Edición 1995, licencia
No. 002357 del Ministerio de Gobierno.
Quincena del 25 de Noviembre al 8 de Diciembre de 1998.
SUMARIO
Resumen VOZ
15 DÍAS
Economía:
Emergencia
económica y Populismo Neoliberal.
Editoriales:
Enfoque: En
pela de comadres.
(por Alvaro Vásquez del Real)
Editorial:
De
la emergencia económica y otros demonios.
(por Wilson Borja Díaz)
Mirador: Con
Chávez.
(por Carlos A. Lozano Guillén)
Cartas.
Nacionales:
Jahel Quiroga
explica demanda ante la OEA por genocidio contra la UP. El Estado debe
admitir su responsabilidad.
Monstruo
Bicéfalo.
(por Hernando López)
Refoma política
a dos pasos de primera vuelta. Hacia la hegemonía partidista.
Golpe a
los "Paras".
Tema
Central:
En San Vicente
del Caguán. Lo único anormal es el clima.
(por Carlos A. Lozano, enviado especial)
Entrevista
con los representantes de las FARC-EP. "Queremos un proceso de paz muy
serio".
Laborales:
Breves.
Bavaria y
Ecopetrol. Negociaciones claves.
Transportadores,
trabajadores y viviendistas. Unidos en la lucha.
Jorge Ortega
García, un homenaje que salió del alma. El tributo de
la comisión de encuesta.
70 aniversario
de la masacre de las bananeras. O la historia de un genocidio que no
termina.
Internacionales:
El paso del
huracán Mitcho. Catástrofe agravada por el subdesarrollo.
Uruguay. Un
poco de dignidad.
Ideología:
Algunas
reflexiones sobre Psicología Social.
(por Édgar Barrero).
Tribuna: Por
una reforma política democrática.
(por Álvaro Mosquera)
Recursos para
el Partido Comunista. Campaña financiera extraordinaria.
VOZ,
la verdad del pueblo.
Enfermo
Mario Upegui.
Ultima:
Guerra, terror,
muerte y desplazamiento en Colombia. La guerra paramilitar en el aire.
Becerril,
Cesar. Una masacre con sello oficial.
Exilio
para asesor de los indígenas.
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ULTIMA:
Guerra, terror, muerte y desplazamiento
en Colombia.
LA GUERRA PARAMILITAR EN EL AIRE
La destrucción a manos de la guerrilla de varios
campamentos paramilitares al sur del Tolima y La Secreta, Pavarandó,
desata la ira de las bandas al mando de Carlos Castaño. Se dispara
el desplazamiento.
El clima de guerra que vive el país tiende a
agudizarse en la medida que gana legitimidad el despeje de cinco municipios
a iniciativa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. La población
civil continúa siendo blanco del paramilitarismo, disparándose
de esa manera el fenómeno del desplazamiento en el país.
Mientras en Cali caía asesinado otro sindicalista
vinculado a las Empresas Municipales, en el Tolima las amenazas de muerte
contra los trabajadores llegaba al extremo de acompañarse con el
envío de féretros vacíos.
Entre tanto, en una ofensiva sin precedentes, las
FARC destruyeron varios campamentos paramilitares al sur del Tolima -exactamente
en Rioblanco, donde hace más de 30 años nació ese
reducto insurgente-, y Pavarandó, Urabá Antioqueño,
con saldo de unos 30 integrantes de las llamadas autodefensas muertos.
Al sur de Bolívar fue denunciado el sobrevuelo de varias aeronaves
al servicio del paramilitarismo disparando contra todo lo que se moviera
en el suelo.
Los paramilitares produjeron los últimos días
la masacre de 13 personas en Yolombó, Antioquia, en tanto que al
sur de Bolívar, la iglesia y las escuelas de Río Viejo atendían
unos 3.000 labriegos que huyen de los enfrentamientos que sostienen guerrilleros
y bandas paramilitares que, según el Defensor del Pueblo del Magdalena,
Julio César Ardila Torres, arrojaban 22 víctimas.
Otros 10.000 habitantes de zonas rurales de Arenal,
Altos del Rosario y San Martín de Loba, entre los municipios de
la serranía de San Lucas, se encaminan hacia Río Viejo. Medio
centenar de desplazados se tomaban las instalaciones del colegio Vicente
Ondarza, de Morales, provenientes de las veredas de Arcadia y Libertador.
En San Calixto, Norte de Santander, se registraba
un nuevo éxodo campesino tras el secuestro y posterior asesinato
del alcalde de local, Henry Alonso Machado, cuyo cadáver presentaba
señales de tortura adjudicadas a los paramilitares.
“Paras” aéreos
Moralito, municipio de Morales, Bolívar, se
mantenía bajo control de paramilitares que montaron un retén,
impidiendo desde el 7 de noviembre la movilización de la gente,
con grave desabastecimien-to alimentario, y varios secuestrados. Ese día
otro grupo paramilitar incursionó en la Inspección de Buena
Vista, municipio de Arenal, departamento de Bolívar, y un día
después atacó el corregimiento de Carnizal. Sus habitantes
se desplazaron hacia la cabecera municipal y el corregimiento de San Rafael.
Varias viviendas resultaron averiadas por los bombardeos realizados.
Los habitantes del corregi-miento de Pueblito Mejía
fueron obligados a desplazarse hacia las regiones cercanas. Estas mismas
agrupaciones hacen presencia en Tiquisio y los corregimientos de Coco Tiquisio
y La Pacha, incursionando en jurisdicción de Altos del Rosario,
Bolívar, con saldo fatal de un número indeterminado de personas.
En Simoita , distante a unos dos kilómetros
de Moralito, asesinaron varias personas, entre ellas Ramón Quintero,
de 75 años. Según trascendió, un helicóptero
al servicio de los paramilitares sobrevoló la zona, lanzando panfletos
intimidatorios contra la población, y bombas incendiarias contra
presuntos blancos guerrilleros.
El gobierno nacional fue responsabilizado de las violaciones
a los derechos humanos en el Sur de Bolívar, por incumplimiento
de los acuerdos pactados al término del éxodo campesino del
Magdalena Medio, comprometiéndose a combatir y perseguir a los grupos
paramilitares de la región y de implementar medidas de protección
y seguridad para sus habitantes. Las Fuerzas Militares y de Policía
—Segunda y Quinta Brigadas, y los batallones Nariño, Galán
y Guanes—, son acusados por la comunidad de complicidad.
El Sistema de Información sobre Desplazamiento
Forzoso y Derechos Humanos, Sisdes, sostiene que unos 60.000 colombianos,
en su mayoría mujeres y niños de las zonas rurales, enfrentan
la posibilidad de ser desplazados en los próximos meses como consecuencia
de amenazas en 84 municipios de 16 departamentos en donde se imponen el
terror y la muerte.
El estudio, realizado a iniciativa del Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, y difundido por la Consultoría
para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes, alerta a las autoridades
sobre el peligro inminente en diversas zonas que se podrían transformar
en escenarios de violencia.
El sur de Bolívar, escenario de intensos enfrentamientos
las últimas semanas entre el ELN y las FARC con paramilitares y
Sucre, Magdalena Medio, la Sierra Nevada de Santa Marta, la serranía
del Perijá y el sur de la Guajira, son consideradas regiones de
alto riesgo de generar nuevas masas de desplazamiento poblacional.
Casos similares se presentan en Córdoba, Urabá,
Chocó, Arauca, Casanare, Cundinamarca, Meta, Guainía, Guaviare,
Caquetá, Putu-mayo y eje cafetero, amenazando con alcanzar zonas
del Cauca, algunas de cuyas regiones alertaron sobre el paso de núcleos
paramilitares.
Y es que el fenómeno del paramilitarismo llega
a extremos sorprendentes. Gustavo Adolfo Upegui López, el principal
accionista del Club Envigado, uno de los oncenos de más reciente
conformación en el mundo profesional del fútbol, fue privado
de su libertad al término de un encuentro con el Independiente Santa
Fe.
La unidad de derechos humanos de la Fiscalía
lo requirió para que responda por presunta conformación y
auspicio de grupos paramilitares, así como por el secuestro y desaparición
de varios de los captores de sus hijos, uno de ellos el campeón
de bicicross, Andrés Felipe, menor plagiado y liberado a finales
del 95.
Líder deportivo, vinculado a “paras”
Según trascendió, Upegui López
habría establecido cierto liderazgo entre las bandas delin-cuenciales
que quedaron a la deriva tras la muerte de Pablo Escobar Gaviria, varias
de las cuales establecieron nexos con los jefes de las llamadas Autodefensas
Unidas de Córdoba y Urabá, los hermanos Fidel y Carlos Castaño
Gil.
Una de las bandas más temerarias, “La Terraza”,
estaría implicada en el robo de 10.000 millones de pesos de las
bodegas de la empresa de valores Brinks, y varios de cuyos integrantes,
además, habrían participado en el asesinato de los investigadores
del Cinep Mario Calderón y su esposa Elsa Alva-rado, en hechos en
los cuales también perdió la vida Carlos Alvarado, padre
de la comuni-cadora social. V
Becerril, Cesar.
UNA MASACRE CON SELLO OFICIAL
Entre las ocho víctimas que arroja la incursión
paramilitar contra Estados Unidos, corregimiento de Becerril, cayó
Alexis Hinestrosa, promotor de salud y uno de los dirigentes comunistas
más destacados del Cesar. Desde hacía un par de años
había tenido que trasladar su residencia de Valledupar a raíz
del recrudecimiento de las amenazas y atentados contra su vida.
Hacia la 1:30 de la tarde del “puente” festivo del
15 de noviembre anterior, una docena de hombres fuertemente armados que
se movilizaban a bordo de dos vehículos llegó hasta el mencionado
corregimiento de las estribaciones de la Serranía del Perijá,
de tradicional influencia del Partido Comunista, escogiendo a sus víctimas
de un listado que llevaban consigo.
Alexis Hinestrosa, quien a comienzos de ésta
década se desempeñó como diputado por la Unión
Patriótica por ese departamento, fue uno de los primeros en ser
asesinado, seguido de Diosnel Santiago, veterano dirigente del magisterio.
Hasta el cierre de ésta edición se nos había imposibilitado
conocer las identidades de las restantes seis víctimas.
La política es de tierra arrasada. Hace un
año había sido asesinado en Becerril otro ex diputado upecista,
Víctor Ochoa, de gran reconocimiento en tan convulsionada región.
Descolla la responsabilidad de las autoridades civiles
y militares en la comisión de la masacre. Desde éstas páginas,
durante el gobierno de César Gaviria, tuvimos oportunidad de destacar
la entrevista sostenida el 14 de abril por los representantes comunistas
y de la U.P. con el entonces ministro de Gobierno, Humberto de la Calle
Lombana.
Correspondió a Aída Abella, Hernán
Motta, Manuel Cepeda y Jaime Caycedo —Aída y Motta en el exilio,
Cepeda asesinado siendo senador—, exigir garantías del establecimiento
para la preservación de la integridad física de una docena
de luchadores populares, entre los cuales figuraban Hinestrosa y Santiago.
En aquella oportunidad se acusó directamente
al batallón La Popa, asentado en Becerril, de desatar la feroz persecución
contra los dirigentes y activistas comunistas de la región, varios
de los cuales habían sido detenidos sin justa causa.
Todo parece indicar, entonces, que desde esos días
las actuaciones de los militares marcaron con la pena capital el destino
de Alexis Hinestrosa y Diosnel Santiago. V
EXILIO PARA ASESOR DE LOS INDIGENAS
Tomado de la agencia de noticias Anncol-Héctor
Mondragón Báez, destacado investigador y economista, asesor
de la Organización Nacional Indígena en materias tan espinosas
como la pelea de las comunidades U’wa y Zenú contra multinacionales
energéticas, tuvo que abandonar el país de manera precipitada
como consecuencia del acecho de fuerzas hostiles.
El hostigamiento contra Mondragón Báez,
quien en el pasado se desempeñó como periodista de planta
de VOZ y director del Centro de Investigaciones Sociales, Ceis—Inedo, recrudeció
en la medida que la ONIC ganó la demanda de tutela ante la Corte
Constitucional contra el proyecto hidroeléctrico de Urrá
1, el cual debió suspender las labores de llenado de la presa, en
beneficio de la comunidad Embera Katío y cientos de familias pescadoras
que exigían garantías de subsistencia por el impacto negativo
de las obras en el ecosistema.
Las acciones judiciales molestaron hasta a las agrupaciones
paramilitares lideradas por Carlos Castaño, las cuales convirtieron
en objetivo militar a un grupo de líderes zenú y al antropólogo
Efraín Jaramillo, también asesor de la ONIC.
Según el autor de “El socialismo otra vez”
—uno de los más recientes libros de Héctor Mondragón—,
las amenazas en contra suya y de su familia se originan en el caso de Urrá:
“creo que apuntan a romper la política seguida por la ONIC en los
últimos dos años, y a negarle a los indígenas la posibilidad
de luchar por el derecho constitucional a la autonomía política”.
La multinacional petrolera Oxy, por su parte, se vio
forzada a frenar las labores exploratorias en territorio U’wa, como igual
han tenido que hacerlo los de la Shell enfrentados a los indígenas
de Villagarzón, en tanto que los aborígenes Nukak Makú,
del Guaviare, lograron ampliar su resguardo, pisando más de un callo.
Fenómenos de lucha nacionalista que explican
en buena parte el exterminio selectivo de 261 indígenas y el destierro
de sus amigos cercanos desde la Constitución de 1991, la cual reconoció
a las minorías étnicas en el país.
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