No quiero ser un colaboracionista
Isam al-Khafadi*
The Guardian, 28 de junio de 2003
Traducción: Beatriz Morales, CSCAweb (www.nodo50.org)
"Actualmente Iraq
se encuentra en un caos casi total. Nadie sabe qué está
pasando. No estamos hablando de tratar de alcanzar un sistema
político ideal. La gente no puede entender cómo
una superpotencia que puede acumular todo el poder militar no
puede restablecer la electricidad. Los iraquíes están
comparando la habilidad de Sadam Husein para devolver la electricidad
después de la guerra de 1991 y la aparente incapacidad
de los estadounidenses para hacer lo mismo. Circulan todo tipo
de teorías conspirativas."
El
9 de julio, con enorme pesar, presenté al subsecretario
de Defensa de EEUU Paul Wolfowitz mi dimisión como miembro
del Consejo de Reconstrucción y Desarrollo Iraquí
[1]. Lo hice con gran pesar, pero con ello podía
dejar Iraq con la conciencia tranquila. De haber permanecido
más tiempo, no hubiera podido afirmarlo. Temía
que mi papel en el Consejo de Reconstrucción se estuviera
deslizando, desde lo que yo había previsto inicialmente,
trabajar con los aliados de forma democrática, a colaborar
con las fuerzas ocupantes.
Había vuelto a Bagdad en mayo, unas semanas después
de la caída de Sadam Husein, lleno de esperanzas tras
25 años de exilio de mi país. Fue una de las decisiones
más difíciles de mi vida el aceptar la invitación
de la Administración estadounidenses de retornar -junto
con más de 140 iraquíes- para formar parte de este
Consejo a fin de ayudar a la reconstrucción [de Iraq]
después de la guerra y a la rehabilitación de los
ministerios para que Iraq pudiera ser puesto finalmente en manos
de un gobierno de transición.
Un país derrotado
Mi forma de entender este Consejo -que estuvo primero bajo
las órdenes de general retirado Jay Garner y ahora lo
está bajo las del administrador civil Paul Bremer- era
que íbamos a trabajar dentro de los ministerios iraquíes,
no como ministros, sino, en segundo plano, como consejeros. El
objetivo del Consejo era restablecer las muy dañadas infraestructuras
iraquíes (la electricidad, los hospitales, el suministro
de agua y las rutas de transporte) al menos a la situación
que tenían antes de la guerra, para que el país
pudiera ser puesto en manos de un gobierno de transición.
Aunque los miembros del Consejo veníamos de todas partes
del mundo, éramos todos iraquíes. Acepté
el hecho de que éramos un país derrotado, y no
me supuso un problema el trabajar con EEUU. Pero no parecía
que por parte de la coalición hubiera interés en
involucrar a consejeros iraquíes en el futuro de su [propia]
nación. Nuestro papel era muy limitado. Hasta los periodistas
que nos visitaron se dieron cuenta de ello y escribieron que
aunque el Consejo de Reconstrucción disponía de
una oficina en el palacio presidencial, sus miembros parecían
tener poco que hacer aparte de leer sus correos.
Cuando cayó Bagdad, al principio hubo euforia. Pero
los estadounidenses actuaron con arrogancia. Aunque muchos iraquíes
se sintieron aliviados al ver que Sadam se iba y aceptaron el
hecho de que EEUU fuera la única potencia capaz de asegurar
alguna apariencia de orden, ahora ven a este país actuar
como un ocupante.
Lamentablemente, la visión de un gobierno de transición
y de [convocatoria de] elecciones democráticas propuesta
por Wolfowitz parece que ha sido olvidada en medio de las presiones
diarias del Iraq de posguerra [2]. Wolfowitz no es más
que uno de los jugadores, y hay muchos otros sobre el terreno
de Iraq que no comparten esta visión. Incluso los soldados
aquí afirman claramente que ellos reciben órdenes
de su general, no de Bremer.
Iraq, un caos casi total
Amargas disputas entre el Departamento de Defensa y el Departamento
de Estado continúan afectando a la situación. Aun
cuando Bremer tenga la autoridad formal en Iraq, parece que todas
y cada una de las decisiones tienen que pasar por Washington,
y nosotros somos las víctimas de la indecisión.
Actualmente Iraq se encuentra en un caos casi total. Nadie
sabe qué está pasando. No estamos hablando de tratar
de alcanzar un sistema político ideal. La gente no puede
entender cómo una superpotencia que puede acumular todo
el poder militar no puede restablecer la electricidad. Los iraquíes
están comparando la habilidad de Sadam [Husein] para devolver
la electricidad después de la guerra de 1991 y la aparente
incapacidad de los estadounidenses para hacer lo mismo. Circulan
todo tipo de teorías conspirativas.
Ahora Bremer ha instituido el Consejo Gubernativo iraquí.
Reunidos para considerar el futuro de Iraq se encuentra 25 representantes
cuidadosamente seleccionados por la coalición dirigida
por EEUU: no es una mala composición, pero pocos de sus
miembros tienen un importante número de potenciales electores
internos. Que el Consejo sea efectivo o no depende de si sus
miembros son capaces de llegar a algún consenso. Temo
que van a actuar unos en contra de los otros. Para tener éxito
tienen que adoptar una postura unida con relación a los
problemas y decir a Bremer que vaya a Washington y diga: "esto
es lo que los iraquíes quieren". En última
instancia, el Consejo debe estar preparado para decir: "Dadnos
toda la autoridad y os pediremos consejo cuando lo necesitemos".
Hasta el momento, soy el primer y único miembro del
Consejo de Reconstrucción que ha dimitido. Puede que otros
hagan lo mismo, pero sin duda la mayoría permanecerá
y esperará que les acompañe la suerte. Por mi parte,
cuando pienso en el pueblo iraquí -en lo fuertes que son,
lo duro que trabajan- sigo siendo optimista a medio plazo respecto
a mi país. Hay muchos indicios de que los iraquíes
están trabajando juntos, sin grandes tensiones entre
los grupos étnicos. Todo ello son buenas noticias para
un futuro Iraq. Sin embargo, a corto plazo, temo que habrá
más conflictos y que se derrame sangre iraquí y
estadounidense.
Notas de CSCAweb:
1. No confundir
con el recientemente creado Consejo Gubernativo, de 25 miembros
designados por el administrador de ocupación Bremer.
2.Tras la constitución del Consejo Gubernativo se prevé
la realización de elecciones en el país en 2004.
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