Las elecciones israelíes:
¿crisis, cambio o continuidad?
Idalmis Brooks
CEAMOmonitor, nº 3, abril 2006
/ CSCAweb, 8 de mayo, 2006
"Todo
parece indicar que existe cierta tendencia en la sociedad israelí
actual a anteponer como factor prioritario el interés
por mejorar sus condiciones de vida e imponer una nueva agenda
social. Este cambio de concepción quizás esté
motivado por el cansancio y la falta de avances concretos en
el conflicto israelopalestino."
Los resultados de las elecciones
del pasado 28 de marzo en Israel constituyeron la concreción
de los efectos que casi seis décadas de conflicto han
provocado en la sociedad israelí.
Caracterizadas por la presencia
de una tercera fuerza política fundada desde el poder
por el viejo halcón Ariel Sharon, y la crisis de los
dos grandes partidos tradicionales: Likud y Laborista, los resultados
electorales israelíes invitan a la reflexión profunda.
En primer lugar, estos comicios
serán recordados por la pérdida de peso político
del Likud, una derrota a la que contribuyó de forma decisiva
la creación de Kadima.
Por otra parte, el líder
de la nueva formación política, Ehud Olmert, si
bien ha sido el ganador, no cuenta con el mismo respaldo popular
que tenía Sharon. En este sentido, habrá que esperar
a ver si Olmert será capaz de construir una coalición
sólida con el partido Laborista. [1]
En segundo lugar, al parecer,
la sociedad israelí ha votado por el cambio, al no sufragar
a favor del Likud, y eligiendo a partidos políticos en
cierto modo comprometidos con la búsqueda de una solución
para el conflicto israelo-palestino
Resulta evidente que la sociedad
israelí muestra signos de cansancio respecto al largo
conflicto con los palestinos.
Si bien algunos analistas
esperaban una transformación aún más radical,
la sociedad israelí ha dado su respaldo al camino emprendido
por Olmert de continuar con las políticas unilaterales,
como rápida vía de solución a un conflicto
de larga data. [2]
Quizás el factor anterior
sea el que justifique también la poca participación
de los israelíes en las urnas, y es éste un tercer
factor a destacar.
Existen autores que señalan
que a la sociedad israelí se le han dado razones suficientes
para no participar en las elecciones, debido a la incompetencia
de los políticos para ofrecer respuestas. [3] Tales afirmaciones
se realizan amparadas en el hecho de que, luego de seis elecciones
en catorce años, las formaciones políticas israelíes
no han vacilado en mantener el mismo discurso electoral que
utilizaron desde hace 10 años. Los políticos israelíes
no han demostrado ningún liderazgo convincente, y han
dejado al electorado con pocas opciones para votar.
Un elemento insoslayable lo
constituye, además, la presencia de una nueva generación,
en la que los padres de la patria ya no son los candidatos que
determinaban el rumbo de las elecciones. Esta nueva generación
de votantes está caracterizada por una fuerte presencia
de inmigrantes que viven una realidad propia, como lo ejemplifica
la minoría rusa.
En cuarto lugar, otro elemento
interesante en estas elecciones es que, si bien tradicionalmente
el factor seguridad ha primado sobre el resto de los intereses
de la sociedad israelí, para estas elecciones los israelíes
votaron pensando más en la situación económica
que en cuestiones de seguridad nacional. Con Hamas en el gobierno
palestino, este comportamiento electoral resulta diferente al
de años anteriores. Todo parece indicar que existe cierta
tendencia en la sociedad israelí actual a anteponer como
factor prioritario el interés por mejorar sus condiciones
de vida e imponer una nueva agenda social. Este cambio de concepción
quizás esté motivado por el cansancio y la falta
de avances concretos en el conflicto israelopalestino.
En quinto lugar, la desaparición
de Sharon del escenario político tuvo una notable influencia
en los resultados de las elecciones. Luego de haber fundado
una nueva fuerza política, la ausencia de Sharon al frente
del Kadima incidió en una pérdida considerable
de posibles votos de haber sido él quien hubiese llegado
a las elecciones parlamentarias. La figura de Olmert no tiene
el empuje y carisma del ex militar, que siempre sorprendió
por su audacia a la sociedad israelí.
Es por ello que la formación
del nuevo parlamento israelí será seguida con interés
por constituir el primer desafío que deberá sortear
el Primer Ministro israelí.
En lo relativo a la formación
de gobierno, Olmert tiene variadas posibilidades, aunque se
perfilan dos alternativas como las más probables: aliarse
con partidos de "izquierda" y con partidos religiosos
que no tengan conflictos de intereses con la desconexión
unilateral que pretende continuar el primer ministro; o aliarse
con nuevos partidos, como el de los jubilados. En este caso,
tendría que incorporar a su agenda una política
económica diferente, en la que los sectores más
pobres sean un poco mejor tratados.
Lo cierto es que la sociedad
israelí está cambiando. Las manifestaciones ya
son evidentes: los grandes partidos tradicionales han entrado
en crisis y no se vislumbra un liderazgo político definido.
A los factores anteriores se sumará, además, la
necesidad de renovar con estructuras más ágiles
los nuevos partidos que poco a poco vayan escalando la ruta
hacia el liderazgo político futuro; y que, por otro lado,
respondan a los variados intereses de una sociedad, esencialmente,
de inmigrantes.
Notas:
(1) Horovitz,
David: "The vindication of Sharon", The Jerusalén
Post, 29-03-06.
(2) Marcus, Yoel: "4.5 on the Richter scale", Haaretz,
29-03-06.
(3) Friedman, Andrew: "No voter apathy here. There is plenty
of reason not to vote", Yediot Aharonot, 28-03-06.
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