Israel entra el Guinea Ecuatorial
El régimen de Obiang Nguema
se acerca a su fin
Agustín Velloso
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 20 de junio de 2005
"Israel
vende armas y entrena militarmente a todo el que pague por ello,
bien sea en especie, por ejemplo diamantes (africanos), que Israel
no produce pero exporta, bien con dinero contante y sonante,
e incluso con judíos, como cuando vendió armas
a Irán durante la guerra de éste contra Irak en
1980 a cambio de que Irán permitiese emigrar a ciudadanos
judíos a Israel. Aquellos sí que eran buenos tiempos:
se alimentaba una guerra en la que los dos contendientes eran
a la vez enemigos de Israel y rivales importantes en Medio Oriente
y a la vez se aumentaba la población judía de Israel"
El diario israelí Haaretz
publicó el 3 de junio pasado que vendedores de armas y
compañías de seguridad israelíes se encuentran
negociando un acuerdo para adiestrar a la guardia presidencial
de Guinea Ecuatorial. Esos mismos agentes están organizando
una visita del presidente de este país, Teodoro Obiang,
a Israel para entrevistarse con su presidente, Moshe Katsav,
y su primer ministro, Ariel Sharon.
Según este diario la
empresa Israel Military Industries es la que negocia ese contrato
y la que vendió el año pasado lanchas patrulleras
rápidas al gobierno de Obiang por un valor de 10 millones
de dólares. Otra empresa israelí que fabrica aviones
sin piloto, Sistemas de Defensa Aeronáutica de Yavne,
también se encuentra activa en Guinea Ecuatorial.
El origen de estas relaciones
en el ámbito militar está, según el diario,
en el propio presidente de Guinea Ecuatorial, quien a partir
del fallido golpe de estado de marzo de 2004 se dirigió
a las empresas citadas con el fin de obtener ayuda para aumentar
su seguridad.
Se completa la información
con la advertencia realizada por varias organizaciones de derechos
humanos internacionales de que Obiang puede usar la nueva guardia
presidencial bien pertrechada y mejor formada para lanzar una
campaña mortífera contra sus oponentes. Haaretz
no menciona qué organizaciones son las que realizan la
advertencia, aunque no debería ser difícil citarlas
pues no es costumbre de las mismas ocultar su identidad a la
hora de hacer declaraciones, más bien al contrario.
Tanto si es cierto que las
organizaciones han hecho declaraciones como si no, los que temen
un aumento de la represión tienen razón, pero no
porque Israel provea de armas y formación militar a los
sicarios de Obiang. Resulta llamativo que el autor del reportaje
no se refiera al uso que puede dar Obiang a un avión sin
piloto. Estos aparatos, que emplea el ejército de Estados
Unidos y el de Israel, que no han servido en absoluto para doblegar
la resistencia de los iraquíes ni de los palestinos, no
parecen muy útiles para su empleo en la selva tropical
y resultan innecesarios para reprimir aún más a
una población a la que se trata desde hace muchos años
a base de bastonazos, cárcel y torturas crueles.
En Haarezt se deja bien
sentado que es Obiang y no agentes israelíes el que ha
iniciado los contactos. Esto es tan difícil de creer como
que van a aparecer las armas de destrucción masiva de
Irak. La historia muestra que Israel ha llevado a cabo esos contactos
en todo el mundo por su propio interés en multitud de
ocasiones y antes de que Obiang se convirtiese en el segundo
dictador de su país tras dar un golpe de estado contra
el primero, tío suyo, en 1979. También enseña
que los gobernantes que han firmado este tipo de contratos con
Israel no sólo son acusados por parte de esas organizaciones
de violar gravemente los derechos humanos de sus compatriotas,
sino que a pesar de esa colaboración han acabado mal,
muertos o expulsados del poder de forma violenta.
Que empresas israelíes,
con la colaboración del gobierno israelí, convenzan
léase engañen- a Obiang para que éste
ponga en sus manos su seguridad personal, no es sino una muestra
de la pericia de aquellos en el comercio internacional de las
armas léase de la muerte y la violación de
derechos humanos- y del desconocimiento de la historia léase
necedad- de éste, que no le permite prever el destino
que le aguarda.
Armas por
diamantes
Israel vende armas y entrena
militarmente a todo el que pague por ello, bien sea en especie,
por ejemplo diamantes (africanos), que Israel no produce pero
exporta, bien con dinero contante y sonante, e incluso con judíos,
como cuando vendió armas a Irán durante la guerra
de éste contra Irak en 1980 a cambio de que Irán
permitiese emigrar a ciudadanos judíos a Israel. Aquellos
sí que eran buenos tiempos: se alimentaba una guerra en
la que los dos contendientes eran a la vez enemigos de Israel
y rivales importantes en Medio Oriente y a la vez se aumentaba
la población judía de Israel.
Además de actuar por
iniciativa propia, cuando el congreso de Estados Unidos prohíbe
al presidente de este país que facilite "ayuda"
militar material y técnica- a algún país
o grupo político, Israel realiza más o menos discretamente
el trabajo de aquél sin que ni el congreso estadounidense
ni el propio, o sea, la Knesset, diga una palabra. Si la discreción
es escasa o la cosa se tuerce por alguna razón y algún
intermediario es pillado in fraganti, el gobierno israelí
se desentiende del asunto y listo.
El gobierno de Israel no se
pronuncia sobre este asunto, al parecer ni siquiera el ministro
de defensa, responsable junto con el primer ministro del comercio
de armas y la formación militar, informa al de exteriores
al respecto, mientras que la Knesset aparenta no estar interesada
y el poder judicial menos aún. Por su parte los estadounidenses
hacen como que se enfadan cuando los israelíes mejoran
los misiles que aquellos les han entregado y los revenden a China,
como ocurrió en los años 90 con los misiles Patriot,
supuestamente destinados a defender Israel de los Scud iraquíes.
El negocio, como siempre, es redondo: Israel recibe de Estados
Unidos las baterías de misiles como ayuda a fondo perdido,
sus técnicos especialistas aumentan sus conocimientos
gracias a la nueva tecnología que aportan y la reventa
les proporciona una ganancia además de información
importante sobre otro país.
En todo caso no ha de extrañar
la negativa oficial a tratar de la cuestión ni a reconocer
su responsabilidad, ya que es algo habitual en un país
donde millones de palestinos son tratados como seres humanos
inferiores y que cuando se rebelan son masacrados, con ayuda
militar estadounidense, sin que apenas se comente la cuestión
como no sea para acusar a las víctimas de terroristas
y fanáticos islamistas. Es el caso de los 24 helicópteros
artillados Halcón Negro, valorados en más de 200
millones de dólares, fabricados por Sikorsky Aircraft
en Connecticut a comienzos de la década del 2000, desde
los que se lanzan misiles contra viviendas y habitantes de las
ciudades palestinas. El silencio y la ocultación forman
parte de la esencia del Estado de Israel a pesar de que se define
a sí mismo como "la luz para otras naciones".
Por mucho que Israel niegue
su participación en el comercio internacional de armas,
los traficantes no aparecen de repente de la nada. Antes de serlo
han pasado por el Ejército Israelí, donde han hecho
largas y brillantes carreras. De vez en cuando se lee en la prensa
que tal o cual ex coronel o ex general israelí ha sido
detenido en Rumanía (por ejemplo, Shimon Naor en 1999)
o en Jordania, o incluso en Estados Unidos. Después se
publica que han sido expulsados de esos países, o juzgados
en ausencia, y vuelta a empezar.
Protesta
francesa
A finales de 2004 el gobierno
francés protestó ante el israelí porque
su venta de armas en Costa de Marfil pone en peligro las tropas
francesas estacionadas aquí. Si hay algo en lo que los
israelíes sobresalen, además de en la venta de
armas, es en no prestar ninguna atención a lo que dice
el resto de países del mundo entero, ya sea en conjunto,
o sea, mediante las resoluciones de Naciones Unidas, o de forma
individual. Es preciso recordar aquí una de las máximas
sionistas: "los judíos hacen lo que quieren, no lo
que dicen los gentiles".
Es difícil saber el
volumen de negocios de Israel en el sector armamentístico.
Para no ser tildado de "antisemita" se puede citar
la cifra que da Haaretz para el año 2003: tres
mil millones de dólares y cuatro mil estimados para 2004
(edición de 23 de diciembre de 2004), el diez por ciento
de la venta mundial de armas, lo cual no está nada mal
para un país tan pequeño y con tan pocos habitantes.
Las cifras que se conocen, no obstante, ni son las verdaderas,
ni muestran el cuadro completo en cuanto a los efectos internacionales
que ocasiona. Conviene echar mano de Haaretz una vez más
para evitar ser calificado de anti-israelí, ya que el
diario reflexiona sobre "la desatada política de
exportación de armas del Ministerio de Defensa, basada
en la ambición de vender todo lo posible, a cualquier
precio, a cualquier comprador interesado. Esto sin tener en cuenta
el serio daño que el negocio causa a la imagen de Israel
al asociarse con regímenes siniestros que violan con brutalidad
los derechos humanos".
Haaretz termina afirmando que miles de integrantes
retirados del ejército, los servicios de seguridad y el
Mossad se han reconvertido en traficantes de armas. Si esas tres
instituciones son bien conocidas por su brutal violación
de los derechos humanos de los palestinos y por sus transgresiones
constantes de la ley internacional, cuesta entender por qué
el diario se lamenta y preocupa de que Israel adquiera una mala
imagen. En primer lugar la que tiene por su ocupación
durante décadas de los territorios palestinos y otras
tierras árabes apenas puede ser peor. En segundo lugar,
lo que hacen los traficantes israelíes en diversos países
no es ni más ni menos que lo que cabe esperar de los que
antes se ganaron la vida violando los derechos humanos de los
palestinos. Si les importa un comino la vida de sus vecinos ¿por
qué habría de importarles la de africanos e hispanoamericanos?
Esto sin contar con que hablar de imagen no es sino ocultar algo
mucho más grave: que Israel obtiene beneficios por apoyar
militarmente a dictadores y opresores sanguinarios, por lo que
su responsabilidad en la violación de derechos humanos
en diversos países es evidente y ha de responder por su
colaboración en crímenes contra la humanidad, actos
de genocidio y otras barbaridades en que ha participado.
Tampoco le importa a Obiang
la vida y la suerte de los ecuatoguineanos. A diferencia de Israel,
sin embargo, lo más probable es que haga muy mal negocio
si firma acuerdos militares con este país a tenor de lo
que enseña la historia. Basta con recordar el caso de
Nicaragua. Cuando la Guardia Nacional de Somoza mató a
varios periodistas en 1978, el presidente Carter cortó
la ayuda estadounidense a Nicaragua. Israel tomó el relevo
y suministró a Somoza armas hasta el dos de julio de 1979,
justo dos semanas antes de que los sandinistas ganaran la última
batalla. Israel ha jugado un papel importante en la guerra de
Reagan contra el comunismo en Centroamérica: Nicaragua,
El Salvador, Honduras, Guatemala. Ahora lo juega en la guerra
de Bush contra el terrorismo en Irak y Oriente Medio. Son los
mismos perros con distintos collares.
En 1977 el presidente Carter
suspendió la colaboración directa de Estados Unidos
con el régimen represivo de Guatemala, con lo que Israel
tomó el relevo inmediatamente. Después siguió
la etapa más negra de la historia de Guatemala, en la
que la represión salvaje de la población y el asesinato
de sus líderes eran la norma de actuación política.
El general Rios Monnt, que hacía política como
cristiano y anticomunista, responsable máximo de las atrocidades,
fue derrocado en un golpe de estado y se le ha intentado procesar
por crímenes contra la humanidad tanto en su país
como en España. Su trayectoria es similar a la de Pinochet.
Israel también colaboró militarmente con El Salvador,
de nuevo cuando en 1977 Carter suspendió su colaboración
militar con ese país a causa de sus violaciones de los
derechos humanos.
Durante los años setenta
y ochenta del siglo XX los países americanos del centro
y del sur se convirtieron en el principal mercado para las empresas
militares israelíes, ya que a los anteriores hay que añadir
Chile y Argentina. Cuando este mercado se agotó, China
pasó a ser su principal cliente. Además, Israel
tiene desde 1996 un acuerdo de cooperación militar con
Turquía, que incluye formación y tecnología.
Es la misma Turquía que la Unión Europea no quiere
admitir en su seno con la excusa de que desprecia los derechos
humanos, pero que concede a Israel un estatuto privilegiado único
de asociación económica, científica, cultural
y militar con la Unión. Además de dinero, Israel
obtiene el uso del enorme espacio aéreo turco para los
entrenamientos de sus aviones de combate fabricados en Estados
Unidos F-16. Estos aparatos, capaces de transportar armamento
nuclear, superan las 200 unidades, lo que hace de Israel el país
que más F-16 tiene tras el propio fabricante.
Israel y
la Sudáfrica del apartheid
El historial de las empresas
militares de Israel denota una especial predilección por
los regímenes más criminales de la tierra. Esas
empresas llegaron a la Sudáfrica del apartheid cuando
las sanciones internacionales en los años 70 y 80 del
siglo pasado hacían algo más difícil las
transferencias internacionales de armas y equipos militares.
En 1983 Sudáfrica recibe el primero de los misiles nucleares
israelíes Jericó I, es el comienzo de una larga
amistad. No es hasta diciembre de 1989 cuando la Asamblea General
de Naciones Unidas, en su resolución 44/113, manifiesta
su "gran preocupación por la colaboración
entre Israel y Sudáfrica, que ha llevado a ésta
a desarrollar un misil nuclear". También alimentaron
las guerras en parte del continente africano, donde las armas
se pagan con materias primas, diamantes y otros recursos naturales.
Obiang está demasiado
ocupado con su dinero para leer libros de historia, pero si lo
hiciera quizás no estaría tan entusiasmado con
sus nuevos juguetes bélicos y sus nuevas amistades. Cree
estar asegurando su poder sobre la población, que vive
en la miseria y atemorizada por sus matones, sean los marroquíes
que formaban hasta hace poco la guardia presidencial, sean los
militares fang, la etnia a la que pertenece Obiang, sean los
nuevos consejeros militares israelíes. Lo que éstos
saben perfectamente es que ningún poder dictatorial se
mantiene fácilmente. En Palestina ellos han tenido que
matar a miles, encarcelar a miles, ocupar y apropiarse de miles
de kilómetros cuadrados de tierra, dinamitar miles de
casas y subyugar a cientos de miles de personas durante más
de cincuenta años y a pesar de ello los palestinos resisten
y aumentan su población, lo cual es ya una victoria importante.
Los israelíes saben
también que aunque el destino de todos los dictadores
no sea como el de Somoza, no tienen dinero suficiente para comprar
la protección contra la violencia legítima de sus
víctimas mientras están en el poder o contra la
persecución de los jueces cuando lo han dejado, como le
ocurre a Pinochet. Qué listos son los israelíes:
hacen negocio con lo que no tienen. No tienen seguridad en su
país y la venden a diestro y siniestro. Ninguno de los
regímenes ni grupos armados que ha colaborado con Israel
ha permanecido en el poder gracias a esa colaboración.
Antes o después se han hundido. Esto ha causado miles
y miles de muertos y enorme destrucción, pero ¿a
qué israelí le importa si su libro sagrado dice
que la vida de un gentil no vale lo que la uña de un judío
y además cobra bien?
Hace unos pocos años
militares de la armada estadounidenses se encontraban en Malabo,
capital de Guinea Ecuatorial, formando a las fuerzas armadas
ecuato-guineanas. Estados Unidos no está tan interesado
en seguir con esa formación en estos momentos, así
que es hora de un relevo, es hora de que Israel entre en juego
una vez más. Comienza un nuevo capítulo de "el
timo de los israelíes". Bien es cierto que para que
se produzca hace falta un tonto útil. Obiang no sabe en
qué gastarse los millones y millones de dólares
que obtiene del petróleo y que guarda en bancos estadounidenses.
Ya tiene mansiones, terrenos, aviones, coches, así que
pagará gustoso la factura que le presenten los israelíes
sin pedir referencias de sus "éxitos" anteriores.
Lo único bueno de esta
relación es que su comienzo anuncia el fin de Obiang y
de su régimen. Que este final se parezca al de su tío
Macías, ejecutado, o al de Pinochet, perseguido por la
justicia hasta la tumba, depende en gran parte de lo bien que
entrenen los israelíes a la guardia presidencial. Cuanto
mejor lo hagan peor para Obiang, aunque él crea lo contrario,
perderá mucho más que el dinero que les paga.
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