La
Síntesis Anarquista
Las tres corrientes anarquistas
En Francia, como en la mayor parte de los países, se distinguen
tres grandes corrientes anarquistas, que se pueden designar del modo
siguiente:
- el anarcosindicalismo
- el comunismo libertario
- el individualismo anarquista
Era natural y fatal que, llegados a un cierto desarrollo, una idea
tan amplia como el anarquismo condujera a esa triple manifestación
de vida.
Un movimiento filosófico
y social, es decir, de idea y de acción, que se propone hacer
tabla rasa de todas las instituciones autoritarias, debía necesariamente
dar lugar a esas distinciones que determinan obligatoriamente la variedad
de situaciones, de medios y de temperamentos, la diversidad de fuentes
de las que beben las innumerables formaciones individuales y la prodigiosa
multiplicidad de acontecimientos.
Anarcosindicalismo, comunismo
libertario e individualismo anarquista, estas tres corrientes existen
y nada ni nadie pueden impedirlo. Cada una de ellas representa una
fuerza que no es posible ni deseable derribar. Para convencerse, basta
con situarse en el corazón mismo del gigantesco esfuerzo por
terminar de arruinar el principio de autoridad. Así, se tiene
conciencia del papel indispensable que, en el combate que hay que
librar, desempeña cada una de esas tres corrientes.
Las tres corrientes son distintas,
pero no opuestas
Ahora tengo tres cuestiones
que plantear:
La primera va de los anarcosindicalistas
a los comunistas libertarios y a los individualistas anarquistas.
La segunda va de los comunistas libertarios a los anarcosindicalistas
y los individualistas anarquistas.
La tercera va de los individualistas anarquistas a los anarcosindicalistas
y los comunistas libertarios.
He aquí la primera:
"Considerado como movimiento
social y acción popular, el anarquismo, cuando se enfrente
a la hora en que, inevitablemente, librará con el mundo capitalista
y autoritario el asalto decisivo que expresamos con estas palabras,
Revolución Social, ¿puede prescindir de la participación
de las masas que agrupan en su seno, en el terreno del trabajo, a
las organizaciones sindicales?
Creo que sería una locura
esperar la victoria sin la participación en la conmoción
liberadora -participación activa, eficaz, brutal y persistente-
de esas masas trabajadoras, más interesadas en bloque que nadie
en la transformación social.
No digo ni pienso que, en previsión
de la necesaria colaboración, en período de fermentación
y de acción revolucionarias, de las fuerzas sindicalistas y
las fuerzas anarquistas, las unas y las otras deberán unirse
a partir de ahora, asociarse, confundirse, formar un todo homogéneo
y compacto. Pero pienso y digo, como mi viejo amigo Malatesta:
Los anarquistas deben reconocer
la utilidad e importancia del movimiento sindical, deben favorecer
su desarrollo y constituir una de las palancas de su acción,
esforzándose por conseguir la cooperación del sindicalismo
y de las otras fuerzas del progreso con una revolución social
que comporta la supresión de las clases, la libertad total,
la igualdad, la paz y la solidaridad entre todos los seres humanos.
Pero sería una ilusión funesta creer, como muchos creen,
que el movimiento obrero llevará de por sí, en virtud
de su propia naturaleza, a una revolución. Al contrario: en
todos los movimientos fundados sobre intereses materiales e inmediatos
(y no se puede establecer sobre otros fundamentos un amplio movimiento
obrero) es necesario el fermento, el empujón, la obra concertada
de hombres e ideas que combatan y se sacrifiquen por un ideal venidero.
Sin esa palanca, todo movimiento tiende a condiciones mejores. A menudo,
las nuevas clases privilegiadas se adaptan fatalmente a las circunstancias,
engendran el espíritu conservador, el temor a los cambios entre
quienes han conseguido mejores condiciones; a menudo se crean nuevas
clases privilegiadas que se esfuerzan por apoyar y hacer consolidar
el estado de cosas que habría que derribar.
De ahí la necesidad
urgente de organizaciones propiamente anarquistas que, tanto desde
dentro como desde fuera de los sindicatos, luchen por la realización
total del anarquismo y traten de esterilizar todos los gérmenes
de corrupción y de reacción.
Ya lo vemos: no se trata ya
de ligar orgánicamente el movimiento anarquista al movimiento
sindicalista; no es cuestión de actuar, tanto desde dentro
como desde fuera de los sindicatos, en pro de la realización
total del ideal anarquista.
Y yo pregunto a los comunistas
libertarios y a los individualistas anarquistas ¿qué
razones de principio o de hecho, razones esenciales, pueden oponer
a un anarcosindicalismo así concebido y practicado?
Esta es la segunda cuestión:
"Enemigo irreductible
de la explotación del hombre por el hombre, engendrada por
el régimen capitalista, y de la dominación del hombre
sobre el hombre, propiciados por el Estado, ¿puede el anarquismo
concebir la supresión efectiva y total de la primera sin la
supresión del régimen capitalista y la puesta en común
(el comunismo libertario) de los medios de producción, de transporte
y de intercambio? ¿Y puede concebir la abolición total
de la segunda sin la abolición definitiva del Estado y de todas
las instituciones que de él se desprenden?"
Y pregunto a los anarcosindicalistas
y a los individualistas anarquistas cuáles son las razones
de principio o de hecho, razones fundamentales, que pueden oponer
a un comunismo libertario así concebido y practicado.
Esta es la tercera cuestión:
"El anarquismo, al ser,
por una parte, la expresión más alta y más pura
de la reacción del individuo contra la opresión política,
económica y moral que hacen pesar sobre él todas las
instituciones autoritarias y, por otra parte, la afirmación
más firme y precisa del derecho de todo individuo a su desarrollo
integral por la satisfacción de sus necesidades en todos los
terrenos, ¿puede concebir la realización efectiva y
total de esta reacción y de esta afirmación por un medio
mejor que el de una cultura individual creada en lo posible en el
seno de una transformación social, quebrando todos los engranajes
de represión?"
Y yo pregunto a los anarcosindicalistas
y a los comunistas libertarios cuáles son las razones de principio
o de hecho, razones fundamentales, que pueden oponer a un individualismo
anarquista así concebido y practicado. Esas tres corrientes
están llamadas a combinarse.
La síntesis anarquista
De todo lo que precede y, especialmente,
de las tres cuestiones anteriores, resulta que:
1. Esas tres corrientes -anarcosindicalismo,
comunismo libertario e individualismo anarquista- corrientes distintas,
pero no contradictorias, no tienen nada que las haga irreconciliables,
nada que las haga oponerse sustancialmente, nada que proclame su incompatibilidad,
nada que les impida vivir en buena inteligencia, concertarse para
una propaganda y una acción comunes.
2. La existencia de esas tres
corrientes no solamente no sabría, de ninguna manera ni en
ningún grado, perjudicar al anarquismo, movimiento filosófico
y social planteado, como conviene, en todo su esplendor, sino que
además puede y, lógicamente debe, contribuir a la fuerza
de conjunto del anarquismo.
3. Cada una de esas corrientes
tiene su lugar señalado, su papel, su misión en el seno
del movimiento social ancho y profundo que, bajo el nombre de "anarquismo",
tiene por objeto la instauración de un medio social que asegure
a todos y a cada uno el máximo de bienestar y de libertad.
4. En esas condiciones, el
anarquismo puede asimilarse a lo que, en química, se llama
un cuerpo compuesto, es decir, un cuerpo formado por la combinación
de varios elementos. Ese cuerpo compuesto está constituido
por la combinación de esos tres elementos: el anarcosindicalismo,
el comunismo libertario y el individualismo anarquista. Su fórmula
química podría ser S.2, C.2, I.2. Según los acontecimientos,
los medios, las múltiples fuentes de las que se nutren las
corrientes que componen el anarquismo, la dosis de esos tres elementos
variará. Analizándolo, la experimentación revela
esas dosis; en la síntesis, el cuerpo compuesto se reforma.
La fórmula puede alcanzar proporciones variables, local, regional,
nacional o internacionalmente. Pero siempre esos tres elementos -anarcosindicalista,
comunista libertario e individualista anarquista- están hechos
para combinarse y constituir lo que yo llamo la "síntesis
anarquista".
¿Cómo es posible
que la existencia de esas tres corrientes haya debilitado el movimiento
anarquista?
Llegada mi demostración
a este punto, hay que preguntarse cómo puede ser que, en estos
últimos años sobre todo, en Francia especialmente, la
existencia de esos tres elementos anarquistas, lejos de haber fortalecido
el movimiento libertario, haya tenido por resultado su debilitación.
Y este problema, planteado
en términos claros, tiene que ser estudiado y resuelto de manera
igualmente límpida. La respuesta es fácil, pero exige
por parte de todos una gran lealtad.
Yo digo que no es la existencia
de esos tres elementos -anarcosindicalismo, comunismo libertario y
anarquismo individualista- la que ha causado la debilidad o, más
exactamente, el debilitamiento relativo del pensamiento y de la acción
anarquistas, sino únicamente la posición que han tomado
unos y otros en relación a los demás: posición
de guerra abierta, encarnizada, implacable.
Cada
fracción, en el curso de esos nefastos enfrentamientos, ha
desplegado la misma mala voluntad. Cada una se las ha ingeniado para
desnaturalizar las tesis de las otras dos, para ridiculizar sus afirmaciones
y negaciones, para hinchar o atenuar las líneas esenciales
hasta hacer de ellas una caricatura odiosa. Cada tendencia ha dirigido
contra las otras las maniobras más pérfidas y se ha
servido de las armas más mortíferas.
Si,
a falta de un acuerdo entre ellas, al menos se hubieran puesto a guerrear
con menos rabia las unas contra las otras, si la actividad consumida
en luchar se hubiera destinado a batallar, aunque fuera por separado,
contra el enemigo común, el movimiento anarquista de este país
habría adquirido, con el favor de las circunstancias, una amplitud
considerable, una fuerza sorprendente.
Pero la guerra intestina, de
tendencia contra tendencia, a menudo incluso de personalidad contra
personalidad, lo ha envenenado todo, lo ha corrompido, viciado, esterilizado;
incluso las campañas, que habría debido agrupar en torno
a nuestros ideales los corazones y conciencias desprovistos de libertad
y de justicia que son, en los medios populares sobre todo, mucho menos
raros de lo que se desearía.
Cada corriente ha escupido,
baboseado y vomitado sobre sus corrientes vecinas, con el fin de ensuciarlas
y hacer creer que la única limpia era la suya.
Y, ante ese lamentable espectáculo
de divisiones y actuaciones odiosas, que suscitaban de una parte a
otra nuestros grupos, tanto unos como otros se han vaciado de lo mejor
de su contenido y sus fuerzas se han agotado unas contra otras en
lugar de unirse en la batalla que hay que librar contra el enemigo
común: el principio de la autoridad. Esa es la única
verdad.
El mal y el remedio
El mal es grande: puede, y
debe, ser sólo pasajero, y el remedio está a nuestro
alcance. Quienes hayan leído atentamente y sin tomar partido
las líneas precedentes lo adivinarán sin esfuerzo: el
remedio consiste en penetrarse de la idea de la síntesis anarquista
y aplicarla cuanto antes y lo mejor posible.
¿De qué sufre
el movimiento anarquista? De la guerra que han mantenido los tres
elementos que lo componen. Si por su origen, carácter, métodos
de propaganda, organización y acción, estos elementos
se ven condenados a enfrentarse, la solución que propongo no
sirve para nada; sería inaplicable; sería inoperante;
abstengámonos de emplearla y busquemos otra.
Si, por el contrario, la oposición
no existe y, con más razón, si los elementos -anarcosindicalista,
comunista libertario e individualista anarquista- están hechos
para combinarse y formar una especie de síntesis anarquista,
habrá que intentar su realización, y no mañana
sino hoy.
No he descubierto ni propongo
nada nuevo: Luigi Fabbri y otros compañeros rusos (Volin, Flechin,
Mollie Steimer) con los que he charlado mucho estos días, me
han confirmado que este intento de realización se ha llevado
a cabo en Italia, en el seno de la Unión Anarquista Italiana,
y en Ucrania, en el seno de Nabat, y que esas dos tentativas han dado
los mejores resultados, que solas han roto el triunfo del fascismo
en Italia y la victoria del bolchevismo en Ucrania.
En Francia existen, como un
poco por todas partes, numerosos grupos que ya han aplicado y aplican
corrientemente los datos de la síntesis anarquista (no voy
a citar ninguno para no omitir alguno), grupos en los que los anarcosindicalistas,
comunistas libertarios e individualistas anarquistas trabajan en armonía,
y estos grupos no son los menos numerosos ni los menos activos.
Estos hechos (y podría
citar otros) demuestran que la aplicación de la síntesis
es posible. No digo ni pienso que pueda hacerse sin lentitud ni dificultades.
Como todo lo nuevo, chocará con la incomprensión, la
resistencia e incluso la hostilidad. Si hay que mantenerse impasible,
nos mantendremos; si hay que resistir a las críticas y a las
malas intenciones, resistiremos. Somos conscientes de que la solución
está ahí y estamos seguros de que, tarde o temprano,
los anarquistas llegarán. Por eso no nos dejamos desanimar.
Lo que, en circunstancias memorables,
se ha hecho en Italia, en España o en Ucrania, lo que se ha
hecho en varias localidades de Francia, podrá hacerse y, bajo
el empuje de los acontecimientos, se hará en todo el país.
Sébastien Faure
Organización del Anarquismo
- FAI