El 'nuevo plan' de Iraq ¿para
atacar a Irán?
Alfredo Jalife-Rahme
La
Jornada,
México, 10 de enero de 2007 / CSCAweb: 22-01-07
El nuevo plan
de Baby Bush tiene como propósito obtener la
"victoria final" que se le ha escurrido de las manos
después de casi cuatro años de su ilegal invasión
unilateral a Iraq, y constituye una alucinante escalada militar
acompasada de su flagrante intervención en el Cuerno de
África.
Se trata de una vulgar copia
de la propuesta del 14 de diciembre "Seleccionar (sic) la
victoria: un plan para el éxito (sic) en el reporte interino
de Iraq", de Frederick Kagan, becario del American Enterprise
Institute (AEI), el celebérrimo feudo de los fanáticos
neoliberales "ofertistas fiscales" controlado por Lynne,
la esposa del vicepresidente Richard Bruce Cheney.
Frederick es hermano del hipertóxico
belicista Robert: cofundador del pernicioso "Proyecto para
el Nuevo Siglo Estadunidense" (por sus siglas en inglés
PNAC), y ambos son hijos del lituano-israelí-estadunidense
Donald Kagan, neoconservador straussiano y profesor de historia
en Yale quien se dio a conocer con su amplio estudio La Guerra
del Peloponeso, de la que por lo visto no entendió
sus resultados, ya que la aventura militar bushiana sigue los
mismos pasos hacia el suicidio militar del almirante Pericles,
que llevó a Atenas a su perdición.
Frederick Kagan pretende que
el fantasioso incremento de 50 mil soldados en los próximos
dos años en Bagdad y en el bastión sunita de la
provincia de Anbar someterá a los "terroristas"
(Nota: ahora resulta que defender su terruño de la invasión
es un acto terrorista), lo que llevaría a la pacificación
y estabilización de Irak.
Ya hemos señalado que
el incremento militar en Iraq constituye una cobertura para prevenir
un previsible levantamiento chiíta árabe en Iraq
como consecuencia del bombardeo de las plantas atómicas
de los chiítas persas de Irán, el verdadero objetivo
estratégico del nuevo plan bushiano.
Lo que más preocupa
a los teóricos del AEI son las elecciones presidenciales
en los próximos dos años, por lo que necesitan
un golpe espectacular que han esquematizado mediante la santa
alianza de Estados Unidos, Israel y la OTAN con los sunitas
"moderados" árabes del Consejo de Cooperación
del Golfo (CCG), Jordania y Egipto, para derrotar a la teocracia
chiíta de Irán. Mata de risa que el país
más bélico del planeta defina quién sea
"moderado" y quién sea "terrorista".
El CCG está conformada
por las seis petromonarquías de Arabia Saudita, Kuwait,
Qatar, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Omán,
relativamente débiles en el rubro militar con 36 millones
de habitantes y un PIB de 536 mil 223 millones de dólares,
mientras Irán, una mediana potencia militar en ascenso,
cuenta con más de 70 millones de habitantes y un PIB de
570 mil millones de dólares.
No se nota mucha cohesión en el CCG en relación
con Estados Unidos: en Bahrein, su mayoría chiíta
acaba de ganar las elecciones; los Emiratos Árabes Unidos
se despojan de sus reservas en dólares por otras divisas
más promisorias; Qatar apadrinó en la Liga Árabe
y en la ONU la exigencia del retiro de Somalia del ejército
invasor de Etiopía azuzado por la banca israelí-anglosajona;
y en Arabia Saudita, la casa real wahabita se encuentra dividida
entre proestadounidenses y nacionalistas.
A los proestadounidenses los
encabeza el ex embajador en Estados Unidos Bandar bin Sultan,
íntimo del nepotismo dinástico de los Bush, mientras
los nacionalistas están representados por los hijos del
asesinado rey Faisal bin Abdelaziz Al Saud: Turki, quien dimitió
en forma precipitada a su cargo de embajador en Estados Unidos,
y su hermano Faisal, el canciller enfermo.
Por cierto, el rey
Faisal fue asesinado por un sobrino curiosamente recién
desempacado de Estados Unidos, lo que los analistas avezados
atribuyen a su osadía de haber decretado el embargo árabe
del petróleo en 1973.
Según fuentes en
Washington, el bushiano Bandar bin Sultan desea conformar un
bloque sunita contra los chiítas de Irán y sellar
una "alianza estratégica" entre Arabia Saudita
y Estados Unidos.
El 27 de noviembre Cheney visitó
al rey Abdalá de Arabia Saudita para convencerlo de su
esquema anti iraní y así incitar a una guerra civil
religiosa entre sunitas y chiítas, en la que, a nuestro
juicio, perderían ambos, para beneficiar en última
instancia al unilateralismo israelí-anglosajón.
En medio de la intensa
guerra sicológica de los multimedia israelí-anglosajones
contra Irán, de las filtraciones del inminente bombardeo
preventivo de sus plantas nucleares por Israel, y del brutal
desplome del precio del petróleo manipulado obscenamente
por Goldman Sachs (Michael Norman, The New York Post,
8/enero/2007), el mayor banco de inversiones del mundo, para
afectar los ingresos tan dependientes de la teocracia chiíta
persa, llamó la atención que Arnaud de Borchgrave,
editor de la UPI (2/enero/2007), haya advertido que la extrema
derecha radical jefaturada por Bibi Netanyahu, el hiperbélico
ex primer ministro y ahora líder del partido racista Likud,
se encuentra detrás del esquema de Cheney: "Los neoconservadores,
quienes trabajan estrechamente en lo que podría ser la
siguiente fase de una naciente guerra regional en Medio Oriente,
dicen (sic) que Bush tiene la autoridad (¡súper-sic!)
para eliminar la amenaza nuclear iraní que tiene como
único propósito erradicar a Israel. Una bomba nuclear
del tipo de Hiroshima e Israel cesaría de existir".
La poderosa propaganda de los
extremistas israelíes abulta la retórica surrealista
del presidente Ahmadinejad, pero las crudas afirmaciones de Arnaud
de Borchgrave perturbaron nada menos que al retirado general
Wesley Clark, anterior comandante de la OTAN y candidato presidencial,
según el portal de Arianna Hunffington (5/enero/2007),
quien lo entrevistó. Clark estaba furioso sobre el bombardeo
preventivo contra Irán: "¿Cómo
se puede hablar de bombardear a un país cuando ni siquiera
se habla con ellos?" El general Wesley Clark juzga correctas
las apreciaciones de Arnaud de Borchgrave sobre un inminente
bombardeo contra Irán: "basta leer la prensa israelí.
La comunidad judía se encuentra dividida pero existe mucha
presión canalizada por la gente (sic) del dinero (¡super-sic!)
de Nueva York para los buscadores de puestos públicos".
¿Cómo? ¿La "gente del dinero de Nueva
York" compra la presidencia, los legisladores y los jueces?
No lo dice cualquier mortal.
Wesley Clark no suelta a su
presa y en un editorial afirma que el incremento militar "se
le revertirá a Bush" (The Independent, 7/enero/2007).
Zbigniew Brzezinski,
ex asesor de Seguridad Nacional de James Carter, en su entrevista
con The Financial Times (4/diciembre/2006) advirtió
que "sería un desastre para Estados Unidos e Israel
involucrarse en un conflicto militar con Irán. Cualquiera
que sea familiar con la dinámica geopolítica de
la región del golfo Pérsico sabe que tal guerra
producirá una devastación económica y consecuencias
políticas para la economía global y el sistema
internacional. También aislaría a Estados Unidos
y crearía circunstancias en las que la preminencia global
de Estados Unidos se convertiría rápidamente en
una cosa del pasado. Y a su vez tendría consecuencias
mortales para el mismo Israel".
¿La "gente del
dinero de Nueva York" (léase, la banca israelí-anglosajona)
ha relegado a los lúcidos estrategas de Estados Unidos?
Algo similar sucedió con la Primera Guerra Mundial azuzada
por JP Morgan y los Rothschild.
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