Brecha (Uruguay)
NO ES LA GUERRA; SON "SOLO MEDIDAS
PUNITIVAS"
El zorro en el gallinero
Hasta ahora los pasos
de la danza que bailan desde hace años Irak y Estados Unidos parecenseguir
un ritual rigurosamente establecido. Pero elecciones y juicios políticos
en Estados Unidos pueden decidir
giros inesperados. Como este
"Zorro del desierto".
Guillermo González
Los más importantes ataques
aéreos estadounidenses desde la guerra del Golfo, en enero de 1991,
golpearon a Irak en enero y junio de 1993 y en setiembre de 1996. Entre
tanto, como en febrero de
este año y hace apenas
unas semanas, un "castigo" militar -preparado, llevado hasta el borde mismo,
pero no consumado- parece ser la única solución de la diplomacia
estadounidense ante lo que se presenta a la opinión pública
internacional como continuos desafíos de Saddam Hussein. Para esa
salida tiene siempre el apoyo incondicional de Gran Bretaña, sea
que conservadores o laboristas estén en el gobierno.
Los tres primeros ataques tras la guerra del Golfo, en enero de 1993, fueron ordenados por el presidente George Bush; más tarde, ese mismo año, lo hizo el nuevo presidente William Clinton, como respuesta al presunto y jamás comprobado plan del servicio secreto iraquí para matar a Bush, atentado que sería cometido durante una visita a Kuwait. Tres años más tarde, a pesar de las críticas y la oposición de rusos, árabes y franceses, Clinton "castigó" una invasión de tropas iraquíes en la zona de exclusión del norte del país -supuesta protección para los kurdos- con 44 misiles.
El apoyo árabe a las fuerzas internacionales que intervinieron en la operación "Tormenta del desierto", en 1991, no fue por cierto circunstancial. Provino básicamente de las monarquías del golfo Pérsico que reaccionaron ante el cambio de fronteras impuesto unilateralmente por Irak -al invadir a Kuwait- y estaba dirigido a defender sus intereses petroleros. Hace siete años que el tema Irak consiguió fracturar al Islam, unido desde entonces sólo para defender la causa palestina.
Intentos estadounidenses más
recientes por una solución exclusivamente militar tuvieron -como
a comienzos de este año- una salida "elegante" gracias a los denodados
esfuerzos de Kofi Annan,
secretario general de las Naciones
Unidas, que impidió el ensanchamiento de la brecha ya existente
en las tensas relaciones con los árabes. La impotencia de Clinton
para hacer que Biniamin Netaniahu cumpliera con los acuerdos de paz de
Oslo, el agravamiento de la crisis palestino-israelí, no mejoró
la
imagen de Estados Unidos ante
la casi totalidad de los países árabes.
A la hora de justificar sus preparativos
bélicos, aun sin esperar una resolución expresa del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, la diplomacia estadounidense se ampara
en una serie de
resoluciones de ese órgano
ejecutivo de la onu, especialmente la 687 -la "madre de todas las
resoluciones"- que el 3 de abril de 1991 estableció la política
a seguir con Irak tras el fin de la guerra del Golfo. Con ella se exigió
a ese país la destrucción "incondicional" de todas las armas
químicas y
biológicas y de los proyectiles
balísticos con un alcance superior a los 150 quilómetros;
para verificar el cumplimiento del desarme impuesto a Irak se creó
una comisión especial, más conocida por su sigla: unscom.
Otras resoluciones a las que Estados Unidos recurre para justificarse son:
la 707, de control de
programas de armamento; la 715,
que obliga a Irak a suministrar regularmente información sobre actividades
que pudieran utilizarse para los fines prohibidos por la resolución
687; la 1154, que amenaza con las "más graves consecuencias" a Irak
en caso de violar el acuerdo de control de armas firmado en
febrero de 1998 por Kofi Annan
y el viceprimer ministro iraquí Tarek Aziz, y la 1205, que insta
a Bagdad a revisar su decisión de prohibir las inspecciones de armas.
Esta y buena parte de las otras se respaldan en el capítulo VII
de la Carta de la onu, que autoriza el uso de la fuerza militar sin recurrir
a una amenaza
previa de ataques.
Para los dos que fuerzas combinadas anglo-estadounidenses perpetraron el miércoles 16 y ayer, jueves, fueron decisivos los informes del inspector-jefe de la unscom, el australiano Richard Butler. El matutino The Washington Post reveló que la mayor parte del último documento que presentó Butler -y el que en definitiva justificó los dos ataques contra blancos militares pero que igualmente causaron muertes entre la población civil- fue redactado en la embajada estadounidense en la onu, con participación de funcionarios diplomáticos de esa nacionalidad.
Y aun cuando Butler no lo explicite
en sus informes, es a él a quien se le atribuyen las informaciones
que sobre el arsenal de armas de destrucción masiva se manejan en
los medios políticos de Washington y Londres. En febrero, cuando
Gran Bretaña y Estados Unidos preparaban conjuntamente ataques militares,
el primer ministro británico Anthony Blair afirmó que Irak
podría "eliminar tres veces a la población mundial". Ninguna
de las inspecciones de Butler y su equipo consiguió verificar que
ese país
disponga de bacilos de antrax,
de gas neurotóxico altamente venenoso organofosforado VX o del denominado
gas mostaza, usado en la guerra entre Irak e Irán en 1984. Sin embargo,
en sus informes, Butler sugiere los "posibles" potenciales de Irak, afirmando
adicionalmente que nunca se dieron explicaciones verosímiles sobre
el destino de "40 a 70 cabezas de proyectiles que estaban llenas de sustancias
químicas o biológicas".
Pero si los reportes de Butler son la coartada de los agresores, el diplomático australiano no es confiable para otros integrantes del Consejo de Seguridad. Hasta los chinos, que hasta ahora habían mantenido una actitud por lo menos sumamente crítica hacia los iraquíes -aunque no de franco apoyo a Estados Unidos- pasaron a condenar ácidamente los ataques. El delegado chino -su país es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad- no se limitó a manejar la "indignación" como un recurso diplomático; la que exhibió en la onu reflejaba, en todo caso, la de Jiang Zemin, enojado porque Clinton, en lugar de utilizar el flamante "teléfono rojo", se limitó a enviarle una carta.
Y también se enojó
mucho el ruso Boris Ieltsin. Pese a que su país ya no sea una potencia
de primer rango capaz de neutralizar a Estados Unidos, se señaló
que si no cesan los ataques las relaciones
entre ambas naciones "resultarán
seriamente dañadas"; es más, la Casa Blanca deberá
hacerse cargo de las consecuencias que nuevos ataques militares contra
Bagdad tendrán en sus vínculos con Rusia, además de
las "amplias consecuencias para todo el sistema de relaciones internacionales".
Así que Ieltsin agarró el teléfono, pero el número
que recordaba no era el de Clinton sino el de Zemin y con él compartió
sus iras.
De cualquier manera, ambos países
mantienen una posición común en el Consejo de Seguridad:
tras la condena de los ataques se señaló que Butler sobrepasó
los límites de su autoridad. El delegado ruso, Sergei Lavrov, sostuvo
que su informe carece de información relevante y le pareció
grave, asimismo, que se hubiera filtrado a la prensa antes incluso de que
todos los miembros del Consejo lo conocieran. No fue el único pecado
de Butler: también se le acusa de haber ordenado el retiro de la
unscom sin
haber consultado, abusando de
sus poderes. El delegado chino añadió, cuando le llegó
el turno para atacar al australiano, que su conducta había sido
"poco honorable".
Pero las actitudes de ambos países eran en cierto modo previsibles. Rusia, porque se ha opuesto -tras la ruptura del breve idilio con Estados Unidos- a aceptar el papel de "gendarme" que Washington se ha arrogado sin ningún poder que se le enfrente. China, porque a pesar de haber apoyado las medidas más duras contra Irak en las Naciones Unidas, ha expresado tradicionalmente una actitud conciliadora y negociadora. Más significativo, en cambio, ha sido el cambio de Francia.
A pesar de que el gobierno de
Lionel Jospin ha deplorado el uso de la fuerza -ratificando las razones
de su oposición- no asumió la línea crítica
o aun de tajante rechazo, como en el pasado. De una u otra manera, se alineó
en el apoyo que la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (otan) le dio
explícitamente a estadounidenses
y británicos. Y aunque no se rompió el eje París-Moscú-Pekín
por una solución que permita salir "lo más rápido
posible del túnel", Francia no se sumó a las exigencias de
los otros dos países porque, aunque no oficialmente pero sí
en voz baja, se dice en París que el armamento iraquí "es
una potencialidad que debe tenerse en cuenta y controlarse".
Un detalle adicional es que también los franceses se sienten traicionados por Butler. Semanas atrás, durante una visita a Francia, el australiano dijo que el informe que presentaría permitiría un examen global de las sanciones que la onu aplicó a Irak y cuya revisión ese país reclama. Añadió que una negativa iraquí a suministrar la documentación especial requerida condicionaría su informe. Butler, por razones que sólo él y la diplomacia estadounidense conocen, hizo exactamente lo contrario.
Es posible que ellas tengan que
ver con el juicio político a Clinton, sobre el que se decidiría
esta semana. Según los resultados de una encuesta difundida por
la cadena cnn, el 62 por ciento de los estadounidenses se declaró
convencido de que Clinton no ordenó los ataques para desviar la
atención del proceso que le sigue la Cámara baja mientras
que el 74 por ciento de la población se mostró a favor de
la intervención militar. Pero aquel sesgo de la medida militar fue
señalado por varios legisladores que criticaron los ataques y no
descartaron que el Presidente los hubiera ordenado para que se postergara
la
decisión.
Y por más que el renunciante presidente de la Cámara Baja, el republicano Newton Gringich, haya dado públicamente su respaldo a Clinton, el nuevo líder de la bancada republicana, Dick Armey, sostuvo que "el Presidente, después de meses de mentiras, ha dado a millones de personas en todo el mundo motivos para dudar si ha enviado a estadounidenses al combate por una causa correcta". También el líder de la mayoría republicana en el Senado, Trent Lott, cuestionó "tanto la elección del momento como la política en sí".
Tal posibilidad, claro, fue negada desde el propio gobierno porque, se dijo, "el presidente de Estados Unidos toma sus decisiones en función de los intereses del pueblo". Lo cierto es que la decisión sobre el juicio político fue postergada: "sería muy desafortunado que votáramos sobre el impeachment durante los bombardeos sobre Irak", se dijo en el comité judicial de la Cámara baja.
Otros analistas, en cambio, se
inclinan por una interpretación que rompería con una tradición
de la política interna estadounidense. Para ellos hay un vínculo
entre la ofensiva militar y la reciente visita de Clinton y su familia
a Israel y los territorios autónomos palestinos. El presidente consiguió
lo que no
habían podido lograr Dennis
Ross, la propia Madeleine Albright y aun el ministro británico de
Relaciones Exteriores durante largos meses de gestiones y negociaciones:
revertir la acusación de doblez que pesaba en contra de la política
exterior estadounidense para la región. Es más, la contumacia
de
Netaniahu al rechazar una y otra
vez las presiones para el retiro israelí de Cisjordania y Gaza,
contribuyó a ese cambio de imagen y le dio a Clinton una falsa idea
de que el mundo árabe aceptaría, aun a regañadientes,
su "castigo" a Irak.
No parece ser así, al menos en las horas siguientes a las dos incursiones, cuando en la mayor parte de los países islámicos se ha reaccionado con indignación.
Y lo peor -por añadidura
a las muertes de civiles- es que el operativo no asegura el final de la
crisis, del poder que Saddam Hussein tiene en su país -aparentemente
intocado- desde hace 19 años; por el contrario, todo indica que
se prolongará por mucho tiempo mientras se van cortando los puentes
que unen a Irak -y su petróleo, a la larga lo único
que a algunos les interesa- con el resto del mundo. Eso sí, William
Cohen, secretario de Defensa estadounidense, repitió una y otra
vez que estaba satisfecho con los resultados de los bombardeos, aunque
"todavía queda por hacer y eso lo vamos a resolver en los
próximos días".