Trabajar con la diversidad, superar
la desigualdad: claves pedagógicas
XVIII Encuentro estatal de la
Confederación de MRP (Gandía 99)
ETAPAS Y ÁMBITOS: Rural, Infantil, Primaria y Secundaria
CONTENIDO
1. ESCUELA RURAL
2. EDUCACIÓN
INFANTIL
3. EDUCACIÓN
PRIMARIA
4. EDUCACIÓN
SECUNDARIA
*
1.
ESCUELA RURAL
Mesa Específica de Escuela Rural
En las etapas de infantil y primaria no se
encuentran, desde el punto de vista de la escuela rural, problemas demasiado exagerados:
diversidad en cuanto a distintas capacidades intelectuales, procedencia social
diferente...
Tal y como está diseñada la metodología de estas
dos etapas en las escuelas rurales se consigue dar a la diversidad un respuesta más
acertada que en los centros grandes, que en los centros urbanos, donde los grupos aula son
más numerosos, hay homogeneidad en cuanto a la edad...
La situación que vivimos nos obliga a ello, y así,
es algo frecuente y habitual: adaptarse a los intereses y necesidades del alumnado; en vez
de usar el libro de texto como el catecismo que nos dice lo que debemos hacer adaptar el
curriculum a lo que el alumno requiere; flexibilizar horarios, agrupamientos; utilizar
materiales curriculares diversificados; atención personalizada a las familias y al
alumnado; dar prioridad a la interacción de los alumnos y alumnas, ofreciendo la
posibilidad de aprender entre ellos, lo cual ocurre más fácilmente debido a la mezcla de
edades en una misma aula...
El gran reto, sin embargo lo encontramos en el paso
que da el alumnado de educación primaria a secundaria. Y los problemas que pueden surgir
son:
- Cambio de centro y de entorno. En primaria se encuentran en centros
pequeños, con más de un nivel por aula, grupos pequeños, con atención personalizada;
en secundaria grupos grandes, con compañeros de igual edad, donde no tienen el modelo de
los mayores, y pequeños que enseñar... Entorno conocido y controlado frente a otro más
grande, con situaciones nuevas...
- En primaria apenas hay libros de texto, los materiales curriculares
los ofrece el entorno, los maestros planifican pensando en ello, hay flexibilidad en el
horario, en la forma de enseñar y de aprender, la metodología se adapta a sus
necesidades e intereses. En secundaria, ocurre bastante lo contrario, libros de texto,
todos hacen todo al mismo tiempo...
- Distancias largas entre la vivienda y la escuela. Cansancio añadido.
2. EDUCACIÓN INFANTIL
Mesa Específica de Educación Infantil
Nos parece que nuestra reflexión podría tenerse en
cuenta como algo que no sólo atañe a esta Etapa Educativa sino al hecho mismo de educar
e implicaría dar relevancia a algo que está en la base de toda acción educativa y
educadora: la atención a la diversidad emocional y afectiva.
Desde la Mesa de Ed. Infantil, se quiere hacer un
llamamiento en torno a una reflexión que entendemos debería tenerse en cuenta como algo
transversal, en cuanto que impregna a todos los aspectos que se desarrollan en el
Documento en torno al tema que nos ocupa.
Partiendo de nuestra práctica cotidiana, y desde
nuestra posición como colectivo, creemos necesario incidir en el aspecto afectivo y
emotivo como algo determinante en el desarrollo de la persona.
Creemos que antes incluso que otros aspectos, la
diversidad emocional está implícita en el hecho mismo de ser personas, y por tanto no
afecta sólo a los niños y niñas sino también a los adultos que compartimos un
espacio educativo.
Desde ahí, entendemos que hay un ámbito de
diversidad en el que habría que insistir siempre, pero que se hace palpable cuando
trabajamos con los más pequeños:
Sentimos distinto, necesitamos distinto, actuamos
distintoSentimos distinto, necesitamos distinto, actuamos
distinto.
Plantearse que el matiz emocional es el primer eje
en cuanto a la diversidad como enriquecimiento, y no como barrera, implica el partir del respeto
a nuestra propia diversidad emotiva (todos y todas; niños y adultos), y paralelamente
implica la necesidad de encontrar contextos de comunicación y modelos educativos
que favorezcan un clima afectivo en el que nuestra actuación pueda ser elaborada
teniendo en cuenta también los sentimientos. De ahí que no se trate sólo de descubrir qué
sentimos un primer paso sino de qué hacemos nosotros con eso que
sentimos.
Al referirnos a "contextos de
comunicación", nos parece que no debería olvidarse en ningún momento que la
atención a la diversidad emocional de los más pequeños pasa por la atención a otros
muchos lenguajes que no son exclusivamente el lenguaje oral. Lenguajes que se manejan a
través de múltiples códigos que no pueden ser ajenos a la escuela: la mirada, la
sonrisa, el llanto, un gesto,... encierran con frecuencia mensajes que esperan respuesta.
Cuando hablamos de la necesidad de ir creando un
clima afectivo que facilite todo esto, hay algunos aspectos que nos parecen
importantes y que serían un buen punto de partida para el trabajo educativo en todas las
etapas:
Por una parte, el favorecer que haya un ambiente
de serenidad y c/alma. C/alma (transcrito intencionadamente de esta forma)
refiriéndonos al ÁNIMO colectivo, a esa sensación de bienestar que parte del
descubrimiento progresivo de las necesidades de todos y cada uno para modificar lo que
vaya siendo necesario.
Por otra, el llegar al con/senso en cuanto a
la necesidad de "sentir con" el otro. Desde la diversidad y la intención
de "ser sensible al otro" se puede empezar a pensar en un trabajo que
llegará en algún momento a ser algo compartido pero que ha surgido desde la realidad
individual de quienes formamos el grupo.
Esto es aplicable además al propio equipo y a la
elaboración de Proyectos Educativos que respondan verdaderamente a nuestra propia
diversidad también como centro. De ahí que insistamos también en el peligro de
vernos despojados del significado real de términos que manejamos a los que se les vacía
de contenido (consensuar empieza a ser algo que se utiliza como algo obvio, algo que
oficialmente se da por hecho: "los Proyectos Educativos partirán del
consenso..." ¿de qué consenso? )
Y por otra más: todo el tema de diversidad
cultural como algo que se está dando en la realidad, va estrechamente ligado al
tema de la diversidad afectiva. La integración de diferentes culturas no puede estar
asociada al concepto de asimilación/adaptación por parte del que llega y se incorpora a
la norma cultural establecida. Sólo si se plantean cauces de participación y de
interconexión entre las diferentes maneras de vivir, celebrar o mirar la vida,
podemos avanzar en el mestizaje que a todos los niveles supone el educarnos juntos.
Habría por tanto que encontrar fórmulas para que en el aula no aparezca un modelo único
de interpretar el mundo como exclusiva verdad.
La Educación Infantil tiene la responsabilidad
primera, como en muchas otras cosas, de educar en la diversidad no como un adorno
transversal del currículum sino como una realidad a la que atender con urgencia y de
forma inmediata.
Todo esto se plasmaría en la revisión de
algunos aspectos que inciden de forma directa en la atención a las emociones y en el
favorecimiento del clima afectivo al que nos hemos referido:
- El reconocimiento de las diferencias de todos, de las necesidades de
cada uno, lleva a la aceptación de que necesitamos también respuestas diferentes.
- Partir del reconocimiento de lo que sentimos niños y niñas y
adultos - como un punto de partida para atender al resto de aspectos diversos que
conforman a la persona.
- Generar contextos de comunicación en los que intervengan todos los
lenguajes.
- Garantizar las condiciones en cuanto a adecuación de espacios,
ratios, recursos humanos... que permitan una atención ajustada a todas las necesidades
educativas de los más pequeños.
- Respeto al currículum propio de la etapa salvando las situaciones
que se están dando de forma alarmante al plantearse una escolarización "a la
baja" que implica la asimilación de objetivos de primaria a la etapa de Educación
Infantil.
- Favorecer espacios de protagonismo dentro del grupo en el que cada
cual pueda tener un tiempo propio de reconocimiento personal. Expresar lo que sentimos, lo
que nos gusta o nos desagrada, lo que nos interesa... es permitir que nos conozcamos más
para querernos más, para poder ponernos en el lugar del otro y desde ahí respetarle y
respetarnos en lo que nos diferencia y en lo que nos une.
Porque... Podemos querernos tal como somos. Por
supuesto que sí.
3.
EDUCACIÓN PRIMARIA
Federación de MRP de Catalunya
Si nos situamos en 1997, cuando estábamos viviendo
la implantación de la Reforma educativa, la atención educativa se centraba en la
secundaria obligatoria. Era de esperar, pues era un gran reto de la LOGSE, tanto desde la
forma estructural como curricular.
Nosotras/os como maestros/as de primaria estamos
convencidas/os de que las personas que trabajamos en esta etapa nos encontramos delante de
un gran reto. Cualquier cambio provoca desequilibrios, pero los conflictos que generan
acostumbran a ser positivos porque obligan a replantear nuevas situaciones y a buscar
líneas de actuación que generalmente se traducen en propuestas de avance. Así, nos
planteamos reflexionar sobre:
- el alumnado
- el profesorado
- los centros
La nueva estructura de la educación 3-12 años
potencia la estabilidad en los centros, se incrementa la homogeneidad de las edades, el
alumnado es menos conflictivo. Esta estabilidad, que en principio parece una mejora en la
cualidad del trabajo, puede ser peligrosa si se va cerrando en sí misma. Hace falta hacer
una escuela en la que se pueda atender de manera más personalizada a los niños y niñas,
a la vez que permita unas dinámicas de funcionamiento más participativas y con más
implicación de los padres y las madres.
Tenemos que encontrar un equilibrio entre la
necesaria globalización y la especialización ya que progresivamente se han ido
incorporando a la educación infantil-primaria los especialistas LOGSE y eso supone que
un/a niño/a tenga diversos profesores/as desde los primeros niveles de la
escolarización.
De esta nueva configuración de las plantillas se
extrae la necesidad (en algunos casos) de que el profesor especialista asuma una tutoría,
constatando la necesidad de buscar elementos organizativos que permitan ejercer
correctamente esta tarea y faciliten un planteamiento globalizador.
Creemos relevante el papel dinamizador de los
equipos directivos; el trabajo en equipo va muy relacionado con la participación real que
se da en los centros. Hace falta reforzar la participación a diferentes niveles para que
el trabajo en equipo sea una práctica habitual, sabiendo que el trabajo en equipo
requiere de una organización del tiempo de permanencia en el centro del profesorado y que
se permitan espacios de reflexión y evaluación, en un clima dinámico-organizativo que
permita su desarrollo.
Tenemos el deber de ir configurando una
coordinación real que permita un intercambio de información de los alumnos/as, el grupo
y del centro. Las visitas al centro de secundaria, la asistencia de los tutores/as de 1º
de ESO a las evaluaciones de sexto, el traspaso de documentación amplia del alumnado, se
apuntan como elementos sobre los cuales hace falta seguir profundizando para dar
continuidad a la educación obligatoria.
Debemos continuar el debate y reflexionar,
- sobre el curriculum (¿en qué aspectos hemos de trabajar
fundamentalmente en la primaria?)
- las relaciones con la comunidad (¿Cómo tenemos que vivir en la
actualidad las relaciones de la escuela con toda la comunidad?)
- y el sistema educativo (¿Qué aspectos del sistema educativo
condicionan o se deben cambiar para que mejore la situación de las escuelas de primaria?)
4.
EDUCACIÓN SECUNDARIA DIVERSIDAD
SIN DESIGUALDAD
Mesa Específica de Educación Secundaria
Las consideraciones que os presentamos en este
documento se corresponden, en gran medida, con las preocupaciones y contenidos trabajados
durante los últimos cinco cursos en la Mesa de Secundaria y, de manera muy especial, en
los cuatro encuentros organizados hasta la fecha.
Coincidimos, sin duda, en la mayoría de nuestros
planteamientos con la visión de los problemas en cualquier otra etapa, puesto que las
intenciones y el sentido global que otorgamos a la educación nos hace compartir muchas
cosas. Y ésta es precisamente la primera idea que nos gustaría resaltar. Hemos de
defender una educación secundaria que forme parte de un conjunto, en el que todos los
elementos caminen en una misma dirección y se pongan al servicio de un mismo fin: el
progreso individual y social por medio de la acción transformadora y emancipadora de
nuestra intervención docente.
Sentado este principio (probablemente tan obvio como
necesario), quisiéramos añadir otra precisión inicial: si algún asunto ha sido una
constante en nuestro trabajo como Mesa, éste es, sin duda, el de la diversidad, con toda
su extensión, complejidad y derivaciones.
Posiblemente diversidad y desigualdad sean dos caras
de una misma moneda. Creemos que su reconocimiento y tratamiento es la clave que sostiene,
para bien o para mal, todo el edificio cimentado en la universalidad, obligatoriedad y
comprensividad de la etapa secundaria. El sencillo hecho de que hasta ahora no fuera así
añade una dosis de dificultad a su construcción. Somos conscientes de que la escuela,
por sí misma, no puede resolver un problema que tiene raíces profundas fuera de ella,
ancladas en las diferencias socioeconómicas, de género, culturales... Nuestra
aportación pasa por reconocer que la diversidad existe y actuar en consecuencia,
favoreciendo lo que tiene de positivo y actuando contra ella siempre que suponga
discriminación
Cuando hablamos de diversidad conviene detallar que
no hablamos sólo de diferentes ritmos de aprendizaje. Estamos pensando también en
diferentes entornos familiares y culturales, en distintos intereses y expectativas, en el
desarrollo de otras dimensiones de la persona (afectivas, motrices, creativas...) más
allá del ámbito cognitivo. Y nos planteamos, sin duda, un elemento determinante de la
calidad de la enseñanza.
No vamos a extendernos más en cuestiones de
principios, pues forman parte del marco ideológico de los MRP y, por tanto, estarán
continuamente presentes en nuestros debates.
Pensando precisamente en las dificultades, os
proponemos tres grandes líneas de reflexión y debate desde la visión de la diversidad
en educación secundaria:
- La superación de los procesos selectivos que subyacen en numerosas
intervenciones educativas.
- El fomento del carácter colectivo en los centros.
- La selección cultural y el establecimiento de lo básico en el
currículum.
Aunque las implicaciones mutuas son evidentes,
intentaremos hacer un análisis de cada uno de estos apartados, de manera que podemos
diferenciar alguno de sus componentes pedagógicos.
Los problemas derivados de los procesos selectivos.
Como marco general, podríamos trazar un continuo
que situaría su punto máximo ideal en una efectiva atención a la diversidad de
alumnado, en su punto medio implicaría actuaciones más o menos selectivas y su punto
inferior entraría ya en planteamientos netamente segregadores.
Como cuestión de principio, sostenemos la idea de
que vale más prevenir que curar; es decir, que el ámbito prioritario de atención ha de
ser siempre el aula ordinaria. Aquí es donde adquieren clara relevancia los aspectos
relacionados con la intervención didáctica (metodología, programación, evaluación),
la acción tutorial, la coordinación, etc. Esto no nos impide reconocer que, en
ocasiones, una parte del alumnado requiere una atención más específica. Creemos que
separar no debe implicar, necesariamente, segregar. A partir de esta premisa, se nos
plantea un primer reto pedagógico: la formación de grupos distintos del ordinario o de
referencia.
¿Cómo hacerlo? ¿En grupos diferenciados?, ¿con
apoyos específicos dentro del aula?, ¿en desdoblamientos parciales o temporales?, ¿en
programas de diversificación?... No hay dogmas de validez universal y todo dependerá de
las condiciones dadas. Para nosotros ha sido un tema controvertido en el que, con el paso
del tiempo hemos matizado mucho las posturas. En este terreno hemos manifestado ya algunas
precauciones básicas para evitar modelos selectivos en los agrupamientos:
- Es el centro quien tiene la responsabilidad de definir y afrontar las
necesidades educativas de su alumnado, explicitando y concretando la opción que asume.
- Las actuaciones que el centro proponga no deben ir más allá de la
necesidad creada; por tanto, deberán revisarse continuamente.
- Se debe explicitar claramente la finalidad que se persigue con el
agrupamiento, ajustándose a la realidad del alumnado y del centro y no únicamente a una
división por niveles de capacidad.
- Hay que tener claros los procesos de selección del alumnado,
ajustados siempre a la finalidad de la actuación, evitando crear "bolsas" de
alumnado problemático.
- Hemos de establecer proyectos asumidos y compartidos por los equipos.
- Se debe analizar y dar coherencia a las posibles salidas y trasvases
hacia el aula normalizada.
- No crear reductos aislados, conocidos y trabajados por unos pocos,
sin conocimiento e implicación general.
- Rechazar, por segregadores, aquellos planteamientos que esconden una
simple diferenciación por niveles académicos, que se instauran y perpetúan al margen
del tipo de alumnado que puedan recibir (sin que esto suponga un rechazo a su
institucionalización).
Con respecto a los procesos de selección e
integración cabría también otro tipo de consideraciones relacionadas con la
distribución del alumnado por centros, que siendo de gran trascendencia, pueden escaparse
a un análisis estrictamente pedagógico como el que estamos haciendo.
Un segundo elemento a considerar es el papel de la
opcionalidad en la ESO.
Para los MRP, la opcionalidad es algo positivo en la
medida que cubra un espacio de atención a la diversidad relativo a los intereses del
alumnado. Entendemos que estos intereses no se retringen al ámbito meramente
profesionalizante, sino que apuntan a algo mucho más global: la vida, el entorno, los
problemas, las expectativas, los gustos, etc. de cada alumno y alumna.
El primer dilema a resolver es decidir si la oferta
de optativas debe basarse en la demanda social o, por el contrario, en los criterios
formativos establecidos por el Claustro. Una y otra respuesta tienen ventajas e
inconvenientes. La primera opción puede dar lugar a una petición muy numerosa de
determinadas materias, por influjo incluso de ciertas modas (informática, por ejemplo).
La segunda corre el peligro de alejarse demasiado de los verdaderos intereses del
alumnado. A favor de respetar la demanda social se puede argumentar que ya existe un
currículo oficial que cubre numerosos aspectos y que se debe incorporar una espacio real
de participación más liberado del "control" de los profesionales de la
enseñanza. A favor de la segunda posibilidad se advierte sobre la necesidad de aminorar
el riesgo de una optatividad muy sesgada e influida por el currículo oculto. El asunto es
controvertido y no tenemos aún una respuesta muy definida.
En todo caso, la opcionalidad debería pensarse
atendiendo a criterios como los siguientes:
- No prescindir de un modelo de grupos base heterogéneos.
- Entender la opcionalidad siempre como subsidiaria de la
comprensividad. Nunca como una vía para la creación de itinerarios segregadores.
- No convertirla en una mecanismo de refuerzo en el currículo
ordinario para tratar contenidos en los que se aprecian dificultades académicas
- La oferta, por otro lado, sí debe recoger criterios compensadores,
de manera que favorezca la creación de espacios en los que colectivos desfavorecidos
puedan demostrarse y demostrarnos que es posible llevar a cabo modos de hacer y aprender
diferentes.
- Rechazar su utilización como un instrumento de defensa de intereses
corporativos del profesorado.
- Garantizar que la elección por parte del alumnado se acompaña de un
proceso de orientación tutorial y de información adecuados. Aquí habría que considerar
aspectos como los criterios pedagógicos que inspiran cada una de las optativas, procesos
de aprendizaje orientados a la toma de decisiones, etc.
Un tercer elemento es el relacionado con la
evaluación y la promoción
Tenemos una permanente y no resuelta controversia
relativa a los conceptos de titulación, promoción y evaluación. Se trata de valorar si
debe haber separación absoluta entre ellos o no, es decir ¿evaluamos el proceso seguido
por el alumno al margen de si promociona o adquiere el título, o bien el proceso de
promoción y titulación está íntimamente ligado al de evaluación? Sería muy torpe
ignorar que la vieja reivindicación de una ESO sin titulación al final está hoy
totalmente perdida. En estos momentos la promoción y la titulación representan un
condicionante de gran incidencia y pueden introducir elementos fuertemente
distorsionadores.
Reconocemos que éste es un debate poco
desarrollado, cuyas conclusiones nos pueden llevar a variar nuestras líneas de trabajo.
Algunos principios básicos a tener en cuenta
serían éstos:
- El proceso de evaluación debe hacerse en función de las capacidades
que marque el centro sobre el perfil a conseguir en el alumnado y no basarse en las notas
de las áreas tomadas de forma aislada y parcial. ¿Es posible que un equipo docente lleve
a cabo un proceso coordinado de evaluación por capacidades con cada alumno o alumna si se
comienza decidiendo sobre la base de aprobados y suspensos de áreas, aun cuando luego se
pueda matizar con otras anotaciones?
- La evaluación debe ser individualizada, en el sentido de estar
referida a la evolución del proceso de aprendizaje de determinada persona, considerando
sus circunstancias, sus características, etc. Como consecuencia de éstas, es rechazable
que se haga mediante la comparación con otras personas que tienen situaciones y
características diferentes y, por tanto, otras formas de evolución en el aprendizaje.
- La evaluación no es un hecho aislado, sino que debería estar ligada
al proceso de recuperación que se diseñe en el centro y al trabajo a desarrollar en las
aulas.
Sin duda se nos quedan otros aspectos sin exponer,
aunque creemos que lo dicho hasta ahora es parte fundamental en la prevención de los
procesos selectivos dentro de la educación obligatoria.
Los problemas relacionados con la consideración del
centro como una empresa colectiva.
Abordamos un aspecto que tiene sobrados y conocidos
análisis, al menos en forma de diagnóstico. Los institutos han pecado siempre de
compartimentación, fragmentación, jerarquización.... Sabemos que estos defectos
repercuten muy negativamente y obligan a superar, siempre con esfuerzo, un tradición
arraigada y, en ocasiones, beligerantemente inmovilista. Pero sabemos también que se van
rompiendo barreras y que la necesidad de reconocer en la Secundaria su carácter netamente
integrador hace que se aprecie el valor de una intervención conjunta y compartida.
Cuando hablamos del sentido colectivo de los centros
estamos pensando en cuestiones enormemente variadas. Algunas incluso aparentemente lejanas
al asunto; otras de contenido reducido, casi insignificante, pero con gran potencial de
arrastre a medio y largo plazo. Prácticamente no hay propósito que no repercuta en esta
pretensión y no hay pretensión pedagógica que no se vea afectada por el modelo de
centro en el que nos desenvolvemos.
Puestos a seleccionar algunos referentes decisivos
de cara a la mejora del sentido colectivo en los centros, señalaríamos los siguientes:
- Las estrategias para la resolución de conflictos, la negociación y
la búsqueda de acuerdos.
- La renovación de la cultura profesional docente.
- El fomento de la participación y la corresponsabilidad, con especial
énfasis en el ámbito de la evaluación.
- Los diferentes niveles de coordinación, tanto horizontal como
vertical.
- La incidencia de la orientación y la tutoría.
- La intervención conjunta en la elaboración de materiales de área.
Cada uno de estos apartados tiene tras de sí una
enorme complejidad y supondría en su desarrollo auténticas monografías pedagógicas.
Los citamos pues como una sencilla sistematización. Probablemente sea esta cuestión la
que más ligada esté a los requerimientos legales y los marcos organizativos e
institucionales que ellos determinan. Por esta razón, el debate pedagógico sobre el
asunto corre siempre el riesgo de desviarse hacia la discusión de la política educativa
del momento.
Por último, señalar que la construcción colectiva
del centro educativo desborda los límites estrictamente docentes, proyectándose hacia
una concepto más global, como es el de comunidad educativa. Las implicaciones
pedagógicas de este otro ámbito son también evidentes y en los centros de secundaria
casi nos atreveríamos a decir que imprescindibles, por escasas.
Los problemas relacionados con la selección
cultural y la determinación de lo que es básico en el currículo.
Los MRP hemos defendido un concepto de cultura
básica para la formación general y obligatoria muy centrado en el propio patrimonio
cultural del alumnado, como referente y como objeto posterior de intervención crítica
por parte de este mismo alumnado. La cultura del medio, los conflictos y vivencias
personales, la vida cotidiana proporcionan un núcleo temático dotado de potencialidad
para aprender y una importante orientación para la selección de objetivos y contenidos.
La realidad contemplada pues como dominio educativo básico; pero con una visión
pluridimensional (no enlatada en materias), en la que los aprendizajes funcionales, al
servicio de la mejor comprensión/intervención en esta realidad, son prioritarios y el
desarrollo de la autonomía personal u objetivo permanente.
Hemos defendido también que esta cultura básica,
además de su carácter general, presupone también una formación profesional de base y
debe proporcionar, por medio de procesos personales y colectivos de autoconocimiento,
contraste y toma de decisiones, una orientación personal, académica y profesional que
permitan optar con autonomía.
Los elementos clave en la discusión sobre la
cultura básica podrían ser:
- La dificultad de equilibrar lo académico y la realidad a la que
hemos aludido.
- Problemas no sólo de tipo pedagógico, sino también social, en el
sentido de que lo académico, paradójicamente, suele recibir una valoración más
positiva, incluso cuando se fracasa, que otras actividades. ¿Habría que implicar más a
lo real en lo académico, dándole importancia en la evaluación?
- El sentido que otorgamos al concepto de funcionalidad. ¿Cubrir
expectativas como bien de consumo, por ejemplo inglés tipo academia?, o bien aquello que
afecta a una parte de la vida y la experiencia presente y futura del alumnado?.
- Definir los ámbitos culturales con sentido para el alumnado. ¿Lo
inmediato y cercano, el interés "subjetivo", apegado a lo concreto y actual del
alumnado, o bien algo más "objetivo" valorado desde la perspectiva de los
objetivos educativos que perseguimos?
- ¿Existen contenidos que deben darse "por encima" de todo
lo anterior?
- La presencia de otros ámbitos educativos más allá de la Escuela,
pero con incidencia creciente en ella.
- Los medios de comunicación y en especial la televisión y la
publicidad.
- Los contenidos-consumo (inglés, kárate, danza, informática...) y
la necesidad de que la Escuela encuentre su papel frente a esta oferta consumista. ¿Debe
asumir estos contenidos, en que grado y manera, no debe asumirlos en ningún caso?
- La formación completa de la persona
Además del concepto de formación integral,
ampliamente utilizado y, en ocasiones, no muy bien concretado llamaríamos la atención
sobre tres elementos de gran relevancia en la educación obligatoria que con frecuencia se
olvidan:
- La formación afectivo-sentimental, desde su importancia como
contenido y como condicionante del proceso de aprendizaje.
- El aprender a optar, considerado como un contenido curricular y no
sólo como un componente de la acción tutorial. La elección individual y el proceso que
conlleva antes, durante y después de la misma (buscar información, argumentar, debatir,
acordar, aprender del error...), referida ésta a todos los ámbitos de la persona (no
sólo al profesional).
- La construcción de una cultura democrática dentro de la Escuela.
La plasmación en el aula de estos planteamientos
teóricos debería guiarse por un principio fundamental: "los aspectos que
consideremos básicos deben ser generales".
A partir de este principio nos surgen numerosos
interrogantes:
- ¿Se reducen estos aspectos de cultura básica a las optativas?
¿Cómo extenderlos a otros ámbitos del currículo?
- ¿Diseñamos currículos de área y después nos planteamos su
relación con la realidad o, lo que sería mas coherente, partimos de un producto o
realización final sacado de la realidad y, desde él, establecemos las actividades y los
contenidos?
- ¿Cómo ligamos el interés concreto y "subjetivo" con el
interés vitalmente objetivo? ¿Nuestros proyectos son productos finales de ejecución
real e implicación social o son simulaciones?
- ¿Determinados contenidos, por ejemplo de afectivo-sentimental,
requieren la presencia de especialistas?
- ¿Utilizamos "expertos" sociales, extraídos de la misma
realidad en la que viven sus experiencias como una forma de conectar lo personal-escolar
con lo social?
*
Evidentemente dejamos temas por tratar, que no
incluimos en estas notas por ser quizás más manidos y, también, porque hasta el momento
no han sido objeto de debate en la Mesa.
Terminamos reiterando lo que ya dijimos al
principio: el gran reto (y por ello el gran riesgo de fracaso) que tiene la ESO es
precisamente su capacidad para responder a las demandas sociales y personales de todas y
todos. En la medida que nuestra práctica docente se acerque e este objetivo haremos una
enseñanza renovadora, socialmente progresista y pedagógicamente coherente con las
necesidades de nuestro alumnado. Los tiempos y las inercias no parecen que vayan a
ayudarnos mucho; pero en estos temas la perspectiva ha de ser siempre la del tiempo largo.
Y el consuelo. |