Las elecciones palestinas
Una visión
desde los Comités de Mujeres Palestinas
Maha Nassar*
CSCAweb:
22 de marzo, 2006
"Desde
la Unión de los Comités de Mujeres Palestinas,
y respecto a la situación que se ha dado de cambio político,
reafirmamos que la elección de nuestro pueblo al votar
a Hamás no es sino una elección estratégica
temporal en un marco circunstancial concreto. La próxima
etapa exige una lucha democrática que integre un programa
político y social diferente y efectivo. Por ello debemos
proseguir en la lucha de la consecución de los derechos
de las mujeres, indiferentemente del marco político de
cada etapa en Palestina".
Las elecciones legislativas
de enero de 2006 han sido las segundas elecciones de esta categoría
desde 1996. En esta ocasión la mayoría del pueblo
palestino fue a las urnas en los Territorios Ocupados, tanto
hombres como mujeres y jóvenes en edad electoral participaron
en la consulta; incluso los niños colaboraron en las elecciones,
repartiendo propaganda electoral en las vísperas.
El camino hacia las urnas fue
el reflejo de la lucha de nuestro pueblo por conseguir la independencia
perseguida desde hace décadas, en el que la población
palestina participó mayoritariamente para mostrar su descontento
con la situación política de sumisión ante
la barbarie de la Ocupación y también para protestar
contra el desorden en la seguridad interna. En efecto, se trataba
de ordenar el sistema interno palestino y dar una lección
al poder absoluto de Al Fatah, volcar la tendencia de los últimos
diez años en que el malogrado proceso de paz de Oslo nos
había traído consigo la corrupción, el aumento
de la violencia de las Fuerzas de Ocupación y una nueva
circunstancia: la implantación de un muro de separación
racial ilegal. Un marco en el que Jerusalén está
siendo cada vez más judaizada, en el que se han arrebatado
más tierras palestinas que nunca, en el que se han triplicado
las muertes de palestinos como nunca hasta ahora, y en el que
se han arrestado arbitrariamente y en masa a miles de palestinos.
El aspecto político
se ha mostrado íntimamente relacionado con el aspecto
social y económico, pues más del 57% de la población
palestina vive bajo el umbral de la pobreza. Este aumento de
la pobreza camina paralelo al aumento de la corrupción
en las instituciones de la Autoridad Palestina, que ha desviado
el capital del pueblo a quien estaba destinado para ponerlo en
manos de los burgueses palestinos en el poder, a quienes ha permitido
el enriquecimiento hasta niveles insospechados, en detrimento
del desarrollo e incluso mantenimiento de los servicios mínimos
de salud o educación, entre otros. Estos factores, además,
se han magnificado por la falta de seguridad interna palestina,
tanto por las acciones de las Fuerzas de Ocupación como
por el propio descontrol del sistema de seguridad palestino,
incapaz de acotar los poderes de los sectores palestinos más
militaristas.
En vísperas de las elecciones
los intereses de cada grupo han sido variados, pero el objetivo,
sin embargo, ha sido uno. En efecto, el lema abrazado por todos
los sectores ha sido el del cambio y la reforma tanto a nivel
político como social. No obstante, el resultado tras las
elecciones no ha sido un cambio real: Hemos pasado de ser sumisos
a la política de un solo partido a otra nueva política
de un solo partido. Ha sido una respuesta social de castigo al
orden anterior, una revolución efectuada por los sectores
más pobres contra la clase rica establecida en el poder
y entendida por la generalidad de los palestinos como una nueva
Intifada que aboga por la resistencia y no sumisión a
la Ocupación, tendencia permanentemente mantenida en los
últimos años.
La explicación de la
llegada de Hamás al poder se contradice con la sorpresa
tanto de la población local como internacional por haber
alcanzado la mayoría absoluta. Pero este hecho debe ser
entendido en las circunstancias concretas de Palestina. Ante
este nuevo escenario se han desarrollado tres posturas: La primera
postura ha sido la adoptada por Estados Unidos, Israel y algunos
estados europeos, quienes han denominado a la resistencia de
Hamás como terrorista, y por tanto han tachado su programa
social ante las elecciones de terrorista, una intromisión
que ha conducido a una rabia premeditada de la población
palestina para promover el éxito electoral de Hamás
y conseguir de esta manera una base justificativa para la continuación
de la Ocupación, la justificación de sus acciones
violentas y también el desprestigio de la población
palestina para caracterizarla de integrista. La segunda postura
es la adoptada por el anterior gobierno de la Autoridad Palestina,
Al Fatah, quienes han visto en la victoria de Hamás su
fracaso político y democrático, y más aún,
la pérdida de sus intereses personales y privilegios,
quienes han adoptado la estrategia de inculcar el miedo en su
programa social para formar el mayor volumen contra el movimiento
por medio de la intervención de intelectuales, sectores
cristianos y progresistas. La tercera de las posturas la representa
la fuerza izquierdista y democrática, para quienes su
unificación se complica por razones diferenciales relacionadas
con los programas políticos y posicionamientos ante las
negociaciones de paz, o los procesos de resolución del
conflicto por fases, como la Hoja de Ruta, si bien se
unen a la hora de combatir el programa social de Hamás;
un programa que, sin embargo, aún no han hecho público
y que requerirá de un cierto periodo antes de tomar forma,
después de que el movimiento de resistencia islámico
haya afianzado sus logros electorales a otros niveles.
Los factores del logro de Hamás
han sido circunstanciales; a este respecto se puede mencionar
el apoyo financiero. Si bien la izquierda palestina entró
en las elecciones con una financiación modesta, otras
candidaturas recibieron manifiestamente y con gran volumen el
apoyo de estados europeos e islamistas. Y si bien los programas
de diferentes sectores han sido poco clarificadores, el programa
político y socio-económico de los sectores progresistas
por el contrario ha sido claro, enraizado dentro del marco de
la consecución de los legítimos derechos palestinos.
En este aspecto, hay que hacer referencia a que el concepto de
resistencia global y en todas sus formas posibles, dependen de
las circunstancias, el tiempo y el lugar. La izquierda palestina
en su programa social hizo hincapié en la importancia
de proteger la pluralidad ideológica y política,
en el reparto de las autoridades legales y en la protección
de la seguridad del ciudadano en un marco en el que domine la
legalidad.
En ese mismo marco ha entrado
la necesidad de las reformas legales relacionadas con la erradicación
de la diferenciación en contra de la mujer, tanto dentro
de la misma sociedad como en el trabajo. El discurso del programa
político ha girado en torno a la influencia de concepciones
pasadas acerca de la mujer y de los logros conseguidos a este
respecto durante muchos años de lucha. Tras reuniones
celebradas con el objeto de discutir estrategias unificadas que
enfrentasen un posible cambio de formas en el trato de la cuestión
de la mujer, entre otros temas, se llegó a la conclusión
de los siguientes factores:
1. La forma en que la Autoridad
palestina ha llevado a cabo su programa administrativo, financiero
y político animó la llegada de Hamás al
Gobierno, y la posición feminista debe adoptar una oposición
democrática interna.
2. Las posiciones en contra a las que se enfrenta Hamás,
respecto a retos políticos internos y externos, junto
con el enfrentamiento permanente a las FFOO, va a obligar al
movimiento a retrasar cualquier imposición social que
tenga por objeto islamizar al pueblo y estrechar las libertades
democráticas. Un hecho que impulsa a los movimientos de
mujeres palestinas para los próximos años, reforzando
las acciones de progreso hacia el futuro y animando los logros
hasta ahora conseguidos.
3. La necesidad de conservar la unión nacional e impedir
cualquier intento de desintegración de la misma, erradicando
el problema desde dentro.
4. La necesidad de dar una respuesta a los temas más críticos
a los que se enfrentan las mujeres cada día, aumentando
su seguimiento a través de los servicios que les son necesarios
para enfrentar la situación económica crítica
y la inestabilidad existente, entendidas como formas de resistencia
propias.
5. Las mujeres que presentaron su candidatura para las elecciones
al Consejo partieron de programas políticos diversos.
La salvedad está en que no han resultado en ninguna unificación
que coordine el mínimo necesario para mantener una campaña
de mujeres que haga fuerza y pueda lograr sus derechos, no importa
cual fuese su afiliación.
Desde la Unión de los
Comités de Mujeres Palestinas, y respecto a la situación
que se ha dado de cambio político, reafirmamos que la
elección de nuestro pueblo al votar a Hamás no
es sino una elección estratégica temporal en un
marco circunstancial concreto. La próxima etapa exige
una lucha democrática que integre un programa político
y social diferente y efectivo. Por ello debemos proseguir en
la lucha de la consecución de los derechos de las mujeres,
indiferentemente del marco político de cada etapa en Palestina.
La falta de derechos también estuvo en el anterior gobierno,
en el que ha habido lagunas a la hora de reformar leyes y normas
más sensibles con la situación de la mujer dentro
de su sociedad y que protejan sus derechos como personas. De
hecho ni el Consejo Legislativo ni el Consejo de Ministros del
anterior gobierno integraban la proporción razonable de
mujeres; tampoco los Consejos de Distrito, en donde las últimas
elecciones no han resultado en resultados de escaños para
mujeres aceptables. Un marco en que las acciones en pro de la
mujer deben enfrentar el lastre cultural y social al que también
ha contribuido la ocupación. Si bien es cierto que se
espera que el progreso de las luchas de la mujer por sus derechos
sea más complicada en el contexto de un gobierno de Hamás,
en función de que se trata de una organización
enraizada con conceptos sociales más tradicionales, bien
es cierto que tampoco podrán establecer bases ideológicas
religiosas específicas, porque su propia organización
interna les impide apartar el trabajo con las necesidades y circunstancias
de la mujer en Palestina. Esto es lo que hemos reafirmado desde
los Comités de la Mujer a nivel local e internacional
en foros y encuentros pasados, acerca de la necesidad de equilibrar
la agenda nacional (resistencia a la ocupación) y la agenda
de la mujer; entendiendo la lucha de la mujer en la sociedad
palestina desde una perspectiva propia que establece métodos
de refuerzo de la mujer en función de las circunstancias
históricas y sociales de nuestra sociedad, y no en la
imitación de luchas sociales de otras sociedades. Se nos
avecina una etapa de retos, de una prueba social y política
real y novedosa a la que tienen que hacer frente todos los sectores
de la sociedad por medio de sus programas, ya sea a nivel político
o social. Los próximos cuatro años nos colocarán
en un contexto múltiple en el que hacer frente al poder
absoluto.
Finalmente, debemos decir que
desde la Unión de Comités de la Mujer Palestina
abogamos por una perspectiva estratégica que integre una
sociedad laica progresista, condenando todos los procesos imperialistas
de globalización que establecen más dificultades
económicas a los más pobres de la sociedad palestina
bajo la excusa del terrorismo.
Solicitamos de los pueblos
europeos y americanos que adoptan posiciones serias contra las
políticas exteriores de sus gobiernos, así como
solicitamos de las instituciones democráticas y de derechos
humanos su ayuda y apoyo al pueblo palestino en su lucha política
y social, con objeto de la consecución de un estado nacional
libre e independiente y del retorno legítimo de los refugiados
palestinos.
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