Sin proyecto nacional alternativo, las ONG se
pliegan a la estrategia común de las instituciones donantes y la
Autoridad Palestina
ONG en Palestina: liberalismo económico
y desestructuración social
Roni Ben Efrat
Redactora de la revista israelo-palestina Challenge
Publicado en Nación Árabe,
núm. 42, otoño de 2000
Si el movimiento nacional palestino hubiera logrado
un Estado independiente en los Territorios Ocupados, sus organizaciones
no gubernamentales (ONG) de mayor envergadura en el campo de la salud y
la agricultura habrían formado cada una de ellas la base del ministerio
correspondiente. "Cuando éramos jóvenes", afirma
Muhammad Jaradat, fundador de la ONG BADIL, (1) "soñábamos con que
poníamos los cimientos de un Estado. Cuando comenzamos la unión
agrícola, pensábamos que un día nos fusionaríamos
con otras organizaciones campesinas para formar el futuro Ministerio de
Agricultura palestino" (2) Con el advenimiento del Estado, las ONG más reducidas podrían
haber seguido siendo independientes, garantizando una sociedad pluralista,
probando enfoques alternativos de distintos problemas, trabajando en la
comunidad, apoyando a grupos dejados de lado por el Estado, y sirviendo
de vigías de la democracia y los derechos humanos. No fue este proceso,
por supuesto, el que se ha producido. Los acuerdos palestino-israelíes
de Oslo han dejado la cuestión nacional sin resolver. La Autoridad
Palestina (AP), surgida de Oslo, no proporciona el tipo de dirección
que puede erigir un Estado viable. Su presidente Arafat insiste en hacerse
cargo de todo, sus ministerios no son funcionales y la corrupción
chupa buena parte de sus fondos.
A la vista de los fallos de la Autoridad Palestina (AP), se puede comprender
por qué las ONG de mayores dimensiones han evitado fusionarse con
los ministerios correspondientes del gobierno palestino, prefiriendo conservar
su independencia cualquiera que ésta sea. Este estado de cosas alcanza
de cuando en cuando el grado de lo absurdo. Existen ONG cuyo presupuesto
es mayor que el de los departamentos correspondientes de la AP. Sabemos
por distintas fuentes que el ministerio de Agricultura solicita ocasionalmente
la ayuda de los Comités Palestinos de Ayuda Agrícola (PARC,
sigla en inglés de Palestinian Agricultural Relief Committees). Considérese,
sino, el campo de la salud: en el último año, la provisión
de medicinas de la AP en la ciudad de Ramalah menguó hasta desaparecer
por completo. Los hospitales del gobierno carecían sencillamente
de todo. Varias ONG acudieron (parcialmente) al rescate. Entre ellas se
encontraba ANERA, una gran ONG norteamericana con sede en los Territorios
Ocupados, que aportó medicamentos por valor de 3,5 millones de dólares.
Por cierto que ANERA consigue medicinas de diversas compañías
norteamericanas que necesitan deshacerse de sus excedentes con el fin de
recibir nuevos suministros. En tal caso, no existen garantías de
que las medicinas aportadas se ajusten a las necesidades de los hospitales
(3).
La pérdida del referente nacional
¿Cuál es la lección de esta historia? Por un lado,
sabemos que las ONG, al tiempo que preservan su independencia e incluso
aumentan su poder, pueden terminar sirviendo fácilmente de tapadera,
les guste o no, de las insuficiencias de los ministerios de la AP. En una
sociedad verdaderamente democrática un gobierno que no llega a funcionar
acaba por ser substituido. Si sus miembros roban dinero público,
dejando fondos que no bastan para satisfacer los servicios mínimos,
lo esperable sería que la oposición se alzara y provocase
su caída. En el caso de la AP, es justo presumir que una gran cantidad
de dinero público se encauza hacia los bolsillos de ciertos ministros,
puesto que la mayoría de quienes fueron acusados en un informe oficial
de hace tres años permanecen en sus puestos (4).
Sin embargo, no surge oposición alguna. ¿Por qué
no? ¿De dónde habría de surgir sino de quienes se han
opuesto a Oslo? ¿Y dónde están? No en los partidos
políticos, porque éstos se han rendido. ¡Los opositores
a Oslo se han ido a las ONG! Pero una ONG no puede hacer el trabajo de un
partido político en la oposición. La razón es sencilla:
las ONG tienen todas una debilidad intrínseca: sólo pueden
funcionar como parte de una pareja, el donante y el receptor.
Debido a que la mayor parte de los donantes no quieren poner piedras
en el camino de la AP, las ONG no tienen más remedio que plegarse
a los designios de la línea de Yasir Arafat, aceptar las distorsiones
de la democracia, y contribuir por lo tanto a un sistema de poder y responsabilidad
duales en el suministro de servicios. Quienes no se integran en una ONG
quedan políticamente neutralizados. Así pues, nos encontramos
con una paradoja: puede que las ONG realicen un trabajo excelente en determinados
terrenos, y no cabe duda de que prestan ayuda a mucha gente; pero sin partidos
de oposición que los respalden, el efecto general de su mera existencia
consiste en inhibir los cambios.
Existe un problema añadido. ¿Ante quien se hacen responsables
los trabajadores de las ONG? Antes sus donantes, no ante una comunidad política
popular. No les elige nadie. Puede que hagan todo lo posible por dispensar
ciertos servicios, pero si éstos no bastan si no llegan los
juguetes a los centros de atención de día ni las medicinas
a las clínicas ni el agua a los grifos- ¿a quién debe
acudir la población local a quejarse? Para el pueblo palestino, el
resultado final es éste: baqueteados entre la AP y las ONG, no consiguen
que se cubran los servicios mínimos a los que tienen derecho.
Aun más si cabe, en los días de la ocupación israelí
pura y dura no se echaba en falta la claridad respecto a quién dirigir
las críticas: la responsabilidad recaía en Israel. La lucha
por los derechos se producía tanto en el plano político como
en el plano popular, organizado por los partidos políticos en movimientos
populares y ONG. Hoy en día, en cambio, las ONG deben danzar al son
que la AP les toca. Y puesto que ésta última ha abandonado
la lucha de liberación, el trabajo de las ONG ya no tiene significación
nacional. Aparte de rellenar lagunas y resolver problemas individuales,
poco les queda a sus miembros salvo aguantar inflexibles el modo de vida
relativamente estable y las prebendas- de la élite a la que
pertenecen. ¿Cuál debería ser el orden del día
de las ONG?
En una sociedad capitalista, que aplasta a los débiles y suprime
cualquier oposición, las ONG deberían ser portadoras de una
visión humanista, universal, y la solidaridad con los débiles
resulta fundamental para su razón de ser. No pueden, por ejemplo,
apoyar el proceso de globalización que promueven hoy en día
EEUU en su función de jefe de policía militar y financiero
del mundo. En el mejor de los casos, las ONG receptoras consisten en personas
que con la mira puesta en la comunidad quieren hacer pasar a su pueblo del
atraso al desarrollo. En el Tercer Mundo, en cambio, dada la falta de subvenciones
gubernamentales, las ONG dependen por completo de los donantes extranjeros.
Puede suceder que éstos últimos tengan sus propias prioridades,
que no tienen por qué concordar con la de las ONG. En ese caso, las
ONG se sentirán tentadas a ajustar su orden del día. En el
mejor de los casos, el donante recoge dinero de su comunidad. Las iglesias,
por ejemplo, han sido capaces por lo general de mantener prioridades que
respondían a las necesidades de los receptores. El llamamiento a
una comunidad del Primer Mundo (religiosa o secular), en nombre de otra
del Tercer mundo, se ajusta al concepto básico de las ONG, a saber,
reforzar la solidaridad entre los fuertes y los débiles.
Muchos donantes, sin embargo, dependen de su gobierno en lo que respecta
a los fondos, y a menudo han de enfrentarse a problemas políticos
intimidatorios. (En el caso palestino, los gobiernos europeos han eliminado
de sus listas a todos cuantos se oponen al proceso de Oslo). Las ONG europeas
que se identifican ideológicamente con la oposición local
en el Tercer Mundo se muestran con frecuencia incapaces de prestar ayuda.
Poco a poco, las ONG donantes se van convirtiendo en meros emisarios de
sus gobiernos, dotadas de un personal deseoso de hacer carrera, a quienes
un par de años en Asia o África les supone un bonito añadido
a su curriculum vitae.
Las ONG palestinas antes de Oslo
Hacia finales de los años 70, y por añadidura a la movilización
militar y política, la gente se organizaba de forma bastante abierta
en los Territorios Ocupados con el ánimo de mejorar la vida de la
población bajo la ocupación. Los partidos políticos
establecieron movimientos populares de mujeres, estudiantes y trabajadores.
Había una gran cantidad de duplicidad de esfuerzos, que reflejaba
las diversas ideologías de la sociedad palestina: eran cinco las
organizaciones de mujeres, cinco los sindicatos, etc. A pesar de producirse
esa duplicidad, la actividad comunitaria era enorme, reconciliando la meta
de la independencia con el trabajo de base. Estos grupos funcionaban con
absoluta independencia del régimen militar israelí, que los
consideraba una amenaza. Prácticamente ninguno de los dirigentes
de los movimientos populares consiguió evitar la cárcel y
muchos fueron deportados. Antes de la Intifada, constituían la infraestructura
social que organizó a la población y consiguió mantener
activa la rebelión civil durante casi tres años.
Estos movimientos populares se convirtieron en la base de las ONG. La
gente necesitaba una infraestructura en terrenos como el de la salud, agricultura,
industria y educación. Por su propia naturaleza, esos campos requieren
el concurso de profesionales. Así pues, los comités profesionales
cada uno con su propia ideología- dieron como fruto organizaciones
que se centraban en proporcionar servicios profesionales. No todos actuaban
de este modo. Al-Fatah, por ejemplo, la mayor organización de masas
de los Territorios, no tuvo éxito a la hora de establecer ONG eficientes.
Por contraposición, el Partido Comunista Palestino (PCP), al tiempo
que se mantenía alejado de la lucha armada, se distinguió
por fundar organizaciones profesionales extremadamente eficaces. Sus contactos
con los partidos comunistas del extranjero le permitieron conseguir los
fondos necesarios para iniciarlas. Gracias a su eficacia, el PCP logró
una posición predominante en los campos de la sanidad y la agricultura.
El Frente Popular para la Liberación de Palestina trabajaba también
en estos campos. El Frente Democrático para la Liberación
de Palestina, famoso por sus organizaciones de mujeres, estableció
una amplia red de centros de atención de día en aldeas y campos
de refugiados. Estas ONG anteriores a Oslo no fueron nunca entidades separadas.
Los proyectos se cubrían a veces con personal cuyo perfil tenía
más de activistas políticos que de profesionales, en cuyo
caso la calidad de los servicios podía decaer. También ocurría
en ocasiones que los fondos que se habían recogido en función
de un proyecto se destinaban a cubrir las necesidades del movimiento político.
Sin embargo, las ONG de aquella época tenían una ventaja singular:
que los servicios que proporcionaban contribuían a una finalidad
común. Los donantes compartían asimismo, por lo general, esa
finalidad. Ayudaban desde su lugar, poniendo cuidado en no confundir apoyo
con interferencia.
Las ONG tras Oslo: los receptores
La Conferencia [árabe-israelí] de Madrid [de octubre-noviembre
de 1991], primero, y los acuerdos de Oslo [de 1993], después, supusieron
una conmoción para el aparato que se había desarrollado en
décadas anteriores. Las organizaciones políticas y sus ONG
habían advertido su papel como constructoras de la infraestructura
de un futuro Estado palestino. Pero Arafat las echó a un lado, barriendo
el programa nacional que había unido a millones de personas, y escogió
en su lugar llegar a un acuerdo secreto con Israel. Con la excepción
parcial de Hamas, la estructura política se vino abajo en el interior
de los Territorios Ocupados, tanto ideológica como organizativamente.
El programa palestino, que apelaba a la creación de un Estado dentro
de las fronteras de 1967 [Gaza y Cisjordania], así como al derecho
al retorno de los refugiados, se vio súbitamente falto de defensores.
Los dirigentes de la izquierda se quedaron mudos.
Poco a poco, no obstante entre el frenesí de los entusiastas
de Oslo y la parálisis de sus oponentes- resurgieron las más
fuertes y acaudaladas de las antiguas ONG, y junto a ellas aparecieron otras
nuevas a centenares. No aceptaban órdenes de las organizaciones políticas
correspondientes, como en los viejos tiempos, sino antes bien de nuevos
jefes: los países donantes, el Banco Mundial y la CIA (por medio
de su agencia local, la USAID -United States Agency for International Development-,
la agencia norteamericana para la ayuda exterior al desarrollo). Y hete
aquí, empero, que entre los jefes de las ONG aparecieron rostros
familiares de un contexto diferente: personas que, en el pasado, habían
sido dirigentes estudiantiles, dirigentes de trabajadores y de mujeres a
escala nacional. A falta de oportunidades profesionales en la AP, muchos
de los miembros de la inteligentsia se vieron atraídos por las ONG,
que tienen un mayor potencial de empleo. Los antiguos dirigentes políticos
se encontraron sin programa nacional y sin masas, pero teniendo que preocuparse
de su propio futuro económico.
De acuerdo con las estimaciones más fiables de las que disponemos,
existen cerca de 1.200 ONG palestinas, siempre y cuando incluyamos a 500
que figuran como instituciones de caridad, antiguas y ya asentadas, y que
nunca se fundamentaron en conexiones políticas. Las 700 restantes
son las que aquí nos interesan. Entre ellas se cuenta la progenie
desarraigada de las viejas organizaciones políticas, así como
muchas otras que surgieron del suelo importado de Oslo. Si tomamos la estimación
conservadora de que esas 700 dan empleo a 15 personas por término
medio (sin contar a los miles que trabajan en ONG de servicios de salud,
como el Hospital Muqassad), llegamos a la cifra de 10.500. Es decir que,
como poco, es esta cifra de hombres y mujeres la que recibe su salario de
gobiernos, organismos y agencias extranjeras. Estos salarios son más
elevados que los del personal que trabaja en las oficinas de la AP o incluso
en los servicios de seguridad. Hemos realizado un pequeño estudio
informal entre trabajadores de las ONG y por lo que respecta a administradores
que tengan responsabilidades, las cifras que encontramos en diversas fuentes
varían entre 2.000 y 4.000 dólares al mes (en Israel, donde,
por comparación, el salario mínimo es de 800 dólares
al mes, eso supondría unos ingresos generosos para un trabajador
del sector privado). "En realidad -afirma Mamad Jaradat- el salario
oficial es mayor de lo que parece, porque no incluye las prebendas, como
gastos de teléfono, seguros de vida, pensiones, mantenimiento del
coche, gastos administrativos, dietas, y gastos de hospedaje. Bajo la rúbrica
de hospedaje, por ejemplo, un conocido administrador de una ONG de Ramalah
invita ocasionalmente a todo su personal al famoso bufé de almuerzo
de los sábados en el American Colony Hotel (5)
Esto lo supimos gracias uno de los trabajadores de la organización
que se marchó a causa de la corrupción. En contraste con los
salarios más altos, una secretaria puede ganar entre 300 y 400 dólares
al mes, cerca de una décima parte de lo que gana su jefe".
Los salarios normales de los trabajadores del sector ascienden a una
cifra entre 800 y 1.000 dólares al mes, lo cual viene a ser unos
500 dólares más de lo que gana un trabajador del sector público
de la AP. Un profesor palestino, por ejemplo, gana entre 400 y 600 dólares.
Mustafa Barghouti dirige la Unión Palestina de Comités
de Ayuda Médica (UPMRC, en inglés Union of Palestinian Medical
Relief Committees, Ayuda Médica desde ahora). Relacionada en principio
con el PCP, realizó un trabajo médico pionero como ONG en
los Territorios Ocupados. Hoy en día muchos la consideran la mayor
y más eficaz de las organizaciones de servicios de salud. En una
entrevista telefónica con Challenge, Barghouti dio las siguientes
cifras: el presupuesto anual de Ayuda Médica es de cerca de 2,5 millones
de dólares. Mantiene 26 clínicas, que dan trabajo a un total
de 200 personas (hay 1.800 voluntarios). El salario más elevado es
de 2.000 dólares al mes, el más bajo, de 250, y el promedio,
de 800. Si aceptamos la veracidad de estas cifras, la simple aritmética
demuestra que cerca del 80% de los sueldos se va en salarios. ¡Ayuda
Médica tiene que ser verdaderamente muy eficiente! Dado lo reducido
del sector privado en los Territorios Ocupados, las ONG representan la comunidad
natural a la que aspira todo licenciado universitario. En los últimos
seis años se ha formado una élite que decide sobre el destino
de millones de dólares. Esta comunidad presta sin duda servicios
a la población, con frecuencia de un nivel mayor que el de la AP.
Sus miembros llevan una vida relativamente confortable. Teniendo en cuenta
la falta de proyecto de envergadura nacional, va en su propio interés
preservar el status quo. Eso significa, ante todo, satisfacer las expectativas
de quienes les dan de comer.
Con todo, el imperio de las ONG tiene un bajo vientre delicado. Su organización
depende por entero del antojo de sus donantes foráneos, cuyas prioridades
pueden cambiar de un momento al siguiente. Jean-Christophe Gerard, que representa
a Terre des Hommes en los Territorios Ocupados y opera como coordinador
de la AIDA (Asociación de Agencias de Desarrollo Internacional) puso
el siguiente ejemplo:
"ECHO (el Fondo de Emergencia de la Unión Europea) subvenciona
a ONG europeas. Farmacéuticos Sin Fronteras (FSF) recibió
fondos de ECHO con el fin de suministrar gratuitamente medicamentos a centenares
de clínicas, las cuales se adquirieron a productores locales. Esto
funcionó sin mayor problema. La producción era local, pero
FSP se aseguraba que se ajustara a su normativa, y de todo ello se beneficiaba
la gente más desfavorecida. Ahora, de repente, ECHO ha decidido,
de un día para otro, no conceder más fondos a PSF. El problema
es que la mayoría de las pequeñas clínicas de las ONG,
cerca de un 90%, no había incluido partida alguna para medicinas
en su presupuesto, habida cuenta que contaban con seguir recibiéndolas
gratuitamente por medio de FSF. ¡Ya se puede imaginar lo que les sucederá
a estas clínicas en los próximos seis meses! ¡El Fondo
de Emergencia ha conseguido crear una emergencia de verdad!
"¿Qué es lo que había sucedido en este caso?
Pues que ECHO había declarado que ya no consideraba prioridad las
medicinas. De pronto resultaba que los beduinos y el agua tenían
mayor importancia. De forma parecida, la discapacidad dejó de constituir
una prioridad, salvo para los discapacitados, claro. Por lo que toca a los
norteamericanos, sus ONG donantes cambian de política cada año.
CARE y Save the Children han de seguir las directivas de USAID, cuyo proceder
resulta errático".
Los donantes tras Oslo
Hablar de las ONG después de Oslo es hablar de los donantes, con
particular atención a USAID. Y la naturaleza de los donantes también
ha cambiado desde Oslo. Sería injusto, no obstante, meterles a todos
en el mismo saco. Muchos donantes, sobre todo los más antiguos, siguen
dedicándose plena y simplemente a su trabajo. Véanse de nuevo
las declaraciones de Jaradat: "Hay buenos y malos donantes.
Los buenos son los que apoyan una causa, una meta. Persisten en su labor
porque están de verdad interesados y de éstos hay muy pocos.
Entre ellos incluiría definitivamente a las organizaciones de solidaridad
y a las iglesias. Unos cuantos miles de dólares enviados por ellos
son para mí más importantes que cientos de miles de las agencias
con la mentalidad norteamericana (sean o no norteamericanas), porque al
menos trabajo con gente que comprende y valora mi trabajo y viceversa. La
mayoría de estos donantes no está bloqueada por Oslo. Tiene
una visión clara y no duda en continuar su programa aunque se sienta
presionada".
En general, sin embargo, el carácter de los donantes, como decía,
ha cambiado desde Oslo. Allí donde el orden del día solía
dictarlo las necesidades populares la necesidad de una clínica
o de un centro de atención de día, la necesidad de una cooperativa
o de algún otra forma de habilitación- la mayoría de
las aportaciones provienen hoy en día del resultado de decisiones
políticas de gobiernos, de agencias extranjeras y de la UE. El dinero
llega en remesas de al menos 150.000 dólares por proyecto. La punta
de lanza de este cambio se cifró en la USAID, que hizo su aparición
en el escenario palestino en 1994. Se da por hecho en todo el Tercer Mundo
que la USAID es el brazo humanitario de la Agencia Central de Inteligencia,
la CIA.
Aún no se había secado la tinta de los acuerdos de Oslo
cuando Estados Unidos anunció una aportación de 500 millones
de dólares, que debían distribuirse en los Territorios Ocupados
en un período de cinco años (6).
En agosto de 1994 se le encargó a USAID otorgar 375 millones de dólares
de este dinero (el resto lo había aportado la OPIC, Overseas Private
Investment Corporation). De acuerdo con su página web de 1996, la
misión destacada en Gaza y Cisjordania de la USAID diseñó
una estrategia a cinco años de democracia y gobernación "para
promover la expansión de una sociedad palestina estable y democrática".
Más adelante, se aprecia en el documento de qué modo planea
la CIA utilizar a las ONG, a las que presta su apoyo con el fin de infiltrarse
en el proceso de toma de decisiones de la AP: "La USAID y sus socios
han comprometido a la AP en la necesidad de una ley de ONG que permita a
las ONG palestinas y a otras organizaciones de la sociedad civil desempeñar
un papel activo en el proceso de toma de decisiones (...). Una serie de
organizaciones de la sociedad civil, entre las que se cuentan varias que
reciben subvenciones de USAID, presionaron con éxito al Consejo Legislativo
Palestino para introducir cambios en el borrador de la ley sobre ONG que
apoyaran cambios favorables al funcionamiento de las ONG."
Si USAID se hubiera ganado una reputación universal como la de,
digamos, Amnistía Internacional, ¿quién iba a escandalizarse?
Pero, por desgracia, no es éste el caso. Por una parte, los norteamericanos
han demostrado un notable interés en el Consejo Legislativo Palestino
(CLP), lo mismo que en las ONG. Por otra, como resultado de las negociaciones
de Wye Plantation, la CIA trabaja hoy codo con codo con el aparato de seguridad
de la AP. Al depender por completo de los norteamericanos, parece como si
Arafat les dejara entrar a la vez por la puerta principal y la de servicio.
Antes de Oslo, nombrar a la USAID era evocar un espantajo en círculos
palestinos. Cualquier dinero que pudiera vincularse a la CIA era tabú.
Hoy, en cambio, en una atmósfera de derrotismo y falta de objetivos,
no existen zonas prohibidas. No hace falta más que situar el proyecto
bajo la rúbrica de sociedad civil, democracia, proyectos conjuntos
o semillas de la paz y conseguir un millón de dólares. Veamos
lo que dice Jaradat: "En los llamados 'proyectos conjuntos' joint
ventures- se puede encontrar, diríamos, a una docena de palestinos
y a uno o dos israelíes de regalo. ¿Y qué hacen aquí
los israelíes, me pregunto yo? Antes de Oslo teníamos cooperación
de veras y los participantes israelíes trabajaban solidariamente
con nosotros. Hoy en día no se trata de solidaridad, sino de normalización:
de imponernos el acuerdo de Oslo y decir que todo va bien. Bien los bantustanes
(7). Bien los cierres [militares de
los Territorios], bien las autopistas de circunvalación, bien los
asentamientos".
El término sociedad civil acompaña a USAID como el cordero
al pastor. Este término amorfo, ubicuo, aparentemente inocuo, parece
poner las cosas en perspectiva, cuando su verdadera función consiste
en desenfocarlas. "En general, -escribe Ahmad Nimer (8)-
la sociedad civil se entiende como esa parte de la sociedad que se encuentra
entre el Estado y el individuo. Se ha utilizado para abarcar a una gran
variedad de instituciones como sindicatos, grupos juveniles, organizaciones
de mujeres, formaciones educativas y religiosas, clubes de negocios e incluso
de deportes (...). Quienes se muestran críticos argumentan que la
sociedad civil está llena de contradicciones de clase, y que la democracia
no puede separarse de cuál es la clase que detenta el poder del Estado
(...). El enfoque de la sociedad civil ignora la realidad de las sociedades
divididas en clases. Obscurece la naturaleza real de la democracia y la
trata como un conjunto de derechos sociales y políticos de principio,
sin relación con la clase". "Muchas de éstas [ONG]
abogan por el fortalecimiento de la democracia y la construcción
de una sociedad civil", continúa Nimer, pero en la práctica
ello ha llevado a la despolitización de la sociedad palestina, substituyendo
el papel de la lucha popular por organismos profesionales que tratan de
conseguir fondos para celebrar talleres y llevar a cabo cursos y conferencias
de formación, de abogar más que de movilizar". El concepto
de sociedad civil nutre la ilusión de que las iniciativas individuales
determinan la realidad. De hecho, las cosas discurren de acuerdo con programas
ideológicos respaldados por la fuerza armada, como el libre mercado
(EEUU) o el sionismo (Israel), o la mera perpetuación de una élite
gobernante (la AP). Con la sociedad civil, sólo las masas palestinas
carecen de programa.
De los 193 millones que USAID aportó a los Territorios Ocupados
entre 1996 y 1998, otorgó 27 millones (el 14%) a gobernación.
Esta categoría, como sabemos gracias a la página web de la
agencia, incluye "reuniones en ayuntamientos, sesiones de educación
cívica, foros abiertos para difundir y analizar proyectos de ley
(...). Algunos programas proporcionan subvenciones para diferentes tipos
de actividades de formación, como formación de mujeres dirigentes
de comunidades de base y formación intensiva de dirigentes de la
sociedad civil (...)" ¿Quiénes son todos estos dirigentes
potenciales?: ¿las amas de casa?, ¿los campesinos?, ¿los
trabajadores no cualificados? Raramente. Son los miembros de las ONG. Nos
encontramos ante una especie de actividad incestuosa entre ONG: "Tú
vienes a mi taller, y yo iré al tuyo. Y no te olvides la cámara".
¿Y para qué sirven los talleres? Para formarse mutuamente
sobre cómo concentrarse en cierta clase de asuntos a expensas de
otras (las diferencias de clases) que pudieran perturbar el orden existente.
Estamos ante uno de esos casos en los que EEUU promociona por arriba la
democracia de viejo cuño, mientras por debajo, en el sótano,
con sigilo, la CIA ayuda a Arafat a apretar las tuercas para suprimir a
la oposición.
Volviendo a los 193 millones que USAID aportó entre 1996 y 1998:
116 millones fueron enteramente a proyectos para la mejora del suministro
de agua. A primera vista, parece digno de elogio. La escasez de los palestinos
es desesperante en este terreno. Pero su situación experimentaría
un enorme progreso, sin embargo, si Israel no se quedase con el agua que
les pertenece (9). Lo cierto es que
Israel está desesperado por conseguir agua, aunque su consumo per
cápita es mayor que el de los palestinos de los Territorios Ocupados.
En esta región, con frecuencia, los motivos nefandos se envuelven
en buenas causas. El caso del agua parece ser otro ejemplo más: ¿están
los norteamericanos realizando esos desembolsos, destinados a mejorar el
abastecimiento palestino, con el fin de aliviar la presión ejercida
sobre Israel para que haga concesiones?
Existe, por supuesto, una tremenda diferencia entre los países
europeas donantes y USAID. Las primeras ejercen un cierto grado de autoconstricción
en la imposición de las prioridades. Últimamente, sin embargo,
han menguado sus aportaciones. Tampoco dispensa la UE dinero en la proporción
o con la frecuencia con que solía. Estados Unidos, mientras tanto,
se ha esforzado por transformar las zonas de la AP en zonas de influencia
propia. USAID escoge a sus socios colaboradores ciudadosamente, lo cual
se ajusta a su finalidad. Las necesidades de la población salvo
en el dudoso caso del agua- no encuentran expresión en los documentos
orientativos de la agencia. Su jerga está hecha del típico
ketchup del plástico régimen norteamericano. El compromiso
de la agencia está vinculado al acuerdo de Oslo y los megadólares
tienen una única finalidad: hacer que Oslo funcione (10).
La doble estrategia de USAID
Pese a toda su importancia, para USAID las ONG resultan secundarias para
sus demás preocupaciones, a saber, la expansión del libre
comercio y del sector privado. Sin embargo, cuando investigamos más
profundamente en lo que pueden querer de las ONG, encontramos una curiosa
doble estrategia. Por un lado, la agencia les pide que cooperen con la AP.
En la práctica, por otro lado, la agencia singulariza y cultiva a
aquellas ONG que están directamente relacionadas con ella, como si
estuviera interesada en desarrollar una autoridad gobernante separada y
paralela. La siguiente descripción la escuchamos de labios de un
alto representante de una gran ONG europea presente en los Territorios Ocupados:
"He aquí un ejemplo que muestra cómo actúa
USAID a fin de deshacer una institución gubernamental de atención
sanitaria actualmente operativa. En muchas zonas remotas, las mujeres dan
a luz sin llegar a ver jamás a un ginecólogo. Por lo tanto,
Medecos Sin Fronteras ha estado trabajando en un hospital de la AP en Hebrón,
formando a trabajadoras de atención sanitaria primaria. Aprenden
a detectar potenciales problemas y cuando se da el caso envían a
las mujeres a una clínica de alto riesgo en Hebrón. Hay que
reconocer que no es eficiente al 100%, y que no pagamos lo suficiente a
los trabajadores, aunque últimamente otra ONG ha invertido fondos
en renovar esta clínica de la AP. Y hemos oído que ahora USAID
pretende dar millones de dólares para atención prenatal a
la People´s Friend Society y a Ayuda Médica. Compréndase
bien: la atención sanitaria de las ONG es cara; la gente tiene que
pagar. De modo que mientras USAID predica en contra de la duplicidad de
esfuerzos, el efecto de esta subvención va a consistir en quebrar
el sector de la atención sanitaria de la AP. En dos o tres años
habrá dos sistemas paralelos: el sistema de la AP, de escasa calidad,
para aquellos que no puedan permitirse pagar y el sistema de las ONG, con
una infraestructura más avanzada y costosa. No sé qué
es lo que tratan de hacer. ¿Es que su objetivo consiste en crear,
a largo plazo, el sector privado? Es cosa sabida, por demás, que
la gente que trabaja en el campo prenatal termina por influir en las mujeres
en lo referente al control de natalidad, y ya sabemos cómo le preocupa
a Israel el aumento natural de la población de los Territorios Ocupados."
(11)
Después de conocer lo dicho por este representante europeo, pregunté
a Mustafa Barghouti, jefe de Ayuda Médica, si su organización
intentaba conseguir el apoyo de USAID. "Hemos tomado la decisión
de trabajar sólo con ONG" contestó (USAID no es una ONG,
sino una agencia gubernamental). Apunté que muchas ONG consiguen
sus fondos principalmente de USAID. Barghouti confirmó que Ayuda
Médica está en negociaciones con CARE. Esta ONG, que participó
en el reciente encuentro de Tel Aviv, recibe buena parte de sus fondos de
USAID.
El representante europeo que se había referido a la atención
prenatal continuaba manifestando lo siguiente: "Llevo haciendo trabajo
de desarrollo durante casi dos décadas, y he de decir con pena que
las ONG se están convirtiendo en socios del sistema global. Hace
quince años tenían conocimientos de sobra como para permanecer
lejos de la escena política oficial. Ayudaban a la gente sin que
nadie se enterase. Hoy en día, cuando se oyen las noticias, se oye
a todas horas el término ONG. Los norteamericanos solían decir:
'¡Enviemos a los marines!'. Hoy bien podrían decir: '¡Enviemos
a las ONG!'. Consiguen lo que EEUU desea antes de enviar a los marines,
y para cuando desembarcan los ejércitos, allí están
las ONG para proporcionarles información".
Washington es perfectamente consciente de la debilidad de la AP. Como
en muchos lugares del Tercer Mundo, está tratando de cultivar y corromper
a un estrato social que se muestre dispuesto, siempre y cuando llegue el
momento, a sustituir al gobierno existente. La comunidad de las ONG ha llegado
a un punto decisivo: debe decidir qué va a poner en práctica,
la agenda norteamericana o el programa del pueblo palestino. En cuanto al
corderillo de la sociedad civil, bien harán las ONG en recordar,
al enfrentarse a esta decisión, que no había nada incivil
en la sociedad palestina que durante tres años leoninos sostuvo la
Intifada. La solidaridad mutua y la organización comunitaria proporcionaron
un modelo de sociedad civil como raras veces se ha visto. Toda una población
se organizó en torno a una sola visión, que llevaron a la
práctica las ONG de antaño. Pero evitemos la confusión:
¡primero fue la gallina (los partidos políticos) y luego el
huevo (las ONG)! En aquellos gloriosos días, las fuerzas que impulsaban
a las ONG constituían la visión nacional, los partidos y sus
programas, ¡y no el dinero! (12).
La presión de la AP sobre las ONG
La AP no se muestra ciega al hecho de que USAID corteja a las ONG. Se
muestra también preocupada por el hecho de que éstas últimas,
con sus conexiones en el extranjero, representan un grupo de presión
potencialmente poderoso. Hasta ahora, los conflictos ocasionales entre la
comunidad de las ONG y la Autoridad han estado al borde de la guerra abierta.
De cada lado se intentan guardar las distancias, como puercoespines que
bailaran un tango. En los últimos años, la comunidad de las
ONG ha estado en contacto intensivo con el Consejo Legislativo Palestino
(CLP) en lo relativo a la formulación de la Ley de ONG que se inició,
queremos recordar, a instancias de la USAID. Se trata de la ley que, como
mencionábamos antes, permitiría a las ONG "desempeñar
un papel activo en el proceso de toma de decisiones". Reglamentaría
también su inscripción y sus campos de responsabilidad.
Arafat no se iba a cruzar de brazos mientras la USAID hacía su
entrada por la puerta principal. Deseaba que las ONG se inscribieran en
el ministerio del Interior (como suele ser norma en la mayor parte del mundo).
Las ONG se han resistido a ello, puesto que Interior está directamente
conectado a Arafat y su brazo de seguridad. Habrían preferido el
ministerio de Justicia. El debate continuó durante meses, hasta que
finalmente Arafat se salió con la suya. Yo misma pregunté
a Bassam Eid, del Grupo Palestino de Observación de Derechos Humanos
(Palestinian Human Rights Monitoring Groups) por la cuestión de la
inscripción. Me contestó que no importaba verdaderamente donde
se pusiera a las ONG. Arafat tiene influencia en todos los departamentos.
"Desde mi punto de vista, no me importaría inscribirlas en el
ministerio de Agricultura, porque eso no supondría ninguna diferencia".
Muhammad Jaradat coincide en ello: "Es una diferencia puramente cosmética.
Aun cuando las ONG pudieran obrar a su gusto e inscribirse en el Ministerio
de Justicia, necesitarían con todo un certificado de buena conducta
de Interior, a saber, del aparato de seguridad".
Resulta curioso que las ONG intentaran cobijarse bajo las alas del ministerio
de Justicia al tratar de eludir a Arafat. Su interferencia es ahí
penetrante y vociferante. Las decisiones de los tribunales se aplican o
no dependiendo de su antojo. Varias ONG que trabajan en derechos humanos
llevan criticando largo tiempo a la AP sobre esta cuestión, y la
UNSCO dio recientemente a luz un informe en el que adopta sus puntos de
vista. Precisamente el ministro de Justicia de la AP contraatacó
acusando de corrupción a las ONG. Estas tensiones han llevado al
régimen de Arafat a establecer un nuevo ministerio de Asuntos de
ONG de la AP (Ministry of NGO Affairs, MONGO), encabezado por el arquitecto
de Oslo Hassan Asfour. En un reciente encuentro con representantes de la
AIDA, entre los que se contaba Jean-Christophe Gerard, de Terre des Hommes,
Asfour afirmó que el trabajo de las ONG era bienvenido, pero les
aconsejó "no mezclarse en política".
Juzgando por los precedentes de Vietnam y Ruanda, Gerard apunta que es
probable que lo que resulte del nuevo ministerio sea un recorte de los presupuestos
de las ONG. La AP se ha visto aquí influida por una disputa ya larga
producida en Egipto entre el gobierno y las ONG: "En Egipto se exige
que todo el dinero que llegue al país debe ser primero aprobado por
el gobierno. Si ése va a ser aquí el caso, entonces las ONG
perderán su independencia. Se encontrarán con un tipo de control
financiero que vendrá a ser equivalente al control político.
El gobierno decidirá qué ONG reciben dinero y cuáles
no".
Al comienzo de este artículo, bosquejamos una secuencia cronológica:
se firmaron los acuerdos de Oslo, se vinieron abajo los partidos políticos
en los Territorios Ocupados y muchos de los potenciales opositores al proceso
encontraron trabajo en las ONG, donde, al depender de donantes exteriores,
quedaron políticamente neutralizados. En ausencia de partidos de
oposición, las ONG carecen de baluartes que les protejan de Arafat.
El pueblo palestino tendrá que preguntarse un día si, pese
a todas sus buenas obras, las ONG no habrán resultado finalmente
dañinas.
Hoy, cuando la oposición palestina ha sido reducida a escombros,
y los escombros los han absorbido tanto la AP como las ONG, éstas
últimas no pasan de ser una aspirina, ¡cuando lo que la gente
necesita es un transplante de corazón!. Necesita un corazón
nuevo que dé respuestas a los trabajadores sin empleo encerrados
en los bantustanes, a los granjeros cuyas tierras han sido ocupadas, a los
refugiados que necesitan volver a casa. ¡Este es el orden del día:
levantar la oposición a la AP! ¿Y las ONG? ¿Cuál
es su papel? ¿Tienen alguno? Ha llegado la hora de analizarlo a fondo.
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