Intervención de John
Catalinotto
(International Action
Center, EEUU)
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
20 de noviembre de 2002
"Nosotros, el movimiento
contra la guerra de Estados Unidos, queremos enviar un claro
mensaje: nosotros y nosotras, estadounidenses, nos oponemos a
esta guerra. Nosotros y nosotras, estadounidenses, no vamos a
ser la carne de cañón que construya un imperio"
Hasta el 11 de septiembre de 2001, yo trabajaba en el piso
31 de la torre número 1 del World Trade Center
(las 'Torres Gemelas').
Esa mañana del 11 de septiembre llegaba tarde al trabajo.
Desde la calle, vi las torres en llamas y las vi derrumbarse.
La compañía de seguros médicos donde trabajo
estaba situada entre los pisos 18 al 31. Casi todos mis compañeros
de trabajo -1.915 en total- sobrevivieron. Once murieron.
Considero que mis compañeros de trabajo eran un típico
ejemplo de las personas que trabajaban en las torres gemelas.
Somos doce personas en mi equipo. Seis son inmigrantes: tres
mujeres de Filipinas; tres hombres, uno de Taiwán, uno
de Ucrania, uno de Bangla Desh.
Refiero este recuerdo personal a la sala porque creo que el
atentado del 11 de septiembre de 2001, su impacto sobre la población
estadounidense y la reacción de Washington a ella, ha
permitido a la Administración de Bush preparar el terreno
para la guerra con el Iraq.
Todo el mundo en Estados Unidos vio cómo se derrumbaban
las Torres; todo el mundo vio en la televisión cómo
moría la gente.
Esta clase de horror sucede alrededor del mundo. A menudo
causado por los bombardeos del Pentágono. Pero para la
gente que vive en de los Estados Unidos fue una experiencia totalmente
nueva. Tuvo un profundo efecto en ellos. La gente se sintió
impotente y asustada. No entendían por qué se habían
convertido, repentinamente, en "daños colaterales",
como dice el Pentágono eufemísticamente.
Mientras que el pueblo de EEUU intentaba recuperarse de la
horrenda destrucción de miles de vidas por los ataques
del 11 de septiembre, la Administración Bush hacía
horas extras en su trabajo. Utilizó el sufrimiento de
las víctimas como pretexto para incitar una guerra y preparar
el terreno para miles de muertes más en Oriente Medio,
y para amenazar los derechos civiles de los ciudadanos de EEUU
aumentando el poder represivo del aparato policial.
Tanto los representantes oficiales en Washington como los
ex dirigentes del país vieron los bombardeos sobre Afganistan
unos bombardeos horribles contra un país pobre-
como el primer paso de una campaña militar mucho más
amplia.
Hubo incluso una intriga semi secreta en la Administración
y fuera de ella que ocultaba un plan mucho más ambicioso.
El grupo de intrigantes está formado por los antiguos
guerreros de la Guerra Fría, Paul Wolfowitz, Richard Perle,
Donald Rumsfeld y Henry Kissinger. Y han amenazado especialmente
a Iraq.
Kissinger resumió su pensamiento sobre la situación
en los siguientes términos: Este "puede ser un momento
decisivo", dijo, comparable a la "derrota del comunismo
en la Unión Soviética", presentando así
la perspectiva de la "derrota del terrorismo a nivel mundial".
Para la jerarquía gubernamental, los términos
"terror" y " anarquía" se refieren
a cualquier fuerza que resiste a la dominación de las
corporaciones multinacionales, de los bancos y del Pentágono.
Durante el año pasado, tal definición se extendió
fácilmente a la lucha palestina contra la ocupación
israelí, a los luchadores por la liberación de
Colombia que tratan de liberar al pueblo de un gobierno reaccionario
que permite operar a los escuadrones de la muerte; e igualmente
al Nuevo Ejercito del Pueblo Filipino. La República Democrática
Popular de Corea e Irán estan incluidos junto a Iraq en
el denominado "eje del mal". Y Cuba, Siria y Libia
también se incluyen en la lista oficial gubernamental
de "terroristas". Somalia, Yemen y Sudan son sus nuevos
blancos.
Actualmente la Administración Bush avanza a toda prisa
con sus planes de una guerra no provocada contra Iraq, basada
en acusaciones sin demostrar y tantas veces repetidas por sus
portavoces. Su meta durante todo el año pasado fue transformar
el susto y la indignación por el desastre del 11 de septiembre
en una psicosis permanente a favor de la guerra en EEUU y en
el mundo que pueda ser aprovechada para apoyar una campaña
de "guerra permanente".
La Estrategia de Seguridad Nacional
La Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración
Bush pone un gran énfasis en el poder absoluto del Pentágono.
En un artículo del The New York Times del 20 de
septiembre se afirma: "uno de los elementos más destacados
del documento de la nueva estrategia es su insistencia en que
el presidente no tiene intención de permitir a potencias
extranjeras que alcancen la ventajosa posición que Estados
Unidos disfruta desde la caída de la Unión Soviética
hace más de una década".
"Nuestras fuerzas serán lo suficientemente potentes"
-indica el documento de Bush- "como para disuadir a los
potenciales adversarios que quieran acrecentar sus fuerzas militares
esperando superar o igualar el poder de Estados Unidos".
El documento está lleno de amenazas militares, incluyendo
el derecho de atacar primero. Desde el punto de vista de los
estrategas derechistas del estamento militar estadounidense,
este documento es como un sueño hecho realidad.
Con su intención de lanzar una guerra "preventiva"
contra Iraq, la Administración Bush tiene un objetivo
mucho más amplio: una campaña unilateral para renovar
toda la estructura política y legal de las relaciones
internacionales en el periodo post-soviético, para plasmar
la dominación absoluta del imperialismo estadounidense
como superpotencia sobre el mundo entero. Esta campaña
está dirigida sobretodo contra los pueblos oprimidos del
mundo, pero también contra los aliados imperialistas que
son a su vez rivales de Wall Street en Europa y Japón.
La Administración Bush ha admitido, dentro de su "estrategia
de seguridad nacional", que el Pentágono planea la
guerra para que Estados Unidos domine todas y cada una de las
regiones del mundo, política, militar y económicamente.
El presidente Bush ha esgrimido muchas razones por las cuales
el Pentágono debe atacar Iraq y matar a cientos de miles
de iraquíes. Pero todas sus razones son falsas. La verdad
es que los dirigentes de Estados Unidos quieren controlar el
petróleo de Iraq. La verdad es que quieren convertir a
Iraq en una colonia. La verdad es que Bush planea atacar Iraq
para que sean los intereses comerciales estadounidenses los que
controlen la distribución de la energía en el mundo.
La verdad es que Bush planea atacar Iraq para mantener a las
fuerzas militares estadounidenses en Iraq al igual que ha ocurrido
durante mas que cinco décadas en Europa, Japon y Corea.
Pero mientras que la Casa Blanca, el Pentágono y los
medios de comunicación monopolistas han podido crear esta
psicosis en el Congreso y conseguir una capitulación total
del Partido Demócrata, frente a las masas, con esta estrategia
les está saliendo el tiro por la culata.
El movimiento contra la guerra ha salido de su letargo y se
está movilizando. Todas las encuestas demuestran que el
apoyo a la guerra se reduce. El número de sindicatos que
aprueban resoluciones en contra de la guerra aumenta.
Las manifestaciones que tuvieron lugar el 6 de octubre en
varias capitales de EEUU tenían como lema: "No en
nuesto nombre". Igualmente, cientos de miles de personas
asistieron a las manfestaciones del 26 octubre para decir: "Paremos
la guerra contra Iraq antes de que empiece."
Mientras que George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld,
Colin Powell, Paul Wolfowitz y Condoleezza Rice confeccionan
amenazas imaginarias, las masas del pueblo están sufriendo
amenazas reales como resultado de la crisis económica
que sigue aumentando: despidos, recortes en servicios sociales,
desaparición de fondos para la jubilación como
consecuencia del colapso de la bolsa de valores, pérdida
de seguros médicos y un incremento en los índices
de la pobreza.
Por ejemplo, en mi empresa, dos mujeres -una puertorriqueña
y una negra- eran las secretarias de nuestro equipo de trabajo
antes del once de septiembre. Cinco semanas después del
once de septiembre, despidieron a ambas secretarias. El ataque
terrorista no causó los despidos. Los despidos habían
sido planeados con antelación para reducir los costes
salariales y aumentar beneficios. A los trabajadores restantes
nos informaron que debíamos trabajar media hora adicional
cada día sin ningún aumento de salario. Los despidos
eran parte de la crisis económica capitalista. Eran dos
de los 500.000 despidos que se produjeron en octubre de 2001
en Estados Unidos.
Conclusiones
Washington planea la guerra con el fin de construir un imperio
gobernardo por el imperialismo de EEUU. Nosotros, el movimiento
contra la guerra de Estados Unidos, queremos enviar un claro
mensaje: nosotros y nosotras, estadounidenses, nos oponemos a
esta guerra. Nosotros y nosotras, estadounidenses, no vamos a
ser la carne de cañón que construya un imperio.
Hemos aprendido que no podemos depender de los políticos,
ni de los gobernantes de otros países, ni de la ONU. Sólo
dependemos de nosotros mismos: jóvenes, estudiantes y
trabajadores de todas los pueblos y de todos los países.
Nosotros y nostras, estadounidenses, somos los únicos
que podemos parar la guerra desde el centro del imperio, unidos
al resto de los pueblos en todo el mundo.
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