Ernesto Abascal, embajador
de Cuba en Iraq:
"Nunca nos
sentimos solos en Bagdad"
Juana Carrasco Martín*
17 de junio de 2003. 'Juventud Rebelde',
11 de mayo de 2003
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"La guerra no ha terminado.
Bush hizo declaración de victoria, dando por concluida
la guerra, pero esta guerra todavía no ha terminado. El
pueblo iraquí va a desarrollar ahora su propia guerra,
de resistencia contra la ocupación, y no me cabe duda
de que van a expulsar a las tropas estadounidenses de Iraq."
Un privilegio
Carlos Varea,
'Brigadas a Iraq contra la guerra'
En las semanas
previas a la guerra y ya cuando ésta había comenzado,
encontramos siempre en Ernesto Abascal, embajador de Cuba en
Iraq, y en el resto de los compañeros de la representación
cubana en este país, amistad y apoyo. Al igual que de
su compañera Regla, ya nos considerábamos amigos
previamente a su designación como embajador cubano en
Bagdad, y su presencia en esos días difíciles fue
siempre un elemento de alegría y tranquilidad para los
y las brigadistas.
Al inicio de
la invasión, Ernesto y sus compañeros decidieron
trasladarse desde la embajada cubana a la residencia del embajador,
considerada en principio más segura que aquélla,
situada en el meandro que hace el río Tigris, en su ribera
izquierda. El Hotel Cedar, en el que residía nuestra
brigada no se encontraba muy alejado de la residencia cubana,
y durante las casi tres semanas previas a la entrada en la ciudad
de los marines intercambiamos visitas bajo los bombardeos.
Cuando ya era
inminente la caída de Bagdad y la entrada de las tropas
estadounidenses en el sector de la ciudad donde vivíamos,
nos planteamos, ante la amenaza de ser considerados beligerantes
formulada por responsables estadounidenses contra los internacionalistas
presentes en Bagdad, solicitar protección internacional
a Cuba (como es sabido, el gobierno Aznar había abandonado
ignominiosamente la representación española en
Bagdad más de un mes antes de que se iniciara la invasión)
y trasladarnos a su sede diplomática. No fue posible:
las condiciones en las que vivían nuestros amigos y compañeros
cubanos en la residencia del embajador eran ya de por sí
precarias, alojados como estaban en un edificio en el que hubieron
de acondicionar un refugio donde apenas cabina ellos mismos y
sus pertrechos más básicos -la comida y el agua,
un generador. Por lo demás, el edificio estaba ubicando
en una zona de intensos bombardeos y fuego de artillería,
y en aquellas horas inciertas antes de la entrada de los estadounidenses
el desplazamiento desde donde nos encontrábamos los y
las brigadistas hasta la residencia cubana hubiera sido extremadamente
arriesgado, por no decir imposible. Un ataque premeditado por
parte de los invasores contra los representantes cubanos no era,
por lo demás, descartable. Finalmente, quedamos aislados
la brigada de ellos, y solo pudimos comunicarnos por nuestros
respectivos teléfonos vía satélite, un ritual
diario.
Ernesto Abascal
y sus compañeros permanecieron en Bagdad durante las tres
semanas que duró la guerra, siendo de las pocas embajadas
que permanecieron abiertas durante la invasión del país,
un gesto de solidaridad y compromiso con el pueblo iraquí
y con Iraq que les honra a ellos personalmente e igualmente al
país y al pueblo al que representaban allá. Al
igual que nuestra brigada y con similar riesgo, ellos abandonaron
Bagdad e Iraq solo cuando la ocupación completa de la
ciudad se había ya producido, no antes, unos pocos días
después de haberlo hecho nuestro grupo, y de similar manera:
por sus propios medios.
Reproducimos
en CSCAweb esta entrevista con Ernesto publicada en Juventud
Rebelde no solamente por su interés intrínseco,
sino como recuerdo emocionado, agradecimiento y homenaje a él
y a sus compañeros. Muchas de las consideraciones y sentimientos
que expresa en ella Ernesto sobre la experiencia vivida en Bagdad
durante la invasión son los nuestros propios. Ernesto
señala al final de esta entrevista que para él
ha sido un privilegio (un "triste privilegio",
matiza) el haber estado en Bagdad durante aquellas semanas. También
para nuestro grupo de brigadistas, sin duda, por haberlo podido
vivir entre los hombres y las mujeres de Bagdad, y con gente
de la talla ética, política e intelectual de Ernesto
y sus compañeros. [CSCAweb]
"Nunca nos sentimos
solos en Bagdad"
No
debió haber llamado la atención que cinco hombres
subieran a la azotea de un edificio diplomático del barrio
residencial de Jadriya el viernes 18 de abril de 2003, en un
Bagdad caótico, adolorido por sus muertos, que sufre las
mutilaciones hechas por misiles cruceros y miles de bombas en
los cuerpos de sus vecinos y en sus construcciones, saqueado
e incendiado en sus riquezas mayores -la cultura y la Historia-;
ultrajado por un ejército de ocupación; sin luz,
agua, ni medicinas para sus hijos, entre ellos los más
preciados, sus niños. En los cinco, deben confundirse
más de un sentimiento contradictorio: la pena y la tristeza,
con el orgullo.
Un parte enviado por fax hasta la lejana Ciudad de La Habana,
el último de esas comunicaciones diarias, lo explica todo:
"A las seis de la mañana, los cinco cubanos que estamos
en Bagdad, cantamos el himno nacional en la azotea de la embajada
y procedimos a arriar la bandera cubana antes de salir de Bagdad,
ocupada por las tropas estadounidenses, y partir hacia la frontera
jordana".
El informe del embajador Ernesto Gómez Abascal es preciso.
Desde su llegada a Iraq, el 4 de octubre de 2002, ha enviado
decenas de ellos y también tiene más de un cuadernillo
manuscrito con las notas e impresiones de cuanto ha ido ocurriendo,
de lo visto por sus propios ojos y sentido en su corazón
y en su entendimiento.
Se preparó para una guerra que no quiso él ni
casi nadie en este mundo, pero de la cual fue testigo excepcional.
Más de tres horas de conversación en la sala de
su pequeño apartamento, mientras su esposa Regla escucha
atentamente y aporta también sus recuerdos, los encerramos
en estas páginas de Juventud Rebelde, que no alcanzan
para compartir tantos recuerdos sobre las bajezas y las grandezas
humanas.
Preparándose para la guerra
"Llegué el día 4 de octubre de 2002 a Bagdad.
Ya se veía venir la guerra. Esto era, parodiando a García
Márquez, la crónica de una guerra anunciada. Pero
a diferencia de otras personas que enjuiciaban la situación,
yo no le apostaba al ciento por ciento, porque valoraba también
la situación internacional, la creciente oposición
a la guerra en las calles, incluso en el Consejo de Seguridad
(CS) de Naciones Unidas (NNUU) y de países tan importantes
como Francia, Alemania, Rusia y China, y también del Vaticano.
Pero, paralelamente, el aparato militar, la maquinaria militar
estadounidense, seguía creciendo y basificándose
en la zona, despreciando completamente el clamor internacional.
Al final ya era inevitable la guerra".
La larga experiencia de Ernesto Gómez Abascal como
estudioso de la región, con más de 25 años
trabajando con los países árabes, en cargos diplomáticos
en el Ministerio de Relaciones Exteriores [de Cuba] (MINREX)
y como funcionario de Relaciones Internacionales del Comité
Central del Partido [Comunista de Cuba]; su conocimiento de la
historia de la zona y sus vínculos con ella, que le han
permitido ser autor de dos libros -"uno sobre Palestina,
otro sobre la crisis política en el Líbano"-
facilitaban de seguro un análisis de los acontecimientos
a desarrollarse, necesario para enfrentar la crisis que se preveía
podría presentarse. Cinco matrimonios formaban el personal
diplomático cubano en Bagdad con la llegada del nuevo
embajador, pero los acontecimientos le llevan, pocos meses después,
a tomar una decisión cuyos resultados explica con detenimiento,
porque implicó que las mujeres salieran hacia Damasco,
la capital siria. Para la guerra sólo debía quedar
el personal imprescindible: el consejero Reinaldo Mancebo, con
tres años y medio de experiencia en esa embajada, el traductor
de árabe Miguel Porto, y los agregados Ernesto García
Fiol y Fernando Ferreira. "Sí, tuve que emplear una
fuerte persuasión para intentar convencerlas, pero fueron
disciplinadas y obedecieron, luego de dejar planteada su protesta",
subraya. [Abascal indica]:
"Nosotros trabajamos muy intensamente en prepararnos,
en prever los acontecimientos bélicos y en mantener una
información para nuestro país sobre cómo
se estaban proyectando las cosas en relación con un posible
conflicto que se veía venir, y teníamos como misión
esencial eso, darle seguimiento al conflicto. Manteniendo, naturalmente,
unas relaciones lo más amplias posible tanto con las autoridades
iraquíes como con el cuerpo diplomático acreditado
en Bagdad. Había más de 50 embajadas a nivel de
jefe de misión. Pero hubo una campaña del gobierno
de EEUU para que salieran las embajadas, para que se fueran cerrando.
Directa e indirectamente ejercían la intimidación.
"Era algo lanzado al aire: la propia campaña de
prensa sobre el terrorismo, la guerra, las bombas que utilizarían,
las armas sofisticadas, las bombas inteligentes. Todo ayudaba
a crear un ambiente de terror para que la gente se fuera. También
conozco que hubo sugerencias de que se fueran y venían
del exterior. Algunos lo hicieron no por presiones, sino por
preocupación de su personal. No les interesaba quedarse
en un país tan peligroso y en un momento tan delicado.
Hubo, además, un ultimátum, el 19 de marzo se cumplía
el plazo dado por EEUU a Iraq, y ese día, cuando comenzó
la guerra -jueves 20 de marzo según la hora de Bagdad-,
solo quedaban, a nivel de jefes de misión, las embajadas
de Rusia, la Santa Sede y Cuba.
"Todavía con la guerra andando, el ruso se fue,
y se produjo el incidente en que atacaron su caravana. Cuando
entran las tropas estadounidenses en Bagdad y establecen el mando
allí, solo quedábamos el Nuncio y el Embajador
de Cuba."
Comienzan los bombardeos
¿Qué había sucedido en los días
previos y durante los intensos bombardeos? ¿Cómo
veía la situación este cubano, que tenía
como experiencias bélicas anteriores "algunos bombardeos
en Líbano, los combates de Playa Girón y la Limpia
del Escambray"? Tenía experiencia, pero nada era
comparable a lo que cayó sobre Bagdad y las más
importantes ciudades iraquíes desde las 05:35 de la madrugada
del jueves 20 de marzo hasta la entrada de los blindados estadounidenses
en la capital iraquí, el 9 de abril [1].
En un cuadernillo que saca de su maletín de trabajo
está todo detallado, una especie de diario personal. Escribió,
además, los partes e informes oficiales que, como embajador,
fue haciendo semanalmente, desde su llegada al país mesopotámico.
Luego serían más frecuentes y también las
comunicaciones por vía telefónica satelital en
medio de los bombardeos, cuando habían colapsado las comunicaciones
locales, destruidas metódicamente por la aviación
anglo-estadounidense.
Esa comunicación permanente con la dirección
del Ministerio de Relaciones Exteriores y con la más alta
dirección de la Revolución, que le daban diaria
atención, consejo, orientación y aliento, la define
Abascal con una sola frase: "Nunca nos sentimos solos".
Ni siquiera en los momentos terribles en que caían
unas tras otras las bombas o pasaban los misiles Crucero
sobre el refugio de dos por cuatro metros y con dos metros de
profundidad, que habían construido previamente en el patio
de la embajada [2], ni cuando una de las bombas contra
búnkers, lanzadas sobre un objetivo militar iraquí
a unos 15 kilómetros de distancia, hizo estremecer el
lugar como si fuera la acción de un terremoto:
"Soy un optimista redomado. Nunca pensaba en la muerte,
y un bombardeo tiene también que ver con la suerte. Me
preocupaba la seguridad de la gente que estaba bajo mi responsabilidad,
tomar o no una decisión que pudiera no ser la correcta
en situación tan difícil, pero nos habíamos
preparado muy bien, teníamos reservas de alimentos, de
combustible para los carros, de petróleo para la planta
eléctrica para tres meses."
Dice que el día más intenso de bombardeo fue
el segundo, iniciado a las 20:09 de la noche del viernes 21,
y también se dieron cuenta entonces que el perro de un
vecino iraquí "se volvía loco ladrando unos
10 ó 15 minutos antes de que llegaran las bombas, así
que terminamos haciéndonos amigos, dándole de comer
cuando su dueño partió hacia un lugar más
seguro, y hasta lo bautizamos con el nombre de Radar". Abascal
nos lee sus notas de esa larga noche, de ese segundo día
del golpe masivo:
"A las 20:09 comenzó el bombardeo, hasta ahora
no es cercano, hay fuego antiaéreo, sonaron como ocho
impactos de bombas o cruceros. Se detuvo unos minutos. Se oye
de nuevo, pero en la lejanía. 20:20 se detuvo después
de alejarse las explosiones, parece que el ataque fue en los
suburbios. Se observa a los lejos fuego antiaéreo en barrera,
este ataque no fue contra lugares del centro de Bagdad, se oyeron
unos 15 impactos en dirección norte, hacia los suburbios.
Se escucha a las 20:50 bombardeo lejos. A las 20:59 se intensifica
el bombardeo, ahora más cercano a la ciudad. Se oyen los
cohetes volar, estos son los más cercanos que han estallado,
han estado cayendo a menos de un kilómetro. Todo se estremece.
Han hecho impacto en la cercanía unos diez cohetes. Están
cayendo muy cerca. Se escucha el vuelo de los cruceros cuando
pasan. El más cercano a unos cien metros."
Abascal nos hace una acotación: "Después
comprobamos que cayó a 150 metros, en la casa de un dirigente
iraquí, en la otra cuadra", y continúa la
lectura:
"Es el más violento, el más cercano e intenso
bombardeo. En unos minutos han caído entre 25 y 30 cohetes
Crucero en zonas cercanas en torno a uno y dos kilómetros.
Uno cayó a menos distancia. Estamos en el refugio, cuando
termine veremos si rompió cristales o algo en el edificio.
Uno de los más cercanos, la onda expansiva nos abrió
la puerta. 21:13 continua el bombardeo, volvió a caer
otro muy cercano, intenso. Increíble, no se ha ido la
electricidad. Hasta ahora hemos contado unos 60 impactos en las
cercanías, en torno a menos de cinco kilómetros.
21:20 se detuvo el bombardeo. 21:22 comenzó de nuevo en
las cercanías, dos cayeron cercano. 21:24 cayeron cinco
muy cerca, los más cercanos de todos, la onda expansiva
nos estremeció. 21:26 cayó uno en las inmediaciones
de la embajada, se apagó la luz, todo se estremeció.
Otro muy cerca. Explotaron por todo el entorno. La onda expansiva
nos abrió una puerta del refugio. 21:28 se había
detenido, cayó otro, continuó el golpe, pero más
alejado ahora."
"Entre el bombardeo de las 21:26 y el otro puse esto:
"Me tomé un trago y encendí un tabaco por
si acaso", dice ahora casi sonriente.
La solidaridad reciprocada
Habla con mucho énfasis de la actividad solidaria con
Iraq y su pueblo que pudo presenciar durante los siete meses
al frente de la misión diplomática cubana. Esos
hombres y mujeres amantes de la paz, que no fueron ajenos a la
amistad con Cuba, la que fue reciprocada por nuestra delegación:
"Venía gente de todas partes del mundo, grupos
de solidaridad, pacifistas, gente que venía como escudos
humanos, periodistas de todo tipo de órganos de prensa.
Bagdad se convirtió en los días, en las semanas,
en los meses previos a que estallara la guerra en un hervidero
de gente que iba allí por solidaridad.
"De Europa, muchos italianos, el grupo español
del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe [3],
gente con un valor tremendo, que incluso los días de bombardeo
salían a las calles para visitar a los heridos en los
hospitales, ver los destrozos y la situación humanitaria
que se estaba creando en los barrios populares. Trabajamos muy
intensamente también con esa gente. Muchos venían
a vernos. Gente con un desprendimiento por la vida, porque estaban
jugándose la vida allí, en medio de la guerra.
De América Latina fueron algunos grupos también,
de Brasil, de México en cuyo grupo había una monja,
de mucho valor como escudos humanos.
"Cuando se enteraban de que la embajada de Cuba estaba
todavía allí, muchos nos visitaban. La embajada
se convirtió casi en un lugar de peregrinaje de la lucha
de esta gente. Iban a visitarnos, a mostrarnos solidaridad mutua,
ellos con nosotros y nosotros con ellos, incluso a pedir consejo
en los días antes de la guerra sobre qué debían
hacer si estallaba el conflicto, nos pedían la posibilidad
de refugiarse en la embajada.
"La embajada siempre mantuvo abierta esta posibilidad.
Hay que decir que no teníamos las mejores condiciones
para eso y se le decía a ellos también. La embajada
de Cuba era un lugar también peligroso en una guerra donde
iban a participar las tropas estadounidenses. No era un lugar
como para buscar refugio. Pero, desde el punto de vista político,
de ánimo, a todos les dimos aliento e incluso la posibilidad,
en último caso, de que fueran allí. No podíamos
hacer otra cosa que recibirlos y atenderlos, y esa era la orientación
que teníamos también."
Con los periodistas hospedados en el Hotel Palestina hubo
un intenso intercambio. Era lugar de visita diaria del embajador
Abascal antes de la invasión y después de la ocupación
de Bagdad. Conoció a José Couso, el camarógrafo
de la española Tele 5 muerto, junto con otros dos
periodistas, cuando un tanque estadounidense disparó contra
el hotel desde el puente de la República [en la mañana
del día 8 de abril]. Luego el mando estadounidense no
tuvo a menos poner su cuartel general en ese mismo edificio,
lo que le permitió constatar al jefe de la misión
diplomática cubana algo muy singular: vio temor en esos
soldados muy jovencitos, con cascos sofisticados, chalecos antibalas,
fuertemente armados y granadas colgándoles por todas partes.
La experiencia de la guerra
¿Qué experiencia trae Abascal de esta guerra
de agresión? La pausa es larga porque estoy segura que
se ha trasladado de nuevo a las calles de Bagdad: "patrulladas
por tanques y vehículos blindados que solo se atreven
a recorrer a gran velocidad las grandes avenidas de un lado a
otro de la ciudad, y poner puntos de control en las principales
plazas. Cuando salimos de Bagdad había barrios donde no
había entrado un solo soldado estadounidense y, aunque
no hablaban de ello, en aquellos primeros días de la ocupación
se habían producido cuatro ataques suicidas".
El embajador ha revivido también la terrible visión
de los hospitales, de los heridos y de la muerte; ha recordado
las conversaciones de sus vecinos solidarios, los que hacían
guardia para que nadie tocara la embajada de Cuba, cuando ya
se extendían los saqueos de la rica herencia cultural
e histórica de Iraq, de las naciones árabes y del
Islam.
Esos bagdadíes -que entonces supo que eran todos shi'íes-
rompieron la tradición y le abrieron las puertas de sus
casas. Cuando ya no estallaban las bombas pero sabían
de su ciudad ocupada, resueltamente le dijeron algo similar a
lo que ya sabían por el electricista cristiano Aramís
y el jardinero musulmán Alí: "Ahora va a empezar
la guerra y ustedes esperen nada más un poco. Somos shi'íes
y no queríamos a Sadam, pero menos queremos a los estadounidenses
aquí. Y este no es el sentimiento nuestro, este es el
sentimiento del pueblo iraquí".
Por eso el embajador Ernesto Gómez Abascal nos responde
así:
"Todavía a veces me vienen a la mente,... a veces
me despierto por la noche pensando en las cosas que pasaron y
las estoy analizando. Yo se lo he dicho a mucha gente: ha sido
un privilegio en el orden personal estar allí. Un triste
privilegio estar en medio de una guerra de este tipo, ¿no?
Pero es un privilegio al fin [y al cabo por] poder vivir una
cosa como esta y poder contarlo.
"Traje muchas experiencias y muchas reflexiones, desde
todos los puntos de vista: desde el punto de vista político,
incluso militar -aunque yo no soy militar-, pero no he podido
menos que preocuparme por muchas cosas de las que he visto y
sacar incluso conclusiones e ideas de lo que es una guerra de
este tipo en el mundo actual.
"Conocí el poderío tecnológico,
pero también la debilidad moral que tiene esa tropa si
se le hace resistencia de forma consecuente.
"Te puedo decir que la guerra no terminó. Bush
hizo declaración de victoria, dando por concluida la guerra,
pero esta guerra todavía no ha terminado. El pueblo iraquí
va a desarrollar ahora su propia guerra, de resistencia contra
la ocupación, y no me cabe duda de que van a expulsar
a las tropas estadounidenses de Iraq. Ya de hecho no están
ocupando el país, ellos ocupan parte del país,
lugares del país, pero necesitarían un millón
de soldados para ocupar Iraq. Su situación es todavía
precaria y tiene debilidades. Estoy convencido de esa resistencia
porque los conozco y porque he hablado con todo tipo de gente,
gente que no estaba dispuesta a luchar por el gobierno; pero
esa misma gente está dispuesta a luchar contra la ocupación
militar extranjera. Es un pueblo con mucho patriotismo, muy educado,
con cultura e historia de lucha contra el colonialismo, con motivaciones
de todo tipo -patrióticas, religiosas- para enfrentar
la agresión y la ocupación, y derrotarla. Y no
se van a dejar poner la bota arriba por mucho tiempo".
Notas de CSCweb:
1. Una primera
columna de carros de combate y vehículos de transporte
de tropas estadounidenses, pertenecientes a la Primera División
de Marines, se estacionó entre las plazas al-Fatah (donde
se encuentran el Teatro Nacional y el -por dos veces bombardeado-
ministerio iraquí del Aire) y Aqba bin Nafi, a primera
hora de la tarde del día 9 de abril, ya en la ribera izquierda
de la ciudad, denominada ar-Rasafah. Ese día, las tropas
estadounidenses ocuparon muy precariamente la totalidad de Bagdad,
después de haber ocupado la ribera derecha (al-Kar) y
alcanzado el río Tigris el día anterior.
2. En realidad, residencia del embajador, situada en el meandro
que hace el río Tigris, en su ribera izquierda.
3. Abascal se refiere así al grupo de brigadistas presente
en Bagdad durante la guerra.
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