Bush confirma el objetivo
de la guerra: recolonizar Iraq, acabar con Palestina
28 de febrero de 2003, Nota informativa CSCAweb
(www.nodo50.org/csca)
El último discurso
público del presidente Bush el pasado 26 de febrero en
el Instituto de Empresa Americano [1] confirma los verdaderos objetivos de la intervención
militar en Iraq que ha de abrir la imposición del control
directo estadounidense para toda la región árabe
y una nueva era internacional marcada por el unilateralismo y
el belicismo preventivo. Por primera vez, EEUU fromula una conexión
directa entre la guerra, el cambio de régimen en Iraq
y una solución a la cuestión palestina
acomodada a las exigencias de Israel y a sus ambiciones hegemónicas
regionales que pasan por la imposición de la normalización
árabe-israelí. Tras la invasión de Iraq,
EEUU pretende reeditar un actualizado modelo colonial que, combinando
presencia militar, redefinición de fronteras, dependencia
económica globalizada y control social de las poblaciones,
garantice los intereses geoestratégicos estadounidenses
y la sumisión de estados y pueblos árabes a los
dictados del imperio.
Ahondando
en el falso y cínico discurso de la liberación
y la democratización, el presidente Bush ha
sido explícito en su discurso del 26 de febrero al declarar
que la invasión militar contra Iraq no solo supondrá
el cambio de régimen interno sino la adecuación
del Estado iraquí a un nuevo modelo político, económico
y social en el que EEUU se asegurará de instalar, tras
un periodo indefinido de ocupación militar, un gobierno
a la medida de sus intereses. Descartado el modelo de Afganistán
intervención militar y ordenación política
y económica mediante un gobierno local designado por
EEUU , se impone para Iraq la lógica de la invasión,
la ocupación y el protectorado directo bajo un
gobierno militar estadounidense que, a fin de paliar la hostilidad
árabe, podrá recurrir al nombramiento de una autoridad
civil emanada de NNUU [2]. No se cuestiona, sin embargo,
que será la presencia militar de EEUU quien ostente desde
el inicio de la ocupación la autoridad para controlar
los pozos de petróleo iraquíes y su gestión
económica [3].
Se trata, en definitiva, de operar militarmente en el menor
tiempo posible en beneficio de un cambio en el desarrollo político
y socioeconómico del país que deje las riendas
del poder en títeres de Washington, abra la penetración
del liberalismo económico y energético y, una vez
alcanzada esta meta, pueda satisfacer con el petróleo
iraquí la reconstrucción sobre la brutal devastación
que doce años de guerra y sanciones ha inflingido al país
en sus infraestructuras, recursos y desarrollo y, a más
largo plazo, garantizar las necesidades estadounidenses de suministro
energético a bajo precio.
Destruir primero para reconstruir
después
Ignorando inmoralmente el desastre ocasionado por los doce
años de sanciones genocidas que EEUU ha impuesto en el
Consejo de Seguridad (CS) contra el Estado y el pueblo iraquí,
el presidente Bush no tiene pábulo en responsabilizar
al gobierno de Bagdad por la catastrófica situación
que padece hoy la población de Iraq y justifica la intervención
militar aduciendo que "si debemos usar la fuerza, EEUU y
nuestra coalición estamos listos para ayudar a los ciudadanos
de un Iraq liberado" imponiendo la reconstrucción
de Iraq, término que no oculta sino lo que será,
al igual que en otros escenarios del intervencionismo bélico
y posbélico estadounidense de la última década,
la culminación del negocio financiero iraquí que,
gestionado por la administración militar estadounidense
que se instaure tras la ocupación del país, abrirá
Iraq al establecimiento de las grandes ONG estadounidenses e
internacionales. Probablemente, las mismas que durante la última
década han mirado para otro lado mientras las infraestructuras
públicas -garantes eficientes hasta 1990 de los servicios
sociales, sanitarios y educativos de Iraq- se desmoronaban como
consecuencia del embargo dejando, con ello, más de un
millón y medio de víctimas mortales.
El hecho de que EEUU y Gran Bretaña estén dotando
en estos días con "decenas de millones de dólares"
a las agencias internacionales para financiar su actuación
humanitaria ante la catástrofe de desplazados, damnificados
y víctimas civiles que ocasionará la invasión
militar de sus propios ejércitos, causa indignación
y da cuenta de la implacable obscenidad de quienes deciden hoy
el futuro del pueblo iraquí y de quienes les apoyan. Destruir
primero para reconstruir después en nombre de un falso
humanitarismo con el telón de fondo de un negocio redondo
que las grandes corporaciones multinacionales del petróleo
y sus mentores de la Administración Bush, apoyados por
el servil seguidismo de Aznar, Blair y Berlusconi, en la UE,
y por los impúdicos regímenes árabes, han
planificado desde hace años para controlar el territorio,
la población y los recursos de Iraq.
A ello habrá de sumarse, como así lo ha explicitado
ya la Administración Bush, y en el marco de la ocupación
militar indefinida de EEUU, la inmediata reactivación
de la capacidad productora de petróleo iraquí,
que sin duda alguna, no solo servirá para administrar
y gestionar los ingresos iraquíes que se obtengan de su
comercialización a través de las grandes multinacionales
estadounidenses sino que modificará el mercado internacional
del crudo alterando todavía más la ya intervenida
función de la OPEP.
Una nueva Pax Americana para
Palestina
Por primera vez, el presidente Bush ha establecido una conexión
directa entre la guerra, el cambio de régimen en Iraq
y la resolución de la cuestión palestina, que ha
de pasar por el fin de la resistencia palestina a la ocupación
calificada por la Administración Bush como terrorismo
palestino y por el cambio obligado de la dirección
de Arafat a favor de una interlocución palestina que asuma
las exigencias de Israel y firme la redención de su pueblo.
Bajo estas premisas, la Administración Bush pretende abrir
paso a un proceso que, al igual que el modelo periclitado de
Oslo propugnado por Bush padre al final de la Guerra del Golfo
de 1991, no vaticina sino más dependencia, más
ocupación y mayor regresión para los derechos nacionales
palestinos.
Vinculando de nuevo burdamente a Iraq y a pesar de la ausencia
de pruebas que lo conecten con el terrorismo internacional,
el presidente Bush afirma que el derrocamiento del gobierno iraquí
"privará a las redes terroristas de un rico patrón
que paga el entrenamiento de terroristas y que ofrece recompensas
a las familias de las bombas humanas", manipulando con ello,
en el primer caso, lo que no es sino una falacia propagandística
desmentida incluso por las propias agencias de inteligencia estadounidenses
[4] y, en el segundo, tergiversando la muestra del respaldo
y solidaridad nacional y popular de Iraq a la Intifada palestina
y a su derecho a la resistencia expresado mediante el apoyo económico
que Iraq viene haciendo a las viudas, madres e hijos de los palestinos
que han caído en estos dos últimos años
víctimas de la brutal represión israelí.
Mientras la utilización del discurso del terrorismo permite
nuevamente a Bush seguir criminalizando el derecho a la resistencia
palestina frente a la ocupación israelí y anulando
la dirección política de Arafat , la Administración
Bush sigue silenciando el terrorismo de Estado que Israel viene
practicando desde hace décadas contra la población
palestina en su conjunto, intensificado con el gobierno de Sharon
y el aval de EEUU desde que comenzara la Intifada.
Notas:
1.- El
texto íntegro puede verse en inglés en The Washington
Post, 27 de febrero de 2003
2.- Véase
en CSCAweb: La
Administración Bush detalla el programa para instaurarse
como nueva potencia colonial en Iraq tras su invasión
militar
3.- "Las
reservas probadas de Iraq, calculadas en 112.000 millones de
barriles de petróleo, son las segundas del globo después
de las de Arabia Saudí. Dado que nadie ha realizado prospecciones
geológicas en Iraq durante décadas, la cifra real
podría ser aún más elevada, [...] 250.000
millones de barriles. Gran parte del petróleo iraquí
que ya ha sido descubierto sigue estando infraexplotado. [...]
En total, las estimaciones hablan de una producción de
unos 5 millones de barriles de petróleo al día
que aún esperan a ser explotados; de ellos, la gran mayoría
es 'petróleo fácil', que está cerca de la
superficie y cuya extracción es muy barata. Es más:
Iraq cuenta con zonas ricas en petróleo sin explorar en
el desierto occidental y en el noroeste del país. "
(al-Kadiri, R., Middle East Report, núm. 220, otoño
de 2001. Traducido en CSCAweb: Raad Alkadiri: La 'fiebre del
oro negro' iraquí. Petróleo y comercio regional
4.- Véase
en CSCAweb: Ni
Powell ni Aznar aportan prueba alguna sobre el rearme de Iraq
o sus supuestos lazos con al-Qaeda
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