Por Daniel Matías Daverio
Observatorio
de Conflictos, Argentina
Los kurdos constituyen un pueblo milenario,
perteneciente a la gran familia de pueblos indoeuropeos y descendiente
directo de los Medos, que se asentaron
en el espacio que hoy ocupan (Medio Oriente) hace alrededor de 5.000 años. El
espacio geográfico en el que se encuentran los kurdos comprende una región al
suroeste de Asia, entre las zonas montañosas formadas por lo montes Taurus,
Zagros y Elburz, en el que se engloban, en la actualidad, distintas naciones
como: Irak, Irán, Turquía y Siria, que comprende lo que llamaremos “El Gran
Kurdistán”.
La etnia kurda es, en primer lugar, la más
numerosa minoría étnica sin estado del mundo (aproximadamente 22 millones) y,
en segundo, como pueblo lleva años sobreviviendo a políticas de muerte, lo que
hace a su historia la de una resistencia. La historia del pueblo kurdo bien
pudiera, como en otros casos, haber justificado la creación de un estado
independiente. Los kurdos poseen su lengua propia, como así también una cultura
que los diferencia de los otros pueblos. Con estos elementos, está claro que la
construcción de la idea de diferencia y, por lo tanto, la necesidad de un
gobierno propio, era una aspiración para los kurdos. Respuesta y solución
negada ya que revindican el territorio de una zona especialmente codiciada
históricamente por diversas potencias.
El final del siglo XIX es fundamental para
la historia de Turquía y, consecuentemente, del Kurdistán. En dicho periodo
aparecieron las primeras organizaciones políticas de entidad, como los Jóvenes
Otomanos, que querían salvar al imperio, pero introduciendo reformas con
respecto a las diferentes nacionalidades, Lo que consiguieron se concretó en
una ley en 1876. Mucho más importante es la aparición de la organización Unión
y Progreso, que se uniría al movimiento de los Jóvenes Turcos liderados por
Mustafá Kemal. En esta situación nacieron algunas de las primeras
organizaciones kurdas de ilustrados, conectados con occidente, y aparecieron
también las primeras publicaciones en lengua kurda. Tras la victoria de los
unionistas en 1908, llegaron a abrirse escuelas kurdas.
El momento histórico donde los kurdos
estuvieron más cerca de alcanzar la independencia fue, sin duda, después de la Primera Guerra
Mundial. Por el tratado de Sevres, se reconocía la autonomía del pueblo kurdo y
la posibilidad de acceder a la independencia deseada. Pero el tratado reducía
el territorio del Kurdistán a las provincias más pobres, dejando el resto en
manos de ingleses y franceses. En este período los partidos kurdos se
dividieron en dos direcciones: la de mantener su autonomía en Turquía, y los
que optaban por la independencia. Con la paz de Lausana entre Inglaterra,
Francia y Turquía, se disiparon todas las esperanzas del momento por establecer
un estado kurdo independiente. La comunidad kurda fue repartida, lo que ponía
en peligro la supervivencia de su lengua y costumbres. La población kurda no se
resignó, y se produjeron diversos levantamientos. Los sucesos más
trascendentales ocurrieron entre 1915 y 1925, cuando Turquía se convirtió en lo
que es hoy: un estado represor.
El origen del
conflicto
El conflicto kurdo no se entendería si no
reparáramos en la estructura del Estado Turco. Turquía está impregnada de un
fuerte sentido nacionalista, incrementado hasta la exageración con el
establecimiento del kemalismo como doctrina oficial. Otro factor a tener en
cuenta para entender la raíz del conflicto pasa por la permanente rivalidad
entre los estados de la zona en disputa.
La cuestión kurda ha dado un cambio radical
en su evolución con la aparición del Partido de los Trabajadores del Kurdistán
(PKK) y sobre todo con el inicio de la lucha armada en 1984. En muchas ciudades
aparecen apoyos masivos de la población al PKK a partir de la muerte de
guerrilleros en confrontación con el ejercito turco principalmente.
Sus protagonistas
Como mencionamos anteriormente el espacio
que ocupa el Kurdistán esta fragmentado en cuatro partes, que corresponden a
cuatro estados, que son: Turquía, Irak, Irán y Siria.
Turquía: en este país el problema
kurdo afecta a unas 12 millones de personas, distribuidas en 23 provincias que
concentran una tercera parte del territorio turco. En este país el ejército es
uno de los principales órganos de poder y se ha erigido en defensor de la
ideología kemalista o nacionalismo turco. Sin su aprobación y consentimiento no
se puede dar un paso en la resolución del problema kurdo. La mayoría de los
partidos políticos turcos y los medios de comunicación mantienen una posición
similar a la del ejército, al que apoyan en su lucha con los que ellos
denominan “terroristas kurdos”.
Irak: en este país el drama afecta a
unos 5 millones de personas y a las provincias de Sinyar, Mosul, Dahok, Arbil,
Kirkuk, Suleimania y Kanaquín. El régimen iraquí esta respaldado por clanes y
tribus entre los que resulta difícil establecer diferencias ideológicas. La
represión que ejercen las fuerzas del orden de Irak impide la existencia de
facciones. El régimen iraquí reconoce la existencia de un problema kurdo y
puede admitir un sistema autonómico, siempre y cuando quede supeditado al
gobierno central.
Irán: el gobierno iraní tiene que
hacer frente a este problema en las provincias de Azerbaiyán occidental,
Kurdistán, Sanandaj, Kermanchad e Ilam, donde viven unos 9 millones de kurdos.
La República Islámica de Irán reconoce la existencia de un hecho diferencial
kurdo, permite incluso el uso del idioma, pero se niega a reconocer cualquier
tipo de administración propia.
Siria: el régimen baazista, tiene su origen, como el iraquí, en el Partido
del Renacimiento Arabe Socialista (Baaz), aunque finalmente fue la tendencia
izquierdista la que alcanzó el gobierno en Damasco. El régimen sirio recibe su
apoyo de algunos partidos afines que son tolerados, como el comunista. La
ruptura de este equilibrio podría suponer la inestabilidad de todo el sistema,
por lo que la comunidad kurda, unos 2 millones de personas, al igual que otras
minorías, es respetada, aunque no se le reconocen sus derechos políticos.
Del lado de los kurdos tenemos diferentes
partidos que se hacen eco de la causa kurda. En Turquía está el Partido de los
Trabajadores del Kurdistán (PKK), partido ilegal, es la principal fuerza entre
la población kurda. Trabaja en la clandestinidad con una férrea disciplina
interna. Su líder es Abdulá Ocalán, conocido como “Apo”. En Enero de 1999, la
C.I.A., junto a los servicios secretos turcos y otros países secuestraron a
dicho líder, violando de esta forma normas internacionales. Se le inicio un
proceso de enjuiciamiento. Otro órgano de importancia es el Parlamento del
Kurdistán en el Exilio, que se proclamo en La Haya en Abril de 1995 como única
forma de representar al pueblo kurdo de Turquía. En Irak las principales
fuerzas kurdas son: el Partido Democrático del Kurdistán (UDK) que defiende un
sistema autonómico dentro de la estructura federal del estado iraquí; la Unión
Patriótica del Kurdistán (UPK) de vínculos tradicionalistas, familiares o
territoriales. En Irán encontramos al Partido Democrático del Kurdistán de Irán
(PDKI) que se puede considerar como un partido democrático, progresista y a la
izquierda de la tradicional social democracia. Y finalmente en Siria
encontramos al PKK que aunque desarrolla toda su actividad en Turquía, tiene
una gran influencia sobre la población kurda de Siria. Como hemos podido
apreciar, todos los países de alguna forma reprimen y dificultan el libre
desarrollo de un estado kurdo autónomo. Pero ninguno como Turquía, que se ha
convertido en un verdadero flagelo para el pueblo kurdo que habita sus
fronteras, llevando a cabo una verdadera guerra desde diferentes puntos y
negando de forma tajante la existencia un problema kurdo, lo que trae aparejado
la negación de su cultura, idioma, de su existencia misma.
El nacionalismo
kurdo
La historia del Kurdistán, es el resultado
de una difícil situación donde están en juego los intereses de muchas naciones.
En el kurdistán parece que no hay fortuna ya que se enfrentan dos puntos que
son contradictorios: por un lado, la independencia ansiada por los kurdos y,
por el otro, los cada vez más ansiados recursos que las naciones preponderantes
de la región desean seguir explotando. Los kurdos se han convertido en un
pueblo forzado a resistir para evitar ser asimilados. Es curioso observar cómo
estados tan heterogéneos como Turquía, Irak, Irán y Siria se han confabulado y
han encontrado en la negación del hecho Kurdo un factor común, y lo transforman
en un motivo de alianzas para llevar a cabo un política de persecución y
extermino.
Seguramente de todos
estos estados el más se ha ensañado con este pueblo es el turco, y puede
afirmarse que el Kurdistán turco está tomado militarmente. En Turquía la
palabra Kurdistán esta prohibida. Un Kurdo es ilegal. Su negación se ensaña
sobre la cultura, por la negación de su identidad. Se lo niega como pueblo, se
lo niega como lengua, en las costumbres, en la vida política y intelectual. Se
lo censura en sus producciones ya sean artísticas o literarias y en su prensa.
En lo que a política respecta, el planteamiento comienza con la igualdad de
cualquier organización que se declare Kurda, para los turcos el Kurdistán no
existe. La represión en el Campo de la cultura ha sido encaminada en forma
paralela con la prohibición del idioma, y en la actualidad pasa por tratar de
impedir la propagación de los rasgos culturales Kurdos. Esto constituye uno de
los ejes políticos de la política de asimilación que se viene desarrollando por
el estado Turco.
Todo esto que se lleva
a cabo contra el pueblo Kurdo no hace más que darle fuerza a su resistencia,
creando en ellos un sentido de unidad nacional. Pero si hay motivos que los
unen, también hay los que los diferencian y dificultan en su camino hacia la
autodeterminación. En la raíz del movimiento nacional Kurdo se enfrentan
concepciones disímiles de índole social: por un lado, la parte tradicional de
los liderazgos familiares y, por el otro, la propuesta de liberación social y
nacional del PKK de Turquía, que pone constantemente en cuestión las antiguas
estructuras sociales de todo el Kurdistán. Es más, entre los mismos partidos
tradicionalistas, de origen iraquí, surgen rivalidades que no son de índole
ideológica, sino que responden a cuestiones territoriales. Sus líderes
pertenecen a familias antagónicas y luchan por conseguir un mayor dominio y
control de ciudades importantes, pasos
fronterizos y, sobre todo, de las rutas petrolíferas. Otro factor a tener en
cuenta es la presión, ejercida por naciones foráneas, y debida a la importancia
del petróleo en la región del Kurdistán. Al petróleo se le unen numerosos
recursos naturales, por lo que la situación geoestratégica también tiene parte
a la hora de crear un estado-nación. Estados Unidos es la principal potencia
exportadora de armas a Turquía, pero no la única. La ayuda que los Kurdos
pueden esperar va a venir de alianzas coyunturales. Hasta ahora, ningún país de
la región, ni país occidental, ni organismo internacional ha reconocido al
gobierno Kurdo. La principal preocupación estriba en conseguir el apoyo
internacional, y el reconocimiento de la existencia de un problema político que
trasciende la cuestión humanitaria.
La fragmentación del
Kurdistán
La creación de un
Kurditán unificado supondría, que Irak, Irán, Siria y Turquía sean privados de
una fuente de recurso hídricos importante en la zona, ya que la mayoría de ríos y arroyos nacen en los
montes de la región de Kurdistán. Otro aspecto que le juega en contra a la hora
de definir las bases de su autonomía es que, en dicha región, se encuentran dos
de las más importantes rutas petrolíferas que llevan el crudo desde la ex URSS
hacia Europa. Debido a ello se puede decir que la región del Kurdistán tiene
una importancia radical no solo para los países en conflicto, sino también para
aquellos países que se benefician de
los recursos del lugar. Sabida es la importancia que los Estados Unidos asignan
a Turquía como “gendarme de Oriente Medio”. Prueba de ello son los tratados
firmados por ambos países en para la cooperación militar y económica en cuanto
a la “guerra sucia” que Turquía lleva acabo en el Kurdistán. Tampoco se debe
olvidar el papel influyente que Turquía
lleva acabo en las antiguas repúblicas meridionales de la ex – Unión Soviética.
Por su parte, la Unión Europea al igual que los Estados Unidos proporciona ayuda económica. Un ejemplo de
esto sería el Acuerdo Aduanero, que entro en vigor en Enero de 1996. Por lo que
al Kurdistán se lo ha representado varias veces como una “colonia
internacional”.
Como hemos dicho anteriormente, el
Kurdistán es un territorio muy rico, aunque subdesarrollado. Esto es debido a
que una explotación adecuada de esta riqueza implicaría también el desarrollo
cultural y político del pueblo kurdo. Es decir, el reconocimiento de una
realidad nacional diferenciada, que cuestionaría los actuales regímenes
unitarios de carácter policial y militar. Hasta el momento diferentes Estados
han explotado los vastos recursos naturales del Kurdistán con un neto carácter
colonial y depredador. A continuación describiré algunos de los recursos
naturales más explotados de la zona mencionada a modo de ejemplo:
Petróleo: el subsuelo del Kurdistán esta considerado como una
de las mayores reservas petrolíferas de Oriente Próximo. Casi todo el crudo
extraído por Turquía y Siria surge de los pozos enclavados en la región
habitada por los kurdos.
Recursos hídricos: tan o más importantes que los petrolíferos, los
macizos montañosos del Taurus y Zagros son zonas en donde existe una gran
cantidad de agua , que es de gran ayuda para esta árida región.
Agricultura: estas reservas de agua junto con la gran cantidad
de horas de sol anuales, abren importantes perspectivas para los cultivos.
Turismo: el Kurdistán forma un semicírculo en torno a la
mítica región de Mesopotamia, cuna de civilizaciones, y sus montañas han
servido de refugio para las culturas que han ido sucediéndose en esta histórica
región.
Reflexión final
Esta región de gran contraste, en donde la
abundancia de agua y fertilidad hizo que fuera una suerte de corredor para
caravanas mercantiles, mientras que los pueblos nómades se vieron atraídos
también por la abundancia de pasturas y agua para su ganado, produjo una
interesante amalgama étnica desde épocas inmemoriales. Pero aquel paraíso de
hace tantos años es hoy una zona caliente, que forma parte de los estados de
Turquía, Irak, Irán y Siria.
Hasta hoy, todos los intentos de regular el
conflicto kurdo en forma pacífica han concluido en un rotundo fracaso. Los
diferentes regímenes se niegan a admitir cualquier forma de autogobierno para
este pueblo. No está de más mencionar las promesas realizadas y no cumplidas
por la comunidad Internacional en el tratado de Sévres. Es evidente que hay dos
razones para este fracaso y este incumplimiento: por un lado la cuestión
económica, debido a los grandes recursos hídricos y petrolíferos de la zona;
por el otro la cuestión política, que surge como contrapartida de esta riqueza y
expresa pujas de interés regionales e internacionales.
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