EEUU fuerza la aprobación
por el Consejo Gubernativo iraquí de un borrador de constitución,
mientras alienta la implicación de NNUU y la OTAN en la
ocupación
CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
3 de marzo de 2004
Loles Oliván y Carlos Varea. Nota informativa CSCAweb,
2 de marzo de 2004
"En
año electoral, la estrategia de la Administración
Bush es clara de formular pero extremadamente difícil
de materializar: limitar el impacto doméstico de la insurgencia
guerrillera y del fiasco económico de la ocupación,
cediendo a nuevas instancias iraquíes, a ser posible 'legitimadas' internacionalmente,
el control de la seguridad y la difícil gestión
del desmantelamiento del Estado iraquí, incluido en ello
la represión del creciente -y aún previsiblemente
mayor- descontento social"
A pocas semanas de que se cumpla
el aniversario del inicio de la invasión-el próximo
20 de marzo- la situación interna en Iraq puede calificarse,
sin exageración alguna, de quiebra del proyecto de los
ocupantes. Desde el pasado verano el fenómeno insurgente
está forzando a la Administración Bush y a las
autoridades de ocupación civiles y militares (la denominada
Autoridad Provisional de la Coalición, APC) a rectificar
una y otra vez, apresuradamente, su línea de intervención.
En los dos primeros meses de
este año, la Administración Bush está procurando
reactivar la participación de instancias internacionales
que legitimen la ocupación (Naciones Unidas, NNUU) y la
apuntalen con tropas (OTAN) y dinero (segunda Conferencia de
Donantes de Abu Dabi del pasado fin de semana) -lo que se ha
llamado su internacionalización. Al tiempo, la
otra alternativa -la llamada iraquización de la
crisis [1]- se está demostrado igualmente
difícil de articular debido a las divisiones insalvables
de las formaciones y corrientes internas iraquíes que
colaboran con los ocupantes: la APC ha tenido que forzar un acuerdo
precario y de última hora sobre un borrador de Constitución,
mientras que las designaciones indirectas provinciales (los denominados
caucuses, en jerga electoral de EEUU), de las que debería
haber surgido una nueva instancia interina en la que los ocupantes
delegarían formalmente el poder el 30 de junio próximo,
han sido anuladas por Paul Bremer sin alternativa aún
clara.
En año electoral, la
estrategia de la Administración Bush es clara de formular
pero extremadamente difícil de materializar: limitar el
impacto doméstico de la insurgencia guerrillera y del
fiasco económico de la ocupación, cediendo a nuevas
instancias iraquíes, a ser posible legitimadas internacionalmente,
el control de la seguridad y la difícil gestión
del desmantelamiento del Estado iraquí, incluido en ello
la represión del creciente -y aún previsiblemente
mayor- descontento social.
Sin embargo, lejos de la realidad
que EEUU pretenda evacuar Iraq. El proyecto es el de imponer
una discreta pero eficaz tutela colonial del país que
garantice esencialmente la gestión de la renta petrolífera
y una sólida presencia militar en la región. El
pasado 21 de febrero, altos oficiales militares del Pentágono
declaraban que las fuerzas estadounidenses tendrán que
permanecer en Iraq durante un tiempo indefinido "[...] una
vez se restaure un gobierno soberano después del verano"
[2]. Las bases para mantener una presencia militar estadounidense
permanente en el país bajo "la autoridad de un gobierno
de transición" están siendo desarrolladas,
según declaraciones de la portavoz del secretario de Defensa
Donald Rumself. Estas declaraciones sitúan la dimensión
real de los planes de EEUU en Iraq y contradicen la publicitada
decisión estadounidense de poner fin a la ocupación
en Iraq el 30 de junio, fecha instituida por la propia APC el
pasado 15 de noviembre. Un acuerdo secreto impuesto por EEUU
al Consejo Gubernativo en noviembre habría ya garantizado
la presencia indefinida de tropas estadounidenses y británicas
en Iraq [3].
La OTAN,
Iraq y un "Nuevo Gran Oriente Medio"
La situación militar
está, cuando menos, estancada. Fuentes oficiales estadounidenses
han cifrado recientemente en 14.000 millones de dólares
el gasto militar ocasionado en los tres últimos meses
de 2003 por el mantenimiento de la ocupación [4],
cantidad que permite afirmar que EEUU no ha reducido el gasto
medio semanal de 1.000 millones de los meses inmediatamente posteriores
a la invasión. En estas semanas se está produciendo
el reemplazo de los 120.000 efectivos estadounidenses que ya
llevan un año de servicio en la zona y la previsión
es que haya que mantener sobre el terreno un contingente no significativamente
inferior, de más de 105.000 soldados, y ello a pesar de
la creación y multiplicación de cuerpos de seguridad
iraquíes [5]. Por lo demás, pese a la publicitada
detención del ex presidente iraquí Sadam Husein
y la argumentación de que la resistencia dependía
de su liderazgo y que era una reminiscencia del anterior régimen,
el número de ataques y de bajas mortales estadounidenses
se ha mantenido: enero de 2004 fue el segundo mes más
mortífero para las tropas de EEUU desde el inicio de la
ocupación y febrero ha sido el de más alto coste
en vidas para los cuerpos de seguridad iraquíes establecidos
por los ocupantes [6].
La muy limitada respuesta internacional
al envío de tropas a Iraq (la veintena larga de países
presentes en el país contribuyen con poco más de
20.000 soldados en su conjunto) ha forzado a la APC y al Pentágono
a un rápido proceso de creación de fuerzas policiales
y parapoliciales iraquíes que, sujetas a la dirección
del mando militar de la ocupación, deberán aliviar
la presión militar directa de la resistencia sobre los
contingentes extranjeros. El actual proceso de repliegue de las
de tropas estadounidenses de Bagdad y otras ciudades del norte
y sur del país está directamente asociado con la
necesidad de la Administración Bush de evitar mayores
riesgos y más número de bajas entre sus propios
soldados.
La inicial pretensión
estadounidense de promover la internacionalizar de la
ocupación de Iraq sin renunciar a su gestión hegemónica
no ha dado sus frutos precisamente porque la Administración
Bush no ha querido reconocer las pretensiones de otros países
con ambiciones en Iraq, que son además algunos de ellos
claves en el Consejo de Seguridad o en la OTAN -Francia, Alemania
y Rusia, fundamentalmente-, de ver satisfechas sus exigencias
tanto accediendo al reparto de los beneficios económicos
asociados a la llamada reconstrucción de Iraq (vía
los contratos que reparte la APC, por valor de 18.400.000 de
dólares) como en las cuotas de la explotación,
distribución y comercialización del crudo iraquí.
Ello mismo ha operado en la renuencia de Francia y Alemania a
formalizar la intervención directa la OTAN en Iraq, a
pesar de que 18 de los 26 países de la Alianza (incluidos
los siete nuevos que serán miembros de pleno derecho este
año) tienen ya tropas operando en Iraq y de que las tropas
de ocupación polacas cuentan con el apoyo logístico
de la Alianza. Ante las reiteradas peticiones de la Administración
Bush, el nuevo secretario general de la OTAN, haciéndose
eco de la división interna, ha indicado que el compromiso
de la Alianza se limita a Afganistán.
La negativa inicial de Francia
y Alemania a que intervenga la OTAN directamente en Iraq no debe
evaluarse como un rechazo a fortalecer el sistema militar de
la ocupación extranjera sino a que ésta se enmarque
-y se gestione- fuera de la hegemonía estadounidense,
preferentemente bajo el paraguas de NNUU. Resulta obvio que los
reiterados llamamientos de los gobiernos francés, alemán,
ruso y de la propia Unión Europea a que EEUU devuelva
el control de Iraq a NNUU tienen más que ver con la voluntad
de garantizar un escenario favorable a su intervención
en el país ocupado y a sus propios intereses en el marco
del Consejo de Seguridad que con un compromiso en que se devuelva
a Iraq su soberanía nacional. De ahí el apoyo dado
a Kofi Annan por franceses, alemanes y rusos en su iniciativa
de enviar un equipo de evaluación a Iraq que constituye,
sin duda, un primer paso para la progresiva intervención
de NNUU en el marco de la ocupación de Iraq y, con ello,
de la renovación del papel de los miembros del CS.
En todo caso, la urgencia de
promover un gobierno interino que pueda ser presentado como legítimo
ante los iraquíes y ante la comunidad internacional, es
esencial tanto para EEUU como para los miembros del CS. El secretario
general de la OTAN, Jaap De Hoop Scheffer, reiteró el
pasado 24 de febrero en Toledo que los dos elementos cruciales
a tener en cuenta antes de que la OTAN tome una decisión
sobre intervenir en Iraq son "[...] en primer lugar, que
se produzca el traspaso de poder a las autoridades iraquíes
y, en segundo lugar, que el nuevo gobierno iraquí cuente
con el apoyo de Naciones Unidas [...] Cualquier participación
de la OTAN en Iraq pasa por la previa existencia de un gobierno
iraquí que así lo solicite. Sabemos que a partir
del 1 de julio habrá un gobierno iraquí, que será
el gobierno legítimo y soberano que deberá decidir
sobre el proceso electoral y el papel de la OTAN"[7].
EEUU ya ha anunciado que en
la próxima Cumbre de la Alianza de junio en Estambul se
centrará en promover esa decisión en el marco de
la presentación de una nueva iniciativa estadounidense
de gran envergadura que, bajo la denominación "Plan
para un Gran Oriente Medio", prevé hacer de la OTAN
el bastión militar de la seguridad de la zona. Ya en octubre
de 2003 Nicholas Burnt, representante permanente de EEUU en el
Consejo de la Alianza puso en evidencia en el marco de una conferencia
celebrada en Praga bajo el titulo La OTAN y el Gran Oriente
Medio que la nueva misión del futuro de la OTAN es
la configuración de "un nuevo Gran Oriente Medio",
de donde procede "[...] la amenaza, esa yuxtaposición
de terrorismo global y armas de destrucción masiva [...].
No creo que esto sea una decisión táctica momentánea
por parte de la OTAN. Es una decisión estratégica
a largo plazo" [8]. El secretario general de la OTAN
volvía a referirse el día 25 de febrero a que en
la cumbre de Estambul deberá decidirse el nuevo papel
de la OTAN en Oriente Medio. En ello coincidió con la
ministra de Asuntos Exteriores del gobierno español, Ana
Palacio, quien adoptando un actualizado Discurso de la amenaza
afirmó que "[...] la OTAN se ha convertido en un
instrumento del Estado de derecho en la lucha contra el terrorismo,
las armas de destrucción masiva y la conexión entre
ambos fenómenos"[9].
Quiebra
del modelo político de 'transición'
En el terreno interno, las
previsiones de EEUU y la APC de abrir un proceso de transición
tutelada se han visto igualmente desbaratadas -efecto boomerang-
por la propia lógica impuesta por los ocupantes: la
fragmentación sectaria y confesional de sus interlocutores
iraquíes, que ha imposibilitado coherencia alguna en el
campo colaboracionista y, con ello, alivio alguno en el de los
ocupantes.
Sin legitimación alguna,
en el callejón sin salida de la incapacidad y confrontación
que caracteriza al Consejo Gubernativo iraquí, ha tenido
que ser una figura hasta ahora discreta, el ayatollah de origen
iraní as-Sistani, quien haya tenido que salir -en contra
de lo que los grandes medios de comunicación suelen afirmar-
en apoyo de los ocupantes. La reivindicación de as-Sistania,
formulada en enero, de elecciones directas, aun bajo la ocupación
(algo a lo que, por ejemplo, se opone abiertamente la máxima
instancia sunní, la Asociación de Ulemas Musulmanes),
permitió a la APC recabar del secretario general de NNUU,
Kofi Annan, el retorno del organismo internacional tras los atentados
del pasado verano, a fin de certificar la posibilidad o no de
celebrar las elecciones antes del 30 de junio, como exigía
as-Sistani. El informe presentado por Annan tras el retorno de
la comisión del organismo a Iraq en febrero ha supuesto
un espaldarazo a los planes estadounidenses, al considerar que
no hay condiciones técnicas en el país para
llevar a cabo un proceso electoral, y que al menos se necesitarán
entre ocho y 15 meses para poder llevarlo a cabo.
Bremer, por su parte, aprovechó
la oportunidad el pasado 19 de febrero para confirmar, no obstante,
que el calendario previsto por la APC para el "traspaso
de poder" se mantendrá inalterado como conviene a
los intereses electorales estadounidenses, a pesar de haber tenido
que suprimir -nueva rectificación del procónsul-
el proceso de designación provincial de representantes
locales para la nueva instancia a la que se ha de traspasar el
poder, una especie de parlamento igualmente interino.
En su defecto, probablemente sea el mismo Consejo Gubernativo
designado en junio por Bremer, ampliado desde sus actuales 25
miembros hasta casi un centenar, el que constituya esa instancia
interina, aunque aún no se han establecido los criterios
que deberán seguirse para la ampliación.
Profundizando en su estrategia de convertirse en el principal
interlocutor de los ocupantes (en sustitución del muerto
en atentado en agosto al-Hakim, máximo líder del
Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq,
CSRII) al ofrecerles el sometimiento de la mayoritaria comunidad
sh'í del país, as-Sistani ya ha acomodado su posición
a las conclusiones del informe de Annan y a esta nueva decisión
de Bremer, declarando que acepta el retraso de la elecciones,
si bien ha pedido garantías a NNUU y a la APC de que la
instancia iraquí que "se haga cargo del poder"
desde el 1 de julio asuma un compromiso de llevarlas a cabo en
el transcurso del año 2004. No por causalidad esta declaración
ha sido respaldada de miembros shi'íes del Consejo Gubernativo
iraquí y muy concretamente por Ahmad Chalabi, presidente
de Consejo Nacional Iraquí y principal interlocutor empresarial
de los ocupantes, y Abdel Aziz al-Hakim, representante del CSRII
en el Consejo Gubernativo.
Una "democracia
islámica" para Iraq
Esta acomodación de
unos y otros ilustra muy bien la perversa utilización
del confesionalismo que los ocupantes han impuesto en Iraq, así
como la confluencia de intereses entre sectores del clero shi'í
-próximos a Irán pero tolerados o promovidos por
EEUU-, las tramas económicas y filosionistas del clan
de Chalabi y el proyecto de la Administración Bush de
imponer en Iraq lo que se ha denominado una "democracia
islámica".
La Administración Bush
encargaba inmediatamente después de concluida la invasión,
en mayo de 2003, a Noah Feldman, profesor de Derecho Constitucional
neoyorquino, experto en pensamiento islámico y
abiertamente sionista la redacción de un borrador preliminar
de una nueva Constitución para Iraq que -aún desconocido-
deberá otorgar legitimación islámica a principios
rectores que consagren el liberalismo en sus facetas política,
económica e ideológica en el país, a fin
de establecer en Iraq, como el propio Feldman ha denominado,
una "democracia islámica [que ha de ser] modelo para
el resto del mundo islámico" [10].
Tras un primer fracaso de culminar
la tarea impuesta entonces por el Consejo de Seguridad para fin
de año, EEUU y la APC determinaron que fuera el propio
Consejo Gubernativo quien acabara de conformar y aprobara un
borrador de Constitución que, presentado como legítimo
por autóctono, sería sancionado por las nuevas
instancias iraquíes. Las abiertas discrepancias en el
seno del Consejo Gubernativo han impedido que antes de que acabara
febrero -como Bremer le había exigido- se pudiera presentar
el texto, debido a la imposibilidad de hacer compatibles las
exigencias que sus 25 miembros han reclamado a fin de obtener
las mejores prebendas que beneficien a cada uno de los sectores
étnicos, confesionales y económicos a los que representan
[11].
Un acuerdo in extremis forzada
por Bremer ha obligado al Consejo Gubernativo a alcanzar un precario
acuerdo en la madrugada del 1 de marzo. De hecho, este borrador
constitucional que habrá de ser sancionado por Bremer
este miércoles, 3 de febrero, deja sin resolver los grandes
interrogantes planteados en las deliberaciones del Consejo Gubernativo
y la APC [12]. Antes al contrario y debido a las presiones
estadounidenses se ha forzado un acuerdo de mínimos provisional
que ha dejado las cuestiones esenciales para el futuro de Iraq
en una indefinición y/o ambigüedad que deberá
resolver y desarrollar el nuevo gobierno al que EEUU traspase
el poder a partir del verano. La premura estadounidense ha obligado
a ello, a fin de poder presentar ante los iraquíes y ante
su propia audiencia electoral el cumplimiento del calendario
establecido por la APC y, aunque sea de manera improvisada y
poco firme, a la fecha ya mágica del 30 de junio.
Por una parte, las dos formaciones
kurdo-iraquíes aliadas de EEUU, la UPK de Talabani y el
PDK de Barzani, han pujado por una visión federalista
del futuro Iraq que incluya la ampliación de la zona autónoma
kurda hasta Kirkuk y Mosul, provincias ricas en petróleo,
cuya gestión debería quedar en manos de ambas formaciones
kurdas, algo no aceptado por el resto de los miembros del Consejo
Gubernativo. Para pasmo de Talabani y Barzani, la APC no ha puesto
mayores objeciones a tal negativa de los otros miembros del Consejo,
pues fuera de toda duda, EEUU no permitirá en ningún
caso que un Kurdistán iraquí autónomo o
federado con fronteras en Turquía e Irán añada
más inestabilidad a su proyecto de control de Oriente
Medio. Tanto el PDK como la UPK, fieles servidores históricos
de EEUU, volverán a conocer ahora que "Roma no paga
traidores". Únicamente, a fin de mantener a sus representantes
en el Consejo Gubernativo, se ha asegurado que sus milicias se
integrarán y operarán en el marco de una nueva
"guardia nacional federada": con ello, el PDK y la
UPK satisfacen su exigencia de no desarmar ni desmantelar a sus
peshmergas y seguir detentando el control en el norte
del país.
Otro motivo de enfrentamiento
que no se ha resuelto en el acuerdo es el de cuál será
la fuente normativa de la que emane la legislación iraquí.
Ocho de los 13 representantes confesionales del Consejo, aquellos
asociados al clero shi'í, pretendieron imponer hasta el
último momento que el texto constitucional regule las
normas de control social de la población y, muy concretamente,
de la familia, de acuerdo con la ley islámica, la sharia.
No obstante, la aplicación de una nueva regulación
emanada del propio Consejo Gubernativo el pasado mes de diciembre,
que suprimía el anterior Código Civil iraquí
e instituía la legislación islámica, ya
ha sido respondida muy negativamente por amplios sectores de
la sociedad iraquí e, inicialmente, suspendido por el
momento. En las negociaciones finales, la presión estadounidense
ha impuesto una solución ambigua que considera la ley
islámica como una de las fuentes de la normativa
y del derecho. Con ello, se ha buscado una salida de urgencia
que contente al clero shi'í y que evite al mismo tiempo
un rechazo popular inmediato.
Pulso estratégico
La aparente vertiginosidad
con que se producen y concatenan los acontecimientos en Iraq,
así como las declaraciones públicas de sus nuevos
administradores coloniales y de quienes se aprestan a ser sus
interlocutores democráticos locales, no debe ocultar,
sin embargo, que todo lo que ocurre en Iraq responde a consideraciones
de carácter más permanente y de mayor calado, fruto
de una estrategia básica y muy bien definida: afianzar
a través de la ocupación militar la trasformación
política, económica e ideológica de Iraq
para establecer un sistema de control permanente que ha de ser
el laboratorio desde el que se extienda a toda la región
árabe un modelo homogenizador que neutralice todo potencial
de resistencia nacionalista árabe al imperialismo estadounidense
y al sionismo.
El pulso que mantienen los
ocupantes y la resistencia militar y el emergente movimiento
cívico iraquí es estratégico.
Notas:
1. Véase
en CSCAweb el texto de Carlos Varea: Los
ocupantes se hunden en Iraq. De la 'internacionalización'
de la ocupación a la 'iraquización' de su fracaso
2. Al-Jazeera, 21 de febrero de 2004.
3. Véase en CSCAweb: Un acuerdo secreto
entre EEUU y el Consejo Gubernativo iraquí garantizaría
la presencia militar indefinida anglo-estadounidense en Iraq
4. Lumpkin, J.J.: "Pentagon: 3 Months in Iraq cost $14B",
The Guardian Unlimited, February, 12th, 2004.
5. EEUU mantiene en Iraq entre 3.000 y 5.000 funcionarios civiles
(Associated Press, 29 de febrero, 2004) y establecerá
en Iraq su mayor embajada en todo el mundo (al-Quds al-Arabi
de 2 de marzo de 2004, recogido en al-Fanar, Revista de Prensa
Árabe).
6. Véase al respecto el 'Diario de la resistencia' de
los meses de enero y febrero en CSCAweb.
7. Europa Press, 25 de febrero de 2004.
8. "The New NATO and the Greater Middle East.
Remarks at Conferecne on NATO and the Greater Middle EAST", Prague, Czech Republic,
October, 19th, 2003.
9. Europa Press, 25 de febrero de 2004.
10. "Rebuilding Iraq as important as rebuilding post-WWII
Europe", February, 23, 2004. De las entrevistas y artículos
elaborados en estos meses por Feldman se desprende una determinación
ideológica de privilegiar estratégica y artificiosamente
los rasgos identitarios étnicos y confesionales en Iraq
y en toda la región, lo que no es en absoluto casual ni
baladí. Siendo éste un escenario donde Occidente
y el sionismo han promovido y/o ajustado durante el siglo XX
las entidades y Estados confesionales -Israel, Arabia Saudí
o Irán- para ajustar sus propios intereses, el enemigo
estratégico del "Occidente democrático"
a combatir no ha sido nunca el islamismo político que
él mismo ha potenciado sino esencialmente la identidad
árabe y, a través de ella, cualquier atisbo de
proyecto nacional basado en los principios de soberanía,
independencia y desarrollo árabe. Véase la entrevista
a Feldman: "Islamic democracy in a new Iraq. Interview
with Noah Feldman", 30 de septiembre de 2003.
11. The New York Times, 29 de febrero de 2004.
12. The New York Times, 1 de marzo de 2004.
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