MANIFIESTO POR LA DEMOCRACIA EN EUSKADI
«Los firmantes de este documento,
conscientes de la grave situación
política de nuestra comunidad autónoma,
declaramos ante la opinión pública
lo siguiente:
1. Desde el final de la dictadura franquista
se ha organizado y extendido
en Euskadi un movimiento fascista que
pretende secuestrar la democracia y
atenta contra nuestros derechos y libertades
más esenciales. Este
movimiento está dirigido por ETA,
así como por Herri Batasuna y otras
organizaciones de su entorno, que utilizan
la violencia para sembrar el
miedo, coartar gravemente la libertad
de expresión e imponernos a todos sus
«alternativas políticas».
2. La mayor parte de nuestros representantes
políticos e institucionales,
incluidas las más altas instancias,
difícilmente pueden ser exonerados de
responsabilidad en este proceso de deterioro
de la democracia. Durante
todos estos años han transigido
con las exigencias de este movimiento
antidemocrático y no han actuado
con la unidad y firmeza necesarias,
llegando incluso en ocasiones a repartir
la responsabilidad de los crímenes
de ETA entre esta organización
y el Estado. Sentimos como un agravio
constante la colaboración de las
instituciones que nos representan con
quienes sustentan y alientan el fascismo,
no habiendo dado otro fruto esta
condescendencia sino un incremento constante
de la coacción, el miedo y la
muerte.
3. Sin perjuicio de las oportunas medidas
de reinserción social, nos
oponemos firmemente a cualquier clase
de negociación política con ETA.
Cualquier proyecto político debe
validarse mediante el sufragio de los
ciudadanos y debatirse en el Parlamento,
institución esencial de nuestra
democracia y lugar privilegiado para el
diálogo político, pues en él
únicamente existen dos fuerzas
persuasivas y decisorias: los argumentos y
los votos. Exigimos por ello de los partidos
y representantes políticos que
no consientan ni insinúen especie
alguna de transacción o formalización de
acuerdos sobre las exigencias políticas
de ETA, pues una cesión al chantaje
de las armas significaría la quiebra
de la legitimidad democrática.
4. Reconociendo la gran labor realizada
por los grupos pacifistas creados
en Euskadi durante estos difíciles
años, creemos que nuestra sociedad
demanda nuevas formas de oposición
al fascismo vasco, que apelen más al
derecho democrático, a la palabra,
que al pacifismo gestual y al silencio
testimonial. Reivindicamos el espíritu
civil iniciado en Ermua en las
jornadas de julio, en las que la sociedad
vasca recuperó no sólo la calle,
sino la voz, y demostró que es
posible luchar pacífica y contundentemente
contra ETA y quienes amparan, promueven
y se benefician de su proyecto
totalitario.
5. Por las mismas razones rechazamos toda
estrategia procedente de
cualquier instancia mediadora, política,
sindical o eclesiástica, dirigida
a borrar las huellas de la movilización
democrática iniciada en Ermua y
difuminar o tergiversar su inequívoco
mensaje: acabar de una vez en el País
Vasco con la ambigüedad en este terreno,
poniendo definitivamente término a
toda forma de colaboracionismo entre demócratas
y fascistas.
6. Hacemos por todo ello un llamamiento
a la sociedad vasca para que se
comprometa en la defensa de la democracia
y del libre ejercicio de la
palabra. Para que exija permanentemente
de las instituciones democráticas
el amparo de sus derechos y libertades.
Para que se movilice y actúe en
defensa de estos valores en todos los
ámbitos de la vida ciudadana, siempre
de manera cívica, pero con la resolución
y firmeza necesarias. Sólo así
alcanzaremos la paz sin sacrificarle nuestra
libertad.»