palestino", editorial Txalaparta, Tafalla, 1991[Nota de N.Á.]

Palestina

Sin proyecto nacional alternativo, las ONG se pliegan a la estrategia común de las instituciones donantes y la Autoridad Palestina

ONG en Palestina: liberalismo económico y desestructuración social

Roni Ben Efrat
Redactora de la revista israelo-palestina Challenge

Publicado en Nación Árabe, núm. 42, otoño de 2000

Si el movimiento nacional palestino hubiera logrado un Estado independiente en los Territorios Ocupados, sus organizaciones no gubernamentales (ONG) de mayor envergadura en el campo de la salud y la agricultura habrían formado cada una de ellas la base del ministerio correspondiente. "Cuando éramos jóvenes", afirma Muhammad Jaradat, fundador de la ONG BADIL, (1) "soñábamos con que poníamos los cimientos de un Estado. Cuando comenzamos la unión agrícola, pensábamos que un día nos fusionaríamos con otras organizaciones campesinas para formar el futuro Ministerio de Agricultura palestino" (2) Con el advenimiento del Estado, las ONG más reducidas podrían haber seguido siendo independientes, garantizando una sociedad pluralista, probando enfoques alternativos de distintos problemas, trabajando en la comunidad, apoyando a grupos dejados de lado por el Estado, y sirviendo de vigías de la democracia y los derechos humanos. No fue este proceso, por supuesto, el que se ha producido. Los acuerdos palestino-israelíes de Oslo han dejado la cuestión nacional sin resolver. La Autoridad Palestina (AP), surgida de Oslo, no proporciona el tipo de dirección que puede erigir un Estado viable. Su presidente Arafat insiste en hacerse cargo de todo, sus ministerios no son funcionales y la corrupción chupa buena parte de sus fondos.

A la vista de los fallos de la Autoridad Palestina (AP), se puede comprender por qué las ONG de mayores dimensiones han evitado fusionarse con los ministerios correspondientes del gobierno palestino, prefiriendo conservar su independencia cualquiera que ésta sea. Este estado de cosas alcanza de cuando en cuando el grado de lo absurdo. Existen ONG cuyo presupuesto es mayor que el de los departamentos correspondientes de la AP. Sabemos por distintas fuentes que el ministerio de Agricultura solicita ocasionalmente la ayuda de los Comités Palestinos de Ayuda Agrícola (PARC, sigla en inglés de Palestinian Agricultural Relief Committees). Considérese, sino, el campo de la salud: en el último año, la provisión de medicinas de la AP en la ciudad de Ramalah menguó hasta desaparecer por completo. Los hospitales del gobierno carecían sencillamente de todo. Varias ONG acudieron (parcialmente) al rescate. Entre ellas se encontraba ANERA, una gran ONG norteamericana con sede en los Territorios Ocupados, que aportó medicamentos por valor de 3,5 millones de dólares. Por cierto que ANERA consigue medicinas de diversas compañías norteamericanas que necesitan deshacerse de sus excedentes con el fin de recibir nuevos suministros. En tal caso, no existen garantías de que las medicinas aportadas se ajusten a las necesidades de los hospitales (3).

La pérdida del referente nacional

¿Cuál es la lección de esta historia? Por un lado, sabemos que las ONG, al tiempo que preservan su independencia e incluso aumentan su poder, pueden terminar sirviendo fácilmente de tapadera, les guste o no, de las insuficiencias de los ministerios de la AP. En una sociedad verdaderamente democrática un gobierno que no llega a funcionar acaba por ser substituido. Si sus miembros roban dinero público, dejando fondos que no bastan para satisfacer los servicios mínimos, lo esperable sería que la oposición se alzara y provocase su caída. En el caso de la AP, es justo presumir que una gran cantidad de dinero público se encauza hacia los bolsillos de ciertos ministros, puesto que la mayoría de quienes fueron acusados en un informe oficial de hace tres años permanecen en sus puestos (4). Sin embargo, no surge oposición alguna. ¿Por qué no? ¿De dónde habría de surgir sino de quienes se han opuesto a Oslo? ¿Y dónde están? No en los partidos políticos, porque éstos se han rendido. ¡Los opositores a Oslo se han ido a las ONG! Pero una ONG no puede hacer el trabajo de un partido político en la oposición. La razón es sencilla: las ONG tienen todas una debilidad intrínseca: sólo pueden funcionar como parte de una pareja, el donante y el receptor.

Debido a que la mayor parte de los donantes no quieren poner piedras en el camino de la AP, las ONG no tienen más remedio que plegarse a los designios de la línea de Yasir Arafat, aceptar las distorsiones de la democracia, y contribuir por lo tanto a un sistema de poder y responsabilidad duales en el suministro de servicios. Quienes no se integran en una ONG quedan políticamente neutralizados. Así pues, nos encontramos con una paradoja: puede que las ONG realicen un trabajo excelente en determinados terrenos, y no cabe duda de que prestan ayuda a mucha gente; pero sin partidos de oposición que los respalden, el efecto general de su mera existencia consiste en inhibir los cambios.

Existe un problema añadido. ¿Ante quien se hacen responsables los trabajadores de las ONG? Antes sus donantes, no ante una comunidad política popular. No les elige nadie. Puede que hagan todo lo posible por dispensar ciertos servicios, pero si éstos no bastan ­si no llegan los juguetes a los centros de atención de día ni las medicinas a las clínicas ni el agua a los grifos- ¿a quién debe acudir la población local a quejarse? Para el pueblo palestino, el resultado final es éste: baqueteados entre la AP y las ONG, no consiguen que se cubran los servicios mínimos a los que tienen derecho.

Aun más si cabe, en los días de la ocupación israelí pura y dura no se echaba en falta la claridad respecto a quién dirigir las críticas: la responsabilidad recaía en Israel. La lucha por los derechos se producía tanto en el plano político como en el plano popular, organizado por los partidos políticos en movimientos populares y ONG. Hoy en día, en cambio, las ONG deben danzar al son que la AP les toca. Y puesto que ésta última ha abandonado la lucha de liberación, el trabajo de las ONG ya no tiene significación nacional. Aparte de rellenar lagunas y resolver problemas individuales, poco les queda a sus miembros salvo aguantar inflexibles el modo de vida relativamente estable ­y las prebendas- de la élite a la que pertenecen. ¿Cuál debería ser el orden del día de las ONG?

En una sociedad capitalista, que aplasta a los débiles y suprime cualquier oposición, las ONG deberían ser portadoras de una visión humanista, universal, y la solidaridad con los débiles resulta fundamental para su razón de ser. No pueden, por ejemplo, apoyar el proceso de globalización que promueven hoy en día EEUU en su función de jefe de policía militar y financiero del mundo. En el mejor de los casos, las ONG receptoras consisten en personas que con la mira puesta en la comunidad quieren hacer pasar a su pueblo del atraso al desarrollo. En el Tercer Mundo, en cambio, dada la falta de subvenciones gubernamentales, las ONG dependen por completo de los donantes extranjeros. Puede suceder que éstos últimos tengan sus propias prioridades, que no tienen por qué concordar con la de las ONG. En ese caso, las ONG se sentirán tentadas a ajustar su orden del día. En el mejor de los casos, el donante recoge dinero de su comunidad. Las iglesias, por ejemplo, han sido capaces por lo general de mantener prioridades que respondían a las necesidades de los receptores. El llamamiento a una comunidad del Primer Mundo (religiosa o secular), en nombre de otra del Tercer mundo, se ajusta al concepto básico de las ONG, a saber, reforzar la solidaridad entre los fuertes y los débiles.

Muchos donantes, sin embargo, dependen de su gobierno en lo que respecta a los fondos, y a menudo han de enfrentarse a problemas políticos intimidatorios. (En el caso palestino, los gobiernos europeos han eliminado de sus listas a todos cuantos se oponen al proceso de Oslo). Las ONG europeas que se identifican ideológicamente con la oposición local en el Tercer Mundo se muestran con frecuencia incapaces de prestar ayuda. Poco a poco, las ONG donantes se van convirtiendo en meros emisarios de sus gobiernos, dotadas de un personal deseoso de hacer carrera, a quienes un par de años en Asia o África les supone un bonito añadido a su curriculum vitae.

Las ONG palestinas antes de Oslo

Hacia finales de los años 70, y por añadidura a la movilización militar y política, la gente se organizaba de forma bastante abierta en los Territorios Ocupados con el ánimo de mejorar la vida de la población bajo la ocupación. Los partidos políticos establecieron movimientos populares de mujeres, estudiantes y trabajadores. Había una gran cantidad de duplicidad de esfuerzos, que reflejaba las diversas ideologías de la sociedad palestina: eran cinco las organizaciones de mujeres, cinco los sindicatos, etc. A pesar de producirse esa duplicidad, la actividad comunitaria era enorme, reconciliando la meta de la independencia con el trabajo de base. Estos grupos funcionaban con absoluta independencia del régimen militar israelí, que los consideraba una amenaza. Prácticamente ninguno de los dirigentes de los movimientos populares consiguió evitar la cárcel y muchos fueron deportados. Antes de la Intifada, constituían la infraestructura social que organizó a la población y consiguió mantener activa la rebelión civil durante casi tres años.

Estos movimientos populares se convirtieron en la base de las ONG. La gente necesitaba una infraestructura en terrenos como el de la salud, agricultura, industria y educación. Por su propia naturaleza, esos campos requieren el concurso de profesionales. Así pues, los comités profesionales ­cada uno con su propia ideología- dieron como fruto organizaciones que se centraban en proporcionar servicios profesionales. No todos actuaban de este modo. Al-Fatah, por ejemplo, la mayor organización de masas de los Territorios, no tuvo éxito a la hora de establecer ONG eficientes. Por contraposición, el Partido Comunista Palestino (PCP), al tiempo que se mantenía alejado de la lucha armada, se distinguió por fundar organizaciones profesionales extremadamente eficaces. Sus contactos con los partidos comunistas del extranjero le permitieron conseguir los fondos necesarios para iniciarlas. Gracias a su eficacia, el PCP logró una posición predominante en los campos de la sanidad y la agricultura.

El Frente Popular para la Liberación de Palestina trabajaba también en estos campos. El Frente Democrático para la Liberación de Palestina, famoso por sus organizaciones de mujeres, estableció una amplia red de centros de atención de día en aldeas y campos de refugiados. Estas ONG anteriores a Oslo no fueron nunca entidades separadas. Los proyectos se cubrían a veces con personal cuyo perfil tenía más de activistas políticos que de profesionales, en cuyo caso la calidad de los servicios podía decaer. También ocurría en ocasiones que los fondos que se habían recogido en función de un proyecto se destinaban a cubrir las necesidades del movimiento político. Sin embargo, las ONG de aquella época tenían una ventaja singular: que los servicios que proporcionaban contribuían a una finalidad común. Los donantes compartían asimismo, por lo general, esa finalidad. Ayudaban desde su lugar, poniendo cuidado en no confundir apoyo con interferencia.

Las ONG tras Oslo: los receptores

La Conferencia [árabe-israelí] de Madrid [de octubre-noviembre de 1991], primero, y los acuerdos de Oslo [de 1993], después, supusieron una conmoción para el aparato que se había desarrollado en décadas anteriores. Las organizaciones políticas y sus ONG habían advertido su papel como constructoras de la infraestructura de un futuro Estado palestino. Pero Arafat las echó a un lado, barriendo el programa nacional que había unido a millones de personas, y escogió en su lugar llegar a un acuerdo secreto con Israel. Con la excepción parcial de Hamas, la estructura política se vino abajo en el interior de los Territorios Ocupados, tanto ideológica como organizativamente. El programa palestino, que apelaba a la creación de un Estado dentro de las fronteras de 1967 [Gaza y Cisjordania], así como al derecho al retorno de los refugiados, se vio súbitamente falto de defensores. Los dirigentes de la izquierda se quedaron mudos.

Poco a poco, no obstante ­entre el frenesí de los entusiastas de Oslo y la parálisis de sus oponentes- resurgieron las más fuertes y acaudaladas de las antiguas ONG, y junto a ellas aparecieron otras nuevas a centenares. No aceptaban órdenes de las organizaciones políticas correspondientes, como en los viejos tiempos, sino antes bien de nuevos jefes: los países donantes, el Banco Mundial y la CIA (por medio de su agencia local, la USAID -United States Agency for International Development-, la agencia norteamericana para la ayuda exterior al desarrollo). Y hete aquí, empero, que entre los jefes de las ONG aparecieron rostros familiares de un contexto diferente: personas que, en el pasado, habían sido dirigentes estudiantiles, dirigentes de trabajadores y de mujeres a escala nacional. A falta de oportunidades profesionales en la AP, muchos de los miembros de la inteligentsia se vieron atraídos por las ONG, que tienen un mayor potencial de empleo. Los antiguos dirigentes políticos se encontraron sin programa nacional y sin masas, pero teniendo que preocuparse de su propio futuro económico.

De acuerdo con las estimaciones más fiables de las que disponemos, existen cerca de 1.200 ONG palestinas, siempre y cuando incluyamos a 500 que figuran como instituciones de caridad, antiguas y ya asentadas, y que nunca se fundamentaron en conexiones políticas. Las 700 restantes son las que aquí nos interesan. Entre ellas se cuenta la progenie desarraigada de las viejas organizaciones políticas, así como muchas otras que surgieron del suelo importado de Oslo. Si tomamos la estimación conservadora de que esas 700 dan empleo a 15 personas por término medio (sin contar a los miles que trabajan en ONG de servicios de salud, como el Hospital Muqassad), llegamos a la cifra de 10.500. Es decir que, como poco, es esta cifra de hombres y mujeres la que recibe su salario de gobiernos, organismos y agencias extranjeras. Estos salarios son más elevados que los del personal que trabaja en las oficinas de la AP o incluso en los servicios de seguridad. Hemos realizado un pequeño estudio informal entre trabajadores de las ONG y por lo que respecta a administradores que tengan responsabilidades, las cifras que encontramos en diversas fuentes varían entre 2.000 y 4.000 dólares al mes (en Israel, donde, por comparación, el salario mínimo es de 800 dólares al mes, eso supondría unos ingresos generosos para un trabajador del sector privado). "En realidad -afirma Mamad Jaradat- el salario oficial es mayor de lo que parece, porque no incluye las prebendas, como gastos de teléfono, seguros de vida, pensiones, mantenimiento del coche, gastos administrativos, dietas, y gastos de hospedaje. Bajo la rúbrica de hospedaje, por ejemplo, un conocido administrador de una ONG de Ramalah invita ocasionalmente a todo su personal al famoso bufé de almuerzo de los sábados en el American Colony Hotel (5) Esto lo supimos gracias uno de los trabajadores de la organización que se marchó a causa de la corrupción. En contraste con los salarios más altos, una secretaria puede ganar entre 300 y 400 dólares al mes, cerca de una décima parte de lo que gana su jefe".

Los salarios normales de los trabajadores del sector ascienden a una cifra entre 800 y 1.000 dólares al mes, lo cual viene a ser unos 500 dólares más de lo que gana un trabajador del sector público de la AP. Un profesor palestino, por ejemplo, gana entre 400 y 600 dólares.

Mustafa Barghouti dirige la Unión Palestina de Comités de Ayuda Médica (UPMRC, en inglés Union of Palestinian Medical Relief Committees, Ayuda Médica desde ahora). Relacionada en principio con el PCP, realizó un trabajo médico pionero como ONG en los Territorios Ocupados. Hoy en día muchos la consideran la mayor y más eficaz de las organizaciones de servicios de salud. En una entrevista telefónica con Challenge, Barghouti dio las siguientes cifras: el presupuesto anual de Ayuda Médica es de cerca de 2,5 millones de dólares. Mantiene 26 clínicas, que dan trabajo a un total de 200 personas (hay 1.800 voluntarios). El salario más elevado es de 2.000 dólares al mes, el más bajo, de 250, y el promedio, de 800. Si aceptamos la veracidad de estas cifras, la simple aritmética demuestra que cerca del 80% de los sueldos se va en salarios. ¡Ayuda Médica tiene que ser verdaderamente muy eficiente! Dado lo reducido del sector privado en los Territorios Ocupados, las ONG representan la comunidad natural a la que aspira todo licenciado universitario. En los últimos seis años se ha formado una élite que decide sobre el destino de millones de dólares. Esta comunidad presta sin duda servicios a la población, con frecuencia de un nivel mayor que el de la AP. Sus miembros llevan una vida relativamente confortable. Teniendo en cuenta la falta de proyecto de envergadura nacional, va en su propio interés preservar el status quo. Eso significa, ante todo, satisfacer las expectativas de quienes les dan de comer.

Con todo, el imperio de las ONG tiene un bajo vientre delicado. Su organización depende por entero del antojo de sus donantes foráneos, cuyas prioridades pueden cambiar de un momento al siguiente. Jean-Christophe Gerard, que representa a Terre des Hommes en los Territorios Ocupados y opera como coordinador de la AIDA (Asociación de Agencias de Desarrollo Internacional) puso el siguiente ejemplo:

"ECHO (el Fondo de Emergencia de la Unión Europea) subvenciona a ONG europeas. Farmacéuticos Sin Fronteras (FSF) recibió fondos de ECHO con el fin de suministrar gratuitamente medicamentos a centenares de clínicas, las cuales se adquirieron a productores locales. Esto funcionó sin mayor problema. La producción era local, pero FSP se aseguraba que se ajustara a su normativa, y de todo ello se beneficiaba la gente más desfavorecida. Ahora, de repente, ECHO ha decidido, de un día para otro, no conceder más fondos a PSF. El problema es que la mayoría de las pequeñas clínicas de las ONG, cerca de un 90%, no había incluido partida alguna para medicinas en su presupuesto, habida cuenta que contaban con seguir recibiéndolas gratuitamente por medio de FSF. ¡Ya se puede imaginar lo que les sucederá a estas clínicas en los próximos seis meses! ¡El Fondo de Emergencia ha conseguido crear una emergencia de verdad!

"¿Qué es lo que había sucedido en este caso? Pues que ECHO había declarado que ya no consideraba prioridad las medicinas. De pronto resultaba que los beduinos y el agua tenían mayor importancia. De forma parecida, la discapacidad dejó de constituir una prioridad, salvo para los discapacitados, claro. Por lo que toca a los norteamericanos, sus ONG donantes cambian de política cada año. CARE y Save the Children han de seguir las directivas de USAID, cuyo proceder resulta errático".

Los donantes tras Oslo

Hablar de las ONG después de Oslo es hablar de los donantes, con particular atención a USAID. Y la naturaleza de los donantes también ha cambiado desde Oslo. Sería injusto, no obstante, meterles a todos en el mismo saco. Muchos donantes, sobre todo los más antiguos, siguen dedicándose plena y simplemente a su trabajo. Véanse de nuevo las declaraciones de Jaradat: "Hay buenos y malos donantes. Los buenos son los que apoyan una causa, una meta. Persisten en su labor porque están de verdad interesados y de éstos hay muy pocos. Entre ellos incluiría definitivamente a las organizaciones de solidaridad y a las iglesias. Unos cuantos miles de dólares enviados por ellos son para mí más importantes que cientos de miles de las agencias con la mentalidad norteamericana (sean o no norteamericanas), porque al menos trabajo con gente que comprende y valora mi trabajo y viceversa. La mayoría de estos donantes no está bloqueada por Oslo. Tiene una visión clara y no duda en continuar su programa aunque se sienta presionada".

En general, sin embargo, el carácter de los donantes, como decía, ha cambiado desde Oslo. Allí donde el orden del día solía dictarlo las necesidades populares ­la necesidad de una clínica o de un centro de atención de día, la necesidad de una cooperativa o de algún otra forma de habilitación- la mayoría de las aportaciones provienen hoy en día del resultado de decisiones políticas de gobiernos, de agencias extranjeras y de la UE. El dinero llega en remesas de al menos 150.000 dólares por proyecto. La punta de lanza de este cambio se cifró en la USAID, que hizo su aparición en el escenario palestino en 1994. Se da por hecho en todo el Tercer Mundo que la USAID es el brazo humanitario de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA.

Aún no se había secado la tinta de los acuerdos de Oslo cuando Estados Unidos anunció una aportación de 500 millones de dólares, que debían distribuirse en los Territorios Ocupados en un período de cinco años (6). En agosto de 1994 se le encargó a USAID otorgar 375 millones de dólares de este dinero (el resto lo había aportado la OPIC, Overseas Private Investment Corporation). De acuerdo con su página web de 1996, la misión destacada en Gaza y Cisjordania de la USAID diseñó una estrategia a cinco años de democracia y gobernación "para promover la expansión de una sociedad palestina estable y democrática". Más adelante, se aprecia en el documento de qué modo planea la CIA utilizar a las ONG, a las que presta su apoyo con el fin de infiltrarse en el proceso de toma de decisiones de la AP: "La USAID y sus socios han comprometido a la AP en la necesidad de una ley de ONG que permita a las ONG palestinas y a otras organizaciones de la sociedad civil desempeñar un papel activo en el proceso de toma de decisiones (...). Una serie de organizaciones de la sociedad civil, entre las que se cuentan varias que reciben subvenciones de USAID, presionaron con éxito al Consejo Legislativo Palestino para introducir cambios en el borrador de la ley sobre ONG que apoyaran cambios favorables al funcionamiento de las ONG."

Si USAID se hubiera ganado una reputación universal como la de, digamos, Amnistía Internacional, ¿quién iba a escandalizarse? Pero, por desgracia, no es éste el caso. Por una parte, los norteamericanos han demostrado un notable interés en el Consejo Legislativo Palestino (CLP), lo mismo que en las ONG. Por otra, como resultado de las negociaciones de Wye Plantation, la CIA trabaja hoy codo con codo con el aparato de seguridad de la AP. Al depender por completo de los norteamericanos, parece como si Arafat les dejara entrar a la vez por la puerta principal y la de servicio.

Antes de Oslo, nombrar a la USAID era evocar un espantajo en círculos palestinos. Cualquier dinero que pudiera vincularse a la CIA era tabú. Hoy, en cambio, en una atmósfera de derrotismo y falta de objetivos, no existen zonas prohibidas. No hace falta más que situar el proyecto bajo la rúbrica de sociedad civil, democracia, proyectos conjuntos o semillas de la paz y conseguir un millón de dólares. Veamos lo que dice Jaradat: "En los llamados 'proyectos conjuntos' ­joint ventures- se puede encontrar, diríamos, a una docena de palestinos y a uno o dos israelíes de regalo. ¿Y qué hacen aquí los israelíes, me pregunto yo? Antes de Oslo teníamos cooperación de veras y los participantes israelíes trabajaban solidariamente con nosotros. Hoy en día no se trata de solidaridad, sino de normalización: de imponernos el acuerdo de Oslo y decir que todo va bien. Bien los bantustanes (7). Bien los cierres [militares de los Territorios], bien las autopistas de circunvalación, bien los asentamientos".

El término sociedad civil acompaña a USAID como el cordero al pastor. Este término amorfo, ubicuo, aparentemente inocuo, parece poner las cosas en perspectiva, cuando su verdadera función consiste en desenfocarlas. "En general, -escribe Ahmad Nimer (8)- la sociedad civil se entiende como esa parte de la sociedad que se encuentra entre el Estado y el individuo. Se ha utilizado para abarcar a una gran variedad de instituciones como sindicatos, grupos juveniles, organizaciones de mujeres, formaciones educativas y religiosas, clubes de negocios e incluso de deportes (...). Quienes se muestran críticos argumentan que la sociedad civil está llena de contradicciones de clase, y que la democracia no puede separarse de cuál es la clase que detenta el poder del Estado (...). El enfoque de la sociedad civil ignora la realidad de las sociedades divididas en clases. Obscurece la naturaleza real de la democracia y la trata como un conjunto de derechos sociales y políticos de principio, sin relación con la clase". "Muchas de éstas [ONG] abogan por el fortalecimiento de la democracia y la construcción de una sociedad civil", continúa Nimer, pero en la práctica ello ha llevado a la despolitización de la sociedad palestina, substituyendo el papel de la lucha popular por organismos profesionales que tratan de conseguir fondos para celebrar talleres y llevar a cabo cursos y conferencias de formación, de abogar más que de movilizar". El concepto de sociedad civil nutre la ilusión de que las iniciativas individuales determinan la realidad. De hecho, las cosas discurren de acuerdo con programas ideológicos respaldados por la fuerza armada, como el libre mercado (EEUU) o el sionismo (Israel), o la mera perpetuación de una élite gobernante (la AP). Con la sociedad civil, sólo las masas palestinas carecen de programa.

De los 193 millones que USAID aportó a los Territorios Ocupados entre 1996 y 1998, otorgó 27 millones (el 14%) a gobernación. Esta categoría, como sabemos gracias a la página web de la agencia, incluye "reuniones en ayuntamientos, sesiones de educación cívica, foros abiertos para difundir y analizar proyectos de ley (...). Algunos programas proporcionan subvenciones para diferentes tipos de actividades de formación, como formación de mujeres dirigentes de comunidades de base y formación intensiva de dirigentes de la sociedad civil (...)" ¿Quiénes son todos estos dirigentes potenciales?: ¿las amas de casa?, ¿los campesinos?, ¿los trabajadores no cualificados? Raramente. Son los miembros de las ONG. Nos encontramos ante una especie de actividad incestuosa entre ONG: "Tú vienes a mi taller, y yo iré al tuyo. Y no te olvides la cámara". ¿Y para qué sirven los talleres? Para formarse mutuamente sobre cómo concentrarse en cierta clase de asuntos a expensas de otras (las diferencias de clases) que pudieran perturbar el orden existente. Estamos ante uno de esos casos en los que EEUU promociona por arriba la democracia de viejo cuño, mientras por debajo, en el sótano, con sigilo, la CIA ayuda a Arafat a apretar las tuercas para suprimir a la oposición.

Volviendo a los 193 millones que USAID aportó entre 1996 y 1998: 116 millones fueron enteramente a proyectos para la mejora del suministro de agua. A primera vista, parece digno de elogio. La escasez de los palestinos es desesperante en este terreno. Pero su situación experimentaría un enorme progreso, sin embargo, si Israel no se quedase con el agua que les pertenece (9). Lo cierto es que Israel está desesperado por conseguir agua, aunque su consumo per cápita es mayor que el de los palestinos de los Territorios Ocupados. En esta región, con frecuencia, los motivos nefandos se envuelven en buenas causas. El caso del agua parece ser otro ejemplo más: ¿están los norteamericanos realizando esos desembolsos, destinados a mejorar el abastecimiento palestino, con el fin de aliviar la presión ejercida sobre Israel para que haga concesiones?

Existe, por supuesto, una tremenda diferencia entre los países europeas donantes y USAID. Las primeras ejercen un cierto grado de autoconstricción en la imposición de las prioridades. Últimamente, sin embargo, han menguado sus aportaciones. Tampoco dispensa la UE dinero en la proporción o con la frecuencia con que solía. Estados Unidos, mientras tanto, se ha esforzado por transformar las zonas de la AP en zonas de influencia propia. USAID escoge a sus socios colaboradores ciudadosamente, lo cual se ajusta a su finalidad. Las necesidades de la población ­salvo en el dudoso caso del agua- no encuentran expresión en los documentos orientativos de la agencia. Su jerga está hecha del típico ketchup del plástico régimen norteamericano. El compromiso de la agencia está vinculado al acuerdo de Oslo y los megadólares tienen una única finalidad: hacer que Oslo funcione (10).

La doble estrategia de USAID

Pese a toda su importancia, para USAID las ONG resultan secundarias para sus demás preocupaciones, a saber, la expansión del libre comercio y del sector privado. Sin embargo, cuando investigamos más profundamente en lo que pueden querer de las ONG, encontramos una curiosa doble estrategia. Por un lado, la agencia les pide que cooperen con la AP. En la práctica, por otro lado, la agencia singulariza y cultiva a aquellas ONG que están directamente relacionadas con ella, como si estuviera interesada en desarrollar una autoridad gobernante separada y paralela. La siguiente descripción la escuchamos de labios de un alto representante de una gran ONG europea presente en los Territorios Ocupados:

"He aquí un ejemplo que muestra cómo actúa USAID a fin de deshacer una institución gubernamental de atención sanitaria actualmente operativa. En muchas zonas remotas, las mujeres dan a luz sin llegar a ver jamás a un ginecólogo. Por lo tanto, Medecos Sin Fronteras ha estado trabajando en un hospital de la AP en Hebrón, formando a trabajadoras de atención sanitaria primaria. Aprenden a detectar potenciales problemas y cuando se da el caso envían a las mujeres a una clínica de alto riesgo en Hebrón. Hay que reconocer que no es eficiente al 100%, y que no pagamos lo suficiente a los trabajadores, aunque últimamente otra ONG ha invertido fondos en renovar esta clínica de la AP. Y hemos oído que ahora USAID pretende dar millones de dólares para atención prenatal a la People´s Friend Society y a Ayuda Médica. Compréndase bien: la atención sanitaria de las ONG es cara; la gente tiene que pagar. De modo que mientras USAID predica en contra de la duplicidad de esfuerzos, el efecto de esta subvención va a consistir en quebrar el sector de la atención sanitaria de la AP. En dos o tres años habrá dos sistemas paralelos: el sistema de la AP, de escasa calidad, para aquellos que no puedan permitirse pagar y el sistema de las ONG, con una infraestructura más avanzada y costosa. No sé qué es lo que tratan de hacer. ¿Es que su objetivo consiste en crear, a largo plazo, el sector privado? Es cosa sabida, por demás, que la gente que trabaja en el campo prenatal termina por influir en las mujeres en lo referente al control de natalidad, y ya sabemos cómo le preocupa a Israel el aumento natural de la población de los Territorios Ocupados." (11)

Después de conocer lo dicho por este representante europeo, pregunté a Mustafa Barghouti, jefe de Ayuda Médica, si su organización intentaba conseguir el apoyo de USAID. "Hemos tomado la decisión de trabajar sólo con ONG" contestó (USAID no es una ONG, sino una agencia gubernamental). Apunté que muchas ONG consiguen sus fondos principalmente de USAID. Barghouti confirmó que Ayuda Médica está en negociaciones con CARE. Esta ONG, que participó en el reciente encuentro de Tel Aviv, recibe buena parte de sus fondos de USAID.

El representante europeo que se había referido a la atención prenatal continuaba manifestando lo siguiente: "Llevo haciendo trabajo de desarrollo durante casi dos décadas, y he de decir con pena que las ONG se están convirtiendo en socios del sistema global. Hace quince años tenían conocimientos de sobra como para permanecer lejos de la escena política oficial. Ayudaban a la gente sin que nadie se enterase. Hoy en día, cuando se oyen las noticias, se oye a todas horas el término ONG. Los norteamericanos solían decir: '¡Enviemos a los marines!'. Hoy bien podrían decir: '¡Enviemos a las ONG!'. Consiguen lo que EEUU desea antes de enviar a los marines, y para cuando desembarcan los ejércitos, allí están las ONG para proporcionarles información".

Washington es perfectamente consciente de la debilidad de la AP. Como en muchos lugares del Tercer Mundo, está tratando de cultivar y corromper a un estrato social que se muestre dispuesto, siempre y cuando llegue el momento, a sustituir al gobierno existente. La comunidad de las ONG ha llegado a un punto decisivo: debe decidir qué va a poner en práctica, la agenda norteamericana o el programa del pueblo palestino. En cuanto al corderillo de la sociedad civil, bien harán las ONG en recordar, al enfrentarse a esta decisión, que no había nada incivil en la sociedad palestina que durante tres años leoninos sostuvo la Intifada. La solidaridad mutua y la organización comunitaria proporcionaron un modelo de sociedad civil como raras veces se ha visto. Toda una población se organizó en torno a una sola visión, que llevaron a la práctica las ONG de antaño. Pero evitemos la confusión: ¡primero fue la gallina (los partidos políticos) y luego el huevo (las ONG)! En aquellos gloriosos días, las fuerzas que impulsaban a las ONG constituían la visión nacional, los partidos y sus programas, ¡y no el dinero! (12).

La presión de la AP sobre las ONG

La AP no se muestra ciega al hecho de que USAID corteja a las ONG. Se muestra también preocupada por el hecho de que éstas últimas, con sus conexiones en el extranjero, representan un grupo de presión potencialmente poderoso. Hasta ahora, los conflictos ocasionales entre la comunidad de las ONG y la Autoridad han estado al borde de la guerra abierta. De cada lado se intentan guardar las distancias, como puercoespines que bailaran un tango. En los últimos años, la comunidad de las ONG ha estado en contacto intensivo con el Consejo Legislativo Palestino (CLP) en lo relativo a la formulación de la Ley de ONG que se inició, queremos recordar, a instancias de la USAID. Se trata de la ley que, como mencionábamos antes, permitiría a las ONG "desempeñar un papel activo en el proceso de toma de decisiones". Reglamentaría también su inscripción y sus campos de responsabilidad.

Arafat no se iba a cruzar de brazos mientras la USAID hacía su entrada por la puerta principal. Deseaba que las ONG se inscribieran en el ministerio del Interior (como suele ser norma en la mayor parte del mundo). Las ONG se han resistido a ello, puesto que Interior está directamente conectado a Arafat y su brazo de seguridad. Habrían preferido el ministerio de Justicia. El debate continuó durante meses, hasta que finalmente Arafat se salió con la suya. Yo misma pregunté a Bassam Eid, del Grupo Palestino de Observación de Derechos Humanos (Palestinian Human Rights Monitoring Groups) por la cuestión de la inscripción. Me contestó que no importaba verdaderamente donde se pusiera a las ONG. Arafat tiene influencia en todos los departamentos. "Desde mi punto de vista, no me importaría inscribirlas en el ministerio de Agricultura, porque eso no supondría ninguna diferencia". Muhammad Jaradat coincide en ello: "Es una diferencia puramente cosmética. Aun cuando las ONG pudieran obrar a su gusto e inscribirse en el Ministerio de Justicia, necesitarían con todo un certificado de buena conducta de Interior, a saber, del aparato de seguridad".

Resulta curioso que las ONG intentaran cobijarse bajo las alas del ministerio de Justicia al tratar de eludir a Arafat. Su interferencia es ahí penetrante y vociferante. Las decisiones de los tribunales se aplican o no dependiendo de su antojo. Varias ONG que trabajan en derechos humanos llevan criticando largo tiempo a la AP sobre esta cuestión, y la UNSCO dio recientemente a luz un informe en el que adopta sus puntos de vista. Precisamente el ministro de Justicia de la AP contraatacó acusando de corrupción a las ONG. Estas tensiones han llevado al régimen de Arafat a establecer un nuevo ministerio de Asuntos de ONG de la AP (Ministry of NGO Affairs, MONGO), encabezado por el arquitecto de Oslo Hassan Asfour. En un reciente encuentro con representantes de la AIDA, entre los que se contaba Jean-Christophe Gerard, de Terre des Hommes, Asfour afirmó que el trabajo de las ONG era bienvenido, pero les aconsejó "no mezclarse en política".

Juzgando por los precedentes de Vietnam y Ruanda, Gerard apunta que es probable que lo que resulte del nuevo ministerio sea un recorte de los presupuestos de las ONG. La AP se ha visto aquí influida por una disputa ya larga producida en Egipto entre el gobierno y las ONG: "En Egipto se exige que todo el dinero que llegue al país debe ser primero aprobado por el gobierno. Si ése va a ser aquí el caso, entonces las ONG perderán su independencia. Se encontrarán con un tipo de control financiero que vendrá a ser equivalente al control político. El gobierno decidirá qué ONG reciben dinero y cuáles no".

Al comienzo de este artículo, bosquejamos una secuencia cronológica: se firmaron los acuerdos de Oslo, se vinieron abajo los partidos políticos en los Territorios Ocupados y muchos de los potenciales opositores al proceso encontraron trabajo en las ONG, donde, al depender de donantes exteriores, quedaron políticamente neutralizados. En ausencia de partidos de oposición, las ONG carecen de baluartes que les protejan de Arafat. El pueblo palestino tendrá que preguntarse un día si, pese a todas sus buenas obras, las ONG no habrán resultado finalmente dañinas.

Hoy, cuando la oposición palestina ha sido reducida a escombros, y los escombros los han absorbido tanto la AP como las ONG, éstas últimas no pasan de ser una aspirina, ¡cuando lo que la gente necesita es un transplante de corazón!. Necesita un corazón nuevo que dé respuestas a los trabajadores sin empleo encerrados en los bantustanes, a los granjeros cuyas tierras han sido ocupadas, a los refugiados que necesitan volver a casa. ¡Este es el orden del día: levantar la oposición a la AP! ¿Y las ONG? ¿Cuál es su papel? ¿Tienen alguno? Ha llegado la hora de analizarlo a fondo.