Los
anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra
del 95
Colaboracion
de Carlos M. Estefanía
Revista
Cuba Nuestra, Suecia
"Yo confío en que los socialistas libertarios que luchan
contra el actual régimen no van a colocar uno nuevo en su lugar;
ha sido y debe ser comprendido este sentimiento de oposición
contra todos los gobiernos que durante la guerra de independencia
se encarnó en cada socialista libertario, hacer imposible la
opresión del pueblo de Cuba por esas misma leyes como las españolas,
por cuya supresión entregaron sus vidas mártires como
Martí, Crecci, Maceo y miles de otros cubanos..."
De una carta dirigida a sus camaradas cubanos por el célebre
anarquista italiano Errico Malatesta.(2 pág.54)
Dos posiciones de los anarquistas ante la guerra del 95
No es de extrañar que entre las alternativas viables a fines
del pasado siglo en el escenario político cubano: la de la
reforma autonomista o la del levantamiento armado independentista,
la segunda ganara para su causa el corazón de muchos socialistas
libertarios. El acuerdo del congreso obrero de 1882 apoyando la lucha
contra el colonialismo impulsa la convergencia entre proletarios y
separatistas. Sin embargo, no puede hablarse de consenso con respecto
a la nueva guerra por parte de los anarquistas de Cuba. Muchos ácratas
no apoyaban al independentismo, por oposición a una calamitosa
guerra entendida como de carácter civil, en tanto Cuba formaba
parte de España, una conflagración promovida por una
ideología liberal nacionalista como la que sustentaba José
Martí, en la que la solución al problema obrero no quedaba
suficientemente esclarecida a la luz de la doctrina del socialismo
libertario. Pensaban que la república prometida por los independentistas
no se diferenciaría de las del resto del continente donde los
anarquistas eran tan perseguidos como en el reino de España.
El espíritu antibelicista de muchos ácratas, fundamentalmente
los de La Habana se sublevaba de antemano contra la idea de una guerra
bárbara que habría de destruir la economía de
un país, arrebatando 300 000 vidas y cuyo colofón resultaría
la entrega de la isla a los Estados Unidos. España, rendida,
castigó a su hija rebelde, Cuba, tratando la paz con el enemigo
anglosajón, a espaldas de los mambises. Según el escritor
Carlos Alberto Montaner, en dialogo sostenido con el autor de estas
notas, al entregar Madrid la soberanía de la isla a Estados
Unidos, en lugar de hacerlo al movimiento independentista, la vieja
metrópolis intentaba preservar las integridad de sus colaboradores,
resguardándolos de posibles represalias por parte de un ejercito
mambí triunfante. Así, la famosa enmienda Platt, que
coartó la soberanía de la república durante sus
primeros treinta años, nació precisamente a causa de
las condiciones establecidas por España para su capitulación
ante los Estados Unidos, el país llamado a intervenir cuando
fuera necesario, no solo para proteger sus intereses sino también
en defensa de las propiedades españolas en la excolonia. En
cierto sentido la historia daría la razón a los anarquistas
que asumieron una posición neutral ante el proceso bélico.
Si en algo pueden asemejarse las tres grandes revoluciones sufridas
por Cuba en su devenir histórico, la prolongada independentista,
la democrático nacionalista de los 30tas y la del 59 (originalmente
democrática pero luego devenida en marxista-leninista) es que
en cada una las expectativas del movimiento anarquista cubano quedaron
insatisfechas. Por otra parte conviene recordar la culpa histórica
de España, país en que salvan distancias ideológicas
para fascinarse hoy con la figura de Fidel Castro, contemplándolo
como el reivindicador del desatre del 98, la vieja espina clavada
por Estados Unidos en el orgullo hispano. La españolidad
se perdió en Cuba no sólo por la torpeza de los políticos
de la metrópolis, o por la superioridad militar norteamericana,
sino también porque la soberbia y el desprecio de los combatientes
separatistas le impidió a España tener la visión
política necesaria para tratar a tiempo la paz con honor (entiéndase
la independencia) directamente con cubanos. De haberlo hecho aunque
Martí hubiera muerto, quizás "otro gallo cantaría
y Cuba sería feliz". Al entregar la isla de Cuba al tutelaje
estadounidense, el gobierno español facilitó lo que
quiso impedir José Martí al costo de su propia vida:
"que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan
con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América"
(1 pág.327)
El apoyo anarquista a la preparación de la Guerra
A partir de la crisis económica mundial de 1857, se inició
una imparable ola migratoria de empresarios y obreros cubanos hacia
los Estados Unidos. Los emigrados harían de su nueva patria
el foco de conspiración separatista más peligroso para
el Gobierno General de la Isla de Cuba. Fue aquí donde con
mayor éxito desplegó su labor en pro de la independencia
José Martí. Su oratoria y su honestidad política
lograron atraer numerosos obreros al movimiento independentista. Quien
revise la obra publicistica de Martí en los Estados Unidos
encontrará excelentes artículos de critica social en
los que sin hacer concesiones en cuanto a su conceptos sobre la propiedad
y la libertad de mercado, reconoce el derecho a la huelga y a la organización
de los obreros para demandar condiciones justas de vida. La concepción
socio liberal de Martí le permite tender un puente entre la
lucha independentista que estaba organizando y las organizaciones
de obreros cubanos emigrados, poderosamente influidas por las ideas
ácratas. Los líderes mas importantes del anarquismo
criollo, después de la muerte de Enrique Roig San Martín,
los otros dos Enriques, Crecci y Messioner, se comprometerían
con la causa de la emancipación nacional proclamamda por Martí.
Es justo reconocer cuando se habla del apoyo que recibió José
Martí de los ácratas cubanos de entonces del caso de
Carlos Baliño, a quien el veterano libertario estadounidense
Sam Dolgoff ubica como un activo anarquista dentro de los trabajadores
del tabaco en la Florida (2 pág.49). Con el tiempo Baliño
terminaría convirtiéndose en fundador de una de las
primeras organizaciones prosovieticas de Cuba: La Agrupación
Comunista de La Habana (18 de marzo de 1923). Pero treinta años
antes se podían presumir los contactos y coincidencias de Baliño
con los anarquistas de Estados Unidos, quienes mayoritariamente se
declararon partidarios de la independencia de Cuba. En un discurso
con motivo del 10 de octubre de 1892 Baliño cita, precisamente,
las palabras de un líder anarquista norteamericano, Justus
H. Schwab para decir:"No podemos permanecer inactivos cuando
un pueblo lucha por conquistar su emancipación aunque no lo
mueva el deseo de conquistar esas reformas radicales que nosotros
proclamamos y que son las únicas que pueden garantizar la expansión
del individuo" (3 pág.92).
Para explicar este acercamiento de los anarquistas a la empresa martiana
conviene también tomar en cuenta la estructura del El Partido
Revolucionario Cubano, fundado por Martí en 1892. Su concepción
descentralizada, y unos estatutos propios de la democracia directa,
se avienen en buena medida a los hábitos organizativos de los
anarquistas, quienes se agruparon fundamentalmente en los clubes "Enrique
Roig San Martín" y "Fermín Salvochea"
(5 pág.9).
Anarquistas en los campos de Cuba Libre
No puede decirse que fuera en la ultima guerra de independencia la
primera vez que anarquistas y sus ideas estuviesen en la manigua.
Durante la guerra de los 10 años algunos elementos anarquistas
procedentes de la industria tabacalera habían participado.
Varias de las figuras destacadas de la guerra grande se encontraban
bajo la influencia ideológica del teórico anarquista
francés Proudhom, como es el caso de Vicente García
y Salvador Cisnero Betacourt, quienes defendían las tesis del
federalismo, dentro de la República en Armas. (4 pág.2).
En la guerra del 95 numerosos anarquistas tomaron parte en la lucha
armada, muchos de ellos se convertirían en figuras renombradas
como es el caso Armando André. Este comandante independentista
terminaría sus días asesinado, tres meses después
de haber llegado a la presidencia de la republica otro famoso mambí,
Gerardo Machado, ¿el motivo?: las denuncias realizadas en contra
del nuevo presidente por el antiguo anarquista desde la dirección
del periódico oposicionista El Día.
Otra figura relevante para significar la participación anarquista
en esta última guerra es Enrique Crecci, el dirigente de EL
Productor, de quien ya hemos hablado. Crecci también tuvo un
trágico destino, en 1896 cayó macheteado en un hospital
de sangre en los llanos de Matanzas. Es bueno destacar la participación
en esta contienda de anarquistas extranjeros, como en los casos de
los italianos Orestes Ferrara y Federico Falco (4 pág.3).
Los anarquistas de Europa y su influencia en la guerra de Cuba: un
pistoletazo para cambiar la historia
El papel de los ácratas en Europa es uno de los elementos que
no debe dejarse a un lado si queremos comprender plenamente el rol
del anarquismo en la independencia. Frank Fernández historiador
y líder del actual Movimiento Libertario Cubano en el exilio
se refiere a este escenario cuando escribe: "La crueldad de la
guerra creó en España una situación de tensión
social que produjo una ácida crítica por parte de los
anarquistas españoles y que fue apoyada al momento por los
ácratas simpatizantes del separatismo tales como Salvochea
y Pedro Vallina. En enero de 1896 se constituye en París el
Comité Francés de Cuba Libre debido al trabajo tesonero
de Malato y el Dr. Betances. Es necesario destacar que este comité
estuvo compuesto principalmente por anarquistas franceses, tales como,
Louise Michelle, Sébastien Faures y otros".
Uno de los factores más importantes en la derrota española
lo constituye el asesinato del primer ministro español a manos
de un anarquista italiano en 1897. Se cree que el hecho contó
con participación directa de Emeterio Betances, el doctor puertorriqueño
viculado, como ya vimos, al exilio cubano en París. El mandatario
ultimado, Cánovas del Castillo, de terquedad parangonable a
la de Fidel Castro, fue un conservador cuya dureza contra los independentistas
cubanos superó con creces la intransigencia que en este siglo
tuvo la célebre Dama de Hierro, Margareth Tatcher
ante los terroristas del IRA y la ocupación de las Malvinas
por los militares argentinos. Cánovas estaba decidido a aplastar
la revolución cubana, pero nos sólo utilizando "hasta
el ultimo hombre y la ultima peseta", sino también mediante
una verdadera política genocida de cuya ejecución se
encargó en la isla el despiadado general Valeriano Weyler.
La política sanguinaria de este oficial, si bien diezmó
la base popular de la que se nutrían los independentistas,
desarrollando lo que hoy llamaríamos una limpieza étnica
resultó contraproducente para los intereses coloniales, pues
hizo impopular la postura de España ante los ojos de la opinión
publica del mundo. Si alguna vez en la historia fue justo un atentado
anarquista, fue precisamente el de aquel día de 1897 en que,
leyendo apaciblemente el periódico, en un balneario de San
Sebastián, el primer ministro del Castillo, recibió
un disparo a quemarropa del libertario italiano Angiolillo. Este pistoletazo,
no solo puso fin a una táctica criminal en la isla de Cuba,
sino que provocó vacilaciones decisivas en la política
colonial española que serían aprovechadas muy inteligentemente
por una nueva potencia que emergía del otro lado del Atlántico.
La muerte de Cánovas trajo al gobierno al liberal Praxedes
Mateo Sagasta, quien sin el respeto y la simpatía con que contaba
su antecesor en Europa, llevó a cabo una estrategia tardía
de apaciguamiento. El sucesor de Cánovas ordenó inmediatamente
el regreso de Weyler (quien por cierto había logrado salir
ileso de otro atentado en la capitanía general) e inició
la "Perestroika" en el régimen colonial e Cuba. Ya
era demasiado tarde, la mala fama estaba creada. Más le habría
valido a los liberales de España haber escuchado al liberal
de Cuba, José Martí, cuando reclamó a la república
española proclamada en 1873 el derecho de Cuba a ser libre
(1- pag. 46). Una autonomía para Cuba en 1898, no evitaría
lo que los españoles aun hoy recuerdan como el desastre.
Aprendan pues los actuales gobernantes cubanos para que la experiencia
no se repita este siglo si tarda la democratización.
La entrada de los estados Unidos, los anarquistas durante la ocupación
El 15 de febrero de 1898 estalla misteriosamente el acorazado Maine,
enviado al puerto de La Habana para proteger los intereses norteamericanos
en esta ciudad. El hecho, convenientemente manipulado por la prensa
amarilla, se convirtió en el pretexto esperado para la ruptura
de hostilidades entre Estados Unidos y una decadente metrópolis
europea. El 19 de abril de 1898 el Congreso Norteamericano aprobaba
la Resolución Conjunta que reconocía el derecho del
pueblo de Cuba a la independencia y exigía al gobierno español
la renuncia inmediata de su autoridad sobre la isla. Se iniciaba la
guerra hispano-norteamericana que culminaría con la firma del
tratado de París. El presidente Mac Kinley humilló con
su victoria al viejo león español, no solo se hacía
Estados Unidos de Cuba, isla rica y de estratégica posición,
sino también de los restos del viejo imperio, desde Puerto
Rico a Filipinas. La victoria le aseguró al presidente Mac
Kinley un nuevo mandato que no llego a culminar, pues murió,
¡quien lo diría!, a manos de un anarquista.
No cabe duda que la ocupación norteamericana de la isla, cedida
oficialmente por España el 10 de diciembre de 1898, significó
un hecho frustrante para los combatientes cubanos, a quienes tras
luchar arduamente durante décadas se les impidió participar
en las conversaciones de paz y entrar como ejército vencedor
en las ciudades abandonadas por las tropas coloniales. Cuando Estados
Unidos concede la independencia a Cuba en 1902 la soberanía
de Cuba quedara condicionada por una enmienda propuesta por el senador
norteamericano Orville H. Platt. Según este apéndice
a la Constitución de la joven república, a EUA se le
concedían derechos a bases carboneras, a intervenir militarmente,
así como a tener la prerrogativa de autorizar los empréstitos
que hiciera el gobierno cubano. La influencia económica norteamericana
se manifestó en la compra de grandes extensiones de tierra
abaratadas por la guerra. Las empresas norteamericanas adquirieron
así miles de caballerías, además de fábricas
de tabaco y cientos de concesiones para explotar minas, instalar alumbrado
eléctrico, controlar el transporte ferroviario etc. Si en 1895
las inversiones norteamericanas eran de 50 millones de pesos, un año
después de finalizada la ocupación alcanzaban el índice
de los 100 millones.
Contra
tal estado de cosas maduró una conciencia patriótica
que se consagraría en la revolución del 33 y que fue
alimentada en sus inicios por los nacionalistas, los liberales y los
anarquistas cubanos. Por otro lado hay que reconocer que en medio
del caos provocado por la guerra en Cuba, muy similar al dejado por
los nazi en Europa tras su derrota a manos de los aliados, los ocupantes
norteamericanos contribuyeron a restaurar las heridas de la guerra,
a reactivar la maltrecha economía cubana en poco tiempo, a
detener el hambre, a desarrollar las obras publicas, y a modernizar
la excolonia en los ordenes educacional, sanitario, jurídico
y político. (7 págs. 12-13). Por otra parte, el hecho
de que la república naciera de la intervencion no pudo impedir
un proceso de paulatina y espontánea renacionalización
económica que se desarrolló contínuamente hasta
el triunfo de la revolución del 59, y sobre el que los historiadores
marxistas prefieren no hablar. El fin de la dominación española
significó no sólo la irrupción del capital norteamericano
sino también la revitalización del movimiento obrero.
Gracias a la puesta nuevamente en práctica de la Ley de Asociaciones
de 1833, que autorizaba la creación y funcionamiento de organizaciones
obreras y que había sido suspendida por la autoridades coloniales
durante los años de la guerra (3 pág.126), los obreros
cubanos pudieron crear nuevas organizaciones, que ocuparon el lugar
de las que de alguna manera había apoyado al régimen
autonómico. En este contexto se crea en 1899 La Liga General
de Trabajadores Cubanos, la más importante agrupación
de aquel período, entre cuyos fundadores se encontraba numerosos
obreros de origen ácrata aunque también los habrá
de otras ideologías. El primer presidente de la liga fue el
viejo líder Enrique Messonier, el último sobreviviente
de los tres Enriques del anarquismo cubano decimonónico. Messonier
capitalizó para su elección la fama de su larga trayectoria
como dirigente libertario y comprometido independentista. La liga
surgía, entre otros propósitos, con los objetivos de
luchar porque los obreros cubanos disfrutaran de las mismas garantías
y ventajas que los extranjeros, porque se gestionara ocupación
para los obreros repatriados y porque se buscara oficio a los huérfanos
de calle. La organización de trabajadores desencadenó
varias huelgas a fines de 1901 y principios de 1902.
Pero de todas las acciones de la Liga, la más importante (y
que determinó su quiebra) fue la primera huelga general de
nuestra historia, desencadenada ya bajo el mandato de Estrada Palma
en noviembre del 92 y que se conoce como de los aprendices.
Dicho boicot estaba encaminado a detener la discriminación
que sufrían los jovenes cubanos, a quienes no se les permitía
entrar como aprendices de los trabajos mejor remunerados en las fábricas
de tabaco, un privilegio reservado para los obreros de origen español.
La huelga fracasó, no sólo por el modo en que fue reprimida
por las autoridades gubernamentales, sino también por las vacilaciones
del propio Messonier, quien ya por entonces se deshacía de
su credo anarquista para incorporarse al Partido Nacional Cubano,
y por la resistencia que encontró por parte de trabajadores
anarquistas que vieron en aquella lucha una manera de quebrar la unidad
que debía haber entre los obreros por encima de las nacionalidades.
Al terminar la huelga de los 10000 miembros con que contaba la liga
al inicio del paro, sólo quedarían 300 (3 págs.132-133).
Para terminar esta parte de la historia del anarquismo cubano conviene
recordar el apoyo que recibieron las huelgas organizadas por la Liga
de Trabajadores Cubanos por parte de libertarios que sin integrar
la organización simpatizaron como ella, como es el caso de:
Adrián del Valle (cuyo seudónimo era Palmiro de
Lidia), Abelardo Saavedra y Arturo Juvenet, miembros los tres
de la redacción del semanario ¡Tierra! (3 pág.136).
Bibliografía y Referencias
1- José Martí, Mis Propias Palabras, Editora
Taller, Santo Domingo, 1995
2-
Sam Dolgoff, Den Kubanska Revolutionen-Ur ett Kritisk perspektiv-,
Federativ, Stockholm, 1982.
3-
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y Socialista de Cuba,
Historia del Movimiento Obrero Cubano 1865-1958. Tomo 1, Editora
Política, La Habana, 1985.
4-
Frank Fernández, The Anarchist & Liberty (electronic
version) http://www.cs.uthah.edu/~galt/cuba.html.
5-
Frank Fernández, Cuba, Los Anarquistas y La Libertad (1),
en CNT, marzo de 1994, Barcelona.
6-
Juan G. Bedoya, Más se perdió en Cuba, en El
País, Domingo 11 de septiembre de 1994, pp.16-17.
7-
Juan Clark, Cuba Mito y Realidad. Saeta Ediciones, Miami-Caracas,
1992.
El Anarquismo en Cuba, desde el nacimiento de la República
a la caída del Dictador Gerardo Machado: El fin de la hegemonía
libertaria sobre el movimiento obrero
"Luchemos, que hay grandes injusticias que destruir y muchos
derechos que reclamar. Luchemos, que renunciar a la lucha es renunciar
a la vida, es decir, `es renunciar a ser hombres´"
Manifiesto Anarquistas de Cruces, 1915.
El siglo XX cubano se inició, con una isla ocupada por Estados
Unidos, y desbastada por la guerra contra España, el ideario
anarquista, tenía pues, bastante tela por donde cortar. Durante
este periodo se siguieron difundiendo los métodos de lucha
anarcosindicalista, especialmente desde el semanario ¡Tierra!
en el que escribían destacados escritores de España
y Cuba. Para fortalecer la propaganda de sus ideas, los ácratas
de Cuba intentaron contar con la presencia, de uno de los masa conocidos
pensadores de su doctrina, Enrico Malatesta, a quien en 1900 los editores
de El Mundo Ideal invitaron a la isla para que le hablara a obreros
y campesinos sobre el anarquismo. Lamentablemente para los anfitriones,
las conferencias debieron interrumpirse, pues a las que las autoridades
interventoras norteamericanas no les agradó nada la estancia
del connotado anarquista en el país y lo expulsaron. Pese a
todo los métodos de acción directa, constituían
parte intrínseca del accionar obrero Cubano, en los primeros
tiempos postcoloniales.
El parto de la república en 1902 fue "asistido" por
La enmienda Platt, y por la primera huelga general de nuestra historia,
conocida como la de " los Aprendices", Enmiendoa y Huelga
resultaron dos visitantes inesperados para quienes habían idealizado
la sociedad de una Cuba libre de España.
La huelga de los aprendices, no solo contó con la participación
y apoyo de anarquistas de la isla como, sino que además recibió
el respaldo del movimiento ácrata internacional, y de paso
el de uno de los grandes inspiradores del anarquismo místico;
León Tolstoy quien desde la lejana Rusia mantuvo correspondencia
con los obreros encarcelados en La Habana como resultado de los hechos.
También el interior de la isla se conmovía por la actividad
de los anarcosindicalistas a penas nacida la República. En
1903 se llevó a cabo una gran huelga azucarera durante la cual
fueron asesinados los anarquistas Casañas, y Sarría,
por ordenes de quien entonces ocupaba el cargo de gobernador de las
Villas, José Miguel Gómez y que llegaría a presidir
el País por el partido Liberal entre 1909 y 19013.
Resulta interesante el hecho de que en los primeros años republicanos,
el anarquismo "criollo" contara con "plazas fuertes"
en las zonas de Cruces y Lajas, donde se habían radicado desde
hacía años trabajadores ácratas de origen español,
entre los mas cocidos: José García y Matías Palenque.
El 21 de noviembre de 1902 los anarquistas salieron a las calles de
Cruces, en una estampa que recordaría cualquier ciudad de la
industrializada Europa. Los libertarios portaban banderas rojas, convocando
a la huelga, llamando a los obreros y campesinos de la zona a la "revolución
social" que según ellos se aproximaba. A mediados de diciembre
de 1902 , bajo la evidente influencia del cosmopolitismo anarquista,
el mulato Evaristo Landa, excombatiente del 95 y dirigente del Gremio
de Braceros de Lajas, hacia circular, en ese mismo año un comunicado
en el que convocaba a la unión de todos los breros, sin tener
en cuenta el lugar de nacimiento, para luchar por el aumento del mísero
jornal que recibían (2 pag. 143).
En 1912 el recién Fundado Centro Obrero de Cruces, convocó
a un congreso, que hubo de celebrarse entre el 24 y 25 de febrero.
El evento tuvo lugar bajo medidas de excepción, implantadas
por el entonces Secretario de Gobernación, Gerardo Machado,
quien había suspendido un día antes las garantías
constitucionales para anarquistas, socialistas y para los independientes
de color. Al Congreso asistieron delegados de La Habana, Matanzas,
Santa Clara, Cárdenas, Cienfuegos, Remedios, Sagua, Manzanillo,
San Antonio de los Baños, Cruces y Lajas.
Entre los acuerdos del Congreso anarquista, estuvo el de crear una
federación nacional de trabajadores, aspiración que
quedó latente en el imaginario del anarcosindicalismo cubano
hasta la llegada de los años 20 con la fundación de
la Confederación Nacional Obrera de Cuba.
La agitación anarquista siguió intensificándose
en la región Cruces durante este año. Dos de sus líderes
Abelardo Saavedra y Juan Tur, quienes habían sido deportados,
regresaron clandestinamente para renovar la agitación en las
fabricas de azúcar. En medio de esta actividad nació
el grupo anarquista Rebelión, quien publicó a fines
de diciembre un manifiesto hablándole a los obreros de las
bondades de la anarquía y llamándolos a rebelarse contra
el capitalismo. Como consecuencia de este documento, el gobierno anunció
la existencia de un complot anarquista en toda la república
y desató una ola represiva contra los libertarios, el pueblo
de Cruces fue tomado por la guardia rural y se expulsaron del país
algunos de los agitadores mas importantes, entre ellos Tur y Saavedra.
Cruces
continuó siendo una especie de "capital" del anarquismo
cubano. En los primeros días de febrero de 1915, circuló,
una nueva hoja impresa con otro candente manifiesto. El documento
aparecía firmado por Fernando Iglesias y otros dirigentes sindicales
de 11 centrales azucareros pertenecientes a los municipios de Cruces,
Ranchuelo, San Fernando de Camarones, Rodas y Cienfuegos.
El comunicado condenaba la mansedumbre conque los obreros aceptaban
sus condiciones de vida y los conminaba a participar en una huelga
exigiendo 8 horas de trabajo y 25% de aumento sobre el salario:
"Seamos firmes, ya que en nosotros radica la fuerza sostenedora.
Seamos unidos, ya que para nosotros es el bien y, si es preciso, y
si a nuestra demanda se contesta con el hierro; si se nos quiere vencer
por medio de la fuerza, ya que somos constructores, seamos destructores;
ya que somos sostenedores, seamos exterminadores.-
Esta vida de parias es indigna de vivir, esta vida de miserias es
indigna de sostener. Luchar por un pedazo más de pan, un pedazo
más de respeto y un átomo más de libertad, es
justo. Morir en la contienda es digno, pues como dijo un sociólogo
-O vivir para ser libres, o morir para dejar de ser esclavos- optemos
por la libertad.
Desde que vea la luz este manifiesto, la lucha está entablada.
Levantémonos, como un solo hombre, y que de cada ingenio surja
un Comité de Huelga para después formar el Comité
Central. Más tarde, las circunstancias nos aconsejaran y el
tiempo señalará el fruto de nuestra lucha..."
(4)
La respuesta de las autoridades fue la detención, a pocos días
de circulado el manifiesto, de varios dirigentes azucareros, entre
estos el propio Fernando Iglesias al que se le señalaba como
jefe de los anarquistas de las Villas. Si bien el documento no logró
repercusión en los centrales de la jurisdicción de Cruces,
parece que si influyó en el desencadenamiento en una cadena
huelguística entre los ingenios de Guantánamo durante
febrero, en cuyas propagandas se hacía referencia al Manifiesto
de Cruces.
Durante las primeras décadas republicanas el anarquismo, jugó
un papel protagónico, en la organización de las de protesta
obrera en toda la isla.
Los anarquistas estuvieron presentes en importantísimas huelgas
como la de la Moneda en 1907, llamada así porque con ella los
tabaqueros de La Habana reclamaban sus salarios en moneda norteamericana
en lugar de española o francesa, totalmente desvalorizadas
en comparación con el dólar. Esa huelga terminó
con un eufórico triunfo.
El célebre semanario anarquista ¡Tierra! fue acusado
de haber instigado la huelga ferrocarrilera que tuvo lugar entre septiembre
de 1907 y enero de 1908, los obreros ferroviarios exigían aumentos
de salario y Jornadas de 8 horas, demandas que no pudieron lograr.
Otra huelga del mismo año 1908 fue la que organizaron entre
enero y febrero los tabaqueros de La Habana y provincias limítrofes,
conocida como la Huelga de la No Rebaja, contra los despidos periódicos,
que sufrían los trabajadores del ramo en determinadas épocas,
también constituyó una derrota para sus organizadores.
Los anarquistas, pese al apoliticismo de su doctrina, influyeron indirectamente
en el sistema político del país, con sus acciones llevaban
a los partidos a tomar conciencia de las necesidades obreras y proponer
fórmulas jurídicas que mejoraran sus condiciones de
vida un ejemplo de este fenómeno lo tenemos en la Ley de Arteaga,
nacida como consecuencia de una huelga donde se manifestó la
influencia de los métodos ácratas de acción directa
y que fue organizada por los obreros de central Jagüeyal, Ciego
de Ávila, en agosto del candente 1908. Se protestaba contra
el pago de los salarios en vales, que solo podían emplearse
en la bodega de la compañía donde la mayor de las veces
faltaban artículos de primera necesidad y cuando los había
eran de la pésima calidad a precios fabulosos. Es un sistema
de explotación obrera muy similar al que sigue hoy en Cuba,
las empresas estatales, cuando pagan al obrero con pesos cubanos,
moneda cuyo real poder adquisitivo la asemeja mas a aquellas fichas
conque se le pagaba a los obreros del Jagüeyal que a al dinero
que, según el propio Marx, para serlo, debe tener circulación
universal, algo de lo que carecen nuestros "pesos" incluso
en los predios del propio Estado al que representa. De retorno a la
huelga diremos que fue sofocada por la guardia rural, y sus dirigentes
procesados bajo a acusación de tenencia de explosivos, amenaza,
desorden público y otros delitos. Aunque el Fiscal pidió
para cuatro de ellos la sanción de cadena perpetua, los encausados
resultaron absuelto a los cinco meses de encarcelamiento. Como resultado
de aquel hecho, un representante a la Cámara por el partido
Liberal, Emilio Arteaga, presentó ante el cuerpo legislativo
un proyecto de ley que prohibía el pago de salarios mediante
vales, chapas o fichas de cualquier clase que tuvieran el carácter
de signos representativos de la moneda. La Ley Arteaga, fue publicada
en la Gaceta oficial el 24 de junio de 1909, en ella se establecían
sanciones de multa y cárcel para los infractores.
Si se habla de huelgas en Cuba, a las que se vincularon los anarquistas,
especialmente los de origen español no podemos dejar de mencionar
la del alcantarillado de la Habana, en 1911. En ella participaron
unos 1500 obreros quienes se revelaron contra las condiciones infrahumanas
de trabajo, los bajos salarios, las 11 horas de labor, la falta de
condiciones sanitarias y el no pago en moneda norteamericana. La huelga
se perdió entre otros factores por la falta de apoyo, de organizaciones
obreras cubanas, que oponían su "patriotismo" a las
tesis del cosmopolitismo anarquista, aportando obreros rompe huelgas.
Aquel fué un desquite de los gremios cubanos con el sentimiento
de discriminación al obrero nativo que había despertado
el hecho de que en las obras de Alcantarillado de La Habana el 75
% de los empleados fueran extranjeros, casi todos españoles.
Los anarquistas también apoyaron, la huelga de trabajadores
de restaurantes y cafés en 1912. Aqui se destacó el
huelguista Hilario Alonso. Otra huelga respaldada fué la de
los constructores por las 8 horas del trabajo. Como muchos de los
militantes anarquistas eran de origen español, una de las medidas
mas utilizadas contra el movimiento por las autoridades fue la de
la deportación.
Entre las organizaciones anarcosindicalistas mas combativas de nuestras
primeras décadas se destacó el Sindicato General de
Obreros de la Industria Fabril fundado en La Habana el 10 de agosto
de 1917. Lo integraban obreros de las fabricas de confituras, papel,
cigarro, cerveza etc., quienes organizaron importantes huelgas en
su centros laborales.
Es imposible en tan breve espacio reseñar todas las huelgas
que conmovieron, a Cuba por aquella época, baste decir que
entre 1917 y comienzos del 20 ocurrieron mas de 220 huelgas generales
y parciales. Esta forma de lucha constituyó un recurso muy
utilizado por los anarquistas,. quienes si bien en muchas ocasiones
enfrentaron una brutal represión en otras lograron éxitos
que contribuyeron a que la clase obrera cubana lograra un estandar
de vida, envidiables para los trabajadores de otros países.
Los triunfos sociales del proletariado cubano pueden ser considerados
como parte de los elementos que que estimulóron la continua
inmigración de obreros hacia Cuba, no solo de la cuenca caribeña,
si no incluso de la propia Europa, especialmente de España.
Anarquismo
versus reformismo
Durante esta época el anarquismo se convirtió en un
verdadero obstáculo contra la influencia de ideas reformistas
dentro del sector obrero. La tradicional propaganda apoliticista desplegada
por los ácrata es uno de los motivos por los que a principios
de siglo dieran al traste diversos los intentos del reformista social
Diego Vicente Tejera para la creación d dos organizaciones
políticas obreras de corte social demócratas; el Partido
Socialista Cubano (1989) y el Partido Popular (1900)(2 pag. 146-143)
Otro boicot anarquista contra las aspiraciones organizativas de los
pioneros de la social democracia cubana lo tenemos durante el Congreso
Obrero de 1914. En enero de ese año se había constituido
en la capital de Cuba, la Asociación Cubana para la Protección
Legal del Trabajo, de su seno, surgió la idea de organizar
un Congreso Nacional Obrero, para el cual se logró un donativo
de 7000 pesos por parte del Ayuntamiento de La Habana y un subsidio
del poder legislativo que ascendía a los l0000 pesos. El Congreso
se celebró entre e el 28 y 30 de agosto. Las agrupaciones anarquista
consideraron al evento como un acto de colaboracionismo de clases
y organizaron paralelamente manifestaciones en La Habana demandando
de que los 17000 pesos tomados de los fondos públicos para
ese Congreso se destinaran a ayudar a los obreros desplazados por
el cierre de fabricas tabacaleras como consecuencia del primer conflicto
bélico mundial (la guerra había interrumpido las exportaciones
de tabaco a Europa). Con sus manifestaciones los ácratas robaron
la atención pública de un encuentro cuyo matiz reformista
se evidenciaba al compararse sus demandas de claro tiente social demócrata,
con las anarquista que caracterizaron al Congreso Nacional Obrero
de 1892, en pleno despotismo español. Por otra parte se evidenció
que el Congreso de 1914 había sido convocado como plataforma
para crear, a penas concluido, el Partido Democrático social,
cuya directiva que coincidía en términos generales con
la del propio Congreso: Presidente, el abogado y profesor Francisco
Carrera Justís y Secretario general el obrero Antonio Castell.
Cual su fuera poco para ganarse el repudio anarquista, el Congreso
Obrero de 1914 sumaba al subsidio estatal la presencia en inaguracion
depersoneros gubernamentales: el Secretario de Justicia; Doctor Cristóbal
de la Guardia (delegando personalmente por el presidente de La república,
Mario García Menocal), el Secretario de Agricultura Comercio
y trabajo; General Emilio Nuñez, y el Alcalde de La Habana;
Doctor Fernando Freyre de Andrade. Los libertarios no se dejaron apaciguar
por el hecho de que el Congreso debatiera muchos de los temas que
preocupaban a las organizaciones anarcosindicalistas: la condena de
la guerra mundial, la necesidad de eliminar la desigualdad de derechos
entre el hombre y la mujer, o que se aprobaran propuestas encaminadas
a mejorar las condiciones de vida del proletariado cubano: la de modificar
los aranceles para facilitar la vida del trabajador, la de estimular
la industria nacional, la de crear una secretaría del trabajo
en el gobierno y cátedras universitarias de derecho obrero,
la de ayudar económicamente al repatriamiento de los cubanos
emigrados a la Florida, o la de estimular las cooperativas de consumo
y sociedades de asistencia. Entre las figuras anarquistas destacadas
por su repudio al Congreso Nacional Obrero de 1914 despuntó
Alfredo López Arencibia, miembro de la de la Asociación
de Tipógrafos, quien con el tiempo se convertiría en
el líder nacional obrero mas importante de la época
que analizamos.
En febrero de 1920 fue difundido por diferentes periódicos
cubanos un manifiesto de la reformista Confederación Obrera
Pan-Americana, que se dirigía a todos los obreros del continente
para que enviaran delegaciones nacionales a un Congreso Panamericano
Obrero que tendría lugar en México durante el 12 de
julio. La única organización cubana que aceptó
dicha invitación fue la Federación de Torcedores de
las Provincias de La Habana y Pinar del Río lidereada por el
reformista José Bravo Suarez, quien lanzó una convocatoria
a todos los gremios y colectividades proletarias del país para
que enviaran sus delegados a un nuevo Congreso Nacional de Trabajadores
que comenzaría sus sesiones el 14 de abril en el Centro Obrero,
hubicado en Ejido 2, altos, La Habana. E objetivo de la convocatoria
era el de discutir la carestía de la vida y el envío
de delegados a la Convención Panamericana de Obreros, que se
celebraría en México en julio. En este caso, los anarquistas,
siguieron una estrategia distinta a la adoptada durante el congreso
de 1914. En lugar de combatir el reformismo desde afuera, los anarcosindicalistas
decidieron batirlo desde adentro, participando en nuevo Congreso e
influyendo en sus declaraciones y acuerdos.
Desde el inicio los anarquistas ocuparon puestos claves en la dirección
del evento, teniendo como secretario de la mesa provisional a Alfredo
López y a Marcelo Salinas, el segundo destacado ideólogo
libertario al que rodeaba una aureola por su participación
en sonadas acciones anarquistas en España. El congreso se caracterizó
por el crudo enfrentamiento entre las posiciones ácratas y
las reformistas. El saldo favoreció a los anarquistas quienes
lograron echar a abajo la propuesta de Bravo para que los trabajadores
cubanos enviasen una delegación al III Congreso Obrero Panamericano
de México, en cambio se envió un saludo del Congreso
a la Rusia Roja, que por entonces significaba para muchos anarquistas
un ejemplo de redención y justicia. Otro fruto que pudieron
cosechar los anarquistas en aquel evento, cuyo signo originalmente
reformista lograron invertir hacia posiciones radicales, fué
el del nacimiento del La Federación Obrera de La Habana, paso
previo para la creación de un sindicato nacional. Las dos organizaciones
estaría dirigidas por el célebre Alfredo López.
La Federación Obrera de la Habana, se constituyó el
15 de septiembre de 1921 con la aceptación por parte de diecisiete
organizaciones obreras de un reglamento cuyo artículo primero
se sustentaba la lucha de clases, la acción directa y el rechazo
colectivo a la actividad electoral.(5)
Actividad social de los anarquistas: el movimiento de Cooperativas
libertarias en Cuba
El anarquismo en Cuba, como en otros muchos lugares, no constituye
solamente un movimientos de reivindicaciones económicas a los
dueños del capital, su incidencia social va mas allá,
alcanzando terreno de la ilustración cultural, y el de la búsqueda
de formas alternativas de organización económica que
solucionasen los problemas de los sectores menos favorecidos del país.
Desde el siglo pasado los anarquistas mantenían una febril
actividad socio cultural, auto sustentada al margen de cualquier poder
financiero o político. En las primeras décadas del siglo
XX, los libertarios cubanos publicaron innumerables periódicos
y semanarios que además de reflejar los intereses y preocupaciones
proletarios, ilustraban a sus lectores sobre los mas diversos aspectos
de la vida, la filosofía, el arte, la literatura y la naturaleza.
Entre estas publicaciones podemos mencionar: Nueva Aurora, Labor Sana,
El progreso, Voz del Dependiente, El productor panadero, Nueva Luz,
Proteo, El Libertario, La Batalla, Nuevos Rumbos, Vía Libre,
Voz Rebelde, Solidaridad, Memorándum Topográfico, etc.
Gracias a ellas los artesanos cubanos se mantenían al tanto
de los causes que tomaba el pensamiento anarquista universal, teniendo
a su disposición textos clásicos como los escritos por
Bakunin, Elisée Reclus y el ya nombrado Malatesta.
Entre las actividades educativas importantes de los anarquistas debe
señalarse el estimulo ofrecido por la Federación Obrera
de la Habana, dirigida por Alfredo López, a la creación
de escuelas racionalistas como la que funcionaba en El Centro Obrero
de la Habana y a la que asistían los hijos de los obreros en
horario diurno y los trabajadores en el nocturno. Dentro de esta labor
ilustradora se destaca la colaboración entre libertarios y
estudiantes de izquierda, que dio lugar a la Universidad Popular José
Martí. Una hazaña si tenemos en cuenta la falta de recursos
con que contaban los anarquistas.
Gracias al anarquismo nació y creció Cuba un autentico
movimiento cooperativo, caracterizado por sus métodos de auto
gestión y democracia directa que lo hacen incomparablemente
superior, incluso desde un punto de vista socialista, al que establecieran
los comunistas tras la revolución de 1959. En aquellas sociedades
los obreros pagando un mínima suma al mes, tenían acceso
a innumerables actividades culturales de tiempo libre, cuidados médicos
y otros servicios. El movimiento cooperativo, en el que participaban
miles de obreros y campesinos cubanos, incluía diversas ramas,
entre ellas las de consumo y la construcción de vivienda. A
través de este movimiento se manifiestó la temprana
influencia anarquista en nuestros campos, donde los libertarios fundaron
la primera organización de agricultores de nuestra historia:
La Federación Campesina de Cuba en 1915. Los anarquistas rurales
desarrollaron cooperativas por toda Cuba; en San Cristóbal,
Los Palacios, Pinar del Río, Ventas de Casanova, Santa Lucia,
siendo la mas célelebre Realengo 18 conocida nacionalmente
por los reportajes que dedicó el periodista Pablo de La Torriente
Brau a sus enfretamientos armados contra el estado. Entre los numerosos
y activos anarquistas del campo podemos mencionar a Laureano Otero,
Manuel López, José Lage, Benjamin Janeiros, Luis Meneses,
Marcelo Salinas, Modesto Barbieto, Sabino Pupo Millan, Niceto Pérez
y muchísimos más, quienes entre 1918 y 1925 tuvieron
influencia prácticamente exclusiva entre los trabajadores de
la tierra y los entre los obreros azucareros.
Los Libertario bajo el poder de Gerardo Machado: Principio del fin
de la hegemonía anarquista sobre el movimiento obrero Cubano.
Si bien bajo los diferentes mandatos republicanos los anarquistas
cubanos conocieron de cárceles deportaciones y hasta ejecuciones
sumarias, la palma en la batida contra sus activistas se la llevó
el General Gerardo Machado y Morales, ex oficial del ejército
independentista, que llego a la presidencia con gran popularidad en
mayo de 1925 y quien termino siendo derrocado como dictador por la
Revolución de 1933.
Siguiendo los acuerdos del Congreso obrero de 1920, la Federación
Obrera de la Habana había trazado un plan para la creación
de un sindicato nacional. Como paso concreto del mismo, se realizó
el llamado al Segundo Congreso Obrero nacional del 15 al 19 de febrero
de 1925 en Cienfuegos. Este nuevo encuentro tuvo la participación
de unos 110 delegados representantes de 75 organizaciones obreras.
Entre los asistentes predominaba la corriente anarcosindicalista,
aunque también había delegados de ideología social
demócrata y marxista leninista. En el congreso se acordó
de celebrar el III Congreso Nacional Obrero en la ciudad de Camagüey
con el fin de crear definitivamente una confederación de todos
los trabajadores cubanos. El nuevo evento que tuvo lugar entere el
2 y 7 de agosto en Camagüey, a tres meses de haber llegado al
Poder Machado Asi nace, bajo el signo fatal del Machadato la Confederación
Nacional Obrera de Cuba encabezada por Alfredo López. Los anarcosindicalistas,
primeros lideres del la CNOC defendieron la linea del apoliticismo,
que impedía que a los sindicatos convirtierase en instrumentos
políticos de ningún partido, incluido el flamante Partido
Comunista, fundado en la Habana exactamente en el mismo mes de Agosto
los días 16 y 17.
Machado, quien terminaría derrocado por una huelga general
había prometido que ningún boicot de este tipo le duraría
mas de 24 horas. Estaba decidido a reprimir con mano dura cualquier
desorden que pudieran afectar los negocios nacionales o las inversiones
de capital extranjero. Tenía pues en la mirilla a los anarquistas
quienes significaban por entonces la única amenaza cierta contra
la "estabilidad social" prometida por el ex-mambí.
Así, desde las primeras huelgas el nuevo gobierno respondio
con, arrestos masivos, aplicaciones de ley de fugas y desapariciones.
Tales medidas aplicaron no sólo contra los obreros ácratas,
sino contra cualquiera que desde la prensa o la política osara
enfrentarse al "presidente".
Machado como buen caudillo populista encontró argumentos para
ilegalizar al los anarquistas como "obreros que no seguían
una conducta realmente patriótica". El embate de Machado
contra los libertario tenía como cobertura, la gran cantidad
de votos conque ganó el exgeneral mambí las elecciones
de 1924, el auge económico provocado por su plan de obras publicas,
y la legitimación que ofrecia a su politica "social"
el apoyo de la moderada Federación Cubana del Trabajo, fundada
en 1927 con respaldo económico y policiaco del gobierno.
La persecución machadista contra los líderes de la CNOC
fue realmente despiadada, entre los asesinatos ordenados están
los de Enrique Varona, organizador de los obreros ferroviarios, Margarito
Iglesias, Secretario de la Unión de Obreros Fabriles y el del
propio Secretario de la CNOC, Alfredo López, quien fue arrestado
el 20 de julio de 1926, cuando se dirigía al domicilio del
Centro Obrero. Sus restos solo fuero encontrados tras la caída
de Machado, en las faldas del castillo de Atarés,.
La embestida antilibertaria del gobierno fue aprovechada con astucia
por los comunistas, quienes se hicieron oportunista mente de los puestos
directivos de la CNOC que iban quedando "vacantes" como
resultado de las deportaciones, encarcelamientos, persecuciones y
asesinato de los líderes anarquistas.
La ofensiva del machadato contra los ácratas encontró
la resistencia, desde el primer momento de la Federación de
Grupos anarquistas de Cuba, creada en 1924, cuyos activistas respondieron
a la represión promulgando huelgas, circulando propaganda y
contribuyendo al estado de violencia social que terminaría
con el derrocamiento del tirano en agosto de 1933.
Anarquistas y comunistas un: pésimo matrimonio.
El 7 de noviembre de 1917, los bolcheviques encabezados por Lenin,
dieron un golpe de estado al gobierno de Kerensky, nacido de la revolución
democrática contra el zarismo. Los bolcheviques no sólo
fueron buenos estrategas en la conspiración contra el gobierno,
en la lucha contra los mencheviques, socialistas revolucionarios y
guardias blancos, sino tambien en la propaganda internacional que
les permitió vender al mundo la imagen de que establecía
en Rusia un estado de libertad para los trabajadores y dictadura unicamente
para burgueses y aristócratas.
Las noticias que llegaban a Cuba desde Rusia, resultaban ambiguas
y confusas por los que cada cual interpretaba los acontecimientos,
según sus perspectivas ideológicas. El bolchevismo en
Cuba logró aceptación antes que entre los obreros, de
pequeños sectores intelectuales y estudiantiles atraídos
por la novedad, radicalismo y aparente éxito, de la doctrina
leninista. Como pequeño estigma del movimiento anarquista hay
que reconocer el hecho de que hubo libertarios en Cuba, que a despecho
de la evidente matriz marxista del bolchevismo, se entusiasmaron con
aquella Revolución bolchevique aaprentemente justa e igualitaria.
En 1920 varios líderes anarquistas auto proclamados "Sección
Comunista de la III Internacional" improvisaron un "Congreso
de los Soviets Cuba en el que aprobaron un programa de bases de la
"República Comunista de los soviets en Cuba" donde
se llamaba a la creación de un ejercito rojo, a la dictadura
transitoria del proletariado, y al establecimiento de la pena de muerte
para los saboteadores.
El probolchevismo se hizo latente en el Congreso Nacional Obrero de
1920 donde, como ya hemos dicho, los líderes anarquistas encabezados
por el propio Alfredo López enviaron un fraternal saludo a
nombre de los trabajadores cubanos a la república de los Soviets:
"Esta comisión considera a la Rusia Roja como faro de
Luz, como ejemplo, guía y estímulo para las maltratadas
muchedumbres obreras ansiosas de redención y justicia, y junto
con el testimonio de nuestra ardiente admiración y simpatía
enviamos a nuestros hermanos de Rusia el testimonio de nuestra solidaridad
Revolucionaria. El Congreso."
A propósito del mensaje un columnista del periódico
la Noche comentaría:
"...un
faro de luz. Sí. ¡De luz brillante ardiendo!" (3-
pag. 102).
Muy pronto los anarquistas cubanos tendrían oportunidad de
compreder que en las palabras del periodista había algo mas
que chanza. No olvidamos que en 1921 tuvo lugar en Kronshtadt la primera
sublevación antisoviética posterior a la guerra civil,
protagonizada precisamente por los anarquistas rusos. Rebelíon
aplastada a sangre y fuego por el Ejército Rojo bajo el mando
de Trotsky, por entonces brazo derecho de Lenin.
Gracias
a los testimonios de los camaradas rusos y europeos que difundía
la prensa libertaria cubana muchos anarquistas comnezaron a darse
cuenta de lo que realmente estaba pasando en la Rusia de los Soviets.
El 30 de octubre de 1924, el decano de la prensa anarquista en Cuba
¡Tierra! convertido por entonces en el órgano de la Federación
de Grupos Anarquistas de Cuba (La Habana, Zulueta 37, altos), denunciaba
la prensa que ya por entonces estaba siendo comprada por la Unión
Soviética:
"...así como los políticos subvencionan a los periódicos
burgueses para que halaguen a sus personas y propaguen sus candidaturas,
así Moscow subvenciona y reparte rublos a los periodistas comunistas
de América y Europa.."
En la misma publicación se definían a los pocos marxistas-leninistas
de Cuba como; "los cuatro gatos del "comunismo cuartelero
cubano". Desgraciadamente hubo anarquistas entre ellos el propiol
Alfredo López quw no supieron captar el peligro que significaba,
aquellos cuatro gatos, que terminarían devorando como leones
el control del movimiento obrero en la Isla. Mientras que desde las
paginas de ¡Tierra! se denunciaba los privilegios comunistas
en Rusia y la presencia del Buque Vaslaw Vorodsky, en el puerto de
Cárdenas como nave embajadora neomarxista, "cuyos tripulantes
lo justificaban todo". Alfredo López, respondiendo a un
telegrama enviado por el líder comunista Julio Antonio Mella,
proponía en la ultima sesión del Congreso Obrero de
1925 en Camagüey que se protestara ante el gobierno por haber
impedido festejos en honor al barco soviético, eso si, y esto
resulta un detalle importante, al gobierno se le critica por su "atentado
al ejercicio de los derechos individuales", sin que haya, por
lo que sabemos, ninguna declaracion de "solidaridad" con
la "Rusia Roja" al estilo del Congreso de 1920.
La disposición a colaborar con los comunistas, de López,
nacida quizás de su vocación unitaria, permitió
a los comunistas penetrar CNOC, y esperando el momento oportuno, el
de la desaparición física delmliderazgo anarquista,
para saltar al poder, olvidandose aquellos estatutos originales en
los que se planteaba que no se permitiría ocupar puesto alguno
en la dirección de la Confederación a aquellos delegados
que hagan propaganda activa en los partidos políticos. En 1927,
la CNOC se había convertido, prácticamente, en un instrumento
de maniobra política del Partido Comunista, dirigido por Rubén
Martínez Villena. Para 1933 los comunistas habían conseguido
hegemonizar la dirección de buena parte del movimiento obrero.
Esto lo lograron contaban desde el exterior con el apoyo de la URSS,
deplegando en el interior una maquiavélica política
de intrigas en la que se vinculaba el ataque a los anarquistas, y
socialdemócratas con la alternancia de enfrentamientos y negociaciones
con el dictador de turno. Esta practica inconsecuentes llevo a los
comunistas a cometer uno de los errores políticos mas grandes
de su historia, el de ordenar a cambio de la legalización de
su partido y prebendas económicas a sus sindicatos la detención
de la Huelga General contra Machado que daría al traste con
su régimen. La miopía política de los comunistas
no sólo les impidió jugar un papel protagónico
en el derrocamiento del macahdato, sino que ademas le creó
un problema que se exteinde hasta hoy día a los historiadores
marxista-leninistas, quienes se ven obligado a realizar los mas inverosímiles
malabares dialécticos para ocuktar la mancha colaboracionista
en la trayectoria del comunismo en Cuba.
Como respuesta a aquel vergonzoso acto la Federación de Anarquista,
sacó a la luz un manifiesto en el que acusaba a los comunistas
de traición a los trabajadores y de apoyar al tirano.
"Los comunistas suplicaron desesperadamente a los trabajadores
que regresaran a sus puesto, ya que los empleadores habían
aceptado sus demandas. Pero los obreros, (incluso los del sindicato
de autobuses y transporte controlados por los comunistas se negaron).
Ellos estaban definitivamente decididos a obedecer unicamnete sus
conciencias y a continuar la oposición al régimen de
Machado hasta derrocarlo o forzarlo a huir.
Machado y sus aliados comunistas se vengaron. A todos los sindicatos
se les prohibió reunirse. La Federación de Obreros de
La Habana (FOH fundada por anarcosindicalistas) así como a
como la mayor cantidad de sindicatos apolíticos, estaban atados,
no podían convocar a reuniones porque para ello hacia falta
el permiso por escrito del gobierno, solo los comunistas quienes gracias
a su perfidia tuvieron autorización para reunirse..."(1-
pag. 62)
Este documento de denuncia se conoció no solo en Cuba sino
también en el extranjero , fué publicado en Chicago
por Industrial Worquer, el 3 de octubre del 33. El comunicado de la
Federación Anarquista no solo constituyó un ajuste de
cuentas publico de los libertarios por las traiciones recibidas a
su buena fe de parte del comunismo. Es ademas un llamdo de alerta
contra lo que podía esperar Cuba de los prosoviéticos.
Desgraciadamente todavía les faltaba aun por quemar a nuestros
anarquistas el "karma", sembrado por aquellos de sus camaradas
que en los años 20 tendieron manos francas a los discípulos
cubanos de Lenin.
La misma imagen equivocada que tuvieron anarquistas cubanos del régimen
bolchevique, la tendrían cuarenta años después
sectores anarquistas de todos el mundo con respecto a la Revolución
"Socialista" en Cuba, cuya forma exterior "Libertaria"
les ocultó su esencia estalinista, apartándoles del
deber solidario de denunciar la represión que estaba sufriendo
los herederos de Alfredo López a manos de los mismos comunistas
que olvidaron su muerte cuando negociaron con Machado. Los comunistas
cubanos, esos que más tarde entrarían en contubernio
con una figura lanzada al estrellato político por la convulsa
revolución del 33, el nefasto presidente y dictador Fulgencio
Batista y Zaldivar.
1-
Sam Dolgoff, Den Kubanska Revolutionen-Ur ett kritsk perspectiv, Federativ,
Stockholm, 1982.
2-Historia
del Movimiento Obrero Cubano Tomo 1, Editora Política la Habana
1985.
3-
Evelio Telleria Los Congresos Obreros en Cuba. Editorial Arte y Literatura,
La Habana 1973.
4-
Manifiesto de Cruces, en Hortencia Pichardo, Documentos para la Historia
de Cuba. Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1976.
5-
Federación Obrera de La Habana, Reglamento, en Hortencia Pichardo,
Documentos Para La Historia de Cuba.
6-FrankFernández,The|Anarchist&Liberty(electronic
version) http://www.cs.uthah.edu/~galt/cuba.html.
- - Fin de Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los
libertarios y la guerra del 95 (abr/97)
y
El Anarquismo en Cuba, desde el nacimiento de la República
a la caída del Dictador Gerardo Machado: El fin de la hegemonía
libertaria sobre el movimiento obrero (mayo/97)
http://ourworld.compuserve.com/homepages/MHEC/home.htm
Movimiento
Humanista Evolucionario Cubano
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