'Legitimar' la guerra contra
Iraq: EEUU, el Consejo de Seguridad y la OTAN
24 de enero de 2002
Nota informativa CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"El respaldo del CS
a la guerra le resulta necesario a la Administración Bush
no solo porque dé una cierta pátina de consenso
y aceptación internacionales a la hegemonía imperialista
de EEUU. Más bien, la tarea ardua de implicar formalmente
a la 'comunidad internacional' en la ocupación de Iraq
sirve a los intereses económicos y militares de la Administración
Bush: el respaldo del CS a la guerra abriría la vía
para la participación en ella de otros Estados -muy probablemente
bajo el 'paraguas' de la OTAN- y de sus recursos militares y,
sobre todo, financieros."
Cuando
se aproxima el 27 de enero, fecha en que los equipos de inspectores
de Naciones Unidas (NNUU) deben presentar ante el Consejo de
Seguridad (CS) su informe sobre el desarme iraquí, las
expectativas estadounidenses que generó la aprobación
de la resolución 1441 no han funcionado ni el marco diplomático
ni de la opinión pública internacional [1]:
La oposición internacional social [2] y diplomática
a la guerra de EEUU contra Iraq crece. A las encuestas de opinión
estadounidenses e internacionales que marcan un progresivo rechazo
a la guerra de EEUU contra Iraq (los estadounidenses han disminuido
el apoyo a Bush a un 57% desde el 62% del pasado diciembre),
se suman ahora las declaraciones de una renovada posición
oficial común franco-alemana reticente a apoyar una guerra
contra Iraq: Francia y Alemania han sumando su presión
en el seno de la OTAN para posponer una decisión sobre
el apoyo logístico de la Alianza a EEUU, y de forzar,
en el Consejo de Ministros de la UE -que se reunirá el
próximo martes, 28 de enero- una posición unitaria
contraria al uso de la fuerza en tanto no haya concluido el trabajo
de las inspecciones de armamento.
Esta nueva coyuntura, vuelve a hacer de NNUU el frente de intervención
prioritario para EEUU, al igual que en el mes de octubre (antes
de aprobarse la resolución 1441, el 8 de noviembre).
Con ello, se reactiva el mecanismo ya conocido por medio del
cual las supuestas posiciones políticas defendidas por
unos y por otros públicamente sobre Iraq, sobre las inspecciones
y sobre la guerra en definitiva dejan paso a la estrategia de
las negociaciones/presiones a puerta cerrada y del uso del lenguaje
diplomático para establecer nuevos marcos -una nueva resolución,
quizá- con la que terceras potencias europeas (Francia
y Alemania, además de Rusia) y no europeas (China) puedan
sentir revalidado su peso internacional frente a la
hegemonía de EEUU. Está por ver que ese nuevo marco,
de producirse, tome cuerpo en forma de una desautorización
del CS a la guerra de EEUU o termine, por el contrario, legalizándola.
No obstante, ante la previsión de que ello pudiera
darse, el propio secretario de Estado Powell (máximo representante
de la línea que ha defendido hasta ahora, dentro de la
Administración Bush, la necesidad del apoyo del CS a
la iniciativa bélica estadounidense) ya ha manifestado
su alineación con los halcones del Pentágono
y del Departamento de Defensa al declarar su apoyo a una intervención
unilateral de EEUU sin la autorización previa del CS [2].
Eso sí, sin descartar que previamente los resortes de
la presión diplomática estadounidense ante los
aliados europeos díscolos y otros miembros del CS acerca
del futuro de la explotación del crudo iraquí y
las posibles cuotas de reparto vuelvan a funcionar de nuevo a
favor de EEUU.
El Consejo de Seguridad y la OTAN
La Administración Bush, por su parte, ya ha declarado
en repetidas ocasiones que si no hay apoyo del CS, será
EEUU con "una coalición de países amigos"
quien lanzará la guerra unilateralmente. Ese ha sido el
criterio del secretario de Defensa Rumself y otros representantes
de la línea dura del Departamento de Defensa en los últimos
meses y para ello ya se han tomado las medidas necesarias ante
los gobiernos de "países aliados" de la zona
(es decir, los árabes del Golfo y de Oriente Medio), de
la UE (Aznar, Blair y Berlusconi) y de la Europa del Este, que
prestarán su apoyo logístico (bases militares,
espacio aéreo y terrestre) y político a la invasión.
Sin embargo, el respaldo del CS resulta necesario no solo
porque dé una pátina de consenso y aceptación
internacional a la hegemonía imperialista de EEUU (como
representante del poder imperial, la Administración Bush
no reclama aceptación internacional de su papel hegemónico:
lo da por asumido y actuará con o sin aprobación
de NNUU). Más bien, la tarea ardua de implicar formalmente
a la "comunidad internacional" sirve, de nuevo, a los
intereses económicos y militares de la Administración
Bush, porque, fundamentalmente, un apoyo del CS a la guerra abriría
la vía para la participación en ella de otros Estados
-muy probablemente bajo el paraguas de la OTAN- y de sus
recursos militares y, sobre todo, financieros.
Más allá de los gastos derivados de la invasión
y ocupación de Iraq [4], los cálculos de
la Administración Bush requieren que el coste económico
y el desgaste militar de su permanencia en Iraq tras la
guerra, a medio y largo plazo, sean endosados a terceros y que,
a poder ser, y como ocurrió ya en el escenario de la ex
Yugoslavia, sean miembros de la OTAN los que compartan el coste
humano, mediático y económico de una presencia
militar continuada en Iraq, encubriendo la operación bajo
el lema de alguna de las denominadas misiones Petersberg
(probablemente, "fuerzas de pacificación). Ello
permitiría al ejército de EEUU plena disponibilidad
de reparto y movilización de sus efectivos en otros frentes
de intervención internacional futuros, todo ello, claro
está, manteniendo la autoridad militar incuestionable
de Washington.
EEUU pretende ahora recuperar el modelo establecido por la
OTAN tras el 11-S, cuando se recuperó el artículo
Quinto, previa modificación, que autoriza acciones fuera
del territorio de la Alianza. De allí que la Administración
Bush esté utilizando ante la OTAN de manera tan cínica
el llamamiento a la defensa de Turquía (miembro de la
organización milita) reclamándolo como una obligación
de sus miembros ante la excusa de que pueda ser atacado por Iraq
si interviene al lado de EEUU.
Por ello, no resulta sino escandaloso que el gobierno de Turquía
-que afronta internamente la prueba de ser un leal depositario
de la confianza que le otorgó la población al dar
la mayoría en las pasadas elecciones a un partido de corriente
islamista rehabilitado popularmente tras su expulsión
del gobierno por los poderes fácticos del país
hace varios años- haya accedido, en contra de la opinión
turca mayoritariamente contraria a la guerra y a la intervención
en ella de su país, a acordar con EEUU una "mínima
presencia rebajada" de tropas estadounidenses en su suelo
(oficialmente 15.000), además de su disponibilidad para
permitir que su frontera sur, lindante con Iraq, sea el escenario
previsto para la invasión estadounidense del norte iraquí
con el apoyo de las bases militares turcas y con el refuerzo
-"el enemigo de mi enemigo es mi amigo"- que aporte
el contingente de las fuerzas kurdo-iraquíes del PDK y
la UDK [5].
¿Una 'salida pacífica'
a la crisis?
No menos escandaloso resulta el hecho de que Turquía
esté siendo la protagonista de la iniciativa supuestamente
saudí -aunque ya abiertamente respaldada por la Administración
Bush- de promover el exilio del gobierno de Iraq para "evitar
la guerra". La convocatoria en Estambul o en Damasco de
una reunión con los representantes oficiales de Egipto,
Arabia Saudí, Irán, la propia Turquía y,
finalmente abierta a Jordania y Siria, formalmente para adoptar
medidas conjuntas para encontrar una salida pacífica a
la crisis, no oculta, a pesar de los desmentidos oficiales, una
iniciativa que, probablemente instigada desde EEUU, pretende
servir para presionar regionalmente a Iraq por medios distintos
de la amenaza militar, reclamar la salida de su gobierno eludiendo
explicar quién o qué alternativa debería
tomar el relevo de una nueva dirección política
cuando a las puertas de Bagdad se encuentra estacionado ya el
más amplio contingente de tropas y medios militares estadounidenses
jamás desplegado en ninguna iniciativa bélica previa
desde 1991.
Esta iniciativa (por lo demás, más publicitaria
que real) sirve internamente, a cada uno de estos gobiernos,
para vender ante sus poblaciones la imagen de un falso compromiso
con la paz de la región cuando ya es demasiado obvio y
escandaloso el alineamiento efectivo de todos ellos -egipcios,
saudíes, iraníes, turcos y jordanos, cuando menos-
con las premisas de Bush de ocupar Iraq. Si la guerra se lanza
finalmente, podremos constatar probablemente como estos comprometidos
con una salida pacífica para Iraq se prestan al uso de
su territorio e infraestructuras para facilitar la tarea a EEUU,
al tiempo que aprovechan, como ya lo están haciendo, para
meter en cintura a sus representados, es decir, a sus
pueblos.
Que los actores regionales -árabes y no árabes-
den tan deleznable respuesta ante la amenaza neocolonial que
se cierne sobre Iraq y sobre toda la zona, ilustra, nuevamente,
la desconexión existente entre las elites gobernantes
y sus poblaciones, la miserable superposición de sus intereses
personales frente a la dejación de la defensa de los intereses
colectivos.
Notas:
1. Sobre la
resolución 1441 véase en CSCAweb: Resolución
1441: el CS cede a las presiones de EEUU y otorga carta blanca
a la Administración Bush para atacar Iraq unilateralmente
2. Véase en CSCAweb: Éxito de las movilizaciones
contra la guerra en todo el mundo
3. The New York Times, 23 de enero de 2003.
4. Sobre el coste de la guerra véase en CSCAweb: La
factura de la guerra de EEUU contra Iraq
5. Véase en CSCAweb: Turquía
recibe su recompensa política y financiera a cambio del
apoyo a la guerra
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