Basándome en mi propia experiencia, creo que para mí y
para los hombres
con quienes trabajé era muy importante conectarnos unos con
otros como
hombres y luego tratar (a menudo con éxito) de trabajar con
mujeres
feministas.
En el grupo de Hombres Deteniendo la Violación (Men Stopping
Rape
-MSR-), funcionamos como grupo "cerrado" de hombres durante 4-6 meses
antes de reunirnos con dos mujeres del Centro para la Crisis de la
Violación (CCV) de Madison (Wisconsin, EUA), quienes en teoría
eran
nuestras aliadas y apoyaban nuestra causa.
El CCV inicialmente quería dejarnos solos --como grupo de hombres--
indicando con ello que, en el pasado, al acercarse a ellas algunos
grupos de hombres que pedían su apoyo, descubrieron que se trataba
de
hombres que buscaban una relación con las mujeres (debajo de
una
retórica aparentemente profeminista) o que quizás estos
grupos tenían
buenas intenciones pero se desintegrarían pronto, desgastando
así el
tiempo y la energía del personal y las voluntarias del CCV.
Querían que
demostráramos qué queríamos antes de invertir
su tiempo en nosotros, lo
que entonces nos pareció razonable y comprensible.
Cuando nos reunimos con las dos integrantes del CCV, nos mostraron una
película de unos 20 minutos de duración, sobre la violación.
Nos
pareció desafiante y perturbadora. Nos sugirieron que
habláramos entre
nosotros, sin ellas presentes, y que cuando estuviéramos listos
las
llamáramos para discutir la película. Hablamos
durante una media hora y
luego las invitamos a la discusión, según su sugerencia.
Una de las mujeres hizo una pregunta muy general, algo como: "¿Qué
sintieron respecto a la película?" Fue extraño
y atemorizante para
nosotros -- unos ocho hombres que creíamos que estábamos
unidos y
avanzando un poco como grupo. Estando ellas en nuestra presencia
pero
sin hacer nada más que estar ahí, la unidad de nuestro
grupo parecía
desintegrarse rápidamente. Nuestra discusión se
deterioró. No nos
estábamos comprendiendo en lo que decíamos y empezamos
a criticarnos --
y no en una forma cuidadosa. Estábamos actuando de manera
muy diferente
a como lo habíamos hecho antes. ¡Las mujeres no
estaban haciendo nada!
Y nosotros nos sentíamos paralizados debido a nuestros propios
temores y
debilidades.
Con la mayoría de estos hombres construimos lo que probablemente
fue el
grupo de hombres contra la violación más fuerte que ha
existido en los
Estados Unidos. Y aunque los asuntos de "género" nos golpearon
duramente desde el inicio, esto nos ayudó a darnos cuenta que
necesitábamos trabajar con hombres, no en grupos mixtos, y que
requeríamos realmente construir nuestra fuerza como grupo de
hombres
profeministas que querían ser aliados de los grupos de mujeres
feministas. Entendimos también que nuestra mejor función
no era ser
parte de los grupos de mujeres feministas, sino sus aliados, y que
teníamos mucho trabajo por delante antes de serlo de manera
efectiva.
El hecho de haber tenido entonces éxito en estos esfuerzos ha
influido
en que el grupo MSR haya perdurado tanto (aunque no parece ser muy
activo ahora, 15 años después) y haya realizado y continúe
llevando a
cabo un buen trabajo.
Cuando finalmente nos reunimos con las mujeres --en mayores números--
lo
más importante fue que las escuchamos en lugar de hablarles.
Poniendo a
un lado la tremenda cantidad de trabajo que se necesita entre hombres,
creo que lo fundamental es que escuchemos a las mujeres. Una
forma en
que puede hacerse es permitiendo que las mujeres presentes hablen sin
interrupción durante un tiempo, luego que los hombres lo hagan,
y
finalmente que ambos grupos hablen sobre las cuestiones que deben
discutirse conjuntamente.
Aun en un ambiente tal --cuando está bien organizado--, pienso
que
emocionalmente muchos de nosotros podríamos tratar de "identificarnos
con las mujeres" (si es que no estamos buscando algún tipo de
relación
erótica con ellas) y, por ello, descuidar una buena parte de
la
autoeducación que necesitamos como hombres.
Aunque el ejemplo no es en absoluto perfecto, creo que a menudo es mucho
más fácil para nosotros los hombres tratar de actuar
en algunas formas
como homosexuales/lesbianas que pretenden negar su sexualidad, o como
negros que tratan de hacer como si fueran blancos.
Me parece que es mucho más difícil --en particular para
hombres
heterosexuales blancos en los Estados Unidos y en otras culturas
occidentales-- realmente enfrentar lo que significa ser "hombre" y
tratar de confrontar tanto dentro de nosotros mismos y de nuestra
"cultura masculina" que es muy malo para nosotros y otras personas
y
luego tratar de ayudar a cambiarlo.
Para mí ha sido muy importante leer autoras y teóricas
feministas. Pero
sin el trabajo con hombres, a menudo no podremos convertirnos en
verdaderos aliados de las mujeres feministas. Cuando realmente
hacemos
ese trabajo, entonces el diálogo con ellas puede ser sumamente
útil.
George Marx
Alameda, California
E-mail: gmarx@mail.jps.net
Traducido con
autorización por:
Laura E. Asturias
Apartado Postal 18
Puerta Parada 01973, GUATEMALA
E-mail: leasturias@gua.gbm.net